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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
  • Director: Laura E. Gómez Sánchez
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Psicothema, 2000. Vol. Vol. 12 (nº 1). 162-163




TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS Y TRATAMIENTO DE LA PSICOLOGÍA

Marino Pérez

Ed. Universitas, 1996

REVISION DE LIBROS / BOOK REVIEW

Lo que anima a ofrecer este comentario es que se refiere a un libro que no conviene que pase desapercibido para los psicólogos. Fácilmente, podría verse como cualquier otro texto más de terapia. Sin embargo, éste no es un texto cualquiera, sino que contiene algo distinto. En particular, se destacarían tres aspectos que lo distinguen y lo hacen distinguido. Pero antes que esto, téngase presente su contenido. El libro, de 1.000 páginas, se divide en diez grandes capítulos, agrupados en tres partes.

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Lo que anima a ofrecer este comentario es que se refiere a un libro que no conviene que pase desapercibido para los psicólogos. Fácilmente, podría verse como cualquier otro texto más de terapia. Sin embargo, éste no es un texto cualquiera, sino que contiene algo distinto. En particular, se destacarían tres aspectos que lo distinguen y lo hacen distinguido. Pero antes que esto, téngase presente su contenido. El libro, de 1.000 páginas, se divide en diez grandes capítulos, agrupados en tres partes.

La primera parte (seis capítulos) expone las perspectivas del tratamiento psicológico. En concreto, las siguientes. 1) El movimiento psicoanalítico, donde movimiento alude tanto a su propagación cultural como a las variaciones de su misma sinfonía doctrinal. El capítulo expone la doctrina clásica y sus principales reformas y variantes. En todo caso, la grandeza de Freud y el sentido de su obra quedan reconocidas dentro de lo que no deja de ser una demolición del psicoanálisis. Ahora bien, una demolición que contiene piedras angulares para toda psicoterapia (como son la transferencia, la resistencia y la interpretación). 2) La psicoterapia adleriana. Se trata de un enfoque poco y mal conocido que es, sin embargo, un saber básico en la psicología clínica. Así, por ejemplo, la noción adleriana de arreglo neurótico es utilizada a lo largo del texto, en la caracterización de los trastornos psicológicos. 3) El planteamiento fenomenológico y existencial del tratamiento psicológico. Aquí se exponen los conceptos básicos de estas doctrinas filosóficas, y las terapias bajo su inspiración (gestáltica, transaccional y existencial). Se habrá de apreciar que la importancia de la fenomenología y el existencialismo se mide más por el planteamiento que suponen de los problemas psicológicos (de interés para todo clínico), que por la inspiración de esas terapias en concreto. 4) La tradición humanista en psicoterapia. Siendo las dos piedras angulares del humanismo la retórica y la persona, se sitúan en esta tradición, respectivamente, la terapia estratégica y la terapia centrada en la persona. El capítulo ofrece una original exposición de los sofistas y de la retórica. En este sentido, es interesante ver al psicólogo como un tipo de sofista del mundo actual (junto a periodistas, abogados, científicos y en general todos los que quieren convencer de algo). Por otro lado, se hace un análisis de la retórica que tiene toda terapia y de la terapia que es todo retórica. 5) La hipnosis. Después de presentar su procedimiento y aplicaciones clínicas, se explica en términos de una teoría dramatúrgica, lo que permite desenmascarar sus funcionamiento. De este modo, la hipnosis se revela como una ceremonia de engaño y auto-engaño. 6) El enfoque cognitivo y el enfoque contextual de la terapia de conducta. Debido a que el autor se rige más por la lógica conceptual que por el usual recuento cronológico, la terapia de conducta se reparte en dos perspectivas, la que deriva en la terapia cognitiva y la que continúa en su línea contextual. Dentro de esta última, se destacan el análisis de la conducta verbal, la construcción del mundo privado y ciertas terapias innovadoras como la terapia de conducta dialéctica, la psicoterapia analítica funcional y la terapia de aceptación y compromiso.

La segunda parte (dos capítulos) expone la formas de investigación en el tratamiento psicológico. El capítulo siete versa sobre la metodología de investigación en psicoterapia y el ocho sobre la efectividad de los tratamientos psicológicos. En este último, se ve que no todas las psicoterapias son equivalentes, cuando se comparan en problemas concretos. Se incluye aquí la psicoterapia interpersonal (por su eficacia en la depresión y por no avenirse a ninguna de las perspectivas expuestas).

La tercera parte (dos capítulos) trata sobre la ciencia y el sentido común en psicología. El capítulo nueve muestra los usos y abusos de la ciencia en psicología, donde se aprecia una cierta ofuscación científica, así como una variedad de estrategias metacientíficas (que permiten ordenar y calibrar la potencia de las distintas escuelas). Según el autor, la psicología es científica por sus maneras, pero no es ni podría ser una ciencia. Siendo así las cosas, el capítulo diez clama por una psicología de la vida cotidiana, donde se propone combinar las maneras científicas con el sentido común. Ahora bien, no se refiere al sentido común espontáneo, que todo el mundo tiene en su ida por la vida (como si dijéramos una suerte de psicología espontánea), sino del sentido común del que está, por así decirlo, de vuelta de las cosas. Esta propuesta tiene, por lo pronto, dos implicaciones prácticas: por un lado, la difícil tarea de articular la comprensión subjetiva (punto de vista emic) y la explicación objetiva (punto de vista etic) y, por otro, la más difícil todavía de ejercer una función crítica del exceso de psicología (que contiene tanto la sociedad como la misma psicología).

Pues bien, un primer aspecto distintivo es el reordenamiento de las terapias de acuerdo con su propia lógica. Aunque las seis perspectivas destacadas son, en buena medida, las usualmente reconocidas, suponen sin embargo un recorte con más fundamento que el usual. Así, la psicoterapia adleriana se recorta de la tradición psicoanalítica y se ofrece con figura propia. Por su parte, la fenomenología recobra su sentido clásico europeo (adualista) de su degeneración interiorista americana (dualista), que es, lamentablemente, la que conocen los psicólogos. En esta línea clásica, la fenomenología y el existencialismo constituyen una piedra de toque sobre la que calibrar los problemas psicológicos (muchos de las cuales son antes que nada condiciones de la vida). En fin, la terapia de conducta se ofrece según los dos enfoques señalados (cognitivo y contextual), de modo que se ve con lógica lo que cronológicamente está confundido. Este nuevo orden conceptual permite ver ciertas afinidades entre las terapias, tan sorprendentes como fructíferas. Así, por ejemplo, la noción analítica de transferencia reaparece en la psicoterapia analítica funcional (de raigambre conductista), la psicoterapia adleriana resulta más con un aire existencial que analítico (o cognitivo), la terapia existencial se reconoce en la terapia de aceptación y, en fin, toda terapia comparece con su capa retórica (teorizaciones, metáforas, paradojas).

Un segundo aspecto distintivo es la inscripción de las terapias en su propio contexto. Se señalarían a este respecto los contextos dados por la ciudad de Viena (para Freud de una manera y para Adler de otra), por la filosofía europea, por el modo-de-vida americano, por la tradición de la retórica, por el cientificismo, por la sofística postmoderna. En vista de lo sabrosa que es esta referencia al contexto cultural y conceptual, se echa de menos una exposición más sistemática, que aclare si toda terapia se reduce a su contexto y si no hay algo trascendental en la psicología. Cabría observar ciertas formas que trascienden todo contenido, tales como la conducta operante (por no decir acción intencional) y la noción figura/fondo como modelo del funcionamiento psicológico (alternativo a uno metalista), pero el autor las usa o supone, sin certificarlas como merece.

Finalmente, un tercer aspecto distintivo tiene que ver con la tarea crítica de la psicología, refiriéndose tanto a una crítica de la psicología como a la reivindicación de una psicología crítica. Respecto a la primera, la crítica de cada terapia se despliega de su mismo contenido, de modo que no es la típica crítica resultante de aplicar una plantilla externa. Es, en cualquier caso, una crítica reconstructiva, que se hace cargo del sentido que tiene toda terapia. Ahora bien, no por tener sentido, todas las terapias son iguales. Unas psicologizan los problemas y, por tanto, podrían ser más iatrogénicas que curativas y otras son también eficaces además de lo efectivas que lo son todas a su manera. Así, puede haber terapias que sean un fracaso terapéutico y, sin embargo, tengan éxito social. Se ha de decir que el autor podría haber sido más cuidadoso a la hora de aplicar esta importante distinción entre eficacia y efectividad, pues no utiliza siempre los mismos términos y a veces parecen intercambiados. Así mismo, el espacio dedicado a las críticas de cada escuela podría ser más proporcionado (mientras que en unas es largo y "esmerado» en otras se despacha en breve). Respecto a la segunda, se reivindica una función crítica de la psicología sobre la sociedad, en coherencia con el análisis contextual de los problemas. Se destaca a este respecto la noción de conflicto de normas como condición propiciatoria de los problemas psicológicos (y de la psicología como institución social). Se trata, pues, de una psicología crítica de la sociedad, y auto-crítica de su saber y función práctica. Ciertamente, la psicología crítica ejercida en el texto es apreciable desde la perspectiva del género.

Aunque es un texto recomendado para estudiantes y profesionales, los primeros difícilmente llegarán a él, sobre todo, porque tendrían que empezar los profesores por de-construir su «propio» saber y examinarse a sí mismos antes de examinar a otros. Más ventaja tendrán los profesionales, libres de exámenes, si todavía quieren hacer un libre examen de la ciencia psicológica que poseen o de la que están poseídos. Cada psicólogo encontrará fundamentos, teorías, procedimientos y conciencia auto-crítica de la terapia que profesa y podrá hacer un ex-curso por «campos enemigos», no tanto por alguna improbable conversión como por diversión. Ésta es posible, al ser un texto de un solo autor que, sin duda, ha hecho sus excursiones por los diversos campos. Diversión que no estaría asegurada en las acostumbrados textos colectivos, donde cada autor es especialista de su campo e ignorante de los demás. En fin, todo ello ha animado a ofrecer este comentario, de un texto de tratamientos psicológicos que supone a la vez un cierto tratamiento de la psicología.

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