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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
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Psicothema, 1994. Vol. Vol. 6 (nº 3). 579-580




THE NEUROPSYCHOLOGY OF SCHIZOPHRENIA

Anthony S.David & John C. Cutting (Eds.).


1994 . Hove: LEA. (406 págs.)

REVISION DE LIBROS/BOOK REVIEW

Esta exquisita compilación de Anthony S. David y John C. Cutting se enmarca dentro de la serie titulada «Brain Damage, Behaviour and Cognition: Developments in Clinical Neuropsychology» y editada por Chris Code y Dave Müller. Según los propios editores, los objetivos a cubrir por esta serie vendrían definidos por términos como: accesible, actual, práctica y didáctica. Si leemos entre líneas, conseguiremos entrever el espíritu de ésta y posiblemente la mayoría de las obras que forman la colección, a saber, dar sustento neurofisiológico a un indeterminado número de modelos cognoscitivos.

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A. S. David y J. C. Cutting han visto en este libro la consecución de un cúmulo de inquietudes surgidas en 1991 y plasmadas en el «Symposium» del 10-11 de Octubre de ese mismo año sobre «Neuropsicología de la Esquizofrenia» que tuvo lugar en el «Instituto Psiquiátrico de Londres». Por tanto, la recopilación realizada no podría ser otra cosa más que un magnífico compendio sobre el asunto, tratado por aquellos que mejor conocen el tema.

El libro comienza con una breve introducción donde además de la pertinente referencia a cada capítulo, nos encontramos con una sutil declaración de principios, muy en la línea de los últimos trabajos de Gray sobre el concepto de Neuropsicología y con una oscura traducción de los términos neuropsicología pero con una satisfactoria apelación a la «manipulación experimental» como pauta a seguir en la ardua tarea de explicar el comportamiento anormal.

A partir del segundo capítulo existe una estructuración en siete partes, unas más justamente tratadas que otras. La primera de ellas, formada por los capítulos segundo y tercero, hace referencia a las técnicas de neuroimagen; la ya conocida «tomografía de emisión de positrones» (PET) y aquella menos conocida que podríamos llamar de «imágenes promedio»(T-IMAGE) muy bien ejemplificada en el segundo capítulo con motivo de ilustrar la teoría de hiperactividad dopaminérgica del pálido-estriado izquierdo. El tercer capítulo, es una preciosa reivindicación en favor de los estudios experimentales sobre volición, donde Peter F. Liddle propone una interesantísima agrupación sindrómica en la que delirios y alucinaciones entrarían dentro del conjunto «distorsiones de la realidad» y tendrían que ver por tanto con problemas de monitorización.

La segunda parte, dedicada al procesamiento de la información presenta una exposición clara por parte de Nuechterlein de los distintos tipos de indicadores cognitivos de vulnerabilidad, deteniéndose en varios estudios con el Continuous Performance Test (CPT). Dentro de este mismo bloque, en el capítulo sexto, Hemsley, analiza desde un punto de vista más teórico pero sin alejarse de lo experimental, la aportación del P.I. a las explicaciones sobre la sintomatología esquizofrénica.

Los estudios sobre neurodesarrollo no son olvidados, si bien parecen escasamente abordados ya que casi se reducen a un sólo capítulo, donde Elaine F.Walker nos informa de posibles deficiencias neuromotoras en la esquizofrenia, precursores que tienen mucho que ver con la etiología del trastorno. Sin embargo, el capítulo de Peter Jones et al. dedicado a la influencia de la escolarización y el Cl en el desarrollo de la patología, conecta más directamente a mi ver, con temas epidemiológicos.

De los dos capítulos que forman la cuarta parte del libro, dedicada a «Metacognición», destaca el reservado a la «Teoría de la Mente» de Christorpher Frith, cuyos esquemas sobre volición e iniciación de la acción están ya presentes si no en todas, en la mayoría de las revisiones de este tipo. El entender el trastorno que nos ocupa como un desorden de los procesos de consciencia implica siempre una complejidad conceptual importante sólo salvable a través de vías experimentales. En la parte quinta, referida a la «Neuropsicología Clínica» deberíamos incluir el capítulo décimo referido a la «memória semántica» y que viene insertado en la parte anterior, aunque guardando estrecha relación con el capítulo duodécimo, dedicado a la «memoria de trabajo». Ambos plantean una polémica crucial en este campo, esto es, la utilización generalizada de tareas de memoria como parte central o integrante en prácticamente todas las pruebas empleadas con el fin de encontrar marcadores cognitivos en la esquizofrenia. De especial interés resulta el capítulo décimotercero por su intento de conexión de estos indicadores con sistemas fronto-subcorticales. Para terminar esta parte nos encontramos con un capítulo que podríamos tildar al menos de peculiar, pues se trata de una refutación teórica cuya finalidad es demostrar las evidencias sobre el inadecuado funcionamiento del hemisferio derecho en la esquizofrenia frente a la tan de moda «teoría del hemisferio izquierdo».

Las dos últimas partes del libro están dedicadas a los románticos de la sintomatología positiva. Una parte para alucinaciones y otra para delirios con idéntico reparto de capítulos para cada parte (tres para cada tópico). Por lo que respecta a la parte reservada a las alucinaciones, el primer capítulo es una revisión de Peter D. Slade de los modelos explicativos existentes más novedosos; además se incluye su teoría de los «cuatro factores» siendo particularmente reseñable sus consideraciones acerca del cuarto factor que atañen directamente a los efectos del reforzamiento. En esta línea de vanguardia me ha parecido muy sugerente su «técnica de focalización» de marcado carácter conductual. No podrían tampoco faltar las explicaciones que se refieren a posibles patologías lingüísticas específicas del trastorno, objetivo que cumple el siguiente capítulo. Para terminar este bloque, las arcas auditivo-receptivas del cortex y las áreas implicadas en los movimientos de sub-vocalización son minuciosamente analizadas en el último capítulo de los aportados para cubrir esta temática.

Por último, el primer capítulo de esta parte final nos acerca a los «errores de origen delirante» presentes en el «síndrome de Capgras», donde vuelve a estar involucrado el hemisferio derecho. El segundo capítulo de este bloque estudia el estilo atribucional de las creencias irracionales que soportan los delirios persecutorios, los resultados corroboran su resistencia al cambio y orientan la terapia hacia la evitación de- confrontaciones con su evidente inconsistencia. Lo más interesante y llamativo del último capítulo del libro y del bloque no es su enjundia explicativa desde el modelo de procesamiento de la información, sino el paralelismo que Fleminger señala entre los «saltos cognitivos» y los «saltos perceptivos» presentes en la argumentación delirante y que constituyen verdaderos circuitos de autoreforzamiento.

Como rúbrica a este comentario únicamente puntualizar la pulcritud formal de la obra revisada y si cabe sólo añadir una pequeña observación al contenido, esto es, la necesidad de incluir un capítulo exclusivamente metodológico donde se aborden soluciones encaminadas a incrementar la sensibilidad y especificidad de las tareas cuyo objetivo es detectar marcadores cognitivos, pues en general, nos encontramos con un maremagnum de pruebas en las cuales los sujetos esquizofrénicos presentan marcadas disfunciones. Igualmente, son cada vez más numerosos los modelos que pretenden dar cuenta de estos déficits.

En definitiva se trata de una agradable degustación que dará satisfacción a los más exigentes catadores.

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