La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2001. Vol. Vol. 13 (nº 2). 181-185
José Manuel Sabucedo y Concepción Fernández
Universidad de Santiago de Compostela
En este trabajo se analizan algunas variables psicosociales que determinan el apoyo a un tipo de discurso nacionalista. Los resultados obtenidos muestran que las principales diferencias entre los nacionalistas y no nacionalistas no se refieren tanto a la evaluación de la situación económica y la atribución de responsabilidades, como a la percepción de un trato injusto y discriminatorio hacia el endogrupo.
Psychosocial elements in the nationalist vote. This work analyses several psychosocial variables which determine support for a type of nationalist discourse. The results obtained show that the main differences between nationalists and non-nationalists are not so much the evaluation of the economic situation and the attribution of responsibility, as the perception of an unfair and discriminatory treatment of the ingroup.
Las ciencias sociales, en general, han sido muy críticas con el nacionalismo. Ello no resulta extraño si tenemos en cuenta que en su nombre se han cometido todo tipo de atentados contra los derechos humanos. Es por esa razón por la que figuras clásicas de la Psicología, como Allport (1927) y Ferguson (1940), alertaban de los numerosos peligros que conllevaba tal ideología.
Sin embargo, hay que tener presente que cuando esos y otros autores hablaban de nacionalismo se estaban refiriendo a una orientación política vinculada con la superioridad étnica y con actitudes xenofóbicas, agresivas y justificadoras del dominio de unos pueblos sobre otros. En la historia existen muchos y dramáticos ejemplos de ese tipo de nacionalismo. Pero también debemos reconocer que, como señalaba Kohn (1962) o más recientemente Salazar (1983, 1996), en otros casos esos movimientos tienen un carácter progresista y una dimensión liberadora.
Posiblemente uno de los problemas que dificultan el debate en torno a este tema es no diferenciar claramente entre lo que supone la reivindicación nacionalista y las distintas formas ideológicas que ese movimiento puede adoptar. En sentido estricto, el nacionalismo es la expresión de un deseo de reconocimiento de la identidad diferenciada de un grupo y de su derecho a la autodeterminación (Gellner, 1983; Hobsbawn, 1990). Otra cuestión diferente es el contenido ideológico concreto que adopta esa reivindicación. Como afirma Beramendi (1994), el nacionalismo es una forma política hueca en sí misma que tiene que llenarse de contenidos ideológicos procedentes de fuera del nacionalismo. Por esa razón, y reconociendo que a lo largo de la historia el nacionalismo ha estado vinculado a contenidos ideológicos diferentes, es preferible hablar de nacionalismos y no de nacionalismo (Sabucedo y Fernández, 1998).
Además de lo anterior, también conviene diferenciar entre el nacionalismo de los Estado-nación, que tiene características y problemas concretos, y la reivindicación nacionalista de aquellos grupos que reclaman al Estado-nación del que forman parte mayores cotas de autogobierno o su derecho a la autodeterminación. En este trabajo nos referiremos a este último tipo de nacionalismo.
El nacionalismo no surge en el vacío, sino que, en la mayoría de los casos, es la respuesta de una comunidad a un tipo de relación social y política con otros grupos que no se considera satisfactoria. Por tal motivo, para conocer las razones de la génesis de ese movimiento y de su apoyo social, es preciso analizar cómo las personas de esa comunidad perciben la situación en la que se encuentran.
Es evidente que la pertenencia de las personas a los diferentes grupos sociales está determinando, en buena medida, las condiciones de su existencia. Es la asimetría de poder entre los diferentes grupos sociales la que produce una distribución desigual de los recursos y el establecimiento de unas dimensiones comparativas que benefician al endogrupo frente a los exogrupos (Deschamps, 1982). Fue Tajfel (1972, 1978) quien primero mostró la relevancia de esos aspectos para el desarrollo de la identidad social. Las personas que pertenecen a los grupos desfavorecidos en esa comparación desarrollarán una identidad social negativa. En este caso, existen varias alternativas posibles de respuesta (Tajfel, 1981; Tajfel y Turner, 1987). Por una parte, pueden producirse fenómenos tan frecuentes y perversos como los de la autominusvaloración y/o rechazo de las propias señas de identidad (Clark y Clark, 1947; Jahoda y Thompson, 1970) o el altercentrismo (Montero, 1993).
En otras ocasiones, se intentará modificar la situación adversa en la que se encuentra el grupo. Pero para que esa estrategia de cambio social tenga lugar es necesario construir un discurso que anime a la acción política y se enfrente a los sentimientos de fatalismo y resignación (Sabucedo, 1995). En el caso del nacionalismo se destacará, entre otros elementos, el trato injusto que recibe el grupo y los fuertes sentimientos de identidad.
Los estudios sobre acción política han demostrado reiteradamente la importancia de la injusticia para la movilización política (Gamson y col., 1982: Gamson, 1992). En este aspecto, las simpatías nacionalistas pueden venir acompañadas de una percepción de trato desfavorable a su comunidad por parte de los grupos y fuerzas dominantes en el Estado-nación. El concepto clásico de deprivación relativa fraternal (Runciman, 1966; Gurr, 1970) es una de las variables que facilitan la implicación política (Sabucedo, 1988; Klandermans, Sabucedo, de Weerd y Costa, 1999). Pero junto a lo anterior, es necesario que se responsabilice a algún agente externo de la situación adversa del grupo (Sabucedo, 1988, 1989). La exigencia de los grupos nacionalistas de mayores cotas de autogobierno y/o autodeterminación se fundamenta, precisamente, en que el Gobierno del Estado no garantiza la defensa de sus derechos.
Otra dimensión básica para la acción política y los movimientos nacionalistas es la creación de un fuerte sentimiento de identificación con el grupo o comunidad. Esto implica dos procesos. Por una parte, crear la conciencia de que se pertenece a una categoría social diferenciada; por otra, la importancia concedida a tal pertenencia. Esto es, no basta con que los sujetos se consideren miembros de un grupo, sino que, al mismo tiempo, deben asumir que tal adscripción constituye un elemento fundamental en su identidad social (Klandermans, 1997; Melucci, 1995).
Esa identificación posibilita que se recurra a una acción política colectiva tendente a cambiar el estatus de unas relaciones intergrupales que se perciben desfavorables para el grupo.
La mayor o menor fuerza de cada una de esas variables y su manifestación concreta dependerá del contexto en el que ocurra ese conflicto intergrupal (Reicher, 1989, 1996). Las relaciones históricas entre los grupos, el tratamiento de la diversidad cultural, el desarrollo económico de las diferentes zonas geográficas, etc. determinará que algunos de esos aspectos puedan ser, en un momento o lugar concreto, más significativos que otros.
Por la razón anterior, y siendo consecuentes con la naturaleza plural que al inicio de estas páginas le habíamos atribuido al nacionalismo, analizaremos las creencias vinculadas a este discurso político en un ámbito geográfico y sociopolítico específico, como es el caso de Galicia.
La necesaria referencia al contexto: unos cuantos datos sobre Galicia
Galicia es una de las comunidades que forman parte del Estado español. La Constitución de 1978 le atribuye, junto a Cataluña y el País Vasco, el carácter de nacionalidad histórica, atendiendo a la existencia de un idioma y cultura propia, diferenciada de las de otras zonas geográficas españolas.
Galicia ha sido históricamente una de las comunidades españolas menos favorecidas económicamente. Ello ha provocado un importante flujo migratorio que, dependiendo de los diferentes momentos históricos, se dirigía a otras zonas del Estado, Europa o Latinoamérica. Ya en el diccionario de Moreri, editado en 1753 en París, se aludía a esa situación de los gallegos de la siguiente manera: «se difunden por Castilla y por otras comarcas opulentas de España, en las cuales ejercen los oficios más viles e inmundos, y por eso son vistos en todas partes con tal menosprecio, que para explicar el mal tratamiento de alguno, se expresaba diciendo que lo trataron como si fuera un gallego» (Cfr. Saavedra, 1992).
La obra de Moreri no es la única que expresa la actitud que durante muchos años se tuvo hacia los gallegos. Autores del denominado Siglo de Oro español, tales como Lope de Vega, Quevedo o Calderón no se recataron en realizar descripciones peyorativas del gallego. En este siglo, el viajero inglés Aubrey F.G. Bell (1922) constata que los gallegos son el objetivo de la sátira de los españoles y de otros grupos nacionales. El hecho de que autores tan diferentes y en momentos distintos coincidan en reflejar un mismo tipo de apreciación sobre un grupo social, es manifestación clara de lo extendido de ese prejuicio negativo sobre la identidad gallega.
Obviamente, esas consideraciones negativas sobre los gallegos afectaron, como no podía ser de otro modo, a la autoestima y la identidad colectiva que fue desarrollando este grupo. Saavedra (1992) comenta que en el s. XVII, los gallegos «cuando estaban en una población de Castilla intentaban disimular sus orígenes, haciéndose pasar por portugueses» (p. 26). Pero ese tipo de prejuicios sobre lo gallego no es exclusivo de tiempos pretéritos. Aunque la situación va cambiando lentamente, todavía hoy en día en amplios sectores de la población se mantiene la asociación perversa entre las señas de identidad propias de este pueblo, como puede ser el idioma, y una menor valoración social.
En lo que respecta al desarrollo económico, y atendiendo a los índices más habituales para evaluar este aspecto (evolución del PIB per cápita, evolución de la renta regional bruta per cápita y evolución de la renta familiar disponible per cápita), Galicia sigue ocupando un lugar destacado entre las comunidades españolas más desfavorecidas.
Planteamiento de la investigación
El objetivo de este trabajo es analizar en qué medida las personas que apoyan opciones políticas nacionalistas mantienen una percepción y representación de la situación del endogrupo diferente de los que apoyan otras opciones políticas no nacionalistas.
Sujetos
La muestra final estuvo formada por 105 personas, 71 hombres y 34 mujeres, con una edad media de 23.16 años y una desviación típica de 3.10. Un 72% de la muestra era universitaria, un 27.2% habían realizado el bachillerato y un 0.8% tenían estudios primarios. Todas las personas pertenecían a diferentes asociaciones juveniles, políticas y estudiantiles. La elección de esta muestra respondió a nuestra decisión de trabajar con sujetos pertenecientes a asociaciones, por considerar que tendrían un sistema de creencias respecto del nacionalismo mucho más sólido y elaborado que la mayoría de sujetos de su misma edad. Al mismo tiempo, y por las razones que expondremos posteriormente, todos los sujetos seleccionados debían presentar una conducta de voto consistente, habiendo votado y manifestando una intención de voto por el mismo partido en elecciones de distinto ámbito.
Instrumentos
En este trabajo se utilizaron las siguientes escalas: a) subescala de identidad pública de Luthanen y Crocker (1990). Esta subescala está dirigida a conocer las creencias que tienen los miembros del grupo sobre cómo son evaluados por los otros. La subescala está formada por cuatro ítems, con siete categorías de respuesta en cada uno de ellos que van desde el totalmente de acuerdo al totalmente en desacuerdo. A mayor puntuación en la escala mayor es la creencia de que la opinión de los exogrupos sobre el endogrupo es positiva. b) subescala de identidad grupal de Luthanen y Crocker (1990), cuyo objetivo es determinar la importancia de la pertenencia grupal en el autoconcepto de las personas. La escala está formada por cuatro ítems, con el mismo sistema de categorías de respuesta que la subescala anterior. A mayor puntuación en la subescala mayor identidad grupal. c) escala de comparación social, que evalúa la situación de Galicia en relación a la media del Estado en las siguientes seis áreas: infraestructuras, servicios sanitarios, servicios educativos, desarrollo del sector industrial, desarrollo de los sectores agrícolas y ganaderos, desarrollo en general. Los sujetos debían responder si la situación de Galicia era mejor (1), igual (2), o peor (3), que la del resto del Estado. d) deprivación relativa, en la que se pregunta si la situación en la que se encuentra Galicia es merecida o no. Existen cuatro categorías de respuesta, de merecida a totalmente inmerecida. La mayor puntuación indicaba mayor percepción de deprivación relativa; e) atribución de responsabilidades, que evalúa el grado de responsabilidad que se le atribuye a distintas instancias de Gobierno: Unión Europea, Gobierno central y Gobierno autónomo, en el caso de que existan sentimientos de deprivación relativa. Para cada ítem hay siete posibles categorías de respuesta que van desde el totalmente de acuerdo al totalmente en desacuerdo con la atribución de responsabilidades.
Al margen de lo anterior, a los sujetos también se les preguntaba por el voto emitido en las últimas elecciones autonómicas y generales, y por su intención de voto en las próximas elecciones en esos mismos ámbitos. Las alternativas de respuestas ofrecidas eran: PP, PSOE, BNG (Bloque Nacionalista Galego) e IU. Para este estudio únicamente se seleccionaron aquellos sujetos que habían votado y manifestaban su intención de hacerlo por el mismo partido en diferentes ámbitos electorales. Actuando de esta manera, garantizábamos que la muestra mantenía una identificación partidista y que el apoyo a un partido u otro no era una cuestión puntual o azarosa.
Para comprobar la fiabilidad de las escalas de identidad pública e identidad grupal, se aplicó el coeficiente Alfa de Cronbach. Los coeficientes α para cada una de esas escalas fueron: identidad pública (.8910), identidad grupal (.5984). A fin de conocer si los coeficientes α obtenidos eran significativos, se recurrió a un estadístico de contraste para α que se distribuye según F con (N-1) y (n-1) (Kristof, 1963; Feldt, 1965). Todos los coeficientes α fueron significativos utilizando un nivel de confianza del 95%.
Procedimiento
Antes de la aplicación de la prueba se realizó un estudio piloto con 20 sujetos de idénticas características a los que conformarían la muestra definitiva, con el objetivo de analizar posibles dificultades en la aplicación de la misma. La redacción de algunos ítems fue modificada para hacerlos más fácilmente comprensibles.
Una vez elaborada la versión definitiva del cuestionario, se contactó con organizaciones políticas y estudiantiles de diverso signo político solicitándoles su colaboración. En cada organización se dejaron sobres cerrados que contenían una carta de presentación del equipo de investigación, el cuestionario y las instrucciones para cubrirlo, recordándoles que debía responderse de forma individual y que era anónimo, y un sobre sellado con la dirección para remitir al director de la investigación. De los 150 cuestionarios recibidos, 45 no cumplían los requisitos de estabilidad en la conducta de voto que habíamos establecido, quedando la muestra definitiva en 105 sujetos.
Resultados
Para analizar las diferencias entre los grupos en las distintas variables analizadas se realizó un ANOVA de un factor.
Los valores del ANOVA para la variable de Identidad pública fueron los siguientes: (F(2,102)= 33,047; p<.0001). Las puntuaciones medias obtenidas por los diferentes grupos fueron: BNG= 2.8; P.P.= 4.6; PSOE= 5.1. Realizados los correspondientes contrastes post-hoc, se encontró que existían diferencias significativas, a un nivel de significación de 0.05, entre BNG y PP y entre BNG y PSOE. En ambos casos, es el BNG el que obtiene una puntuación inferior al de los otros dos grupos. Por tanto, los que se identifican con la opción nacionalista consideran que los exogrupos tienen una peor valoración del endogrupo.
Por lo que respecta a la identidad grupal, los valores del ANOVA fueron: F(2,102)= 4,629; p<.012. Las medias de los grupos fueron: BNG= 6.1; PP= 5.6; PSOE= 5.3. Los contrastes post-hoc muestran que únicamente existen diferencias significativas, a nivel de 0.05, entre BNG y PSOE.
Como se observa, la identificación grupal es alta en los tres grupos. Pero, al margen de ello, y como podía esperarse, son las personas identificadas con la opción nacionalista las que obtienen la máxima puntuación.
Los resultados para la variable de deprivación relativa fueron: F(2,102)= 14,674; p<.0001. Las puntuaciones medias de los grupos fueron: BNG= 2.4; PP= 1.5.; PSOE= 1.9. Los contrastes post-hoc revelan la existencia de diferencias significativas, a nivel de 0.05, entre BNG y PP y entre BNG y PSOE. Por tanto, los sentimientos de deprivación más fuertes se encuentran en el B.N.G.
El ANOVA para la variable atribución al Gobierno del Estado presentó los siguientes resultados: F(2,102)= 20.140; p<.0001. Las medias de los grupos fueron: BNG= 5.9; PP= 6.1; PSOE= 3.4. Las pruebas de contraste a posteriori revelan que se presentan diferencias, a nivel de 0.05, entre PSOE-PP y BNG-PSOE. El PP y el BNG atribuyen al Gobierno del Estado una importante responsabilidad por la situación en la que se encuentra Galicia, mientras que el PSOE se muestra considerablemente menos crítico. Este resultado hay que entenderlo teniendo en cuenta que hasta bien avanzada la primera legislatura del PP, el PSOE era considerado el partido responsable de muchas de las políticas y situaciones que afectaban al Estado, identificado con el PSOE, que había estado al frente del Gobierno más de una década.
El ANOVA para la atribución de responsabilidades a la Xunta de Galicia presentó los siguientes resultados: F(2,112)= 20,34; p<.0001. Las puntuaciones medias de los grupos fueron: BNG= 6.1; PP= 3.8; PSOE= 5.9. Los contrastes post-hoc muestran que las diferencias significativas, a nivel de 0.05, se presentan entre el BNG-PP y PSOE-PP.
A los resultados anteriores no es ajeno el hecho de que sea un Gobierno del PP el que está desde hace más de 12 años al frente de la Xunta de Galicia.
El ANOVA para la atribución de responsabilidades a la Unión Europea presenta los siguientes resultados: F(2,102)= 14.93; p<.0001. Las puntuaciones medias de los grupos en esta variable fueron: BNG=5.5; PP=4.4.; PSOE=3.3. Los contrastes post-hoc nos indican que existen diferencias significativas, a nivel de 0.05, entre los tres grupos. El PSOE es el menos crítico, el PP adopta una posición intermedia y el BNG es el que en mayor medida cuestiona el desempeño de esa institución supranacional en relación a las necesidades y demandas de Galicia.
Finalmente, los resultados del ANOVA para la variable de comparación social fueron: F(2,102)= 29,939; p<.0001. Las puntuaciones medias de los grupos fueron: BNG=2.8; P.=2.3; PSOE=2.6. Los contrastes post-hoc muestran que existen diferencias significativas, a nivel de 0.05, entre BNG y PSOE respecto al PP, y entre BNG y PSOE. Pero al margen de esas diferencias hay que constatar el hecho de que los tres grupos consideran que la situación de Galicia en relación al nivel medio del Estado español es bastante desfavorable. Sobre una escala de 1 a 3, todos superan ampliamente la puntuación de 2.
Discusión y conclusiones
En este trabajo habíamos planteado la existencia de una serie de variables que contribuían al apoyo a los discursos y opciones nacionalistas. Los resultados obtenidos son claros y concluyentes: las personas identificadas con posiciones nacionalistas logran las puntuaciones más elevadas en todas las variables consideradas. Ello probaría que las actitudes favorables a esa corriente ideológica se construyen, al menos en parte, con los elementos psicosociales que aquí hemos considerado.
Pero al margen de lo anterior, hay varias cuestiones que conviene destacar de los resultados anteriores. Una de ellas tiene que ver con la naturaleza claramente intergrupal de las actitudes nacionalistas. Con cierta frecuencia la referencia a este tipo de fenómeno se centra únicamente en sus dimensiones y consecuencias políticas, y se marginan los aspectos psico-políticos del mismo. Esto es, tienden a realizarse análisis excesivamente simples que obvian las percepciones, las creencias y las representaciones sociales que están en la génesis de este tipo de comportamiento.
De acuerdo con los datos obtenidos en este trabajo, el apoyo a los discursos nacionalistas surge del rechazo a una situación del endogrupo que se percibe como injusta. Enfrentados a un contexto que se considera adverso, sólo existen dos alternativas posibles de acción. Una de ellas, que con tanta frecuencia han asumido diferentes colectivos y comunidades, es la resignación. La otra, supone organizarse como grupo y exigir un cambio en el status-quo de la relación intergrupal. Y es en ese proceso en el que surgen los planteamientos nacionalistas.
Por tanto, en principio, los movimientos nacionalistas no tienen porqué estar asociados a ningún comportamiento discriminatorio y hostil hacia otros exogrupos. De hecho, y como acabamos de señalar, en algunos casos el nacionalismo es, precisamente, la reacción a unas condiciones que se perciben como discriminatorias y adversas contra el endogrupo. Por esta razón es importante conocer a partir de qué elementos se construye cada tipo de nacionalismo. En algunos casos nos encontraremos con una ideología de la superioridad y de la imposición, mientras que en otros predominará la actitud de resistencia frente a la percepción de agresión por parte de los exogrupos con más poder.
Esto último es lo que parece ocurrir con el tipo de nacionalismo que hemos analizado en este trabajo. Por una parte, nos encontramos con que los sujetos que apoyan la opción nacionalista son los que de forma más clara manifiestan que Galicia se encuentra en una situación peor que la media del Estado. Por otra parte, son también esas personas las que logran las puntuaciones más elevadas en las variables de atribución de responsabilidades a otras instancias de decisión política: Xunta de Galicia, Gobierno del Estado, Unión Europea.
La percepción de una situación económica que resulta comparativamente adversa para el endogrupo y la atribución externa de responsabilidades son aspectos, por tanto, que están presentes en el discurso nacionalista. Pero nuestros datos muestran que también se puede participar de ese diagnóstico de la situación, sin que necesariamente se tengan que apoyar opciones nacionalistas. De hecho, y si bien existen diferencias significativas entre el BNG y los otros dos grupos en comparación social, todos ellos obtienen puntuaciones elevadas en esa variable. Del mismo modo, también los grupos no nacionalistas realizan una atribución externa de responsabilidades, aunque sólo sea a aquellas instancias gobernadas o identificadas con sus adversarios políticos.
Lo que queremos plantear es que las principales diferencias entre los nacionalistas y no nacionalistas no se presentan tanto en las variables claramente económicas o de responsabilidad, como en las relacionadas con la valoración social del grupo y con la equidad en el trato recibido de los exogrupos. Es en las variables de identidad pública y deprivación relativa en donde se presentan diferencias significativas entre el grupo nacionalista y los no nacionalistas.
Esas dos variables pese a referirse a ámbitos distintos son la manifestación de un mismo fenómeno intergrupal: la percepción de los miembros del endogrupo de una actitud de minusvaloración y discriminación por parte del exogrupo con poder. En un caso se trata de la creencia de que el exogrupo tiene un juicio negativo sobre las características del endogrupo; en el otro, de que el trato que recibe es inmerecido. Por tanto, serían los sentimientos de injusticia e ilegitimidad en la relación intergrupal los que en mayor medida contribuirían al apoyo a las opciones nacionalistas.
Pero además de lo anterior, el apoyo a la opción nacionalista exige la existencia de una fuerte identificación con las características propias y distintivas del endogrupo. Ello es lo que posibilita enfrentarse a una situación adversa y tratar de modificarla. Cuando esa identificación no existe, y la representación social dominante sobre el endogrupo es negativa, se abre la posibilidad a la aparición de los sentimientos de autominusvaloración y rechazo de las propias señas de identidad. Y ésta es, precisamente, una de las situaciones que tratan de evitar los que apoyan el tipo el tipo de discurso nacionalista que aquí hemos analizado.
Tal y como dijimos al inicio de estas páginas, el nacionalismo es un fenómeno político complejo. En este trabajo hemos tratado de mostrar algunas de las variables psicosociales que contribuyen a la génesis y respaldo de ese discurso. De acuerdo con lo que hemos expuesto, uno de los elementos necesarios para la comprensión del nacionalismo pasa, necesariamente, por analizar cómo se van definiendo las identidades sociales en el marco de las diferentes relaciones intergrupales.
Es obvio que la identidad social de algunos grupos puede verse negativamente afectada por el tipo de discurso y praxis que imponen los grupos con más poder. En ese caso, una de las alternativas posibles es recurrir a un tipo de acción que, como la que propugnan los grupos nacionalistas, cuestione esa relación que les resulta adversa e incremente la autoestima del endogrupo.
El conflicto así generado puede conducir, como la historia ha demostrado en innumerables ocasiones, a situaciones de extrema violencia intergrupal. Para evitar llegar a esa situación es necesario diseñar nuevos escenarios en las relaciones intergrupales que posibiliten realizar las aspiraciones y demandas de los diferentes colectivos.
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Aceptado el 7 de noviembre de 2000