La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2005. Vol. Vol. 17 (nº 1). 71-75
José Luis Álvarez Castillo
Universidad de Córdoba
Desde el enfoque de la cognición social se ha puesto de relieve que, por defecto, los estereotipos y los prejuicios se activan automáticamente, al tiempo que han proliferado los intentos por controlar las influencias automáticas no deseadas. En este marco, el presente estudio fue diseñado para evaluar la efectividad de un procedimiento de reducción automática del prejuicio, basado en la evocación de la experimentación de un fracaso en el logro de una meta. Distintas teorías de la discrepancia predicen que el perceptor llevará a cabo esfuerzos compensatorios en este tipo de situación. Los resultados evidencian, a partir de los datos recogidos con el Test de Asociación Implícita, que la estrategia aplicada produjo una reducción significativa del favoritismo endogrupal automático, sugiriendo la operatividad de algún tipo de compensación afectiva. En la discusión se subraya la contribución de este resultado al desarrollo teórico de la investigación sobre automaticidad y control.
Goals in the reduction of automatic prejudice: experiencing the discrepancy. From a social cognition approach, it has been shown that, by default, stereotypes and prejudices are activated in automatic ways. At the same time, there is a trend aimed at discovering the conditions under which automatic influences can be controlled. Within this field, the effectiveness of a strategy for the reduction of automatic prejudice was evaluated in the current study. The intervention was aimed at causing participants to experience a failure when a goal was to be achieved. Different discrepancy theories predict that the perceiver will try to compensate for the failure in this situation. Results obtained from data collected with the Implicit Association Test show that the spontaneous in-group favoritism can be reduced through the use of such a strategy, suggesting that the experience of discrepancies fosters affective compensation. The discussion underlines the contribution of results to theoretical development in the field of automaticity and control.
En la cognición social, la operatividad de estereotipos y prejuicios ha sido comprendida desde un marco teórico que sostiene que la mayor parte de la vida de las personas está condicionada por procesos mentales activados por características del entorno, y que actúan sin ningún grado de conciencia (Bargh, 1999). Es decir, los procesos automáticos determinarían la mayor parte de las decisiones, los juicios, las emociones y estados de humor, y las conductas de la vida cotidiana, en modos que podrían quedar resumidos en la secuencia entorno-percepción-conducta (Bargh y Chartrand, 1999). En este contexto teórico, se supone que la estimulación del entorno provoca la accesibilidad espontánea de estereotipos y prejuicios.
Dada la automaticidad inicial de estos procesos, al menos en la fase de activación (Devine, 1989), así como su indeseabilidad social, la pretensión de descubrir las condiciones bajo las cuales se pueden controlar e incluso cambiar las influencias automáticas no deseadas de las representaciones estereotipadas y los prejuicios se ha intensificado en la investigación actual (Blair, 2002). Así, diversas estrategias puestas a prueba para reducir el estereotipo y el prejuicio han corroborado la evitabilidad de ambos fenómenos. Entre ellas, se encuentran las basadas en la inducción de constructos alternativos para controlar la activación automática de creencias y evaluaciones. Uno de los constructos evaluados en este último tipo de intervenciones han sido las metas (Kunda y Spencer, 2003; Moskowitz, 2001; Moskowitz, Gollwitzer, Wasel y Schaal, 1999; Moskowitz, Salomon y Taylor, 2000).
Entre las condiciones en las que pueden activarse las metas en lugar de los estereotipos se encontraría aquella en la que la persecución del logro al que se aspira es abortada o bloqueada, especialmente cuando la aspiración es personalmente relevante (e.g., después de que una persona con metas altruistas lleva a cabo un comportamiento percibido como insolidario hacia una persona estigmatizada). En este caso, persistiría el estado de tensión hasta que los mecanismos cognitivos (cognición compensatoria), afectivos (evaluación compensatoria) y conductuales (conducta compensatoria) se ponen en marcha y alivian dicho estado (Moskowitz, 2001, 2002). Aquí ya no serían los indicios o estímulos situacionales los que dispararían la activación de la meta, sino la discrepancia entre el estado real y el estado deseado. La evidencia aportada por varias teorías de reducción de la discrepancia apoya este escenario (Higgins, 1989; Wicklund y Gollwitzer, 1982). Estas aproximaciones predicen las contingencias motivacionales que tienen las diferencias entre el Yo real y el Yo ideal. Así, la teoría de la autoterminación o autocompletitud simbólica de Wicklund y Gollwitzer (1982) sostiene que las personas conceptúan determinados aspectos del Yo en términos de metas. Si las personas fracasan en verse a sí mismas como poseedoras de estas metas, sentirán una especie de inacabamiento o ausencia de autocompletitud, así como un estado autoevaluativo aversivo, lo que las conducirá a mitigar este estado mediante esfuerzos compensatorios dirigidos a identificar símbolos alternativos o a adquirir nuevos símbolos o indicadores de las identidades ideales. Predicciones parecidas lleva a cabo la teoría de la autodiscrepancia de Higgins (1989).
Los estudios de Moskowitz et al. (1999, 2000) partieron de las dos teorías citadas de la discrepancia para comprobar cómo se activaban automáticamente las metas igualitarias en participantes crónicos —aquellos que se identificaban establemente con esta clase de metas—, al tiempo que en ellos se inhibía la activación de los estereotipos ante estímulos relacionados con el grupo culturalmente prejuiciado. Sin embargo, solo se manipuló la discrepancia en el primer estudio de Moskowitz et al. (1999) con el objeto de identificar a los participantes crónicos, pero no fueron evaluados los efectos directos de este tipo de intervención sobre la activación de estereotipos y metas. En un nuevo trabajo, Moskowitz (2002) verificó en dos estudios que las metas temporales, inducidas por estados de ausencia de autocompletitud simbólica, se activaban automáticamente e incidían en los estadios preconscientes de procesamiento de la información, particularmente en la atención. Lo que aún faltaría por determinar es si estas metas temporales, inducidas mediante una tarea basada en la discrepancia, afectan también a la activación de estereotipos y prejuicios automáticos.
En el estudio del que se informa aquí se analizaron los efectos que tiene la experimentación de discrepancias sobre un componente del prejuicio automático —el favoritismo endogrupal—. La manipulación utilizada para activar metas temporales fue semejante a la de Moskowitz (2002), si bien la medida no estuvo ya relacionada con la atención, sino con la fortaleza asociativa de las evaluaciones a categorías grupales. Se esperaba que la experimentación de la discrepancia entre la conducta evocada y una meta igualitaria y altruista incidiera sobre la capacidad de autorregulación manifestada en la atenuación del favoritismo endogrupal implícito.
Método
Diseño y participantes
El diseño fue de tipo mixto con dos factores intergrupo (grupo experimental vs. grupo de control; y bloque compatible en primer lugar vs. bloque incompatible en primer lugar) y uno intragrupo (bloque compatible vs. bloque incompatible). El segundo factor intergrupo y el factor intragrupo hacen alusión a la estructura del Test de Asociación Implícita.
La muestra estuvo constituida por 64 estudiantes del primer año de la titulación de Psicopedagogía de la Universidad de Córdoba, con una edad media de 22 años y repartidos desigualmente por géneros (49 mujeres y 15 hombres). El 83% de los participantes tenía entre 21 y 23 años. Debido a esta elevada homogeneidad, se tomó la decisión de no incluir la edad en los análisis. El género, sin embargo, se introdujo inicialmente como factor en las pruebas de hipótesis realizadas, si bien no se demostró como una variable relevante para las expectativas del estudio, por lo que se omitirá en la información sobre los resultados. Ninguno de los participantes pertenecía al grupo minoritario hacia el que se iba a medir el prejuicio automático (pueblo gitano).
Instrumento
El Test de Asociación Implícita o IAT (Greenwald, McGhee y Schwartz, 1998), diseñado con el software DirectRT de Empirisoft (versión 2002.5), fue la medida utilizada. La prueba constaba de fotografías y palabras que se mostraban en el centro de una ventana gris ubicada en el centro de la pantalla, que los participantes debían hacer corresponder con alguna de las etiquetas (las categorías «gitano» y «blanco», y los atributos evaluativos «bueno» y «malo») situadas en la parte superior izquierda (tecla «E») o superior derecha (tecla «I») de esta misma ventana. El IAT predice que cuando dos de estas etiquetas fuertemente asociadas comparten una misma tecla (e.g., gitano-malo en participantes con prejuicio elevado), la tarea clasificatoria será fácil y rápida, mientras que en caso de una asociación débil (e.g., gitano-bueno), la clasificación será difícil y lenta.
El test incluía 180 items repartidos en cinco bloques o series, aunque solo dos de estos bloques —el tercero y el quinto— eran críticos, siendo uno compatible o coherente con el prejuicio, y otro, incompatible. Para el cálculo del efecto IAT se computaron las respuestas en 78 items, 39 en cada uno de los dos bloques críticos.
La posición de las categorías étnicas y de los atributos evaluativos en el eje horizontal fue contrabalanceada entre los participantes, así como el orden de las dos primeras series de prácticas, y el de los bloques compatible e incompatible con el prejuicio. Combinando las condiciones de estos tres tipos de contrabalanceo, se obtuvieron ocho disposiciones distintas de los items, siendo asignados aleatoriamente 4 participantes a cada una de estas ordenaciones en cada grupo (experimental vs. control). Por último, los items dentro de cada bloque fueron aleatorizados para cada participante.
En el centro de la ventana se mostraron un total de 20 fotografías y 20 palabras dos veces cada una en los items críticos. Las imágenes, en blanco y negro, y de un tamaño aproximado de 5 ¥ 6,5 cm, representaban caras de varones, y fueron bajadas de Internet o escaneadas a partir de publicaciones impresas. La mitad correspondían a miembros del grupo estereotipado («gitanos») y la otra mitad a miembros del endogrupo o grupo mayoritario («blancos»).
En cuanto a las palabras-estímulo, 10 fueron negativas, relacionadas con el estereotipo sobre los gitanos, y 10 positivas, relacionadas con metas crónicas de carácter igualitario o altruista. Los 10 primeros términos, en su mayoría adjetivos, fueron extraídos de un estudio exploratorio previo, y correspondían a las frecuencias más elevadas de uso en la caracterización del pueblo gitano (maltratador, racista, violento, machista, amenazar, mentiroso, vengativo, agresivo, discriminador, robar). Las palabras relevantes para las metas fueron extraídas de un segundo estudio exploratorio a partir de las expresiones con las que los participantes de una muestra equivalente manifestaron sus aspiraciones y metas de carácter social. Los 10 términos más consensuados fueron verbos y sustantivos (ayudar, integración, respeto, paz, solidaridad, tolerancia, aportar, dar, apoyar, diálogo).
Después de los 180 items de estructura asociativa en los que se medían las latencias de respuesta, la prueba se completaba con cuatro pantallas. En las tres primeras se pedían juicios de Preferencia endo-exogrupal en una escala de 5 puntos, y juicios de Simpatía en dos escalas de 11 puntos —una por cada grupo evaluado, mayoritario y minoritario—. Por último, en la pantalla final se preguntaba por el sexo y edad del participante.
Procedimiento
Una vez asignados los participantes aleatoriamente a los grupos, fueron citados de cinco en cinco en una sala de informática para completar el Test de Asociación Implícita. Los miembros del grupo de control fueron citados en primer lugar. Posteriormente, se emplazó a los miembros del grupo experimental. Éstos completaron, antes de la medida dependiente, otra supuesta prueba (Test de Memoria Social), utilizada para implementar la manipulación experimental.
La intervención estuvo inspirada en el segundo estudio de Moskowitz (2002), aunque se introdujeron diversas variaciones relacionadas con el refuerzo de los valores implicados, la naturaleza de éstos y el enmascaramiento de la tarea. Lo que se hizo fue diseñar una meta contraestereotípica (contribuir a la integración social de todas las personas, ayudando especialmente a aquellas que padecen algún tipo de problema o necesidad) que contenía tanto un componente de igualdad/justicia (integración) como uno altruista (ayuda). La manipulación constó de dos fases. En la primera de ellas se definieron y reforzaron los valores igualitarios y altruistas relacionados con el fenómeno de la integración. Esto se hizo a través de seis diapositivas de PowerPoint en las que se presentaban textos que contenían afirmaciones sobre la relevancia de la igualdad y el altruismo, así como imágenes de fondo que reflejaban situaciones de marginación por las que atravesaban personas pertenecientes a diferentes grupos sociales. En la segunda fase de la manipulación, los participantes completaron una tarea con la que se trataba de provocar la discrepancia entre la meta inducida y su conducta real. En las instrucciones, que se presentaban en el monitor del ordenador, se les pedía que contestaran a un cuestionario impreso depositado junto al teclado (supuesto Test de Memoria Social). En éste se les solicitaba, en el anverso de la hoja, que señalaran, en primer lugar, una persona de un determinado tipo o grupo, entre varios dados, hacia la que no hubieran sido justos en alguna situación y momento concretos. A continuación, se les pedía que describieran detalladamente la conducta que consideraban injusta, el efecto que tuvo sobre la persona afectada y cómo se sintieron después de realizarla. En el reverso de la hoja se volvía a solicitar otra descripción semejante, pero con respecto a otra persona libremente elegida por ellos.
Una vez finalizadas las dos fases de la intervención experimental, los participantes pasaban a completar el IAT en el ordenador. Cuando los miembros de los dos grupos cumplimentaron la prueba, se les agradeció su participación y fueron informados sobre la verdadera naturaleza del estudio.
Resultados
Errores, outliers y normalidad
En primer lugar, se computaron las respuestas incorrectas y se eliminaron los tiempos correspondientes (el 9.41% del total). Ningún participante cometió más de un 25% de errores, siendo éstos más frecuentes en el bloque incompatible, χ2 (1)= 33.26, p= 10-9, tal como era esperado (Greenwald et al., 1998).
En cuanto a los tiempos extremos o outliers, considerados como errores, se transformaron todos los que se salían del intervalo 300-3000 ms en latencias coincidentes con los límites o umbrales del mismo. El número resultante de estos errores, no obstante, fue mínimo: 66 entre 4522 tiempos (el 1.46%).
Por último, en esta fase de preparación de las latencias, éstas fueron sometidas a una transformación logarítmica para atenuar la asimetría positiva de su distribución y, así, acercarla a la normalidad.
Efectividad de la manipulación y efectos IAT
Se calculó la latencia media de cada participante en cada bloque de items críticos, lo que permitió hallar el efecto IAT restando el tiempo medio del bloque compatible con el favoritismo endogrupal (blanco-bueno y gitano-malo) del tiempo medio del bloque incompatible (gitano-bueno y blanco-malo). Por consiguiente, una latencia media positiva indicaba favoritismo endogrupal. Asimismo, se calculó la media de los logaritmos de los tiempos para cada participante y bloque (compatible e incompatible). La figura 1 muestra las medias no transformadas que cada grupo obtuvo en los bloques consistente e inconsistente con el prejuicio. Por su parte, en la tabla 1 se presenta el efecto IAT global, así como los efectos IAT parciales para cada grupo y ordenación de los bloques de items.
En primer lugar, se llevó a cabo un ANOVA mixto en el que se introdujeron los tres factores del diseño, tomando como variable dependiente los logaritmos de las latencias de respuesta. Se hallaron dos efectos principales, uno debido al grupo, F (1, 60)= 12.05, p= .001, ηp2= .167, y otro debido al tipo de bloque, F (1, 60)= 367.22, p= 10-27, ηp2= .860. Como se observa en la figura 1, las latencias del grupo de control son más elevadas que las del grupo experimental en ambos bloques de items críticos. Si se toman conjuntamente los tiempos de los dos bloques, el grupo de control sigue caracterizándose por una latencia media superior (M= 1.107 ms) a la del grupo experimental (M= 939 ms). No obstante, el tamaño del efecto es moderado. El segundo efecto principal tiene, sin embargo, una magnitud mayor: los tiempos de respuesta en el bloque compatible (M= 876 ms) son considerablemente más cortos que en el incompatible (M= 1.170 ms). Por último, el tercer efecto hallado en el ANOVA se debe a la interacción de ambos factores, grupo y bloque, F (1, 60)= 3.87, p= .054, si bien su tamaño es muy pequeño, ηp2= .060. En cuanto al sentido de esta interacción, en la figura 1 se observa que los grupos difieren en mayor medida en el bloque incompatible que en el compatible. Conjuntamente, este patrón de resultados apunta, por tanto, hacia la reducción del favoritismo endogrupal en el grupo experimental.
El análisis de los efectos IAT sirvió, además, para obtener más información sobre las diferencias ya encontradas. De acuerdo con el segundo efecto principal del ANOVA anterior, el efecto IAT global (294) difiere claramente de 0, t (63)= 18.92, p= 10-27, y, atendiendo a su tamaño, se podría considerar de una magnitud notable, d= 1.42 (convencionalmente, d= 0.8 es considerado ya un tamaño grande). Asimismo, el efecto sigue demostrándose diferente de 0 y de un tamaño considerable tanto en el grupo de control (efecto IAT= 343, d= 1.59, t (31)= 13.84, p= 10-15) como en el experimental (efecto IAT= 245, d= 1.54, t (31)= 13.64, p= 10-14), si bien la comparación de los efectos de ambos grupos se resuelve a favor del grupo de control, t (62)= 1.99, p= .051, d= .50. Aunque los dos tamaños del efecto IAT se encuentran muy próximos en los dos grupos, la diferencia media estandarizada entre ambos efectos IAT tiene un tamaño convencionalmente admitido como intermedio (d= .50), lo que sugiere que, si bien la intervención experimental no ha distanciado considerablemente a los participantes de sus homólogos del grupo de control, al menos ha sido efectiva en su misión de suavizar el prejuicio automático.
Medidas explícitas de favoritismo y relación con el efecto IAT
En el autoinforme que se solicitó al final del test sobre el grado de preferencia y simpatía por blancos y gitanos, los participantes manifestaron una ligera preferencia por el endogrupo (M= 2.56), t (63)= -6.59, p= 10-8, así como una simpatía mayor por el grupo de pertenencia (M= 6.08) que por el exogrupo (M= 4.95), t (63)= 6.389, p= 10-8, d= 0.66. Debe observarse que el tamaño de este efecto es inferior al efecto IAT global, d= 1.42, de lo que se deduciría que el favoritismo endogrupal implícito es más elevado del que se está dispuesto a admitir o del que se tiene conciencia. No obstante, éste es también significativo. A partir de este resultado, se analizó la variabilidad explicada por el tipo de grupo (experimental vs. control) en las puntuaciones de preferencia y simpatía diferencial, sin poder atribuir ninguna capacidad explicativa a esta variable, ni en el caso de la preferencia, t (62)= 0, p= 1, en el que hubo una coincidencia total en las medias muestrales (Ms= 2.56), ni en el caso de la simpatía diferencial, t (62)= -1.432, p= .157 (Mco= 0.87, Mex= 1.37).
Por último, las correlaciones del efecto IAT con las puntuaciones de preferencia (r= -0.20, p= .108) y con las de simpatía diferencial (r= 0.13, p= .294) no alcanzaron significación, mientras que sí lo hicieron entre sí las dos distribuciones de puntuaciones explícitas (r= -0.711, p= 10-11) (todas las correlaciones en las que intervienen las puntuaciones de preferencia son negativas porque los puntos altos de la escala de éstas indican favoritismo exogrupal).
Discusión y conclusiones
Por primera vez, se ha encontrado que la inducción de experiencias de fracaso en el logro de una meta igualitaria y altruista es capaz de elicitar un proceso evaluativo compensatorio dirigido a mitigar el estado de ausencia de autocompletitud simbólica. Este fenómeno se sumaría a las predicciones de las teorías de la discrepancia sobre la compensación de la disonancia (Higgins, 1989; Wicklund y Gollwitzer, 1982), y formaría parte de la función autorreguladora en fases implícitas que se ha asignado a las metas temporales (Blair, 2002; Moskowitz, 2001; Kunda y Spencer, 2003), que no solo incluiría efectos cognitivos —inhibición de la activación de las creencias estereotipadas—, sino también afectivos —reducción del prejuicio—. El cambio del favoritismo endogrupal implícito no implicó, sin embargo, la anulación de éste, sino su suavización como consecuencia de la intervención. Naturalmente, con una manipulación de tan solo unos minutos no resulta posible eliminar la activación evaluativa provocada por categorías sociales fuertemente asociadas a ella durante largo tiempo.
Asimismo, los resultados tienen implicaciones para la investigación cognitiva de los últimos años que ha limitado la generalización de Devine (1989), apoyando indirectamente la idea de que la activación de una representación estereotipada no tiene por qué ser siempre automática. Al quedar debilitado el prejuicio, se des-automatizarían los procesos implicados en la activación y uso de los estereotipos (Monteith y Voils, 2001), o, al menos, se reducirían significativamente (Lepore y Brown, 2002), reequilibrándose la cognición en un proceso que también supondría la reducción de la distancia entre el grupo estereotipado y el Yo (Briñol, Horcajo, Becerra, Falces y Sierra, 2003). De igual forma que las estrategias que han demostrado su eficacia en la evitabilidad de la estereotipia y el prejuicio automáticos (véase revisión en Blair, 2002; véase también Kunda y Spencer, 2003), la evidencia aportada pone de manifiesto que las metas se encuentran entre las estructuras cognitivas que pueden potenciar o inhibir el prejuicio implícito. Las reacciones afectivas de carácter primario o prejuicios genuinos que operan espontáneamente se reducirían, en este caso, en virtud de los mecanismos inhibitorios puestos en marcha por la necesidad de compensar el fracaso en el logro de una meta deseable.
El automatismo evidenciado no se encuentra originado de manera inmediata en las características del entorno, sino en factores internos del perceptor —metas—. Esta conclusión limita la validez de la conceptuación que sostiene que la mayor parte de la vida de las personas está condicionada por procesos mentales activados por factores situacionales (Bargh, 1999; Bargh y Chartrand, 1999; Dijksterhuis y Bargh, 2001). Junto a este tipo de causalidad, existirían también procesos internos que condicionan las reacciones evaluativas.
La evaluación explícita, sin embargo, no se vio alterada, en el estudio realizado, por la accesibilidad de la meta igualitaria/altruista. De manera coherente con este hecho, no se hallaron correlaciones significativas entre la medida implícita y las puntuaciones de autoinforme, resultado que replica el de otros trabajos (Briñol, Horcajo, Becerra, Falces y Sierra, 2002; Dasgupta, McGhee, Greenwald y Banaji, 2000; Dasgupta y Greenwald, 2001; Greenwald et al., 1998; Wittenbrink, Judd y Park, 2001). Esta constante sugiere que el constructo que subyace en ambos tipos de técnicas no es exactamente el mismo. Por ejemplo, en las medidas explícitas no se suele identificar el prejuicio genuino, es decir, el afecto negativo de carácter primario, subyacente, no adulterado, sino un prejuicio decolorado, muy matizado o, incluso, ya suprimido (Crandall y Eshleman, 2003), por lo que el prejuicio expresado suele ser más débil que el genuino. Así se demostró también en los datos recogidos en nuestro estudio, en los que el tamaño del efecto del prejuicio explícito fue menor que el del prejuicio automático. Recientemente, la revisión de Fazio y Olson (2003) ha llegado a una conclusión semejante, pero destacando el hecho de que lo productivo sería investigar las condiciones bajo las que ambos tipos de medidas coinciden y aquellas en las que no se demuestra ningún tipo de correspondencia o una correspondencia baja.
Por el momento, a pesar de todas las cuestiones que aún quedan pendientes de estudio, se ha evidenciado de forma novedosa cómo un proceso interno basado en la discrepancia puede atenuar el prejuicio automático. Ahora habrá que comprender mejor la dinámica interna de este proceso. El análisis de los factores mediacionales es una vía adecuada para hacer esto. Se podría especular, en principio, con la posibilidad de la intervención de un mecanismo de aproximación afectiva entre el Yo y los miembros de grupos estereotipados, y entre el endogrupo y los exogrupos. Se sabe, por ejemplo, que esta mediación empática, provocada a través de una estrategia de toma de perspectiva, es útil para lograr una evaluación más positiva de los miembros prejuiciados y de los mismos grupos prejuiciados (Galinsky y Moskowitz, 2000; Vescio, Sechist y Paolucci, 2003). Ésta y otras vías, como la atribucional (Betancor, Leyens, Rodríguez y Quiles, 2003; Vescio et al., 2003), deberán ser contempladas entre los factores que median entre las estrategias basadas en metas y la modificación de las creencias y evaluaciones automáticas sobre grupos estigmatizados. La misma atención requieren las variables moduladoras, cuyo análisis puede contribuir a delimitar las condiciones en las que las intervenciones aplicadas tienen una mayor probabilidad de lograr los efectos previstos. Por último, no debería aplazarse la traducción de los hallazgos de la investigación básica a formatos más aplicados en todos aquellos ámbitos sociales en los que la estereotipia y el prejuicio siguen siendo disfuncionales para personas y grupos.
Agradecimientos
El estudio sobre el que se informa en este artículo formó parte del proyecto BSO2000-0916, financiado con una ayuda del Programa Nacional de Ciencias Sociales del Plan Nacional I+D+I del período 2000-2003 (Ministerio de Ciencia y Tecnología).
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