Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias).
We currently publish four issues per year, which accounts for some 100 articles annually. We admit work from both the basic and applied research fields, and from all areas of Psychology, all manuscripts being anonymously reviewed prior to publication.
Psicothema, 2006. Vol. Vol. 18 (nº 1). 1-8
Amaia del Campo Sánchez y Félix López Sánchez
Universidad de Salamanca
El presente trabajo pretende evaluar la eficacia del programa «Prevención de abusos sexuales a menores», el primer currículo estructurado de nuestro país en la prevención de este riesgo. Con este propósito se realizó un estudio con 382 menores de edades comprendidas entre 8 y 12 años. Los resultados demuestran que el programa tiene un impacto muy positivo, incrementando los conocimientos de los menores sobre este riesgo y mejorando sus habilidades de afrontamiento ante un posible abuso sexual. Asimismo, se pudo constatar la eficacia del mismo, a nivel de prevención secundaria, aumentando la probabilidad de revelación por parte de las víctimas. Finalmente, la exploración de los posibles efectos adversos, asociados a este tipo de programas, reveló que los efectos negativos observados por padres y educadores fueron prácticamente inexistentes.
Evaluation of school-based child sexual abuse prevention program. The aim of the present work is to evaluate the efficacy of a program entitled «Prevention of child sexual abuse» the first structured program in Spain designed to prevent such risks. With this purpose, we carried out a study of 382 minors with ages ranging between 8 and 12 years. The result s show that the program has a very positive impact, increasing the awareness of the minors about this type of risk and improving their skills for coping with a possible event of sexual abuse. The efficacy of the program is also apparent, at the level of secondary prevention, in that it increased the likelihood that the children would reveal such events. Finally, exploration of the possible adverse effects of the program showed that the negative effects observed by parents and educators are negligible.
En las últimas décadas, los abusos sexuales a menores están suscitando un gran interés, tanto entre la comunidad científica, como en la sociedad en general. La ruptura del silencio por parte de algunas víctimas, iniciada en Estados Unidos en los años 70, produjo un gran impacto social, que se vio reflejado en la inmediata asignación estatal de fondos públicos para la investigación de este riesgo y en la preocupación de otros países por el estudio de este fenómeno. Tanto es así, que en los últimos años la producción científica en este campo supera con creces a las publicaciones realizadas sobre cualquier otro tipo de maltrato infantil. Esta tendencia se manifiesta igualmente en el diseño y la evaluación de programas de prevención del abuso y abandono infantil, pudiendo constatar, a través de los estudios bibliométricos, que a partir de mediados de los 80 los investigadores comenzaron a dirigir sus esfuerzos de forma predominante hacia la prevención del abuso sexual (Hébert, Lavoie, Piché y Poitras, 2001; O’Donohue, Geer y Elliott, 1992; Plummer, 1999; Roberts y Miltenberger, 1999).
En nuestro país, no es hasta hace escasos años cuando comienzan a aparecer las primeras publicaciones abordando este tema y se realizan los primeros estudios sobre su epidemiología, valorando la incidencia de este riesgo en diversas comunidades autónomas (Arruabarrena y De Paúl, 1994; Inglés, 1995; Jiménez, Oliva y Saldaña, 1996) y se realiza la primera investigación nacional sobre su prevalencia (López, Fuertes, Gómez Zapiain, Carpintero, Hernández y Martín, 1994). Los datos ofrecidos por este último estudio, en consonancia con la literatura internacional (Levental, 1998; Finkelhor, 1994; Wyatt, Burns Loeb, Solís, Vargas Carmona y Romero, 1999), evidenciaron que se trata de una problemática que se da con una frecuencia lamentablemente importante, que presenta, además, una alta probabilidad de revictimización y que normalmente se encuentra asociada a numerosos efectos traumáticos a corto y largo plazo en las víctimas. Un 23% de las mujeres y un 15% de los varones entrevistados afirmaron haber sido víctimas de abuso sexual en la infancia, descubriéndose, además, que en el 44% de los casos los abusos se repitieron. Por lo que respecta a los efectos de las experiencias abusivas, entre el 60 y el 80% de las víctimas manifestaron diversos síntomas a corto plazo, como ansiedad, hostilidad, sentimientos de culpa, problemas de conducta, etc. Entre los efectos a largo plazo se encontraron: depresión, ansiedad, angustia, problemas sexuales, huida de casa, etc. Finalmente, en esta investigación también se pudo constatar la situación de desamparo en la que se encuentran muchas de las víctimas que no comunicaron a nadie el abuso sufrido (28%), que revelaron el abuso pero la persona que recibió la comunicación no hizo nada (45%) o aquellas que no recibieron ningún tipo de ayuda (60%).
Documentada la gravedad de la problemática del abuso sexual y dada la inexistencia en España de intervenciones específicas en el ámbito preventivo, consideramos necesario comenzar a trabajar en este campo, desarrollando el programa «Prevención de abusos sexuales a menores» (López y Del Campo, 1997), el primer currículo estructurado de nuestro país en la prevención de este riesgo.
El objetivo general del presente estudio consiste en evaluar el citado programa y constatar si cumple los objetivos específicos para los cuales fue diseñado. A través del programa de prevención se pretende aumentar los conocimientos de los menores acerca del abuso sexual, mejorar sus habilidades de afrontamiento ante un posible abuso e incrementar la comunicación entre padres e hijos/as sobre estos temas. Este estudio pretende explorar además si el programa de prevención produce efectos no intencionales en los menores, analizar la valoración que realizan los propios usuarios del programa sobre la eficacia del mismo y, finalmente, comprobar si el programa produce un incremento de revelaciones de abuso sexual por parte de los menores.
Método
Diseño
Interesados en evaluar tanto el proceso de implantación, como el efecto del programa, de acuerdo con una de las tipologías más utilizadas en evaluación educativa (Scriven, 1967), se realizó una combinación de evaluación formativa (realizada durante el proceso de aplicación de la intervención preventiva) y de evaluación sumativa (evaluación final y a largo plazo de los resultados). A tal efecto, se utilizaron dos tipos complementarios de evaluación: cualitativa y cuantitativa. La evaluación cualitativa, centrada en el proceso, se basó en el análisis de los datos registrados, a través de observación participante, sobre la conducta de los menores durante el proceso de aplicación del programa. Para eliminar el sesgo que supone en la observación participante la presencia de un agente extraño en el grupo, en este caso, los propios educadores desempeñaron el rol de observadores. La evaluación cuantitativa se centró en tres períodos: evaluación inicial, evaluación final y evaluación a largo plazo. Se ha utilizado un diseño cuasiexperimental de medidas repetidas, con evaluación pre-post intervención y evaluación a largo plazo, utilizando dos grupos controles. Los sujetos fueron asignados a 3 condiciones diferentes de evaluación:
Condición 1: Grupo experimental de menores que participan en el programa de prevención de los abusos sexuales a menores. Evaluación realizada: pretest, postest y a largo plazo (8 meses).
Condición 2: Grupo control de menores a quienes se aplica una intervención «convencional», de educación sexual. Evaluación realizada: pretest y postest.
Condición 3: Grupo control de menores que no recibe ningún tipo de intervención. Evaluación realizada: pretest y postest con un mes de diferencia.
Participantes
Consideramos imprescindible que antes de la aplicación de un programa de prevención del abuso sexual, los menores hayan recibido variadas informaciones sobre la sexualidad. Basándonos en este criterio, fueron seleccionados cinco colegios de la ciudad de Salamanca, teniendo en cuenta que en todos ellos se había aplicado previamente un programa de educación sexual relativamente amplio. La muestra final está compuesta por 382 menores (206 varones y 175 mujeres) de tercer, cuarto, quinto y sexto curso de Educación Primaria. Los sujetos fueron asignados de forma aleatoria a los grupos experimental, control puro y control intervención. El grupo experimental lo componen 193 menores, 90 de un colegio público y 103 de un colegio concertado religioso. Los grupos control están compuestos por 105 sujetos en el grupo control puro y 84 en el grupo control con intervención.
Instrumentos
1. Cuestionario sobre conocimientos acerca del abuso sexual para alumnos/as. Cuestionario construido para el presente estudio con objeto de evaluar los conocimientos sobre el abuso sexual y las habilidades de prevención aprendidas por niños y niñas de segundo y tercer ciclo de Educación Primaria (8-12 años) El cuestionario está formado por 35 ítems, utilizando un formato de respuesta: Sí, No, No sé. Los 33 primeros ítems evalúan los conocimientos y las habilidades de los menores, mientras que los dos últimos exploran la comunicación padres-hijos/as sobre la sexualidad y sobre el abuso sexual. Se han incluido tanto enunciados positivos como negativos para intentar controlar el efecto de la aquiescencia. Una importante novedad respecto a otras medidas es que el cuestionario también contiene ítems referentes a contactos positivos, que permiten evaluar si se ha conseguido uno de los objetivos fundamentales del programa: que los menores aprendan a discriminar los contactos abusivos de los normales. Las propiedades psicométricas del cuestionario fueron calculadas utilizando los datos obtenidos con el grupo control (n= 105 sujetos) en las evaluaciones pretest y postest. La fiabilidad test-retest del cuestionario, calculada a través de la correlación de las puntuaciones del grupo control evaluado en dos ocasiones con un mes de diferencia es de r= .92. La consistencia interna del cuestionario, hallada a través de la fórmula de Kuder Richardson (K-R 20), muestra una fiabilidad r= .83. La validez del cuestionario ha sido obtenida mediante la correlación con el «Children’s Knowledge of Abuse Questionnaire-Revised» Tutty (1992) (medida sometida en varias ocasiones a evaluación y demostrada fiabilidad), obteniendo un resultado de r= .76, que proporciona evidencia de la validez concurrente.
2. Escala de valoración del programa para alumnos. Incluye 10 ítems específicos para el Cuestionario sobre conocimientos acerca del abuso sexual para alumnos/as (versión postest), que evalúan la valoración que realizan los menores sobre el programa de prevención en el que han participado. La escala estudia la opinión del alumnado respecto a la utilidad del programa, el sentido de competencia percibido de los menores y evalúa los posibles efectos secundarios no intencionales del programa, como aparición de miedos o percepción negativa de la sexualidad y los contactos afectivos.
3. Cuestionario-revisado sobre los conocimientos de los niños/as acerca del abuso (The Children’s Knowledge of Abuse Questionnaire-Revised, CKAQ-R III) (Tutty, 1992). Este cuestionario evalúa el aprendizaje sobre la prevención del abuso sexual, adquirido por menores, de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años, en las intervenciones preventivas. Por lo que respecta a sus propiedades psicométricas, se encontró un coeficiente de fiabilidad test-retest (1 mes) de .76 y una consistencia interna de .90. Las propiedades psicométricas de la versión en castellano fueron calculadas en el presente estudio, utilizando los datos obtenidos en el grupo control. La consistencia interna del cuestionario, hallada a través de la fórmula de Kuder Richardson (K-R 20), fue de r= .75.
4. Código de observación. Pretende evaluar el proceso de implantación del programa, tomando como criterios el grado de participación del alumnado, así como la manifestación de respuestas emocionales positivas y negativas por parte de los menores. Todos los registros se realizan diferenciados en función del sexo de los sujetos.
5. Escala de efectos secundarios para padres y educadores. La escala contiene 12 ítems en la versión para padres y 9 ítems en la versión para educadores, que exploran los efectos negativos del programa de prevención, a través de las observaciones de los posibles cambios en la conducta de sus hijos o alumnos (problemas del sueño, rechazo ante contactos normales, miedo a los adultos, aumento de problemas de disciplina y aumento de peleas y discusiones con iguales). Asimismo, evalúa otros posibles efectos positivos no intencionales, resultado de la intervención preventiva (por ejemplo, preguntar más sobre la sexualidad y los abusos sexuales, mostrarse más abiertos a la hora de hablar de sus sentimientos, mejora de habilidades para manejar conflictos, etc.).
Procedimiento
La aplicación de los cuestionarios se inició con el grupo control de menores (n= 105) que fue evaluado en dos momentos distintos (pretest-postest), con un mes de diferencia entre ambas aplicaciones. Los datos obtenidos en este grupo permitieron constatar las adecuadas propiedades psicométricas del cuestionario, que se utilizaría posteriormente con el grupo experimental. Antes de la aplicación del programa de prevención se realizó la formación con padres y profesores con objeto de que ambos grupos tuvieran los conocimientos necesarios para abordar este tema con sus hijos/as y alumnos/as y responder posibles dudas durante y después de la intervención con menores. Posteriormente, fue evaluado el grupo experimental de menores (pretest) una semana antes de comenzar la implantación de la intervención preventiva. El programa de prevención fue desarrollado en dos sesiones de una hora de duración, dentro del horario escolar. Planteamos la duración del programa, en un contexto realista, teniendo en cuenta la gran variedad de contenidos transversales que deben ser transmitidos durante el curso y que la prevención del abuso sexual es uno de los temas que han ser incluidos, a su vez, dentro de la educación sexual. Tras la intervención preventiva, se volvió a evaluar a los sujetos en dos momentos diferentes: una semana después y pasados 8 meses desde la aplicación del programa.
Finalmente, se aplicó un programa de educación sexual convencional paralelo en uno de los grupos control, para comprobar la eficacia del mismo en cuanto a la adquisición de conocimientos y habilidades de prevención del abuso sexual, comparado con el programa de prevención de abusos. Los menores del grupo control con intervención fueron evaluados una semana antes de la aplicación del programa (pretest) y una semana después (postest).
Resultados
Exploración de los conocimientos y habilidades previas a la intervención
La evaluación previa revela que los menores, en general, poseen escasa información sobre los abusos sexuales y carecen de habilidades básicas para la discriminación y el afrontamiento de este riesgo. Respecto al concepto de abuso sexual, a pesar de que la mayoría de los menores afirma haber oído hablar de este tema con anterioridad, un porcentaje importante no sabe realmente qué significa. Por ejemplo, un 40% confunde el abuso sexual con la violencia física, considerando que se produce cuando un adulto maltrata físicamente a un menor y un porcentaje similar (41%) mantiene la falsa creencia de que los abusos sólo ocurren en determinados contextos peligrosos, como lugares lejanos y oscuros. La percepción que tienen los menores sobre el agresor es de una persona desconocida para el 39% ellos/as. En torno a la mitad de la muestra considera, además, que son siempre adultos y que pueden ser reconocidos por su apariencia física.
Las habilidades de afrontamiento ante un posible abuso sexual han sido evaluadas, preguntando a los alumnos cómo actuarían ante determinadas situaciones potencialmente abusivas. Ante un posible abuso sexual cometido por otro menor, casi la mitad de la muestra (49%) confirma que no sabría cómo actuar. Asimismo, ante las estrategias más comúnmente utilizadas por los agresores para lograr el silencio de las víctimas, los resultados evidencian que importantes porcentajes de menores carecen de habilidades para la revelación de experiencias abusivas. Por ejemplo, un 52% de menores afirma no revelar un abuso si el agresor le pidiera guardar el secreto, un 48% si prometiera no volver a hacerlo y un 31% si fueran amenazados por el agresor.
Los resultados del análisis de varianza revelan que los conocimientos globales de los menores en la evaluación pretest no presentan diferencias significativas respecto al sexo: F (1,192)= .1; p>.05. Sí encontramos, como cabía esperar, el efecto del curso [F (3, 192)= 15.47; p<.001], de forma que los niños y niñas de cursos superiores presentan niveles significativamente mayores de conocimientos en relación con los niños/as más pequeños.
Efecto del programa de prevención en la adquisición de conocimientos y habilidades
La evaluación de las diferencias pretratamiento, respecto a los conocimientos y habilidades de las que partían los menores de los grupos experimental, control y control con intervención revela que no existen diferencias significativas entre las puntuaciones pretest de los diferentes grupos [F(2,381)= 2; p>.05].
La evaluación postest mostró que los menores del grupo experimental incrementaron significativamente sus conocimientos y habilidades tras participar en el programa de prevención [ t (184)= 25.15; p<.001]. Del mismo modo, los resultados de las comparaciones entre los grupos experimental y control puro [t (282)= 9.44; p<.001] y experimental y control intervención [t (264)= 10.1; p< 001], revelaron que el incremento de conocimientos fue significativamente mayor en los menores que participaron en el programa de prevención.
Como puede observarse en la tabla 1, si analizamos los ítems concretos donde se han producido las mejoras en los diferentes grupos, encontramos que en los grupos control puro y control con intervención solamente se produce un incremento significativo en 5 y 7 ítems, respectivamente, del total de 33 ítems de que consta el cuestionario, mientras que para el grupo experimental se aprecia una mejora significativa en conocimientos y habilidades en 32 de los ítems.
No aparecen diferencias significativas respecto al sexo y el tipo de colegio. Sí encontramos diferencias respecto al curso [F (3, 184)= 5.17; p<.01] en la evaluación de conocimientos. De forma que, según los resultados de las pruebas a posteriori, los menores que asisten a tercer curso difieren significativamente de los menores de quinto y sexto curso en las puntuaciones obtenidas. Dado que de estas diferencias ya partíamos en la evaluación realizada antes de la aplicación de la intervención preventiva, estudiamos el incremento de conocimientos producido por cursos, a través de un análisis de covarianza controlando el efecto de las puntuaciones pretest. Los resultados encontrados muestran que no existen diferencias significativas respecto al curso en el incremento de conocimientos producido por el programa F (3, 184)=.42; p>.05]. Luego los resultados nos permiten concluir que el programa se encuentra relativamente bien adaptado a la edad de los menores objeto de aplicación.
Tras participar en el programa, incrementó significativamente [t (183)= 3.3; p<.01] el porcentaje de menores que manifestó haber conversado con sus padres sobre la sexualidad, de un 55% a un 66%. Del mismo modo, se produce un incremento significativo en la comunicación de los menores con sus padres sobre el abuso sexual [t (183)= 6.64; p<.001]. Los resultados de las comparaciones por sexos confirman que no existen diferencias significativas entre niños y niñas [χ2(1)= .012; p>.05]. Encontramos, además, que los alumnos/as que afirman haber discutido con sus padres tanto sobre la sexualidad, como sobre los abusos, obtienen mejores puntuaciones en el cuestionario [F(1,184)= 17.03; p<.001].
La evaluación a largo plazo (8 meses) del grupo experimental reveló, como puede observarse en la figura 1, que los conocimientos y habilidades adquiridos por los menores no sólo se mantenían, sino que incluso incrementaron significativamente [t (166)= 2.12; p<.05].
Impacto del programa en las revelaciones de abuso sexual
Durante el proceso de aplicación y evaluación del programa, un total de 10 menores (siete niñas y un niño del grupo experimental y 2 niñas del grupo control) revelaron abusos sexuales sufridos. Estas revelaciones no proceden de respuestas a ítems específicos del cuestionario, sino que se produjeron de forma espontánea. Estos resultados demuestran que una de las habilidades aprendidas por los alumnos ha sido utilizada en situaciones reales: la habilidad para comunicar los abusos sufridos y buscar ayuda.
Valoración del programa y nivel de satisfacción de los participantes
Los datos ofrecidos por los menores revelan un alto grado de satisfacción con el programa de la práctica totalidad del alumnado (95%), manifestando, a su vez, la gran mayoría (96%) su deseo de volver a participar en futuras actuaciones preventivas y expresando ese mismo porcentaje su recomendación del programa para otros niños/as. Por otra parte, encontramos que un 97% de los menores revelan, además, que el programa de prevención les ha hecho sentirse más seguros y un 95% de ellos/as afirman sentirse más capacitados para protegerse a sí mismos/as. Finalmente, y por lo que respecta a la utilidad práctica de los contenidos transmitidos durante la intervención preventiva, un 95% de los menores considera que el programa ha sido de utilidad para enseñarles a buscar ayuda si tuvieran un problema y ese mismo porcentaje afirma, además, que les ha servido para aprender a ayudar a otros compañeros/as.
El juicio de valor emitido por los alumnos/as no se ve afectado por ninguna de las variables analizadas, evidenciando el estadístico chi cuadrado que el nivel de satisfacción expresado por los menores no difiere en función del sexo, curso o tipo de colegio al que asisten (p>.05).
Efectos no intencionales del programa de prevención
Durante la fase del proceso de aplicación del programa, los educadores no observaron respuestas emocionales negativas ni en uno solo de los menores que participaron en el programa; no mostrando ningún alumno/a expresiones de miedo o preocupación por la información recibida, ni conductas que pudieran estar indicando rechazo del profesor o del programa.
La evaluación de los efectos no intencionales del programa, realizada a través de los cambios de conducta observados por padres y educadores pasado un mes, revela, como puede observarse en la tabla 2, que prácticamente no se han producido efectos adversos. Los padres no observaron en ninguno de los menores la aparición de problemas del sueño, rechazo ante los contactos normales de afecto o miedo a los adultos. Por el contrario, encontramos que padres y educadores afirman haber observado numerosos cambios positivos de conducta en los menores. Por ejemplo, los padres y las madres confirman que sus hijos/as han preguntado más sobre la sexualidad (27%) y los abusos sexuales (35%). Se han mostrado más abiertos para hablar de sus sentimientos (56%) y han mejorado sus habilidades para manejar conflictos. Del mismo modo, los profesores informan de un incremento de conductas de ayuda entre iguales (71%), una mejora en sus conductas asertivas (43%), un aumento en autoconfianza (86%) y una mejora en habilidades de resolución de problemas (86%).
Discusión y conclusiones
La primera conclusión que podemos extraer del presente estudio es que los datos encontrados revelan la urgente necesidad de comenzar a realizar intervenciones preventivas en el campo del abuso sexual. La literatura empírica confirma que se trata de una problemática bastante generalizada, que suele tener importantes consecuencias a corto y largo plazo para las víctimas y sus familias (Beitchman, Zucker, Hood, Da Costa y Akman, 1991; Beitchman, Zucker, Hood, Da Costa, Akman y Cassavia, 1992; Kendall-Tackett, Williams y Finkelhor, 1993; Wells, McCann, Adams, Voris y Ensing, 1995). Para evitar los abusos, los menores deben tener unos conocimientos básicos sobre la realidad del abuso sexual y contar con determinadas habilidades para su prevención. Sin embargo, los resultados de nuestro estudio evidencian que, antes de la implantación del programa, existe una gran carencia de conocimientos y habilidades de afrontamiento. Cerca de la mitad de grupo desconoce el significado de abuso sexual, lo identifica con el maltrato físico y lo asocia exclusivamente a determinados contextos peligrosos. Respecto a los conocimientos sobre los agresores, los menores comparten numerosas falsas creencias, pudiendo apreciar entre las más significativas una gran tendencia a considerar que los abusadores nunca pueden ser personas conocidas u otros menores y que, normalmente, pueden ser identificados por su apariencia física. Finalmente, encontramos también que muchos alumnos carecen de información sobre los derechos de la infancia, especialmente respecto al derecho de los menores a decir no a las peticiones de los adultos, uno de los contenidos esenciales para la prevención de este riesgo. El desconocimiento que presentan los menores sobre la realidad de abuso sexual y las características de los agresores, unido al convencimiento de aceptación incuestionable de todas las demandas provenientes de los adultos, colocan a gran parte de los menores de nuestro estudio en una situación de extrema vulnerabilidad ante el riesgo del abuso sexual. La carencia de habilidades de afrontamiento y habilidades para la revelación del abuso sexual se pone igualmente de manifiesto en las respuestas de los sujetos ante hipotéticas situaciones abusivas. En todas las habilidades evaluadas se pueden apreciar fallos por encima del 20% en las respuestas de los menores ante las estrategias más comúnmente utilizadas por los agresores. Encontramos, además, que la falta de conocimientos y habilidades se manifiesta de forma más acusada, como cabía esperar, entre los niños y niñas de menor edad, indicando la necesidad de comenzar a trabajar en la prevención del abuso sexual desde los cursos inferiores.
Por lo que respecta a la comunicación entre padres e hijos sobre el abuso sexual, los resultados revelan que la mayoría de los menores (61%) no han sido informados por sus padres sobre la existencia de este riesgo. La ausencia de comunicación de los padres sobre este tema se manifiesta especialmente en los alumnos/as de los cursos inferiores. Este dato, en consonancia con los resultados ofrecidos por anteriores investigaciones (Finkelhor, 1984; Wurtele, Kvaternick y Franklin, 1992), revela las dificultades añadidas que presentan los padres de los niños más pequeños en el tratamiento de este tema.
El programa de prevención de abusos sexuales a menores, a pesar de su corta duración, tiene un impacto muy positivo en los menores, incrementando sus conocimientos y mejorando sus habilidades. Los alumnos/as del grupo experimental, tras participar en el programa, aumentaron sus conocimientos y habilidades de evitación, afrontamiento y comunicación, produciéndose mejoras significativas en 32 de los 33 ítems del cuestionario y un incremento en la puntuación total de más de 8 puntos. Las comparaciones con los grupos control confirman igualmente la eficacia del programa de prevención. Los alumnos/as que participaron en el programa mostraron mayores conocimientos y mejores habilidades que los menores que no recibieron ningún tipo de intervención o los menores que participaron en un programa de educación afectivosexual. En este último caso, aunque se produjeron algunas mejoras, se pueden considerar mínimas y poco específicas. Este resultado sugiere que la educación sexual, sin un tratamiento específico de la problemática del abuso sexual, resulta insuficiente para la prevención de este riesgo.
Los conocimientos y habilidades aprendidos no sólo se mantienen en la evaluación de seguimiento (8 meses después), sino que incluso se pueden apreciar algunas mejoras significativas con el paso del tiempo. Éste es uno de los resultados más novedosos de nuestra investigación, no encontrando hasta el momento ningún estudio previo que alcance este resultado. La numerosas revisiones realizadas sobre los estudios de evaluación de programas confirman que, aunque las mejoras producidas suelen mantenerse, es frecuente encontrar también ciertas pérdidas (Berrick y Barth, 1992; Carroll, Miltenberger y O’Neill, 1992; Croteau, Hébert y Lavoie, 1998; Finkelhor y Strapko, 1992; MacMillan, MacMillan, Offord, Griffith y MacMillan, 1994; O’Donohue, Geer y Elliott, 1992; Rispens, Aleman y Goudena, 1997). En la interpretación de este resultado consideramos especialmente importante efecto de la mejora producida en la comunicación entre los padres y los hijos/as sobre el abuso sexual; como demuestran algunos estudios, la eficacia de los programas es mayor cuando implican a los padres en la prevención de este riesgo (Finkelhor, Asdigian y Dziuba-Leatherman, 1995). No obstante, también tenemos en cuenta otros factores que, a nuestro juicio, pueden estar mediatizando, probablemente en interacción con la variable anterior, los resultados encontrados. En primer lugar, la participación en el programa de prevención puede haber incrementado el interés de los menores por esta problemática, motivándoles para buscar más información sobre el abuso sexual (preguntando a padres, educadores, iguales, etc.) o haciendo que se muestren más receptivos a las informaciones transmitidas por los medios de comunicación. En segundo lugar, no hay que perder de vista los posibles cambios evolutivos originados en los menores, desde la evaluación postest hasta el estudio de seguimiento, realizado ocho meses después. Finalmente, tampoco descartamos el posible efecto de sensibilización de los menores a los cuestionarios, producido por la repetición de las evaluaciones.
Por lo que respecta a la valoración realizada por los usuarios, la práctica totalidad del alumnado muestra un alto grado de satisfacción con el programa de prevención, manifiesta su deseo de volver a participar en el mismo y lo considera recomendable para otros menores. Respecto a la utilidad percibida del programa, la inmensa mayoría de los menores afirman sentirse más seguros tras haber recibido información sobre este riesgo, mejora la percepción subjetiva de su capacidad de autoprotección y perciben el programa como de gran utilidad para ayudarles a afrontar problemas y enseñarles, a su vez, a ofrecer ayuda a otros menores. Con la prudencia de no perder de vista el posible efecto de complacencia que en ocasiones suele producirse en las respuestas de los usuarios de los programas, a la vista de los resultados podemos concluir que la valoración realizada del programa de prevención por los menores puede considerarse claramente positiva.
El estudio de los posibles efectos negativos, analizados en diferentes momentos de la evaluación (durante el proceso de implantación del programa y en la evaluación final), basándonos en los datos ofrecidos por las tres fuentes de información (menores, padres y educadores), nos permite confirmar que prácticamente son inexistentes. La información ofrecida por los menores revela que el programa de prevención no ha tenido ningún efecto negativo en las actitudes de los alumnos/as hacia los adultos, ni hacia la sexualidad y los contactos físicos. Del mismo modo, los menores confirman que los contenidos enseñados en el programa no les asustaron ni les hicieron sentir miedo. Las observaciones realizadas por los educadores durante el proceso de aplicación del programa corroboran la información ofrecida por los menores, no apreciando en ningún alumno/a manifestaciones que pudieran estar indicando respuestas emocionales negativas. La valoración de los efectos negativos, realizada a través de las observaciones de padres y educadores sobre posibles cambios de conducta en sus hijos/as y alumnos/as tras la aplicación del programa, ofrece, asimismo, unos resultados muy satisfactorios. No se observaron en los menores prácticamente ninguno de los cambios negativos evaluados, no apareciendo problemas de sueño, rechazo ante los contactos normales de afecto, ni aumento de peleas o discusiones con iguales. Por el contrario, encontramos que padres y educadores afirman haber observado numerosos cambios positivos de conducta en los menores, tras la implantación del programa. Por ejemplo, los padres y las madres confirman que sus hijos/as han preguntado más sobre la sexualidad y los abusos sexuales, se han mostrado más abiertos para hablar de sus sentimientos y han mejorado sus habilidades para manejar conflictos con otras personas. Del mismo modo, los profesores informan de un incremento de conductas de ayuda entre iguales, una mejora en sus conductas asertivas y un aumento en autoconfianza. Luego los datos ofrecidos por padres y educadores se pueden considerar, en general, suficientemente tranquilizadores, de forma que no sólo no se ha encontrado ningún efecto adverso significativo que nos impida recomendar con total confianza futuras aplicaciones del programa, sino que, además, padres y educadores informan de numerosos efectos positivos, que proporcionan evidencia de la eficacia del programa en la promoción de competencias que favorecen el bienestar personal y social de los menores.
Podemos constatar la eficacia del programa de prevención a nivel de prevención secundaria incrementando la probabilidad de que los menores que han sido víctimas de abusos sexuales revelen lo ocurrido. Durante la aplicación de la intervención preventiva y el posterior seguimiento, un total de 10 menores revelaron de forma espontánea abusos sexuales sufridos en el pasado. El efecto del programa de prevención en la facilitación de la revelación puede considerarse uno de los indicadores más evidentes de la eficacia del mismo en la vida real. Los resultados demuestran que los menores han utilizado las habilidades adquiridas durante el programa para romper el silencio y buscar ayuda. Este resultado nos parece uno de los mayores logros de la intervención preventiva, al menos a corto plazo, teniendo en cuenta que los estudios epidemiológicos revelan que un importante porcentaje de víctimas silencian las agresiones sufridas o realizan revelaciones a otros menores, que normalmente guardan, a su vez, el secreto (Levental, 1998; López et al., 1994).
Finalmente, los resultados evidencian que programas breves como el aplicado en este estudio (dos sesiones) pueden ser altamente eficaces, especialmente cuando cuentan con el apoyo de los padres. Por tanto, consideramos que no se trata tanto de hacer extensas intervenciones puntuales, como se ha venido haciendo hasta ahora en otros países (con programas que contaban hasta con 25 sesiones), que en la mayoría de los casos resultan inviables, sino que consideramos más importante que el programa tenga una continuidad que permita a los menores recibir este tipo de informaciones en varias ocasiones, ampliando su grado de conocimientos con los cursos.
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