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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
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Psicothema, 1994. Vol. Vol. 6 (nº 2). 197-205




CLASIFICACION DE EPISODIOS AGRESIVOS: PERCEPCION DIMENSIONAL O CATEGÓRICA

Teresa Braña*, Julio Olea**, Jesús Varela*, Rafael San Martín**

*Universidad de Santiago. **Universidad Autónoma de Madrid

Con este estudio pretendemos elaborar una taxonomía empírica basada en la percepción que los sujetos tienen de un conjunto de situaciones agresivas personalmente vividas. Una muestra representativa de 28 episodios agresivos fue evaluada en 16 escalas bipolares, obtenidas en un estudio normativo previo. Después de una transformación de los datos se obtuvieron matrices de disimilaridad de orden 28 x 28 (1 por sujeto). Los datos fueron sometidos a un escalamiento multidimensional mediante el programa ALSCAL (Takane, Young y Deleew, 1977) y dos análisis cluster. Ambas técnicas revelan que gravedad, justificabilidad, instrumentabilidad así como los factores de juicio social, constituyen los elementos centrales del proceso de percepción y representación social de dicho conjunto de episodios agresivos. Finalmente se compara la adecuación de las representaciones obtenidas por ambas técnicas, lo que permitirá discutir los resultados en términos de si las percepciones de los sujetos legos se aproximan a los contínuos dimensionales o, por el contrario, se corresponden con categorías formales discretas.

Palabras clave: episodios agresivos, Taxonomía, MDS.

Aggressive episodes taxonomy: dimensional or categorical perception. This study aims to elaborate an empirical taxonomy based on the subject's perception about aggressive episodes personally experienced. A representative sample of 28 aggressive episodes was evaluated across 16 bipolar scales, witch were obtained in a previous normative study. After a transformation of the data, it were obtained dissimilarity matrices of order 28 x 28 (one for each subject). Then, the data were subjected to a Multidimensional Scaling with ALSCAL program (Takane, Young y Deleew, 1977) and to a cluster analysis. Both techniques revealed that the must important criteria for the perception and social representation process were seriousness, justifiability, instrumentality and social judgement factors. Finally, the adjustment of the representation obtained witch both techniques is compared, and the results discussed in terms of wether the subject's perceptions better fit to a dimensional continuum or to a discrete categories.

Key words: aggressive episodes, taxonomy. MDS.

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Los psicólogos de la agresión, han intentado insistentemente reducir la heterogeneidad de la conducta agresiva. Sin embargo, a pesar de esos intentos por homogeneizar qué se entiende por agresión y cuántos tipos de agresión existen, no se ha llegado a un consenso generalizado debido, en buena medida, a los diferentes marcos teóricos de referencia (Toch, 1978). Algunas de estas clasificaciones son las ofrecidas por Feshbach (1964), Schott (1971), Rule (1974), Berkowitz (1978), Zillman (1979), Megargee (1982),. Una tentativa de solución a esta falta de consenso viene de la mano de autores que defienden la necesidad de tener en cuenta las conceptualizaciones que proporcionan los sujetos por sí mismos (Forgas, 1981; Harré y Secord, 1973).

A nuestro juicio esta nueva perspectiva, en la cual situaremos el presente estudio, tuvo lugar gracias al desarrollo de un interés especial por las unidades «naturales» de la conducta social, tales como los episodios sociales. El constructo de «episodio social», en nuestra opinión, constituye una alternativa de investigación a numerosos tópicos de la Psicología Social. Quizá uno de los inconvenientes de este nuevo enfoque se encuentre en la considerable ambigüedad que lo envuelve, así como en la ausencia de una adecuada taxonomía que permita clasificar los episodios en base a unas características empíricas y cuantificables. La búsqueda de esta taxonomía ha sido objeto de estudio en los últimos años.

En relación con el constructo de la agresión, Forgas, Brown y Menyhart (1980) plantearon el estudio de la percepción de episodios agresivos pidiendo a los sujetos que nombraran episodios agresivos personalmente experienciados evaluando, a continuación, dichos episodios en una serie de 12 escalas bipolares generadas por los propios autores. Con dichas escalas se quería dar cuerpo a las dimensiones que los propios autores consideraban más importantes, siendo éstas las siguientes: «probabilidad de ocurrencia», «justificabilidad», «provocación emocional» y «control». No obstante, el principal inconveniente de este estudio es que el investigador ofrece indicios sobre cuáles son las dimensiones importantes, restando espontaneidad a los sujetos y, en consecuencia, no permitiendo conocer las dimensiones cognitivas implícitas empleadas por las personas.

Por su parte, Campbell, Muncer y Bibel (1985) abordaron el problema prescindiendo de las escalas, solicitando a los sujetos que evaluaran la disimilaridad percibida entre pares de estímulos. La tarea de comparación entre pares requería el uso de un número reducido de episodios agresivos. Los 10 episodios utilizados fueron construidos, por los propios investigadores, para dar cuerpo a algunas de las taxonomías existentes. Los resultados mostraron que los sujetos diferenciaban los 10 estímulos a través de las dimensiones Motivos (hostil, material, normativo, elevador de status) y Forma (directa, indirecta). No obstante, y a pesar de que este estudio no ofrece indicios sobre qué dimensiones utilizar, condiciona igualmente los resultados al sugerir el contenido de los estímulos; además, dado su número, difícilmente se puede conseguir que sean representativos de lo que sucede en la vida cotidiana de los sujetos legos.

Varela, Sabucedo y Arce (1990), Varela y Braña (1991), profundizaron en este tipo de estudios combinando los elementos óptimos de los trabajos previos. En ellos, tanto las escalas, como los episodios agresivos fueron extraídos de estudios normativos para diferentes grupos sociales y se utilizaron distintos modelos de escalamiento multidimensional (métricos, no-métricos, 2 y 3 vías, etc.) para el análisis de los datos.

Varela, Sabucedo y Arce (1990), mediante un análisis INDSCAL, seleccionaron 4 dimensiones (gravedad, grado de implicación con la víctima, instrumentalidad y justificabilidad) para explicar las distinciones que hacen los sujetos entre 28 episodios agresivos cotidianos. Los resultados de este trabajo permitieron afirmar que la clasificación bidimensional propuesta por Campbell, Muncer y Bibel (1985) no era suficiente para explicar la percepción lega de un conjunto de episodios agresivos.

En la misma línea, Varela y Braña (1991), utilizando procedimientos similares en otros grupos sociales tales como delincuentes institucionalizados, encontraron que los reclusos únicamente utilizaron 3 dimensiones: justificabilidad, instrumentalidad y grado de implicación con la víctima. Los «episodios agresivos» son definidos como secuencias de interacción que constituyen unidades naturales de la conducta; además, existe una compartida y consensuada representación de dichos episodios por parte de cada cultura. Teniendo todo ello en cuenta, los resultados fueron interpretados como una evidencia empírica del término «subcultura de la violencia» (Wolfgang y Ferracutti, 1967).

El presente estudio ha de ser entendido como un nuevo intento por contribuir a los estudios taxonómicos sobre la agresión. Para ello propone definir los episodios agresivos como representaciones culturales recurriendo a las secuencias de interacción social que los propios sujetos entienden como agresivas, y exploraremos un método empírico de clasificación definido sobre la base de las percepciones individuales de los mismos. En definitiva, pretendemos estudiar la naturaleza de las 4 dimensiones propuestas en Varela, Sabucedo y Arce (1990); para ello estudiaremos si las percepciones de los episodios agresivos se realizan en base a un número finito de categorías discretas o, por el contrario, en términos de cambios graduales a través de un contínuo diferente.

En los trabajos anteriores se utilizó de forma exclusiva el Escalamiento Multidimensional para el estudio de la representación cognitiva del espacio estimular. En el trabajo que aquí presentamos, además del MDS se aplicará una técnica más sensible a las estructuras categoriales como es el cluster análisis, con el fin de comparar la adecuación de las representaciones obtenidas por ambos procedimientos.

MÉTODO

Selección de estímulos y escalas

Para la obtención de los episodios agresivos (o estímulos) se llevó a cabo un estudio normativo en el que participaron 90 estudiantes universitarios (X=21,8; Sx=1,34). Los investigadores requirieron a los sujetos que describiesen situaciones vividas personalmente y que, a su propio juicio, entendiesen que se tratan de situaciones agresivas; de esta manera se obtuvieron 430 episodios agresivos. Un análisis de contenido de estas descripciones reveló que muchas de las situaciones tendían a ser similares por lo que, teniendo en cuenta la frecuencia de uso, fueron seleccionados 28 episodios estimulares que representaban el rango de los incidentes agresivos informados. A nuestro entender, la selección de un conjunto representativo de las posibles situaciones sociales agresivas es crucial para conocer la adecuada representación de la estructura cognitiva de los individuos. A modo de ejemplo indicar que algunas de las situaciones agresivas seleccionadas hacían referencia a violaciones, insultos, peleas en la carretera, ajuste de cuentas, peleas vecinales, niños maltratados, discusiones en medios de transporte, violencia policial, etc..

Se siguió el mismo procedimiento para la obtención de los adjetivos que, posteriormente, conformarían las escalas bipolares; de un total de 906 adjetivos, fueron seleccionados los 16 más nombrados. Para la obtención de estas escalas se pidió a los sujetos que nombrasen diferentes adjetivos descriptivos de cada una de las interacciones agresivas descritas con anterioridad; entre otros, aparecieron los siguientes: violento, controlado, tolerable, planeado, humillante, grave, inseguridad, etc.

Procedimiento

Se consideró desaconsejable la evaluación directa de la (di)similaridad entre pares de estímulos dado el elevado número que supondría la combinación de 28 estímulos. Cada uno de los 28 episodios fue evaluado en cada una de las 16 escalas bipolares obteniéndose, de este modo, 43 matrices de orden 28 x 16 (una por sujeto). Empleando la fórmula de Wish, Deutsh y Kaplan (1976), estos datos de perfil se transformaron en 43 matrices de disimilaridad de orden 28 x 28 que, posteriormente, fueron analizadas mediante la versión no-métrica del modelo INDSCAL (Carroll y Chang, 1970) implementado en el programa ALSCAL de Takane, Young y DeLeeuw (1977).

En último lugar, y para explorar la naturaleza de la solución n-dimensional, así como la posibilidad de una representación cluster de dichos episodios agresivos, las coordenadas de las 28 situaciones estimulares obtenidas mediante el ALSCAL (ver Tabla 1), fueron sometidas a un análisis cluster jerárquico utilizando el método de vínculo completo (Sokal y Michener, 1958). Según dicho método, para ser incluido en un cluster ya existente, el estímulo debe estar dentro de un cierto nivel de similaridad con todos los miembros de dicho cluster (al tiempo que no se permite que un estímulo se separe de un cluster al que ya fue asignado).

Resultados

Tal y como señalamos en el apartado anterior, en primer lugar se ejecutó el INDSCAL. Este modelo, además de evaluar las diferencias individuales (calculando estimaciones de los pesos dimensionales que cada sujeto empleó sobre las dimensiones comúnes), también proporciona una matriz promedio de disimilaridades entre episodios agresivos la cual descompone en las dimensiones subyacentes. En concreto, se valoraron las soluciones escalares en 2, 3, 4, 5 y 6 dimensiones; siguiendo los criterios de Shepard (1972), se consideró que la solución óptima era la de 4 dimensiones (Stress = 0.223 y RSQ=0.83).

En la Tabla 1 aparecen los resúmenes del contenido de cada episodio agresivo.

Con el fin de conocer mejor la estructura de las agrupaciones obtenidas en esa solución de 4 dimensiones, se realizó un cluster análisis a partir de los datos recogidos en la Tabla 1. Este reveló que las situaciones de contenido similar son clasificadas juntas y, en ocasiones, distribuidas a lo largo del contínuun dimensional subyacente. El número de «cluster» extraídos del análisis osciló entre 2 y 8 encontrándose que la solución mejor interpretable era la de 4 (Figura 1). Tal y como se deriva del análisis multidimensional, la muestra de universitarios gallegos utiliza 4 dimensiones para clasificar una lista de 28 episodios agresivos vividos personalmente. Una solución de 4 cluster replicó, esencialmente, la existencia de 4 dimensiones (si bien, como veremos posteriormente, una de ellas debe ser renombrada).

La figura 1 muestra que, a pesar de la semejanza existente entre los episodios agresivos situados dentro de cada cluster, existen, además, pequeñas agrupaciones entre estímulos que se sitúan en lugares distintos en la configuración espacial obtenida mediante el MDS en el trabajo antes mencionado de Varela et al. (1990). Ello indica que, dentro de cada cluster, los estímulos poseen dicha característica en distinto grado pudiendo, en consecuencia, ser ordenados en un contínuum dimensional.

A continuación se realizó un segundo análisis cluster con el objetivo de facilitar la interpretación de las cuatro agrupaciones de estímulos (figura 1); ello nos permitirá profundizar en el conocimiento de las cuatro dimensiones que venimos defendiendo a partir de la realización del MDS. En relación con el segundo análisis cluster, tal y como puede observarse en la Tabla 2, la matriz de entrada quedó formada por los pesos de cada una de las 16 escalas bipolares en cada una de las 4 dimensiones seleccionadas.

Los resultados obtenidos (Figura 2) ponen de manifiesto que las dimensiones de «gravedad» (G), «justificabilidad» (J) e «instrumentalidad» (I) siguen presentes. Sin embargo, la dimensión de «grado de implicación con la víctima» (V) presenta una tendencia a separarse en 2 agrupaciones diferentes juzgadas a través de adjetivos distintos y que, en consecuencia, estos resultados del análisis cluster, aconsejan la reinterpretación de esa cuarta dimensión obtenida a través del Escalamiento Multidimensional.

CONCLUSIONES

La principal aportación de la clasificación empírica de los episodios agresivos que hemos obtenido es que resulta integradora de un conjunto de clasificaciones teóricas. Así, por ejemplo, las dimensiones de «justificabilidad» y «provocación emocional» propuestas por Forgas et al. (1980) parecen haver encontrado un factor similar en el tercer cluster, estando etiquetadas por las escalas de justificabilidad en el sentido de tolerabilidad (por ejemplo: pelea en casa, golpes entre jugadores de futbol, etc.) o intolerables y no justificables cuando se produce un ajuste de cuentas o cuando un novio abusa sexualmente de su novia.

En cuanto a la clasificación de Campbell et al., la dimensión de Motivos (material, hostil, normativo, elevador de status) quedó reducida a una dimensión de «instrumentalidad», con un peso elevado de las escalas de planeado y controlado. Esta dimensión también recoge las taxonomías propuestas por Buss (1961) de actos planeados vs. no planeados y la de Schott (1971) quien distingue entre los actos realizados con la intención de obtener beneficios o los que no. Esto es a lo que Campbell et al.(1985) se referían con su clasificación basada en la motivación de los sujetos (material u hostil).

En cuanto a la dimensión de «gravedad», nuestros resultados muestran que se mantiene como un cluster aparte, y sus estímulos son evaluados en las escalas bipolares de gravedad e inseguridad. En un estudio anterior, realizado con una muestra de reclusos, esta dimensión no aparecía (Varela y Braña, 1991), lo cual, posiblemente, sea debido a que ellos no perciben la inseguridad ciudadana.

Por último, señalar que la dimensión de «grado de implicación con la víctima» no se puso de manifiesto a través del análisis cluster. Los episodios que se sitúan en este cluster recogen situaciones como asalto a ancianos y a chicas, amenazas, intentos de secuestro, etc. que los sujetos evaluaron a través de escalas tales como la sociedad es responsable, indeseable, humillación, violentos, emocionalidad, impotencia, etc. Estos hallazgos, tal y como señalamos anteriormente, aconsejan renombrar la dimensión inicial de situaciones agresivas dirigidas a conocidos vs. desconocidos, por una dimensión que agrupe situaciones que describan asaltos a personas, ya que éstas son evaluadas mediante dos tipos de escalas bipolares. En primer lugar, parece que se trata de evaluar la causa de esa agresión (escalas números 13, 14 y 6 de la Tabla 2) y, en segundo lugar, se hacen juicios de valor social (escalas números 10, 16, 3 y 9). Ante la dificultad encontrada a la hora de poner un nombre, hemos preferido considerarla como una dimensión general que recoja «factores de juicio social».

En definitiva, y como respuesta al objetivo propuesto, la solución óptima para tener en cuenta la clasificación de los episodios agresivos es en 4 dimensiones. Estas dimensiones se corresponden claramente con los contínuos: justificable-injustificable, con algún objetivo-sin objetivo, graves-no graves y a lo largo de una serie de factores de juicio social.

Para finalizar, quisiéramos hacer una serie de consideraciones que surgen a la vista de los resultados y que, sin duda, ayudarán a una mejor comprensión de la heterogeneidad de los actos agresivos.

Los investigadores no son unánimes a la hora de definir un acto agresivo, por lo que los estudios taxonómicos pueden suponer un avance en este sentido. Ahora bien, para establecer una tipología o una representación cognitiva de episodios agresivos, es necesario contar con episodios agresivos representativos del medio social objeto de estudio.

A pesar del descubrimiento empírico de la dimensión denominada «factores de juicio social» la cual, a nivel teórico, podría ser eliminada e integrada en las de «justificabilidad y gravedad» creemos que es importante seguir realizando estudios de este tipo, en orden a encontrar una taxonomía más parsimoniosa ó a conseguir definir perfectamente las 4 dimensiones encontradas. Una forma de replicar estos estudios sobre percepción social de la agresión podría consistir en la manipulación de los estímulos presentados, así como considerar la naturaleza de los grupos de sujetos elegidos.

Manipulando diferentes grupos de episodios agresivos, se podría conocer hasta qué punto la estructura dimensional subyacente depende de los episodios seleccionados. En caso de que exista una dependencia, ello indicaría que la categorización de los episodios agresivos se debe a cada situación presente, no existiendo un juicio social intersituacional común. En caso de que encontrasemos una independencia de los episodios seleccionados, en nuestra opinión, ello indicaría que los sujetos aprenden unas categorías sociales y que, la presencia de una situación estímular sirve para activar dicha categoría la cual, posteriormente, va a guiar su percepción y, probablemente, su conducta.

Por lo que se refiere al tipo de sujetos seleccionados, los resultados de trabajos anteriores muestran que la solución dimensional resultante no cambia excesivamente. La diferencia entre sujetos universitarios y delincuentes institucionalizados, por ejemplo, derivó en el uso de la dimensión de gravedad, y en la localización de los episodios en las dimensiones restantes. Sin embargo, observando las pequeñas variaciones entre técnicas de análisis complementarias tales como MDS y cluster, creemos que sería conveniente replicar estos estudios con otros grupos aparentemente tan distintos como miembros de la policía, jueces, amas de casa, etc. en donde se modificase la tarea de recogida de datos (datos de perfil, similaridad, agrupamiento, etc.).

En caso de encontrar consistentemente diferencias entre grupos sociales, independientemente de los estímulos y tareas de recogida de datos, estaríamos reafirmando teorías que apoyan la existencia de la «subcultura de la violencia» (Wolfgang y Ferracutti, 1967) según la cual, determinados grupos subculturales pueden aceptar la violencia como un método legítimo para resolver conflictos. Estamos convencidos de que en la medida en que avancemos en estos conocimientos, estaremos aportando validez externa a las definiciones y tipologías existentes de la agresión.

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Aceptado el 29 de septiembre de 1993

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