La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2006. Vol. Vol. 18 (nº 3). 392-399
Juan Fernández, María ángeles Quioga y Antonio Rodríguez
Universidad Complutense de Madrid y * Consejería de Educación de la Comunidad de Madrid
El objetivo de esta investigación es la elaboración de un instrumento de evaluación de la atracción sexual: el Cuestionario de Atracción Sexual (CAS), que materializa dos conglomerados (Atracción hacia los varones y Atracción hacia las mujeres). Ambos darán lugar a dos factores, correlacionados negativamente, o a un factor bipolar. Se llevaron a cabo tres estudios: el primero con 182 estudiantes universitarios, el segundo con 118 y el tercero con 425. Se realizaron análisis de conglomerados y factoriales. Los resultados muestran las adecuadas propiedades psicométricas del CAS y apoyan la existencia de los dos conglomerados y de la bidimensionalidad, tanto en su forma de dos factores relacionados negativamente como de un factor bipolar. Los resultados se comentan en relación con las diferentes concepciones de la atracción sexual y de la cuádruple tipología: sujetos atraídos por varones, por mujeres, por ambos o por ninguno.
Sexual attraction: Its dimensionality. The purpose of this research was to develop a new Sexual Attraction Questionnaire (SAQ) [Cuestionario de Atracción Sexual, CAS]. The goal was to determine whether sexual attraction could be represented as two different clusters (Attraction to men and Attraction to women), which would imply two negatively correlated factors or a bipolar one. Three studies were carried out with 182, 118, and 425 participants, respectively. Cluster and exploratory factor analyses were performed. The results obtained show satisfactory psychometric properties for the SAQ, the two clusters, and the two predicted negatively related factors or the bipolar factor. Results are discussed in the context of the different conceptions of sexual attraction and the fourfold typology: attracted to both sexes, to men, to women, or to neither sex.
Pocos fenómenos resultan tan manifiestos como la atracción sexual entre los seres vivos. De hecho ésta se produce tanto en los animales como en las personas. Además, dicha atracción ha resultado un componente esencial dentro de la teoría de la evolución, lo que indica que ha acompañado a la especie humana desde su origen hasta nuestros días (Darwin, 1871). Por ello, no es de extrañar que hoy exista un abundante corpus bibliográfico destinado a ofrecer explicaciones científicas de este fenómeno universal (Buss, 2004). Ahora bien, mientras que el fenómeno de la atracción sexual está presente en el origen mismo de la humanidad, su estudio científico en psicología no se ha producido hasta muy recientemente: desde mediados del pasado siglo en adelante, generalmente bajo la denominación de un constructo más amplio (multidimensional) como es el de la orientación sexual.
Dentro de esta disciplina, el proceso de investigación de este último constructo ha sido bastante semejante al de otras materias (inteligencia o masculinidad/feminidad). Uno de los primeros pasos consistió en crear instrumentos de evaluación. A mediados del siglo XX apareció la escala más famosa y utilizada hasta nuestros días, mediante la cual se han tratado de diferenciar las distintas orientaciones sexuales (Kinsey, Pomeroy y Martin, 1948). Con ella los autores mostraron un cambio sustancial en la concepción de la orientación sexual: pasar de un enfoque categorial dicotómico (sujetos heterosexuales frente a homosexuales), vigente desde finales del siglo XIX hasta esos momentos (Sell, 1997), a uno dimensional (en un polo se encontrarían los heterosexuales, en el otro los homosexuales y en el medio los bisexuales). La escala va de 0 (heterosexualidad sin nada de homosexualidad) hasta 6 (homosexualidad sin nada de heterosexualidad), pasando por 3 (tanto heterosexualidad como homosexualidad). Los dos criterios básicos de clasificación dentro de ese continuo son: las conductas o actos sexuales y las fantasías sexuales, dando por supuesto que ambas facetas estaban estrechamente relacionadas.
A partir de entonces esta perspectiva se convertirá en dominante y buena parte de las críticas surgidas han tenido como finalidad su perfeccionamiento. Así, Shively y De Decco (1977) elaboraron una doble escala con el fin de evaluar independientemente la heterosexualidad y la homosexualidad. De esta forma, la bisexualidad no aparecía ya como una zona intermedia dentro de un continuo, sino como un espacio dentro del correspondiente eje de coordenadas. Tal espacio estaba determinado por altas puntuaciones en las dimensiones de homosexualidad y de heterosexualidad.
Bell y Weinberg (1978) llevaron a cabo una importante matización del modelo unidimensional, al proponer la separación de sus dos notas esenciales: conducta sexual y fantasías eróticas, pues no siempre se da una coincidencia plena entre ambas.
Storms (1980), centrándose sólo en las fantasías eróticas, elaboró un instrumento con dos subescalas independientes: una que pretendía valorar el erotismo hacia los chicos y otra hacia las chicas, pudiéndose clasificar a los sujetos según una cuádruple tipología: heteroeróticos (heterosexuales); homoeróticos (homosexuales); altos en hetero y homoeroticismo (bisexuales) y bajos en hetero y homoeroticismo (asexuales).
Durante la década de los ochenta, Klein y colaboradores (Klein, Sepekoff y Wolf, 1985; Klein, 1990) elaboraron otro instrumento de orientación sexual, asumiendo un modelo multidimensional, dado que pretendían considerar varios factores: conducta sexual, atracción sexual, fantasías sexuales, preferencias emocionales y sociales, identificación de sí mismo y estilos de vida hetero y homosexuales. Además, para cada una de estas dimensiones se requería información tanto del pasado como del presente, e incluso se pedía a los sujetos que ofrecieran su visión ideal (futura) para cada una de ellas. Por primera vez, la atracción sexual es considerada como una dimensión autónoma dentro del constructo multidimensional más amplio de la orientación sexual.
Una síntesis de todas estas concepciones es la que realiza Coleman (1987), mediante la elaboración de su cuestionario sobre orientación sexual, pensado básicamente para su utilización en el ámbito de la intervención clínica. En él pone de manifiesto la complejidad de dicha orientación, dadas las constataciones empíricas previas sobre la multidimensionalidad de este constructo.
En los 90 aparecen nuevos instrumentos, como la escala de Berkey, Perelman-Hall y Kurdek (1990), que ya asume la multidimensionalidad de la orientación sexual como realidad consolidada. A finales de esta década había tantos instrumentos relacionados con la sexualidad o la orientación sexual —uno de los últimos publicados fue el de Sell, 1996—, que Davis, Yarber, Bauserman, Schreer y Davis (1997) publicaron un manual dedicado a ellos, sin recoger ninguno que materialice, específica y concretamente, la atracción sexual.
Todos estos instrumentos de evaluación de la orientación sexual han recibido críticas a su concepción (Greene y Croom, 2000) y a su medida (Chung y Katayama, 1996; Gonsiorek y Weinrich, 1995; Hansen y Evans, 1985; Sell, 1996). La atracción sexual ha quedado hasta ahora marginada tanto por lo que respecta a su concepción como por lo que atañe a su evaluación empírica, al menos dentro del ámbito de la psicología.
Fernández (1996, 2004) propone que si se parte del dimorfismo sexual aparente es posible inferir que la atracción sexual va a presentar una estructura de dos dimensiones inversamente relacionadas en la población general. Los hechos sobre los que se asienta este planteamiento son que en la población general de la mayor parte de las sociedades: a) las mujeres y los varones son capaces de diferenciar el dimorfismo sexual aparente; b) un gran porcentaje de varones mostrará una atracción sexual hacia las mujeres, mientras que un gran porcentaje de mujeres mostrará una atracción sexual hacia los varones; c) un cierto porcentaje de mujeres y varones mostrará una atracción dual (hacia ambos sexos); d) otro cierto porcentaje de varones y mujeres se sentirá atraído por personas de su mismo sexo; y e) un mínimo porcentaje de varones y mujeres no mostrará, manifiestamente, atracción sexual por ninguno de los sexos. La atracción sexual viene así condicionada por el dimorfismo sexual, pudiéndose manifestar de formas muy diversas (mediante conductas, pensamientos, afectos, imagen social, etc.). Para este autor, contar con un instrumento que materialice esa estructura dimensional constituye un primer paso esencial, que ha de resultar previo a cualquier tratamiento en profundidad de la orientación sexual. Este constructo es considerablemente más amplio que el de la atracción sexual, tal como se ha puesto de manifiesto a finales del siglo pasado, mediante la constatación de la multidimensionalidad del mismo (Berkey et al, 1990; Coleman, 1987; Klein, 1990). Por atracción sexual se hace referencia al deseo o preferencia sexual, quedando delimitado en este trabajo a la inclinación o deseo de preferir un contacto o relación sexual con un sexo frente al otro, con ambos sexos o con ninguno. Ese deseo o preferencia sexual se materializará a través de elementos que se pueden englobar en las siguientes cuatro categorías: pensamiento/fantasías, sentimiento/afectos, acción/conductas e imagen social. El objetivo primero del presente trabajo va a ser la elaboración de este instrumento de evaluación de la atracción sexual, a partir del cual se puedan poner a prueba dos hipótesis que son básicas para el entendimiento científico de la atracción sexual: a) la aparición de dos conjuntos de elementos denominados «Atracción hacia los varones» y «Atracción hacia las mujeres», que posibilitaría una cuádruple clasificación de los sujetos (atraídos por mujeres, por varones, por ambos, por ninguno), con un fundamento bien distinto al kinseyniano y el de sus seguidores (Bell y Weinberg, 1978; Kinsey et al, 1948; Shively y De Decco, 1977), y que ha de estar altamente relacionada con el dimorfismo sexual; b) la aparición de una bidimensionalidad inversamente relacionada, frente a la ortogonalidad propuesta por Storms (1980), cuando se llevan a cabo análisis conjuntos de varones y mujeres.
Si se constata la existencia de dos conglomerados (primera hipótesis), la asociación entre la cuádruple categorización de los sujetos y el dimorfismo sexual se pondrá a prueba mediante dos formas distintas aunque complementarias: dicotomizando cada conglomerado a partir de la media teórica del conjunto de puntuaciones de los elementos que lo componen y analizando la existencia de perfiles diferentes de respuestas, sirviéndonos de los ítems agrupados por su contenido. Así se posibilita la doble función del Cuestionario de Atracción Sexual (CAS): a) las investigaciones centradas sobre la cuádruple tipología, considerada bien como variable independiente o dependiente, y b) el análisis pormenorizado de cada grupo o individuo mediante sus perfiles.
Con respecto a la segunda hipótesis hay que señalar que, matemáticamente, las dos dimensiones inversamente relacionadas se pueden plasmar, en los análisis factoriales, bien como dos factores correlacionados negativamente o bien como un factor bipolar, siendo la interpretación conceptual idéntica en ambos casos.
Método
Primer estudio
Participantes
182 estudiantes universitarios cumplimentaron el CAS. 72 (39.6%) cursaban primero de carrera y 110 (60.4%) tercero. 105 estudiaban Pedagogía (97 mujeres y 8 varones) y los77 restantes Ingeniería Técnica (70 varones y 7 mujeres). En España aparecen todavía claros sesgos, en función del sexo, a la hora de elegir algunas carreras universitarias. Elegimos estas titulaciones polares para tratar de equilibrar el número de varones y mujeres.
Instrumento
El Cuestionario de Atracción Sexual (CAS) consta de 22 elementos, 11 referidos a la atracción hacia los chicos y 11 referidos a la atracción hacia las chicas.
Los ítems se eligieron para reflejar el objeto de la atracción —mujeres, varones—, teniendo en cuenta pensamientos/fantasías (Me alegra pensar que los chicos se fijan en mí); sentimientos/emoción/afectos (Me gustaría mantener relaciones sexuales con el chico que yo elija); acción/conductas (En las fiestas me gusta enrollarme con las chicas); e imagen social (Mis amigos y amigas piensan que a mí me gustan los chicos).
Los pasos dados hasta la obtención de los ítems definitivos fueron los siguientes:
1) Se partió de la definición de la atracción sexual ya mencionada y que está inspirada en el DSM-IV-TR (American Psychiatric Association, 2000). Los elementos deberían permitir desvelar libremente la atracción sexual por cualquiera de los sexos, por ambos o por ninguno.
2) Se elaboró una lista de 30 ítems (15 de atracción hacia mujeres y 15 de atracción hacia varones).
3) Se presentaron estos elementos a diversos grupos (profesores universitarios, no universitarios, estudiantes universitarios y padres de estos estudiantes), pidiéndoles que los valorasen de acuerdo a la definición de atracción sexual mencionada o que propusiesen nuevos ítems.
4) Este material fue sometido a un análisis de validez aparente, seleccionándose los ítems que materializaban mejor la definición (26).
5) Los grupos anteriores valoraron estos 26 ítems, indicando si aceptaban o rechazaban el ítem como adecuado a la definición de atracción sexual.
6) Los investigadores seleccionaron los 22 ítems que mostraron el 100% de acuerdo en todos los grupos.
La valoración de cada elemento se hace según un formato de escala tipo Likert, que va del 1 al 7. El 1 siempre significa el grado más bajo de acuerdo con lo indicado por cada ítem, mientras que el 7 indica el grado más alto. Las puntuaciones obtenidas en los ítems que reflejan atracción por varones junto con las obtenidas en los ítems que reflejan atracción por mujeres permiten delimitar los cuatro grupos, anteriormente descritos, de la siguiente forma: (a) personas atraídas por los varones, con puntuaciones superiores a la media teórica en los ítems de atracción hacia los varones (11 ítems ¥ 4 —punto medio de la escala de valoración— daría 44) y puntuaciones inferiores o iguales a la media teórica en los ítems de atracción hacia las mujeres; (b) personas atraídas por las mujeres, con puntuaciones superiores a la media teórica en los ítems de atracción hacia las mujeres y puntuaciones inferiores o iguales a la media teórica en los ítems de atracción hacia los varones; c) personas atraídas por ambos sexos, con puntuaciones superiores a la media teórica en ambos casos; d) personas no atraídas por ningún sexo, con puntuaciones inferiores o iguales a la media teórica en ambos casos.
Procedimiento
El CAS fue aplicado en las clases habituales, previa aceptación del profesor y alumnos. Se les rogaba a éstos que fueran sinceros en sus contestaciones y se les aseguraba el total anonimato de sus respuestas. No se indicó en ningún momento lo que se pretendía con el CAS.
Análisis de datos
Análisis de conglomerados jerárquico sobre los 22 ítems del CAS, utilizando como método de conglomeración el vecino más próximo y como medida la distancia euclídea al cuadrado. Análisis de tablas de contingencia (χ2, coeficiente «C» de contingencia y la corrección de Sakoda) entre la cuádruple tipología de la atracción sexual y el dimorfismo sexual. Se proporcionan los residuos tipificados. Para el análisis de perfiles se realizó un análisis de conglomerados no jerárquico, mediante el procedimiento K-medias, solicitando 4 grupos, a fin de comprobar empíricamente si aparecían los 4 grupos previstos a priori. Todo ello se realizó con el SPSS12/PC+.
Resultados
Los resultados del análisis de conglomerados jerárquico quedan recogidos en la figura 1. Aparecen dos claros conglomerados que responden a lo previsto teóricamente: Atracción hacia las mujeres y Atracción hacia los varones.
La consistencia interna es plenamente satisfactoria: .98 y .97. Los elementos 7 y 19 se unen al resto de ítems a una distancia muy superior a la de los demás, por lo que podrían ser suprimidos. El eliminar estos elementos no implica que no se pueda seguir utilizando esta versión de 22 ítems del instrumento, puesto que aparecen formando parte plenamente de uno de los dos conglomerados predichos.
La tabla 1 muestra la asociación entre la cuádruple tipología de la atracción y el dimorfismo sexual. En ella 2 varones, pero ninguna mujer, dicen sentirse atraídos por ambos sexos; 96 mujeres dicen sentirse atraídas por varones, pero sólo 7 varones responden de igual forma; 67 varones responden que se sienten atraídos por mujeres, pero ninguna de éstas se siente atraída por mujeres; 2 varones y 8 mujeres dicen no sentirse atraídos por ninguno de los sexos.
La asociación entre ambas variables es estadísticamente significativa [χ2 (3,N= 182)=148,83; p<.0001], siendo su magnitud global considerable (C= .671; C*= .958), aunque el análisis de los residuos muestra que la asociación se centra sólo en dos categorías: los sujetos de ambos sexos atraídos por varones o por mujeres.
En la figura 2 se representan los centros de los 4 perfiles obtenidos en el análisis de conglomerados. La solución se dio por válida porque todos los ítems contribuyeron a la configuración de los perfiles (p<.0001). Los resultados se han ordenado en función de la clase de contenido de los ítems (acción, pensamiento, sentimiento e imagen social) y del objeto de la atracción (siempre en primer lugar los ítems referidos a la Atracción hacia las mujeres).
El perfil 2 refleja las puntuaciones altas dadas por las dos personas atraídas por ambos sexos. Los perfiles 3 (69 sujetos) y 4 (93 sujetos) muestran dos polos opuestos: si uno es alto en atracción hacia las mujeres y bajo en atracción hacia los varones (el 3), el 4 muestra lo contrario. El perfil 1 muestra las puntuaciones de 18 personas que no se sienten apenas atraídas por las mujeres, pero sí atraídas en parte por los varones, aunque en grado bastante variado en función de cada ítem.
Discusión
Los datos ofrecen un claro apoyo empírico a la hipótesis de los dos conglomerados pronosticados teóricamente: Atracción hacia las mujeres y Atracción hacia los varones. Cada elemento se une a los demás predichos a muy poca distancia dentro de cada conglomerado, pero cada conglomerado se une al otro a una considerable mayor distancia, desde un punto de vista estrictamente comparativo. Dos elementos (el 7 y el 19 pertenecientes al conglomerado de Atracción hacia los varones) se unen al resto a una distancia que, comparativamente hablando, resulta destacada, por lo que para el segundo estudio se optó por eliminarlos, sabiendo que desde un punto de vista de valores de distancia absolutos pueden formar parte perfectamente del conglomerado de Atracción hacia los varones. Un análisis detenido de los mismos nos sugiere que tal vez presenten una cierta ambigüedad en su interpretación, pues la contingencia contextual puede imponerse en ambos casos a los deseos (la necesidad del estudio es tal —ítem 7— que no parece el momento oportuno para pensar en chicos o en otras cosas distintas a las que requiere lo estudiado, o uno encuentra difícil poder ir a sitios en donde no haya chicos —ítem 19—).
Si establecemos una tipología, dicotomizando por la media teórica la puntuación total de cada conglomerado, los datos apoyan los fundamentos del modelo del que se parte para la elaboración de este instrumento: a) que la mayoría de los varones sienten una atracción por las mujeres; b) que éstas sienten lo propio con respecto a los varones; c) que algunos varones se sienten atraídos por varones; d) que algunos varones dicen sentirse atraídos tanto por varones como por mujeres; y e) que algunas mujeres y algunos varones creen que no se sienten atraídos por ninguno de los dos sexos. ¿No sería igual o mejor haber hecho una única pregunta a los propios sujetos sobre su atracción sexual? La respuesta es que no, pues nos privaríamos de los análisis minuciosos que es posible hacer de cada sujeto, o grupo de personas, una vez se ha respondido a los distintos ítems del CAS. Gracias a las cuatro categorías de elementos, referidas a conductas, pensamientos, sentimientos e imagen social, podemos contrastar, entre otras cosas, si hay o no disonancia entre los deseos, las conductas y la etiquetación de identidad en cada sujeto, o grupo, aspecto éste esencial tanto para los posibles programas de educación sexual, como para los tratamientos de disfunciones sexuales. Los resultados de los perfiles no dejan lugar a dudas sobre la diferencia de información que se puede obtener cuando se compara la mera pregunta sobre la atracción sexual de cada sujeto o grupo de sujetos y los matices que de hecho se logran tras el análisis de todos y cada uno de los elementos, tanto para cada grupo de sujetos (los que aparecen en la figura 2) como para cada individuo. De hecho, un sujeto puede desear una relación con un determinado sexo, pero sus conductas reflejar otra realidad bien diferente. Esto en modo alguno aparecería mediante la simple pregunta al sujeto en torno a su tipo de atracción sexual.
El paso siguiente fue ver la relación de estos dos conglomerados cuando se les somete a un contexto y condición de dimensionalidad mediante la utilización de un análisis factorial, teniendo en cuenta que la hipótesis a poner a prueba es la de una bidimensionalidad inversamente relacionada, radicalmente diferente a la propuesta kinseyniana. De ser cierta nuestra hipótesis, la bisexualidad conllevará puntuaciones altas en los dos conjuntos o conglomerados. No obstante, la bidimensionalidad inversamente relacionada puede materializarse, matemáticamente hablando, tanto en dos factores (correlacionados negativamente) como en un factor bipolar (con pesos factoriales altos positivos para los ítems que se refieren a uno de los objetos de atracción y altos negativos para los ítems que se refieren al otro objeto de atracción).
Segundo estudio
Participantes
118 estudiantes universitarios cumplimentaron el CAS de 20 elementos. La práctica totalidad eran de primer año de carrera (114; 96.6%). Los restantes de los otros cursos. 46 estudiaban Magisterio ( 26 varones y 20 mujeres); 47 estudiaban Ciencias Empresariales (21 varones y 26 mujeres); 25 estudiaban Ciencias Económicas (13 varones y 12 mujeres). En esta ocasión elegimos carreras en donde no hubiese un gran desequilibrio entre mujeres y varones.
Instrumento
El CAS sin los ítems 7 y 19, renumerando el resto y administrado con el procedimiento ya descrito.
Análisis de datos
Análisis factorial de ejes principales (PFA) con rotación oblicua (oblimin) y cálculo de coeficientes alpha de Cronbach.
Resultados
El índice KMO es plenamente satisfactorio (.957). El test de esfericidad de Bartlett (3567.676, p<.001) indica que las respuestas están sustancialmente relacionadas.
Los resultados quedan recogidos en la tabla 2.
Los datos muestran un claro apoyo a la bidimensionalidad del constructo de la atracción sexual: dos factores que correlacionan negativamente (r= -.76, p<.01). Entre los dos explican un 81.2% de la varianza.
La consistencia interna de cada escala o dimensión —Atracción hacia las mujeres y Atracción hacia los varones— es alta (.98 y .97, respectivamente). Son, pues, adecuados, tanto desde un punto comparativo, como desde un punto de vista «absoluto, es decir, desde el rango de valores de este coeficiente.
Discusión
Parece claro que la hipótesis de la bidimensionalidad inversamente relacionada recibe apoyo empírico, a la par que constatamos que las propiedades psicométricas del CAS son satisfactorias. Estos datos nos permiten descartar la hipótesis de la ortogonalidad establecida por Storms (1980).
En el tercer estudio realizamos una validación cruzada, considerando conjuntamente el primer y segundo estudio. Prescindimos de los tres elementos que presentaban los valores más bajos de comunalidad: el 6 (.550), el 9 (.620) y el 20 (.670) —véase tabla 2—, sabiendo que se podrían mantener dentro del CAS, porque estos valores suelen ser considerados totalmente válidos dentro del mundo de la investigación psicológica.
Tercer estudio
Participantes
425 (176 varones y 249 mujeres) estudiantes universitarios cumplimentaron el CAS de 17 elementos. La mayoría de los sujetos cursaban primero de carrera (181; 42.6%) o tercero (168; 39.5%); el resto cursaba segundo (54; 12.7%) o cuarto (20; 4.7%); sólo 2 alumnos estaban en quinto curso. 130 estudiaban Pedagogía, 81 Ingeniería Electrónica, 58 Biología, 19 Arquitectura Técnica, 39 Educación Física de Magisterio, 59 Ciencias Empresariales, 14 Ciencias Económicas y 25 Audición y Lenguaje de Magisterio. Elegimos tanto carreras en donde hubiese un gran desequilibrio entre mujeres y varones como otras en donde se diese una cierta correspondencia de sexos.
Instrumento
El CAS con 17 elementos renumerados, administrado con el procedimiento ya descrito.
Análisis de datos
Análisis de conglomerados jerárquico sobre los 17 ítems del CAS, utilizando como método de conglomeración el vecino más próximo y como medida, la distancia euclídea al cuadrado, y análisis factorial de ejes principales, manteniendo el método de rotación anterior.
Resultados
La figura 3 incluye los resultados obtenidos. Aparecen los dos conglomerados hipotetizados: Atracción hacia las mujeres y Atracción hacia los varones.
La consistencia interna vuelve a ser plenamente satisfactoria (.98 y .97). Si se quisiera pulir todavía más el CAS se podría prescindir del elemento 5 del primer conglomerado (Atracción hacia las mujeres), al ser el que se une al resto a una distancia algo superior, aunque el CAS puede usarse con todos los elementos, como ya se indicó.
En la tabla 3 se recogen los resultados del PFA. Aquí, a diferencia del segundo estudio, la bidimensionalidad se muestra en forma de factor bipolar, que es el otro modo posible de materialización matemática.
Todos los ítems referidos a la Atracción hacia las mujeres muestran una saturación alta y positiva y todos los ítems referidos a la Atracción hacia varones presentan también una saturación alta pero negativa. La proporción de varianza explicada es similar a la encontrada en el según estudio (79,91%), al igual que ocurre con las comunalidades.
Discusión
A la luz de los datos de este tercer trabajo de réplica, con más sujetos, podemos afirmar que nuestras dos hipótesis de la atracción sexual —dos conglomerados y dos dimensiones— reciben apoyo empírico. Estos resultados garantizan la cuádruple tipología de sujetos propuesta: atraídos por ambos sexos, por varones, por mujeres y por ninguno, al dividir por la media teórica bien los conglomerados o bien los factores, puesto que en ambos casos siempre contaríamos con los mismos elementos. Se vuelve a repetir el patrón encontrado para la asociación entre el sexo y la cuádruple tipología que apareció en el primer estudio, pero en esta ocasión sin ninguna casilla vacía. Son 13 los sujetos atraídos por ambos sexos (7 mujeres y 6 varones), 246 los atraídos por varones (232 mujeres y 14 varones), 154 los atraídos por mujeres (2 mujeres y 152 varones) y 12 los que dicen no sentirse atraídos por ninguno (8 mujeres y 4 varones).
Conclusiones
Dado que nuestro primer objetivo básico era la elaboración de un instrumento de valoración de la atracción sexual que gozase de adecuadas propiedades psicométricas, los datos de los tres estudios ponen de manifiesto que se ha conseguido, al menos con estudiantes universitarios procedentes de distintas universidades españolas. La consistencia interna es muy alta (en torno a .98). En cuanto a la validez de constructo aparecen, por un lado, los dos conglomerados previstos y, por otro, la bidimensionalidad, materializada bien a través de dos factores correlacionados negativamente (segundo estudio) o bien de un factor bipolar (tercer estudio). Esto posibilita el que, tras la dicotomización de las puntuaciones totales de los factores o conglomerados, pueda aparecer una cuádruple tipología de sujetos tal cual se menciona en el DSM-IV-TR: las personas atraídas por ambos sexos, por varones, por mujeres o por ninguno de los dos sexos. A su vez, es posible obtener perfiles mediante los cuales se especifiquen y pormenoricen individuos o grupos de sujetos, en función de las características derivadas de cada uno de los ítems y de las categorías o agrupamientos de éstos: acción/conducta; pensamiento/fantasías; sentimiento/afectos e imagen de los demás.
A la luz de los datos obtenidos podemos descartar algunas de las hipótesis alternativas. La de la categorización dicotómica —heterosexuales frente a homosexuales— por tres razones básicas: a) no tiene en consideración a los atraídos por ambos sexos; b) no especifica la relación dimensional; c) no parece tener en consideración la variabilidad real intracategorías (la de los heterosexuales y la de los homosexuales).
En cuanto a la hipótesis kinseyniana, hemos de indicar que si bien posibilita clasificar a los bisexuales entre heterosexuales y homosexuales, a aquéllos se les asigna un espacio muy ambiguo, que hoy en día no es aceptado ni por ellos mismos ni por los investigadores dedicados a su estudio (Greene y Croom, 2000). Además, no se contempla un espacio dentro de la escala para los no atraídos por ninguno de los dos sexos.
Por lo que se refiere a la hipótesis de la simple bidimensionalidad —la heterosexualidad por un lado y la homosexualidad por el otro, en tanto dimensiones separadas e independientes (Shively y De Decco, 1977) o desdobladas del modelo kinseyniano e, igualmente, no relacionadas (Bell y Weinberg, 1978)— no se ve refrendada por nuestros datos, dado que la bidimensionalidad aparece inversamente relacionada. Los no atraídos por cualquiera de los sexos no encontrarían aquí cabida. Con respecto a la hipótesis de la ortogonalidad (Storms, 1980), los datos justamente nos indican que existe una clara y relevante relación (correlación negativa, estadísticamente significativa) entre la Atracción sexual hacia las mujeres y la Atracción sexual hacia los varones, por lo que difícilmente podríamos hablar de ortogonalidad o independencia.
Mención especial merece la hipótesis de la multidimensionalidad referida a la orientación sexual. Dentro de la misma, la atracción sexual era una de las dimensiones. Ahora bien, las especificaciones teóricas no estaban referidas a la atracción sexual, sino a la orientación sexual, siendo el modelo subyacente de la atracción sexual el kinseyniano. Con los datos obtenidos podemos, por un lado, rechazar esa forma de consideración de la atracción sexual y, por otro, corroborar predicciones concretas sobre el carácter de su dimensionalidad. Nuestros datos (replicados) avalan el enfoque de la bidimensionalidad, materializada en los análisis factoriales en forma de dos factores inversamente relacionados o de un factor bipolar. De hecho, este planteamiento parece hacer justicia a cualquiera de los cuatro grupos de personas, en función de su atracción sexual: los atraídos por ambos sexos, por las mujeres, por los varones o por ninguno. Además, permite que cada individuo, dentro de cada grupo, muestre a vez su propia especificidad, es decir, los grados muy diversos en los que puede manifestar esa atracción —la escala de valoración se extiende de 1 al 7—, diferenciándose así de los miembros de su propio grupo.
Finalmente, los resultados obtenidos apoyan empíricamente el modelo del desarrollo sexual a lo largo de la vida que ha sido elaborado por Fernández (1996, 2004). A partir de la descripción no valorativa que aporta el CAS se pueden y deben estudiar científicamente las características específicas de cada uno de los cuatro tipos de atracción. Sólo después de estos estudios cabría establecer valoraciones por parte de los evaluadores en torno a la funcionalidad o disfuncionalidad de las personas encuadradas en cada uno de estos cuatro grupos, sabiendo que existe una considerable variabilidad intragrupo.
Agradecimientos
Agradecemos a los centros universitarios su colaboración y al Dr. Miguel Ángel Mateo su exhaustivo análisis del manuscrito, previo a su envío a la revista.
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