La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2005. Vol. Vol. 17 (nº 1). 107-111
Marisol Lila y Enrique Gracia
Universidad de Valencia
Un aspecto escasamente estudiado en el ámbito de la socialización familiar ha sido el análisis de los determinantes de la conducta parental. Este estudio analiza, desde un enfoque ecológico, los determinantes (individuales, familiares y sociales) de la aceptación y el rechazo parental. La muestra está compuesta por 444 padres y madres. Las variables analizadas en este estudio se corresponden con tres niveles ecológicos relevantes en la explicación de la conducta parental: sistema individual (sintomatología psicopatológica y problemas de conducta del niño), sistema familiar (clima familiar y fuentes familiares de estrés) y sistema social (fuentes extrafamiliares de estrés, apoyo social comunitario y estatus socioeconómico). Los resultados muestran la importancia de considerar factores pertenecientes a los tres sistemas de forma conjunta para explicar la conducta parental.
Determinants of parental acceptance-rejection. Family socialization studies have paid little attention to the determinants of parental behavior. This study analyzes from an ecological model individual, family, and social determinants of parental acceptance and rejection. The sample consisted of 444 parents. Variables analized correspond with three ecological levels explaining parental behavior: individual system (psychopathological symptoms and child behavior problems), family system (family environment and intra-family sources of stress) and social system (extra-family sources of stress, community support and socioeconomic status). Results underlie the importance to take into account simultaneously variables at different ecological level in order to better explain parental behavior.
Tradicionalmente, la investigación en torno a la socialización familiar ha centrado su atención en las consecuencias y resultados de la conducta parental, siendo escasos los trabajos en los que se analizan los antecedentes de la misma, es decir, los determinantes de la conducta parental (Belsky y Vondra, 1989). En relación con las consecuencias de la socialización familiar, la acumulación, desde hace ya algunas décadas, de investigaciones que relacionan las conductas parentales con el desarrollo social, emocional y psicológico de los hijos (por ejemplo, Baumrind, 1971; Kochanska, Murray y Coy, 1997; Lila, Musitu y Buelga, 2001; Musitu y García, 2004) parece no dejar lugar a dudas acerca de algunas de las consecuencias de esta relación (Bluestone y Tamis-LeMonda, 1999): los padres afectivos, que responden ante las necesidades de sus hijos, que les permiten participar activamente en el establecimiento de las normas familiares y que utilizan el razonamiento inductivo como técnica de disciplina, educan, con mayor probabilidad, hijos independientes, sociables, cooperativos y que confían en sí mismos. Estas conductas parentales se encuentran relacionadas con altos niveles de ajuste, competencia psicosocial, autoestima y éxito académico (Martínez, Fuertes, Ramos y Hernández, 2003; Steinberg, Mounts, Lamborn y Dornbusch, 1991). Por el contrario, las relaciones paterno-filiales en las que predomina la agresión, el rechazo y en las que no se proporcionan niveles adecuados de afecto y apoyo, tienden a asociarse con problemas emocionales y conductuales en los hijos, tales como depresión, conducta suicida, ansiedad, agresividad, hostilidad y delincuencia (para una revisión, ver Repetti, Taylor y Seeman, 2002).
Por otra parte, la conducta parental presenta características que parecen hallarse en todas las sociedades humanas, según se desprende de la evidencia procedente de la investigación intercultural. Así, ya en la década de los 70, a partir de un estudio comparativo de 101 sociedades, Rohner (1975) identificó dos características de la conducta parental: la aceptación y el rechazo. Según este autor, la aceptación-rechazo parental podría concebirse como un continuo de la conducta de los padres en el que, en un extremo, se situarían aquellos padres que muestran su amor y afecto hacia los hijos, verbal o físicamente, y que utilizan métodos de disciplina que promocionan el desarrollo social, emocional e intelectual, mientras que en el otro extremo se encontrarían aquellos padres que sienten aversión, desaprueban o se sienten agraviados por sus hijos y que utilizan prácticas más severas y abusivas hacia el niño. Para Rohner (1986), el rechazo parental queda definido como la ausencia o retirada significativa del calor, afecto o amor de los padres hacia sus hijos, pudiendo adoptar tres formas: a) hostilidad y agresión; b) indiferencia y negligencia; y c) rechazo indiferenciado. Esta conceptualización de la conducta de los padres como un continuo se propone como alternativa a una concepción dicotómica en la que se separa a los padres «adecuados» de aquellos que se encuentran en el extremo «inadecuado» de la conducta parental como, por ejemplo, los padres maltratadores (Belsky, 1993; Gershoff, 2002).
En las líneas precedentes hemos destacado importantes resultados de la investigación relacionada con las consecuencias de la conducta parental, pero, como ya señalaran Belsky y Vondra (1989), todavía son escasos los trabajos que analizan las causas y factores que determinan esta conducta: cuáles son sus antecedentes, por qué los padres se comportan como lo hacen cuando educan a sus hijos o por qué se sitúan en uno u otro punto del continuo aceptación-rechazo.
Precisamente estos autores, a partir del análisis de uno de los extremos dramáticos de la socialización familiar —el maltrato infantil—, se plantean la posibilidad de utilizar un acercamiento ecológico para explicar los determinantes de la conducta parental (Bronfenbrenner, 1977, 1979). Desde entonces, han sido cada vez más frecuentes los autores que han optado por una explicación del comportamiento de los padres hacia sus hijos basada en el modelo ecológico (Belsky, 1993; Gracia y Musitu, 2000; Luster y Okagaki, 1993).
Una de las principales propuestas teóricas del modelo ecológico es que la conducta parental está múltiplemente determinada por fuerzas que actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura en la que el individuo y la familia están inmersos. Así, entre los múltiples factores determinantes del funcionamiento parental se destacan factores individuales (p. ej., características de personalidad de los padres, características de los hijos), evolutivos (p. ej., historia del desarrollo de los padres), familiares (p. ej., relación marital), sociales (p. ej., red social de apoyo), así como factores contextuales (p. ej., pobreza, insatisfacción laboral). La investigación se ha centrado tradicionalmente en uno u otro de estos niveles o factores (Belsky y Vondra, 1989; Belsky, 1993; Cicchetti, 1989). Sin embargo, aún son escasos los diseños de investigación en que se contemple simultáneamente la influencia que sobre la conducta parental ejercen estos diferentes factores.
Basándonos en la concepción ecológica de la conducta parental, el objetivo de nuestra investigación es identificar qué variables diferencian a los padres que manifiestan calor y afecto a sus hijos de aquellos que se caracterizan por un estilo de relación en el que predomina el rechazo, teniendo en cuenta tres contextos o niveles ecológicos: sistema individual (ajuste psicológico y características de la personalidad de los padres y problemas de conducta de los niños), sistema familiar (patrones de interacción, clima familiar y sucesos y cambios vitales estresantes en la unidad familiar) y sistema social (integración en la comunidad, fuentes extrafamiliares de estrés y estatus socioeconómico).
Las principales hipótesis que nos planteamos en nuestro trabajo son dos:
1. -La conducta parental está determinada por factores que operan en distintos niveles ecológicos de sistemas: sistema individual, sistema familiar y sistema social. Consecuentemente, es posible discriminar, a partir de los factores que componen cada uno de esos sistemas, entre familias donde tiene lugar la aceptación de los hijos y familias caracterizadas por el rechazo a los hijos.
2. -De acuerdo con el planteamiento anterior, en las familias caracterizadas por el rechazo a los hijos, los padres, así como los hijos, expresarán un pobre ajuste psicológico y social, el clima familiar se caracterizará por la negatividad, los niveles de estrés serán elevados y el aislamiento social definirá las relaciones de la familia con sistemas extrafamiliares.
Método
Participantes
La muestra está formada en su conjunto por 444 padres y madres (23% y 77%, respectivamente) con hijos con edades comprendidas entre los siete y doce años. La muestra se compone de dos grupos. El primer grupo está formado por 344 familias cuyas relaciones paterno-filiales no presentan (o no se conocen) características disfuncionales (grupo de «no-riesgo»). El segundo grupo está formado por 100 familias de las que se sospecha la existencia de malos tratos (grupo de «riesgo»). La selección de las familias fue realizada fundamentalmente por profesores de diversas escuelas públicas de la Comunidad Valenciana, en el contexto de un estudio más amplio sobre los factores ecológicos de riesgo en la interacción paterno-filial (ver Gracia y Musitu, 1997, 2003; Gracia, 2002).
Instrumentos de medida
El conjunto de instrumentos de medida se ha seleccionado, de acuerdo con el modelo ecológico, con el propósito de analizar los distintos contextos o niveles de sistemas relacionados con la conducta parental: el sistema individual, el sistema familiar y el sistema social en que la familia está inmersa.
Sistema individual
Sintomatología psicopatológica. SCL-90. Inventario de Síntomas (Derogatis, Lipman y Covi, 1974). El SCL-90 es un instrumento que permite obtener un índice global de sintomatología psicopatológica de los padres. El índice global de severidad ofrece un buen indicador general del ajuste psicológico individual. Los padres responden a este instrumento indicando, en una escala tipo Likert de cinco opciones (desde nada a mucho), en qué medida se sienten o se han sentido molestos por los problemas o síntomas descritos en cada uno de los ítems. El coeficiente de consistencia interna obtenido para el total de la escala ha sido un alpha de Cronbach= 0.988.
Problemas de conducta del niño. CBC. Inventario de conducta infantil (Achenbach y Edelbrock, 1983). Este instrumento, compuesto por 120 ítems, tiene como objetivo obtener una descripción de la conducta del niño de las personas en contacto habitual con él. En la presente investigación se ha utilizado la versión para padres. Permite obtener una puntuación global de problemas de conducta. Los padres responden este cuestionario señalando si cada uno de los ítems describe la conducta del niño en el momento presente o durante los últimos dos meses. Existen tres opciones de respuesta (casi siempre, algunas veces y falso). A mayor puntuación, mayor número de problemas de comportamiento, así como mayor severidad de los mismos. El coeficiente de consistencia interna obtenido para el total de la escala ha sido un alpha de Cronbach= 0.963.
Sistema familiar
Aceptación-rechazo parental. PARQ. Cuestionario de aceptación-rechazo parental (Rohner, Saavedra y Granum, 1978). Este autoinforme permite obtener la evaluación de los padres acerca de su conducta con sus hijos en términos de cuatro dimensiones: calor/afecto, hostilidad/agresión, indiferencia/negligencia y rechazo indiferenciado. Para la realización de los análisis se ha generado, a partir de las cuatro dimensiones del PARQ, una única variable: aceptación-rechazo parental, variable compuesta por la suma de las puntuaciones en las escalas de aceptación, hostilidad/agresión, indiferencia/negligencia y rechazo indiferenciado (ver Rohner, 1986; Rohner, Bourque y Elordy, 1996). Puntuaciones bajas en la variable aceptación/rechazo indican un mayor afecto y amor percibido, mientras que una puntuación elevada indica un mayor rechazo percibido. El coeficiente alpha estandarizado obtenido en este cuestionario ha sido 0.987.
Clima familiar. FES. Escala de clima social en la familia (Moos y Moos, 1981; TEA, 1984). Esta escala aprecia las características socioambientales de todo tipo de familias. Evalúa y describe las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia, los aspectos de desarrollo que tienen mayor importancia en ella y su estructura básica. Agrupa diez subescalas que definen tres dimensiones: relaciones, desarrollo y estabilidad. Puntuaciones altas o bajas indican una percepción positiva o negativa, respectivamente, del clima familiar en sus distintas dimensiones. El coeficiente alpha de consistencia interna obtenido para este cuestionario ha sido 0.979.
Fuentes intrafamiliares de estrés. FILE. Inventario familiar de sucesos y cambios vitales (McCubbin, Patterson y Wilson, 1985). Permite obtener un índice global de estrés experimentado por los padres, en términos de sucesos y cambios vitales estresantes en la unidad familiar. Está compuesto por 71 sucesos y cambios vitales en diferentes áreas, teniendo en cuenta, en el sistema familiar, las siguientes: familia, relaciones conyugales, embarazo y parto, enfermedad, fallecimiento y movilidad de la familia. La suma de sucesos y cambios en estas áreas permite obtener un índice global de estrés (Tausig, 1982). Los padres responden indicando si los eventos que se relacionan han ocurrido durante los últimos doce meses. Puntuaciones elevadas indican niveles altos de estrés. El coeficiente de consistencia alpha obtenido para el total de la escala ha sido 0.963.
Sistema social
Fuentes extrafamiliares de estrés. FILE. Para el sistema social se han considerado las siguientes áreas o fuentes extrafamiliares de estrés: dificultades económicas, ámbito laboral y problemas legales. El índice global de estrés se ha obtenido a partir de la suma de sucesos y cambios vitales en estas áreas.
Apoyo social comunitario. AC-90. Cuestionario de apoyo social comunitario (Gracia y Musitu, 1990). Este instrumento evalúa los aspectos estructurales del apoyo social y, en concreto, los niveles y estratos más externos de las relaciones sociales. El AC-90 permite obtener un índice del grado de integración en la estructura social más amplia y del sentido de pertenencia a una comunidad (Sarason, 1974). Se compone de tres escalas: integración y satisfacción en la comunidad, asociación y participación comunitaria y recursos institucionales y comunitarios de apoyo —servicios de salud comunitaria, instituciones sociales y servicios sociales—. Los formatos de respuesta son distintos en cada una de las escalas, aunque en todos ellos el incremento en la puntuación indica una mayor integración y participación en la comunidad. El coeficiente alpha estandarizado obtenido para este cuestionario ha sido de 0.965.
Estatus socioeconómico. Cuantificación del estatus socioeconómico a partir de la profesión y los estudios de los padres. Se le solicita al padre que responde los cuestionarios que proporcione la información propia y de su cónyuge. La ponderación utilizada en este estudio está basada en el Índice de Características de Estatus (I.C.S.), elaborado en el Departamento de Psicología Diferencial de la Universidad Complutense. Este método establece seis categorías en relación a la ocupación, siendo «trabajadores no especializados» la categoría que recibe menor puntuación (1 punto) y «empresarios de grandes compañías, cargos directivos, altos cargos en la Administración» la que recibe la mayor puntuación (6 puntos). Igualmente, el nivel educativo se divide en seis categorías, que varían desde «sin estudios» (0 puntos) hasta «título superior» (5 puntos). Las respuestas del padre y de la madre en estos dos aspectos del I.C.S. se cuantifican por separado. Se multiplica por cuatro la suma de ambas puntuaciones en profesión y por cinco la suma de las dos puntuaciones obtenidas en estudios. Estos dos productos se suman y el resultado se divide entre diez.
Análisis estadísticos
Con el objeto de identificar los factores predictores de la aceptación/rechazo parental, así como para evaluar la validez de un modelo ecológico de explicación de los factores que determinan la conducta parental, optamos por la realización de un análisis discriminante. Previo al análisis discriminante, para agrupar a los padres cuya conducta hacia los hijos se caracteriza por la aceptación (grupo aceptación) y, por otra parte, agrupar aquellos padres cuya conducta hacia sus hijos se caracteriza por el rechazo (grupo rechazo), se realizó un análisis de cluster con la técnica K-Means, con el objetivo de identificar empíricamente ambos grupos de padres. La técnica K-Means divide un conjunto de elementos, maximizando el promedio de variación entregrupos y reduciendo la variación intragrupos.
Resultados
Con el propósito de evaluar y ponderar la capacidad de las variables del sistema individual, familiar y social para diferenciar estadísticamente entre los grupos aceptación (N= 305) y Rechazo (N= 97), se aplicó el análisis discriminante, obteniéndose una función discriminante estadísticamente significativa (Lambda de Wilks= .630, χ2= 181, 743 (13), p<.001) que permitió clasificar correctamente a un 83,1% de la muestra. El 85,6% del grupo aceptación y el 75,3% del grupo rechazo fueron correctamente clasificados por esta función. En la Tabla 1 se presenta un resumen de la contribución de cada variable a la función, así como las diferencias de medias para los grupos aceptación y rechazo.
Atendiendo al signo de los centroides de la función discriminante, así como a las puntuaciones medias (ver Tabla 1), comprobamos que los padres clasificados en el grupo de rechazo señalan que sus hijos presentan más problemas de conducta y que estos problemas son más severos, una menor capacidad de potenciar el desarrollo personal de los miembros de la familia, informan de una mayor acumulación de eventos vitales estresantes, presentan más síntomas psicopatológicos, una menor integración y adaptación en la comunidad, mayores problemas de relación entre los miembros de la familia, una menor vinculación e interacción con grupos sociales de la comunidad e instituciones sociales y, por último, un nivel socioeconómico más bajo. Sucede lo contrario con los padres clasificados en el grupo de aceptación. Igualmente, hay que resaltar que no existen diferencias significativas entre los dos grupos de padres en relación a las variables estado civil y ayudas institucionales y comunitarias.
Discusión y conclusiones
Ya a finales de la década de los 80, Belsky y Vondra afirmaban que un modelo explicativo que únicamente tenga en cuenta un nivel de análisis (individual, familiar o social), poniendo el acento únicamente en la personalidad o la historia personal de los padres, en el papel que juega el niño como estímulo de la conducta de sus padres, en las dimensiones implicadas en el funcionamiento y la interacción familiar o en el contexto social y los estresores sociales que envuelven al núcleo familiar, fracasará inevitablemente en su intento de explicar la conducta parental. Precisamente, el interés de nuestra investigación reside en que los resultados obtenidos reflejan la participación conjunta de factores determinantes de la conducta parental pertenecientes a los tres niveles. Así, aunque los problemas de conducta del niño y la presencia de sintomatología psicopatológica en los padres (sistema individual) desempeñan un importante papel en la diferenciación de los grupos de aceptación y rechazo, variables del sistema familiar, tales como la variable desarrollo o el estrés familiar, o la integración y adaptación a la comunidad (sistema social) han de tenerse en cuenta si se quiere alcanzar una explicación más adecuada de cuáles son los elementos que discriminan entre estos dos grupos. Pasemos a analizar, con mayor detalle, qué variables de los tres sistemas contemplados en nuestro estudio han jugado un papel más destacado.
En primer lugar, hay que señalar que las dos variables del sistema individual ocupan un lugar destacado en la predicción de la conducta de aceptación/rechazo parental. Son ya clásicos los estudios en los que se sostiene que la conducta del niño determina en buena medida la interacción paterno-filial y, específicamente, que los niños con problemas de conducta provocan técnicas parentales coactivas en sus padres (Day, Peterson, McCracken, 1998). Pero, ¿son los niños rechazados a causa de su conducta problemática, o sus problemas de conducta se derivan precisamente del rechazo? En un estudio longitudinal, Cohen y Brook (1995) encontraron que la utilización de técnicas punitivas por parte de los padres (incluyendo el castigo corporal) predecía el grado en que se les diagnosticaban problemas de conducta a sus hijos 8 y 10 años después. Este tipo de resultados apuntan hacia una asociación recíproca y bidireccional entre la conducta problemática del niño y el rechazo parental (Gershoff, 2002). En relación con la presencia de sintomatología psicopatológica en los padres, hay que destacar que los estudios que vinculan los trastornos de personalidad con la conducta parental tienen ya una larga tradición. Así, algunos de los indicadores de desajuste psicológico de los padres que se han asociado repetidamente con el rechazo parental han sido la ansiedad y la sintomatología depresiva. Además, el grado en el cual los síntomas de ansiedad o depresión de la madre predicen los problemas de conducta disruptiva del niño parece estar mediada por la utilización, por parte de la madre, de técnicas de control negativas (Paquette, Bolté, Tucotte, Dubeau y Bouchard, 2000; Spieker, Larson, Lewis, Keller y Gilchrist, 1999).
En cuanto a las variables del sistema familiar consideradas en nuestro estudio, hemos comprobado cómo también el clima familiar juega un importante papel en la explicación de la conducta concreta de aceptación o de rechazo que los padres manifiestan en la relación con sus hijos. Así, la cohesión familiar, la expresión de sentimientos, el nivel de conflicto familiar, el grado de autonomía de los miembros de la familia, la participación en actividades conjuntas, compartir inquietudes culturales o intelectuales son aspectos del clima familiar que determinan la aceptación-rechazo parental. Como afirman Darling y Steinberg (1993), el clima familiar se convierte en un marco que posibilita la interpretación de las conductas e interacciones familiares, dotándolas de significado. Por otra parte, la acumulación de eventos vitales estresantes de naturaleza familiar se presenta en nuestros análisis como un importante indicador del rechazo parental. Este resultado es consonante con la evidencia obtenida en el ámbito de estudio del estrés familiar que subraya la estrecha relación e interdependencia existente entre el funcionamiento familiar y la presencia de estresores normativos y no normativos (Olson, McCubbin, Barnes, Larsen, Muxen y Wilson, 1983). En este sentido, los resultados de algunos estudios confirman que el estrés se encuentra asociado a la utilización de técnicas parentales negativas (Paquette et al., 2000; Pinderhughes, Dodge, Bates, Pettit y Zelli, 2000).
En tercer lugar, de las variables del sistema social consideradas en nuestro estudio, la integración y adaptación a la comunidad, la participación y asociación, así como el estatus socioeconómico, son variables que también se ven implicadas en la explicación de la conducta parental. Los padres más integrados y que participan en mayor medida en su contexto social inmediato proporcionan a sus hijos relaciones paterno-filiales más cálidas y afectuosas. Esta integración en la comunidad provee a los padres de redes sociales que les apoyan, proporcionándoles asistencia instrumental, apoyo emocional o consejos para el cuidado de los hijos (Cochran y Niego, 1995; Gracia y Musitu, 2003). Además, los padres que afirman recibir más apoyo social y que se sienten satisfechos con el apoyo que reciben son más positivos y menos controladores en las interacciones con sus hijos (Goldstein, Diener y Mangelsdorf, 1996). En cuanto al estatus socioeconómico, nuestros resultados son coincidentes con recientes investigaciones en las que se comprueba que, a medida que el estatus socioeconómico decrece, aumenta la utilización del castigo corporal (Pinderhughes et al., 2000).
Para finalizar, queremos insistir en la importancia de adoptar una perspectiva ecológica si queremos entender en toda su complejidad las causas de la conducta parental. Como señala Belsky (1993), cualquier explicación de la conducta parental basada en uno solo de estos factores será una explicación incompleta. Somos conscientes de la dificultad que supone en futuras investigaciones el tomar en consideración simultáneamente todos los factores relevantes en la explicación de la conducta parental. Además, se necesitan estudios longitudinales y diseños metodológicos complejos que nos permitan comprender los procesos de influencia mutua entre estas variables. Pero si queremos diseñar programas de prevención e intervención destinados a procurar a los niños un entorno familiar cálido y afectuoso, necesario para que se produzca un desarrollo adecuado, tendremos que incluir propuestas de actuación en cada uno de los niveles que determinan la conducta parental.
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