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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
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Psicothema, 2004. Vol. Vol. 16 (nº 4). 632-638




LA CODEPENDENCIA EN FAMILIARES DE CONSUMIDORES Y NO CONSUMIDORES DE SUSTANCIAS PSICOACTIVAS

Diana Delgado Delgado y Augusto Pérez Gómez

Programa Presidencial para Afrontar el Consumo de Drogas «RUMBOS»

El presente artículo es una continuación del trabajo publicado recientemente por Pérez y Delgado (2003). Se exploraron las diferencias entre las variables medidas en sujetos con y sin una relación afectiva importante con un consumidor de sustancias psicoactivas. Los resultados muestran valores significativamente más altos en cinco variables en el primer grupo, lo que confirma la hipótesis central de este estudio. Se confirmó un hallazgo de la primera fase, a saber: que el sexo no tiene una influencia significativa en la explicación de la codependencia; los análisis realizados a través de regresiones múltiples lineales y logísticas indican que solo el haber tenido padres con un estilo de autoridad coercitiva, y los niveles altos de conducta de ayuda auto-negligente, discriminan entre la condición de tener o no un vínculo con un consumidor de drogas. Se examinan algunas implicaciones prácticas de estos hallazgos.

Codependency in families of drug users and non-users: Phase II. The article presented here is an extension of a previous study recently published by Perez y Delgado (2003), in which statistical differences between the measured codependency variables were found in two sample groups characterized by having and not having an emotional relationship with a drug-dependent significant other. The present findings indicate that there is no statistical significance to support the influence of gender on the prediction of codependency. In addition, linear multiple regression and logistic regression analyses show that the variables that discriminate between the condition of having or not having an affective bond with a drug-dependent person are: early exposure to a coercitive parenting style during childhood, and high levels of self-neglecting/altruistic behavior patterns. Some practical implications of the presented findings are discussed.

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La codependencia se ha definido como un patrón de comportamiento que se caracteriza esencialmente por el mantenimiento de una relación de dependencia afectiva con una persona que, a su vez, es controlada por un objeto de dependencia, que puede o no ser de tipo afectivo (Pérez y Delgado, 2003). Aun cuando en general se hace uso del término de codependencia para referirse a un comportamiento que es característico de las esposas o madres de personas dependientes del uso de sustancias psicoactivas, no existen suficientes estudios que apoyen este concepto (Haaken, 1990; Harper y Capdevila, 1990).

Con el fin de prevenir la utilización de términos falaces, la verificación empírica rigurosa con respecto de un orden conceptual establecido se hace imprescindible. El examen psicométrico de un conjunto de ítems que corresponden a comportamientos sistemáticamente asociados con la codependencia, agrupados a priori en subescalas por los autores (Pérez y Delgado, 2003), mostró tres categorías básicas de definición del fenómeno de estudio: Focalización en el otro (FO), No Afrontamiento (NA) y Necesidad Autonegligente de Ayudar (NAA). Esta última categoría emergió como un tercer factor que reemplazó al factor hipotético de Sobre-control inicialmente propuesto por los autores, cuyos ítems mostraron altas correlaciones con los del factor FO. En el presente trabajo se analizará la naturaleza de las asociaciones entre estas variables y algunos aspectos personales y familiares frecuentemente relacionados con aproximaciones explicativas de la codependencia.

En oposición a la hipótesis de que la codependencia es una entidad clínica que debe incluirse en la clasificación de los desórdenes del comportamiento y que afecta especialmente a las mujeres que tienen una relación con un consumidor (Hughes-Hammer, Martsolf y Zeller, 1998; Mc Crady y Epstein, 1996; McKay, 1996; Pérez y Goldstein, 1992), se propone que el término hace referencia a un tipo particular de vinculación interpersonal caracterizado fundamentalmente por la dependencia afectiva (Pérez y Delgado, 2003). En esta relación, el consumo de sustancias es una condición más accidental que necesaria, que sin duda agudiza la disfuncionalidad de la relación, lo cual, a su vez, puede mantener el comportamiento del consumidor. Para evaluar este planteamiento, los atributos definitorios de la codependencia y algunas variables asociadas se midieron en dos grupos de sujetos que se diferencian por el hecho de tener o no una relación con un consumidor de sustancias psicoactivas.

En el presente estudio se pretende establecer si los criterios definitorios del fenómeno de codependencia: FO, NA y NAA, discriminan entre las personas que tienen un familiar consumidor de sustancias y entre los que no presentan esta condición. Los objetivos específicos son los siguientes: en primer lugar, establecer si existe relación de causalidad estadística entre las variables que definen el constructo de codependencia y los factores asociados a éste (tipo de relación de control aprendido durante la infancia y baja autoestima). En segundo lugar, determinar si existe poder predictivo en la variabilidad de la presentación de los tres atributos indicativos de codependencia, con respecto a la probabilidad de tener o no un vínculo afectivo significativo con una persona dependiente de sustancias psicoactivas. Por último, se trata de identificar la relación entre los diferentes tipos de vinculación con una persona consumidora de drogas, en los grupos en los que se presentan los índices más altos y los más bajos de las variables que definen la codependencia.

Método

Sujetos

Se utilizó una muestra de conveniencia que incluyó un total de 330 sujetos que participaron voluntariamente en el estudio. La muestra se seleccionó bajo los siguientes criterios: a) ser residentes de Bogotá; b) haber vivido en la ciudad durante los últimos cinco años; y c) tener entre 16 y 75 años. No se consideraron criterios de sexo ni de estrato en la selección debido a que esta información permitió explorar si el comportamiento de las variables medidas está asociado a alguna de estas dos condiciones. La muestra se subdividió en dos grupos: el primero incluyó personas que tenían una relación emocionalmente cercana con un consumidor crónico de sustancias psicoactivas (n= 159) y el grupo control incluyó personas que no tenían ni habían tenido en el pasado una relación cercana con una persona consumidora de sustancias (n= 171).

La edad promedio de los sujetos participantes del estudio fue de 36,67 años, con una desviación típica de 11,92; el error estándar de la media es de 0,65. Las edades más atípicas y que, por lo tanto, se encuentran en los extremos de la curva, están entre los 16 y los 20 años y entre los 59 y los 74 años. El 61,52% de los sujetos entrevistados fueron mujeres (n= 203), mientras que el 37,88% fueron hombres (n= 125). Dos sujetos no llenaron la casilla correspondiente.

En el grupo de codependientes no se encontraron esposas; la mayoría eran las madres de los consumidores (50,94%), seguidas por los padres (17,61%) y las hermanas (16,98%). El 10,06% era «otros familiares».

Instrumentos

Los instrumentos utilizados para este análisis son los mismos que se describen en la sección «Instrumento» de la primera fase del estudio (Pérez y Delgado, 2003): a) FO, con 10 ítems (α= 0,81); b) NA, con 13 ítems (α= 0,85); y c) NAA, con 6 ítems (α= 0,75). Esta última subescala está constituida por ítems que hacen referencia a comportamientos en los que el individuo se involucra, más allá de lo esperado, o más allá de lo razonable, en conductas orientadas a solucionar los problemas de las personas emocionalmente cercanas, con una implicación de abandono de las necesidades propias. Esta variable se diferencia de FO en que esta última incluye la descripción de conductas que tienen implicaciones de control excesivo y manipulativo sobre el comportamiento del otro. En cuanto a las variables asociadas al concepto de codependencia, las escalas quedaron conformadas así:

  1. - Aspectos personales: a) Autoestima, con 15 ítems (α= 0,90), y b) Depresión, con siete ítems (α= 0,71). Debido al bajo valor del alfa de Cronbach, y a la superposición de ítems de autoestima y depresión observada en el análisis factorial, solamente se utilizó la variable autoestima en el presente análisis.
  2. - Aspectos familiares y de crianza: a) Control Emocional, con 13 ítems (α= 0,90), y b) Control Conductual, con seis ítems (α= 0,77).

Las definiciones de cada una de las variables del estudio, así como la fuente y descripción de la construcción de los ítems, se encuentran en la sección «Instrumento» de la primera fase del presente estudio (Pérez y Delgado, 2003).

Procedimiento

La información correspondiente al grupo de personas vinculadas emocionalmente con una persona consumidora de sustancias (al cual desde ahora por razones prácticas llamaremos codependientes), se recolectó mediante la aplicación del instrumento arriba descrito a las personas que se encontraban visitando a sus familiares o amigos recluidos en una institución de rehabilitación.

El equipo encargado de este proceso convocaba a las personas que reunían los criterios de selección de la muestra, explicaba el propósito de la investigación, hacía énfasis en la confidencialidad de la información, repartía los cuestionarios a las personas que accedían voluntariamente a participar en la investigación y explicaba detalladamente la forma correcta de diligenciar el instrumento. Aunque la aplicación del instrumento se realizó de forma individual, los respondientes se reunieron en grupos de cinco personas para facilitar la supervisión por parte de uno de los miembros del grupo de investigación.

Las personas del grupo control se contactaron en lugares públicos de la ciudad de Bogotá. A estas personas se les explicaban los objetivos de la investigación y se concertaba una cita para la aplicación del instrumento. Como retribución por la colaboración en el estudio, todos los participantes recibieron libros, manuales, vídeos y material publicitario y educativo de prevención del consumo de drogas, publicado por el Programa Presidencial RUMBOS, de Colombia.

Resultados

Análisis preliminares

Las variables medidas mostraron un comportamiento normal en términos de su distribución, lo cual se sustenta en los estadísticos descriptivos que se presentan en la Tabla 1.

Para el análisis de regresión que pretende comprobar un modelo en el que la baja autoestima y los estilos de ejercicio del control y la autoridad parental actúan como variables predictoras de la presentación del fenómeno de la codependencia, se construyó la variable codependencia a partir de los promedios de las mediciones de sus elementos definitorios: FO, NA y NAA.

Con el fin de descartar la existencia de colinealidad en las asociaciones entre las variables del estudio y de explorar la significación y la dirección de dichas asociaciones, se realizó una matriz de correlaciones entre las variables intervinientes en los análisis posteriores. En la Tabla 2 se presentan los coeficientes de correlación de Pearson calculados para cada pareja de variables. Ninguna de las correlaciones obtenidas fue mayor a 0,90, por lo que pueden ser consideradas como asociadas a constructos diferentes. El mayor coeficiente obtenido corresponde a la asociación entre baja autoestima y NA (r= 0,75, p<0,01). Las correlaciones entre los indicadores de medida de la codependencia son las siguientes más altas con coeficientes superiores a 0,60, con excepción de la correlación entre NA y NAA, que obtuvo un coeficiente más bajo que el de FO y NA, por una parte, y FO y NAA, por otra. En estas dos últimas asociaciones, los coeficientes altos se explican porque las variables comparten como punto fundamental la descripción de una relación centrada en el otro. Las altas correlaciones positivas significativas entre las tres mediciones de codependencia apoyan la propuesta de que su presentación conjunta hace parte de un solo constructo.

Por otra parte, las variables que se refieren a los tipos de control o de vínculo de autoridad ejercido por los padres durante la infancia correlacionan positivamente con las variables de codependencia; sin embargo, el coeficiente de asociación es menor que el que se observa entre los tres componentes del constructo. El Control Conductual, aquel en el que la autoridad parental se ejerce a través de reglas y medidas restrictivas contingentes con el comportamiento de los hijos, es el que presenta las menores correlaciones en comparación con las demás variables.

Las correlaciones entre Control Conductual y FO y entre Control Conductual y NA fueron las más bajas. En contraste, el ejercicio del control emocional que se caracteriza por la coerción a través de la manipulación y la condicionalidad del afecto, obtuvo un alto coeficiente de asociación con los valores de las tres medidas de codependencia, y en especial con la variable NA (Ver Tabla 2).

Se encontraron altos coeficientes de correlación entre baja autoestima y NA, FO y control emocional. Se observó también una asociación significativa (aunque inferior a las anteriores), entre baja autoestima y NAA. Por otra parte, se obtuvo un coeficiente de correlación muy bajo entre baja autoestima y el ejercicio del control conductual durante la infancia.

Análisis de Regresión Múltiple Lineal

Con el propósito de identificar la proporción de varianza de codependencia explicada por la baja autoestima y por las dos dimensiones de control parental ejercido durante la infancia, se realizó un análisis de regresión múltiple jerárquica (por pasos) en el cual las variables entraron una a una en la ecuación de regresión, dejando para el final las variables de las que se esperaba una mayor contribución en la explicación de la varianza de la variable dependiente.

El análisis se dividió en cuatro pasos. En el primero, entraron simultáneamente en la ecuación las variables demográficas de interés como sexo, edad y grupo, con el fin de identificar su contribución conjunta a R2. En un segundo y tercer paso se añadieron control conductual y control emocional, respectivamente, y finalmente, en el último paso, se ingresó baja autoestima.

Las variables que entran en el primer paso aparentemente son las de mayor importancia en términos de la proporción de varianza explicada debido a que no se ha aislado aún la influencia de sus asociaciones con el resto de las predictoras. La secuencia propuesta permitió determinar en el último paso del análisis, si la baja autoestima y el control emocional ejercido por los padres durante la crianza, contribuyen significativamente a la predicción de las conductas codependientes una vez eliminada estadísticamente la influencia de las covariadas.

Adicionalmente, se calculó el peso de cada una de las predictoras sobre la variable dependiente, el cual se presenta tanto en valores estandarizados de coeficientes beta, como en coeficientes beta no estandarizados. El coeficiente sr2 de cada variable predictora, o coeficiente de correlación semiparcial, representa el valor que se incrementa en R2 en virtud de su contribución a la explicación de las conductas codependientes reportadas. Al utilizar el método de regresión jerárquica, los coeficientes beta y el valor de ΔR2 que indican la contribución de las últimas variables que se introducen en la ecuación hacen referencia solamente a la proporción de varianza explicada por ellas sin tener en cuenta la varianza que éstas comparten con las demás predictoras; es decir, la que corresponde a la correlación entre ellas.

Para cada uno de los análisis de regresión se realizó un examen del comportamiento de los datos con el propósito de identificar casos extremos multivariados; es decir, aquellos productos de relaciones entre variables que constituyen valores que se apartan considerablemente del comportamiento del conjunto. Se consideró importante la detección de estos valores para asegurar un ajuste adecuado de la solución de regresión a la tendencia general de los datos. Para este análisis de casos extremos multivariados se calculó la distancia Mahalanobis y la distancia de Cook como parte del análisis. En ningún caso se obtuvo una distancia Mahalanobis superior al valor crítico: χ2 (6)= 22,45, p<,001.

Tampoco se encontró algún caso con una distancia de Cook superior a 1,00, lo cual indicaría que si el caso es eliminado se produciría un cambio importante en los coeficientes de regresión. El valor máximo obtenido en distancias de Cook fue 0,05. El análisis de los residuos no justificó la exploración de asociaciones curvilíneas y mostró índices adecuados de normalidad, linealidad y heteroscedasticidad entre las variables. Ninguno de los residuos estandarizados excede el valor crítico de 3,29. Los coeficientes obtenidos del análisis de regresión múltiple jerárquico se presentan en la Tabla 3.

Para el primer paso del análisis de regresión correspondiente a la explicación de las conductas codependientes se obtuvo un R2 significativo con F (3, 324)= 25,80, p=0,01. Esto indica que la edad, el hecho de ser hombre o mujer y la condición de tener o no un vínculo importante con un consumidor de sustancias psicoactivas, explicaron conjuntamente el 19% de la varianza de las conductas codependientes, con un peso β significativo solamente para la variable grupo que muestra una relación entre el hecho de tener un vínculo con un consumidor y el reporte de altos valores en las escalas de codependencia. Las variables sexo y edad obtuvieron coeficientes estandarizados beta muy bajos y no significativos.

En el segundo paso del análisis se obtuvo R2= 0,30, F (4, 323)= 36,08, p=0,01, lo cual indica que el 30% de la varianza de conductas codependientes está explicada significativamente por las variables demográficas y por control conductual, con un peso significativo similar para ambas variables. La proporción de varianza atribuida únicamente a control conductual corresponde al 11% de la varianza explicada por el conjunto de las predictoras ingresadas hasta el momento en la ecuación.

En el tercer paso, se observa que el conjunto de variables independientes incluidas predicen significativamente el 48% de la varianza de los comportamientos codependientes. Se obtuvo R2= 0,48, F (5, 322)= 58,85, p<0,01. Al introducir la variable control emocional en la ecuación, se observa un decremento importante en los coeficientes β correspondientes a las variables grupo y control conductual, con respecto a los obtenidos en el paso anterior del análisis. En contraste, los coeficientes beta de la variable control emocional son significativamente altos. Esto indica que las fuentes de influencia de grupo y control conductual observadas en el paso dos se deben en gran parte a sus asociaciones con la variable control emocional. Los coeficientes de correlación de orden cero y semiparciales apoyan esta afirmación. La contribución única de esta variable a la proporción de varianza explicada por el modelo de predicción de la codependencia aislando la influencia de las demás independientes es de 0,16.

Finalmente, al introducir la baja autoestima en la ecuación se obtuvo un R2 significativo con F (6, 321)= 94,60 p=0,01, el cual muestra que la varianza de las conductas codependientes está explicada conjuntamente por edad, sexo, grupo, control conductual, control emocional y baja autoestima en un 64%. Del conjunto de variables predictoras propuesto originalmente, únicamente la edad y el sexo no obtuvieron betas estadísticamente significativos en la explicación de las conductas codependientes. Al controlar la influencia de las demás predictoras y la varianza atribuida a las correlaciones entre ellas y baja autoestima, se encontró que esta última variable contribuye en una proporción significativa (sr2= 0,16) a la varianza de las conductas codependientes.

Dentro de la solución al modelo de regresión resultante, las variables predictoras significativas de las conductas codependientes son en orden de importancia de su contribución a la explicación de la varianza: baja autoestima, con un peso considerablemente mayor que el de las demás independientes, control conductual, grupo y control emocional. La suma de los cuadrados de sus correspondientes coeficientes de correlación parcial indica que el R2 se reduciría en un 50% si éstas no fueran incluidas en la ecuación. El 14% restante representa entonces la varianza compartida que adiciona el total de los reportes de edad y sexo a R2, en virtud de la alta correlación entre estas variables.

Análisis de regresión logística

Una vez determinada la influencia de los factores de origen familiar y de la baja autoestima sobre las mediciones del concepto de codependencia, se realizó una regresión logística con el fin de establecer si el hecho de tener o no un vínculo familiar o afectivamente muy importante con una persona dependiente del consumo de sustancias psicoactivas, puede ser indicativo de una mayor o menor probabilidad de involucrarse en las conductas definidas como típicamente codependientes. Se determinó el poder predictivo de discriminación o clasificación de las características medidas de la codependencia (FO, NA y NAA) y de las variables asociadas con la codependencia, sobre la probabilidad de pertenecer al grupo control (sujetos sin historia vincular con una persona dependiente) o al grupo de sujetos que tienen actualmente una relación cercana con un consumidor crónico de sustancias o con una persona clínicamente diagnosticable como dependiente que se encuentra interna en una institución de tratamiento. Esto aportó evidencia empírica que permite aceptar o rechazar el supuesto de que la codependencia es un fenómeno o una disfunción de la conducta que es exclusiva, ya sea como causa, consecuencia o ambas cosas, de la convivencia con un consumidor de SPA.

El análisis se realizó con el método stepwise, en el cual se especifica en cada paso, ya sea una a una o por grupos, el orden de entrada de las variables predictoras. Adicionalmente, el análisis eliminó en cada paso las variables que afectaban negativamente la significación del modelo resultante con el método Forward Wald, el cual asegura que las variables que se incluyen en cada paso del análisis cumplen con los criterios estadísticos de predicción dentro del modelo.

Las primeras variables incluidas en la ecuación de regresión fueron edad y sexo. La variable que se refiere al estrato socioeconómico, al igual que en el análisis de regresión jerárquica lineal, no presentó un buen ajuste al modelo: ninguno de sus coeficientes B fue significativo. En el caso de la regresión logística, además de que los coeficientes beta observados fueron muy bajos, no se obtuvieron indicadores de riesgo significativamente diferentes a 1,00 y, por lo tanto, ninguna de las categorías era discriminativa. En un segundo paso se incluyeron las variables asociadas a la codependencia, es decir, control parental y baja autoestima. Finalmente, el tercer modelo incluyó las tres mediciones que describen y conforman el constructo de codependencia.

Al dejar estas variables en el último paso de la ecuación fue posible determinar si mostraban un aporte significativo en la predicción de la clasificación de los grupos, por encima de la influencia de las demás variables intervinientes. Se calcularon dos indicadores de bondad de ajuste para evaluar el modelo de regresión: X2 del modelo en cada paso del análisis, y el indicador de ajuste de Hosmer y Lemeshow. En la Tabla 4 se presentan los resultados del primer paso del análisis.

Aunque el sexo obtuvo un beta muy superior al que se observa para la variable edad, solamente en esta última se observó un beta significativo, con p<0,01. Para este paso se obtuvo un indicador de mejoría de la predicción de la clasificación de los casos en comparación con el modelo que sólo incluye la constante, X2 (1)= 46,46, p<0,01, un X2 del modelo inicial igual a 50,680 (2), p<0,01, y un indicador de ajuste de Hosmer y Lemeshow con X2 (8)= 34, 4092, p<0,01 con el 66,77% de los casos predichos correctamente por el modelo en general; 72,51% correctamente clasificados en el grupo control, y 60,51% correctamente clasificados dentro del grupo de sujetos con una relación afectiva importante con un consumidor.

Las variables control conductual, control emocional y baja autoestima se incluyeron a continuación. Como lo muestra la Tabla 4, el coeficiente beta correspondiente a la edad permanece inalterado con un valor muy bajo y con un indicador de riesgo no muy diferente de 1,00. La variable sexo no contribuye significativamente a la predicción y la variable control emocional, con un coeficiente beta considerablemente más alto que el de las demás variables independientes, muestra un indicador de riesgo superior a 1,00. Los altos valores de control emocional indican una mayor probabilidad de que un sujeto se involucre en una relación con un consumidor de sustancias psicoactivas.

Las variables control conductual y baja autoestima se eliminaron de la solución resultante, en la que las variables independientes predijeron correctamente el 71,65% de los casos, con 73,10% de los sujetos correspondientes al grupo control y el 70,06% de los casos pertenecientes al grupo de personas con un familiar consumidor de psicoactivos correctamente clasificados por el modelo. Se obtuvo para el modelo X2 (3)= 92,52, p<0,01; y X2 (8), p= 0,65, (Hosmer y Lemeshow), lo cual indica que no hay diferencias significativas entre el modelo predicho y un modelo perfecto estimado para los datos ingresados.

Por último, se incluyeron las variables que componen el concepto de codependencia (FO, NA, NAA). La Tabla 4 muestra que solamente NAA contribuye significativamente a la discriminación de los grupos, con un beta significativo más alto que el obtenido para control emocional. El indicador de riesgo de control emocional disminuyó. Los indicadores de esta variable y de NAA están por encima de 1,00 sin una distancia considerable entre sí, mientras que los indicadores de la edad y el sexo se mantienen iguales. FO y NA se eliminaron del análisis debido a que obtuvieron valores de B que se alejaban mucho de la significación estadística, según el coeficiente de Wald.

Estos resultados muestran que son fundamentalmente las variables NAA y control emocional las que incrementan la probabilidad de que un sujeto tenga o no un familiar o una relación con consumidor de psicoactivos, toda vez que hay un incremento en los valores de alguna o de ambas predictoras. La solución final predijo correctamente el 75% de los casos. Respectivamente, el 78,36% y el 71,34% de los sujetos del grupo control y del grupo de codependientes, fueron clasificados correctamente por la solución final. Se obtuvo X2 (4)= 118,09, p<0,01 para el modelo, y X2 (8)= 5,71, p= 0,67 para el indicador de ajuste de Hosmer y Lemeshow.

Relación entre patrones de consumo de SPA y las conductas codependientes de sus familiares

A partir de algunos datos sobre patrones de consumo reportados por los consumidores, se realizaron análisis adicionales que permitieron caracterizar el consumo de psicoactivos entre los familiares del grupo de codependientes y explorar las relaciones entre estos patrones y algunas variables de interés dentro del grupo de codependientes. Para esto, se contó con información de 138 consumidores, familiares de los codependientes que participaron en el estudio. Con los sujetos del grupo de codependientes se realizó un análisis bivariado entre el parentesco con la persona dependiente y niveles altos y bajos de la variable codependencia. Para esto, la variable codependencia se dividió por la mediana (2,09) y se dicotomizó en dos niveles de codependencia. Dentro del grupo de sujetos con un familiar consumidor (n= 159) se encontró que el 70,4% reportó niveles de codependencia superiores a la mediana y el 29,6% obtuvo valores de esta variable inferiores a la mediana. En el grupo control (n= 171) se observó que el 31,6% obtuvo niveles altos de codependencia, mientras que el 68,4% obtuvo niveles bajos en esta variable.

La mayoría de las madres y los padres que participaron en el estudio reportó altos niveles de codependencia (77,8% y 67,99%, respectivamente), mientras que en las hermanas de los consumidores la distribución es más homogénea.

Se examinaron además las diferencias entre variables como edad actual del consumidor, edad de inicio del consumo y un indicador de policonsumo (número de sustancias que la persona ha consumido), de acuerdo con niveles altos o bajos en los puntajes de codependencia reportados por sus familiares. Solamente 121 casos se incluyeron en el análisis debido a valores faltantes en algunas de las respuestas de los dependientes. Ninguna de las diferencias entre las medias de las variables de los sujetos con altos y bajos niveles de codependencia fue significativa.

Discusión

La segunda fase del estudio sobre codependencia se presenta como una continuación y profundización de los hallazgos de la primera fase (Pérez y Delgado, 2003), en la que además de la evaluación de las escalas para la medición de la codependencia y de algunos aspectos asociados se exploran las diferencias entre las variables medidas en los grupos de sujetos con y sin una relación afectiva significativa con un consumidor de sustancias psicoactivas. En la primera fase se encontró que los resultados de comparaciones entre las medias de los grupos mostraron valores significativamente más altos de FO, NA, NAA, baja autoestima, y aspectos relacionados con la crianza, en el grupo de personas con una relación con una persona consumidora de psicoactivos. Estos primeros hallazgos apoyaron la existencia de la codependencia como una condición que desarrollan quienes conviven o comparten una relación afectiva importante con un consumidor (Brown y Lewis, 1995; Cermack, 1986; Margolis y Zweben, 1998).

Los resultados de este estudio permiten responder con claridad a los tres objetivos propuestos. En la primera fase se encontró que ser hombre o mujer era menos importante de lo que inicialmente se había creído en la aparición de conductas codependientes (Pérez y Goldstein, 1992). Los resultados de la segunda fase aportan apoyo empírico adicional a este hallazgo. El sexo no mostró una influencia significativa en la explicación de la codependencia, aun al indagar su asociación sin controlar los efectos de su correlación con la baja autoestima, el control emocional y el control conductual. De hecho, aunque la mayoría de las madres de los consumidores obtuvieron altos niveles de codependencia, no se observó una asociación significativa en la distribución porcentual según parentesco y niveles de codependencia reportados.

El hecho de tener o no un vínculo afectivo con un consumidor tuvo un peso importante en la predicción de las conductas codependientes de los sujetos de la muestra en general. Sin embargo, al analizar específicamente si las mediciones de codependencia, de baja autoestima y de los aspectos familiares predecían adecuadamente la probabilidad de pertenecer al grupo control o al grupo de codependientes, se encontró que solamente el hecho de haber tenido durante la infancia padres con estilos de autoridad emocionalmente coercitivos, y los niveles altos de conductas de ayuda autonegligentes, discriminan adecuadamente entre la condición de tener o no un vínculo con un consumidor de sustancias psicoactivas.

Estos hallazgos dan sustento a la hipótesis central de este trabajo, en la cual se plantea que el fenómeno que se ha llamado codependencia es una forma de vinculación interpersonal que se caracteriza fundamentalmente por la dependencia afectiva. El consumo de alcohol o de otras sustancias es accidental, pero el tipo de relación característico de la codependencia puede, por supuesto, contribuir a mantenerlo, al igual que puede contribuir a mantener muchas otras conductas que no se relacionan con consumo (Brown y Lewis, 1995; Thombs, 1994). Hasta este punto, nada justifica el considerar este patrón de comportamiento como una categoría psicopatológica.

La evaluación de variables familiares es un área tradicional de estudio dentro de la prevención del consumo de drogas (Luengo, Villar, Gómez y Romero, 2003; Rodrigo et al., 2004), pero es mucho menos frecuente en el ámbito de los tratamientos. La identificación de ciertos comportamientos que facilitan el establecimiento de un vínculo emocional esencialmente caracterizado por la dependencia afectiva constituye una contribución importante del presente estudio para el trabajo terapéutico. Desde la práctica clínica es posible ejercer un rol preventivo una vez se hayan identificado con claridad los factores de riesgo que pueden contribuir a mantener vínculos caracterizados por consecuencias negativas de tipo personal y familiar. En el caso de las personas que dependen afectivamente de un consumidor de sustancias psicoactivas, el comportamiento del consumidor es controlado por el comportamiento de la persona codependiente y viceversa: la persona codependiente convierte al consumidor en su principal prioridad y vive en función de él (ella); en otras palabras, se impone como objetivo fundamental solucionar la dependencia del consumidor y en este esfuerzo lo protege. La atención de parte de otro afectivamente significativo (el codependiente) se convierte entonces en una ganancia secundaria que mantiene el consumo de la persona dependiente.

¿Por qué el comportamiento del codependiente no se extingue dado que sus esfuerzos recurrentes por evitar el consumo no son exitosos? Hay varias hipótesis, eventualmente complementarias, que deben ser exploradas: la existencia de ganancias secundarias; el logro ocasional de pequeños cambios que parecen prometedores; el temor a consecuencias peores si se abandona al consumidor; el sentirse en parte responsable de lo que ocurre; la ocurrencia intermitente de períodos de abstinencia que el codependiente asocia a su propia conducta… Todo esto es terreno fértil para nuevas investigaciones.

Por otra parte, será necesario investigar si el patrón de comportamiento codependiente se presenta de manera similar en problemas relacionados con compulsividad, como el juego patológico, la bulimia o las mal llamadas «adicciones sexuales». Si la hipótesis sugerida por los autores de este trabajo es correcta, la respuesta deberá ser afirmativa. Por ello, sería conveniente aplicar el instrumento propuesto también a los consumidores y a un subgrupo muestral adicional que incluya sujetos con otras conductas adictivas.

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