La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2000. Vol. Vol. 12 (nº 2). 229-235
Eliseo Chico Librán
Universidad Rovira i Virgili
El presente trabajo pretende estudiar las diferencias que puedan existir en el rasgo de Búsqueda de Sensaciones, en función de la edad y el sexo. Se ha utilizado la Escala de Búsqueda de Sensaciones Forma V de Zuckerman en una muestra de 532 sujetos, de los cuales 263 fueron hombres y 269 mujeres. Los resultados muestran diferencias significativas en función del sexo en tres de las cuatro subescalas (BEA, DES y SAB) y en la escala total. Las puntuaciones de la subescala de Búsqueda de Experiencias (BE) no mostraron diferencias en función del sexo. La muestra total mostró un declive a lo largo de la edad, aunque parece existir un ligero aumento en las puntuaciones en el grupo de edad de los 20-29 años, sobre todo en la muestra de mujeres, y un declive de forma pronunciada en el grupo de edad de 30-40 años, posiblemente asociado a procesos biológicos.
Sensation Seeking. The present paper studies the differences in the trait level of Sensation Seeking, in function of the sex and age. The Sensation Seeking Scale, Form V (Zuckerman, Eysenck y Eysenck, Journal of Consulting and Clinical Psychology, 46, 139-149, 1978) was administered to 532 participants, 263 men and 269 females. The results show significant differences between sexes in three sub-scales (TAS, DIS and BS) and in the total scale. No differences were observed for the Experience Seeking (ES) scores. The total scores tendet to decline with age eve though a slight increase seem to exist for the 20-29 age group, particularly in the females. There is a strong decrease in the scores for the 30-40 age group, possibly associated with biological processes.
El concepto de búsqueda de sensaciones fue desarrollado por Zuckerman y otros (Zuckerman, 1979, 1984a, 1990; Zuckerman, Eysenck y Eysenck, 1978) y ha merecido una considerable atención desde su desarrollo original. La búsqueda de sensaciones es un rasgo de personalidad que Zuckerman (1979) considera como una necesidad de experimentar variadas y complejas sensaciones y el deseo de correr riesgos físicos y sociales, por el simple deseo de disfrutar de tales experiencias.
El término «búsqueda» hace referencia a que el rasgo a que nos estamos refiriendo se expresa de forma activa. Se utiliza el término de «sensación» en lugar de «estimulación» porque es el efecto sensorial de la estimulación externa la que cobra mayor importancia para definir su valor como refuerzo primario. El buscador de sensaciones elige los estímulos externos que maximizan sus sensaciones. Este término se utiliza también en contraste con el de «cognición», ya que no es posible equiparar la búsqueda de sensaciones con la curiosidad intelectual a nivel cognitivo, aunque ambos términos no sean incompatibles. Este último no es una expresión típica del rasgo definido por la búsqueda de sensaciones.
Cuando se habla de riesgos se está haciendo referencia a la probabilidad valorada de un resultado negativo. El alto buscador de sensaciones se caracteriza por su tendencia a hacer aquellas cosas que un bajo buscador de sensaciones consideraría peligrosas y arriesgadas, la diferencia entre unos y otros es la distinta valoración que se hace del riesgo.
El buscador de sensaciones optará por aquellos estímulos sensoriales y sociales (arte, música, actividades físicas, vestidos, amigos, drogas, relaciones sexuales, etc...) capaces de producir sensaciones inusuales.
La búsqueda de sensaciones se ha conceptualizado como una característica con base biológica (Zuckerman, 1983). Distintas medidas bioquímicas y psicofisiológicas, tales como los niveles de monoaminoxidasa (MAO) (Fowler, von Knorring y Oreland, 1980; Ward, Catts, Norman, Burrows y McConaghy, 1987), el promedio de potenciales evocados (Lukas, 1987; Orlebeke, Kok y Zeillemaker, 1989) y niveles de testosterona (Daitzman, Zuckerman, Sammelwitz y Ganjam, 1978) han mostrado que mantienen una relación con el rasgo de búsqueda de sensaciones. Los sujetos con altas puntuaciones en búsqueda de sensaciones, suelen tener bajos niveles de MAO, teniendo este hecho muchas consecuencias en el funcionamiento psicofísico del sujeto. Así, los sujetos con bajos niveles de MAO tienden a tener altas puntuaciones en el rasgo, tienen respuestas de orientación intensas y débiles respuestas de defensa, su nivel de activación cortical es crónicamente inferior al de los sujetos con bajas puntuaciones en la dimensión de búsqueda de sensaciones. Igualmente, este funcionamiento fisiológico tiene importantes efectos en el nivel de regulación neuroendocrina, especialmente en lo que hace referencia a las hormonas sexuales (ver Zuckerman, (1994) para un examen más detallado). Fulker, Eysenck y Zuckerman (1980) analizaron las contribuciones genéticas y ambientales al rasgo de búsqueda de sensaciones en una muestra de gemelos y los resultados indicaron que más de la mitad de la varianza (58%) de la búsqueda de sensaciones se podría atribuir a la herencia, y por consiguiente cabría pensar que parte de la varianza se deba a factores de socialización. De hecho, Zuckerman y alt. (1978) se muestran bastante cautos sobre la generalización de la correspondencia transcultural y trans-sexual en los factores de búsqueda de sensaciones a otras culturas, sobre todo cuando se necesita una adaptación de la escala. Como se ha señalado antes, también las variables ambientales puede influir en el rasgo de búsqueda de sensaciones. En este sentido, un estudio de Ball, Farnill y Wangemen (1984) proporcionó apoyo a la influencia no genética en la búsqueda de sensaciones y un estudio llevado a cabo por Serrano y alt (1996) señala que conductas como el consumo de drogas y conductas de riesgo social, conductas que estarían dentro de la dimensión de búsqueda de sensaciones según señalan Andrew y Cronin (1997), son más frecuentes en los hombres que en las mujeres, señalando estos autores que estas diferencias se podrían deber a procesos de socialización. Señalan, igualmente, que el patrón diferencial se muestra también en el comportamiento sexual, con una edad de inicio en los hombres más temprana, producto de una socialización distinta. En general, Serrano y at. (1996) vienen a señalar que las diferencias entre hombres y mujeres ponen de relieve la socialización desigual que los agentes sociales realizan en función del sexo: más instrumental y ligada al logro en el caso de los hombres y más expresiva y orientada al afecto en el caso de las mujeres, al menos en la adolescencia.
En este estudio se pretende investigar las diferencias individuales que pudieran existir en el rasgo de búsqueda de sensaciones en función de la edad y del sexo, y si los factores sociales y culturales pueden jugar algún papel en las posibles diferencias individuales en esta dimensión. En función de la literatura existente sobre el tema, abunda la opinión de que los hombres tienen, en general, mayores puntuaciones en el rasgo de búsqueda de sensaciones. Igualmente, los estudios llevados a cabo con esta escala señalan una correlación negativa con la edad, es decir, a mayor edad menor puntuación en las escalas.
Método
Sujetos
Los sujetos que componen la muestra del estudio son un total de 532 con una media de edad de 23.7 y una DS de 4.6. Del total de la muestra 263 son hombres, con una edad media de 24.59 y DS de 4.8, y 269 son mujeres, con una media de edad de 22.97 y una DS de 4.26. Por otra parte, del total de la muestra 146 eran estudiantes universitarios de la Universidad Rovira i Virgili y el resto eran familiares, amigos y conocidos de estos estudiantes que quisieron participar en el estudio. A parte de haber contestado previamente el cuestionario, a todos los estudiantes se les indicó las normas estrictas de aplicación que debían seguir a la hora de administrar el cuestionario a sus familiares, amigos o conocidos. La participación en el estudio fue voluntaria, todos los sujetos, tanto alumnos como no alumnos, fueron libres de realizar el cuestionario y a todos ellos se les informó de la confidencialidad de sus puntuaciones. Por otra parte, los cuestionarios que tenían algún ítem por contestar o que habían contestado a las dos alternativas de un ítem, fueron eliminados. De cara al estudio de la influencia de la edad en el rasgo de búsqueda se sensaciones, los sujetos fueron clasificados en grupos de edad de 17-19 años, 20-29, y 30-40. Esta clasificación se hizo para seguir el mismo criterio seguido por autores anteriores (Zuckerman y alt. 1978; y Ball y alt., 1984) y poder comparar nuestros resultados con los obtenidos por estos autores.
Instrumentos
En este estudio, todos los sujetos completaron la Escala de Búsqueda de Sensaciones Forma V (Zuckerman, 1978), según una traducción realizada por Tous (1984). Esta escala consta de 40 items, subdividida en cuatro subescalas de 10 items cada una de ellas: a) Búsqueda de emociones y aventuras (BEA); b) Búsqueda de experiencias (BE); c) Desinhibición (DES) y d) Susceptibilidad al aburrimiento (SAB). Cada subescala da lugar a una puntuación, existiendo además una puntuación total que sería la suma de las puntuaciones obtenidas en las cuatro subescalas. El formato de la escala es de elección forzosa de una de las dos alternativas de que consta cada uno de los 40 items. Zuckerman, Eysenck y Eysenck (1987) señalan fiabilidades internas de la escala total entre un rango de 0.83 a 0.86, y las fiabilidades establecidas para las otras cuatro subescalas en un rango entre 0.56 y 0.82. En este estudio las fiabilidades internas de las cuatro subescalas y escala total se calcularon mediante el coeficiente alpha de Cronbrach y aparecen en la Tabla 1, junto con las fiabilidades aparecidas en otros estudios anteriores de Zuckerman y alt. (1978 y de Ball y alt. (1884).
Como se puede comprobar en los tres estudios la fiabilidad de la escala SAB tiende a ser más baja que en las otras escalas. En nuestro estudio, también es esta escala la que presenta una menor varianza, y tal vez este hecho provocaría una disminución en la fiabilidad interna. Igualmente, se puede comprobar que las fiabilidades entre hombres y mujeres son muy semejantes, lo que de alguna forma invalida la crítica realizada por Ridgeway y Russell (1980), quienes a partir de un estudio llevado a cabo en una muestra canadiense. En este estudio en la muestra de mujeres aparecían fiabilidades muy desiguales comparadas con las encontradas en la muestra de hombres más homogéneas, por lo que estos autores pusieron en duda que la escala se pudiera considerar como una dimensión única en las mujeres.
Análisis y resultados
En la Tabla 2, se presentan las puntuaciones medias, desviaciones típicas y diferencias de medias encontradas en las cuatro subescalas y en la escala total, en función del sexo.
Como se puede observar la prueba t de significación de medias indica diferencias significativas en las subescalas BEA (t= 3.60, p <.000), DES (t= 5.47, p <.000), SAB (t= 3.89, p<.000) y en la escala total (t= 5.37, p<.000). En la subescala BE, la diferencia no es significativa (t= 1.71, p<.087). Estos resultados estarían en la línea de los encontrados por otros autores (Zuckerman y alt. 1978; Eysenck y Haapasalo, 1989; Forabosco y Rush, 1994; Gilchrist y alt., 1995). En todos ellos parece que existe una tendencia a mayor puntuación de los hombres sobre las mujeres en todas las subescalas excepto en la BE. En la Figura 1 se muestra el gráfico de las puntuaciones obtenidas por los dos sexos en las distintas subescalas.
Teniendo en cuenta que la teoría de Zuckerman señala efectos de la edad sobre el rasgo de búsqueda de sensaciones, se presenta en la Tabla 3 los cambios en puntuaciones obtenidas por los hombres y mujeres en todas las subescalas, en función de las tres franjas de edad señaladas anteriormente y los valores F calculados mediante análisis simple de varianza entre los distintos grupos de edad.
Como se puede observar aparecen diferencias significativas en función de la edad en la escala total (F=7.87, p.000), en la subescala de Búsqueda de emociones y aventuras (F= 10.26, p<.000) y en la subescala de Búsqueda de experiencias nuevas (F= 10.82, p<.000). En las otras dos subescalas aparecen diferencias por edad, pero no significativas. De todas formas, conviene señalar que es en la franja de 20-29 años, donde aparecen las puntuaciones más altas en la Escala total, BE, DES y SAB. En la Figura 2 se presentan el gráfico de las puntuaciones en la Escala total en función de la edad y el sexo.
Como se puede observar parece que la mayor diferencia en el rasgo, entre hombres y mujeres, se presenta en la primera franja de17-19 años y la menor diferencia en la franja de 30-40 años. Por otra parte, en la franja de los 20-29 años se produce una aumento en la puntuación, siendo más notorio este aumento en la muestra de mujeres.
De cara a poder valorar con más exactitud las puntuaciones en función de la edad y el sexo en nuestra muestra y poder compararla con otras muestras nacionales, se presentan en la Tabla 4 los cambios en puntuaciones, obtenidos en nuestra muestra comparados con los obtenidos en una muestra inglesa (Zuckerman y alt. 1978) y en una muestra australiana (Ball y alt., 1984).
Como dato significativo, se puede observar que la muestra australiana obtiene, en general, mayores puntuaciones, tanto en hombres como en mujeres. De hecho, los perfiles de las mujeres australianas son muy similares a los de los hombres de las otras dos muestras en las distintas edades muestreadas, y concretamente en la subescala BE se observa que las mujeres australianas aumentan en puntuación a medida que aumentan en edad, siendo en la segunda y tercera franja de edad superior incluso a la de los hombres australianos.
Se consideró apropiado establecer contrastes entre las puntuaciones de cada grupo de edad sucesiva con la suma de los grupos de edad más jóvenes. La Tabla 5 presenta los valores F según contraste y en función del sexo.
Se puede observar que en el primer contraste (17-19 vs 20-29), solamente se encuentra diferencia significativa en la subescala BE, tanto en la muestra de hombres (F = 2.89, p.004) como en la muestra de mujeres (F=3.40, p.001). En el segundo contraste (17-29 vs 30-40) encontramos diferencias significativas, en función de la edad, en la muestra de hombres en la subescala BEA (F= -4.34, p.000) y en la subescala DES (F= -2.59, p.010). En la muestra de mujeres se encontró diferencia significativa en la Escala total (F= -3.36, p.001) y en la subescala BEA (F= -2.54, p.012). En las Figuras 3 a 6, se representan los gráficos de las puntuaciones en cada una de las subescalas, en función de la edad y el sexo.
Se observa en la figura 3 un declive de BEA en función de la edad, más acentuado en los hombres que en las mujeres. En la figura 4, se observa un aumento de BE en la franja de edad de los 20-29 años, tanto en hombres como en mujeres.
En la Tabla 6 se presentan las correlaciones obtenidas entre las distintas subescalas y la escala total, en función del sexo y la edad.
Como se puede observar, en cuanto a la variable sexo, existen correlaciones positivas, altas y significativas, entre las distintas escalas y el sexo, excepto en la subescala BE que, como ya vimos antes, era la subescala en la que no existía diferencia significativa de puntuación en función del sexo. En cuanto a las correlaciones entre las escalas y la variable edad, se observa, en primer lugar, que las correlaciones son negativas, excepto en la subescala BE, y significativas con la subescala BEA (-.23, p .000) y con la Escala total (-.12, p .004).
De cara a poder comprobar también si las correlaciones entre las distintas variables investigadas, se comportaban de forma diferente en cada sexo, se compararon las correlaciones obtenidas entre las subescalas y escala total en cada sexo por separado. Los resultados indicaban una gran igualdad en el comportamiento de las variables. En la muestra de mujeres todas las correlaciones entre los distintos pares de subescalas fueron altamente significativos, mientras que en la muestra de hombres todas las correlaciones fueron significativas excepto en la correlación entre BEA-SAB (r= .04, p .505). Igualmente se observó que la subescala SAB era la que tenía las correlaciones más bajas con la Escala total, tanto en hombres como en mujeres.
Se realizó, finalmente, dos ANOVAS por separado de cara a determinar si la interacción de sexo por edad tenía influencias significativas en la puntuación de las distintas subescalas. En la Tabla 7 se presentan los resultados obtenidos.
Podemos observar que no se encontró ninguna interacción significativa sexo por edad en ninguna de las subescalas; que el efecto sexo fue significativo en todas las subescalas, excepto en la subescala BE; que el efecto edad, en su primera comparación, solamente fue significativo en la subescala BE y en la segunda comparación, fue significativo en todas las escalas, excepto en la subescala BE. Es decir, que la subescala BE parece que es independiente de sexo y que, además, existe una cierta tendencia a aumentar con la edad, sobre todo en la franja de los 20-29 años con respecto a la franja de 17-19 años.
Discusión
Tal vez, la primera conclusión que se pueda sacar, es que la crítica lanzada por Ridgeway y Russell (1980), en la que señalaban cierta dificultad en admitir que la escala de búsqueda de sensaciones se considerase como una única dimensión en las mujeres, debido a los distintos niveles de fiabilidades que ellos encontraron entre hombres y mujeres en las distintas subescalas, no parece que tenga mucho fundamento, si tenemos en cuenta las fiabilidades encontradas en nuestro estudio, en el estudio de Zuckerman y alt., (1978) y Ball y alt., (1984). En nuestro estudio, tanto las fiabilidades encontradas en la Escala total, como en las distintas subescalas, son similares en hombres y en mujeres y se aproximan a las encontradas en las muestras inglesa y australiana.
Por otra parte, igual que ocurrió en los dos estudios citados, inglés y australiano, las fiabilidades de la subescala SAB, tanto en hombres como en mujeres, se muestran más bajas que en las otras subescalas, lo que unido a que también es esta subescala la que presenta correlaciones más bajas con la Escala total y especialmente con la subescala BEA, podría indicar que esta subescala se encuentra en una esfera diferente de la personalidad, tal como señalan Ball y alt,. (1984) o que es un componente no demasiado fiable.
Los datos obtenidos en este trabajo señalan una mayor puntuación de los hombres en el rasgo de búsqueda de sensaciones. En principio, estos resultados irían a favor de la hipótesis biológica, en el sentido de que la testosterona parece estar relacionada positivamente con este rasgos (Zuckerman, 1983). No obstante, Zuckerman y alt. (1980), investigando los correlatos biológicos con el rasgo de búsqueda de sensaciones, señalan que las diferencias hormonales entre hombres y mujeres son equívocas e incluso señalan que los hombres que habían obtenido puntuaciones más altas en esta dimensión, eran también los más altos tanto en andrógenos como en estrógenos. Estos datos dejarían la puerta abierta a la influencia de los factores de socialización en la dimensión que estamos analizando. De hecho, las diferencias biológicas entre hombres y mujeres son bastante complejas y se interrelacionan y covarían con los efectos de la socialización.
Si se comparan los datos de las tres muestras, española, inglesa y australiana, se puede observar que las puntuaciones totales de las mujeres australianas son superiores a las obtenidas por las mujeres de las otras dos muestras nacionales e incluso son muy similares a las obtenidas por los hombres de las muestras inglesa y española (ver tabla 4). Estos resultados podrían ir a favor de la importancia de los factores de la socialización en el rasgo de búsqueda de sensaciones y que como dice Zuckerman y alt. (1978) hay que ser muy cauto a la hora de generalizar la correspondencia transcultural en los factores de búsqueda de sensaciones de una cultura a otra, debido a los efectos diferenciales de cada cultura en el rasgo. Por otra parte, se observa que en la muestra española de mujeres pertenecientes a la franja de 20-29 años, se produce un aumento de puntuación tanto en la Escala total como en las cuatro subescalas, e incluso estas puntuaciones son más altas que las obtenidas por los hombres españoles pertenecientes a la franja de 30-40 años. Tal vez estos resultados se podrían considerar como influidos por diferentes aspectos sociales, como por ejemplo, el creciente aumento del movimiento feminista de la mujer, fenómeno que se empieza a manifestar sobre todo en la franja de edad de los 20-29 años, así como por la incorporación de la mujer al mundo laboral, que también coincide en esta edad, aspectos que hacen a las mujeres ser más competitivas. En otros estudios llevados a cabo por Stacy, Newcomb y Bentler (1991) se investigó la posible influencia psicológica en la búsqueda de sensaciones. Los resultados indicaron que entre los potenciales predictores del rasgo de búsqueda de sensaciones podría estar la conformidad social, el apoyo social y el distrés emocional, circunstancias que también supondrían un apoyo a la hipótesis de la socialización y una amenaza a la hipótesis biológica considerada como único y máximo exponente del rasgo.
Como conclusión final, se podría señalar lo siguiente: a) que las diferencias sexuales en el rasgo de búsqueda de sensaciones parece que se puedan deber tanto a factores biológicos, como tradicionalmente se ha venido apuntando, como a factores de socialización; b) en cuanto a la edad parece existir una relación negativa entre edad y búsqueda de sensaciones, aunque no de una forma claramente lineal, ya que en la franja de los 20-29 años se produce un ligero aumento en las puntuaciones con respecto a las puntuaciones de la franja anterior (17-19) para caer de forma notoria en la siguiente franja de los 30-40 años y c) según los resultados obtenidos en este estudio cabe pensar que la subescala BE no se relaciona ni con la variable edad ni con la variables sexo (ver tabla 6).
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Aceptado el 11 de mayo de 1999