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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
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Psicothema, 2000. Vol. Vol. 12 (nº 1). 65-69




CONTRASTACIÓN DEL MODELO DE INVERSIÓN DE RUSBULT EN UNA MUESTRA DE CASADOS Y DIVORCIADOS

David Martínez-Íñigo

Universidad Complutense de Madrid

Este estudio examina la capacidad del modelo de inversión propuesto por Rusbult para diferenciar entre individuos en relaciones estables e individuos en relaciones inestables, así como la capacidad de las variables del modelo (satisfacción matrimonial, inversión y relaciones alternativas) para predecir el compromiso y la estabilidad de las relaciones matrimoniales. Los datos sobre las variables del modelo, obtenidos por medio de un cuestionario, se recogieron en una muestra compuesta por 90 personas casadas y 98 personas divorciados. Los resultados confirman la relevancia de la satisfacción matrimonial para el compromiso con la relación, y de este último en la predicción de la estabilidad matrimonial. La percepción de las relaciones alternativas como mejores que la actual, y no su disponibilidad, correlacionó negativa y significativamente con el compromiso. Las variables de inversión no resultaron significativas en la predicción del compromiso, no siendo incluidas en la ecuación de regresión.

A replication of Rusbult’s investment model in a sample of married and divorce people. This study asseses the ability of the Rusbult’s investment model to discriminate between people in stable relationships and unstable relationships, and the capacity of its variables (marital satisfaction, investment and alternative relationships) to predict commitment and stability in marital relationships. A sample of 90 married and 98 divorced subjects completed the questionnaire assesing these variables. The results indicate the relationship among marital satisfaction for commitment to the marital relationship and that the later functions as a predictor of marital stability. The perception of alternative relationships as being better than the present one, and not the actual availability of one, showed a significant and negative correlation with commitment. Investment variables were not significant predictors of marital stability, and they were not included in regresion equation.

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Desde las primeras formulaciones realizadas por Levinger (1965) hasta la actualidad (Rusbult y Buunk, 1993) las teorías del intercambio social (Homans, 1950; Thibaut y Kelley, 1959) han sido aplicadas al estudio de las relaciones íntimas y concretamente a la explicación y predicción de su estabilidad. Como señala Wright (1988), los modelos sobre los procesos de disolución de las relaciones íntimas basados en las teorías del intercambio son, al menos en términos de producción científica, los más utilizados en el área. Sin duda existen numerosas críticas sobre dichos modelos como son el escaso papel de las variables específicas del contexto en que tiene lugar el intercambio y la definición de un modelo de individuo básicamente racional olvidando el papel de las variables emocionales, todas ellas heredadas de los modelos generales del intercambio social y en ocasiones resultado de lecturas e interpretaciones parciales de los planteamientos originales de dichos modelos.

En el presente artículo se recogen los resultados de una investigación basada en el modelo de Inversión propuesto por Rusbult (1980a, 1983) para las relaciones románticas aplicado a las relaciones matrimoniales.

El modelo de inversión considera el compromiso como el principal factor en la variación de estabilidad matrimonial. El compromiso incluye la predisposición conductual del individuo hacia el mantenimiento de su relación (v.g. predisposición a devaluar las relaciones alternativas) y un aspecto emocional o de apego hacia la pareja. A su vez el compromiso con la relación fluctúa dependiendo de la satisfacción matrimonial, la inversión en la relación y las relaciones alternativas.

La satisfacción se define como el resultado de la comparación que realiza el sujeto entre sus expectativas sobre los resultados que su relación debería darle (Nivel de Comparación) y los resultados que obtiene. Así pues, si el número, valor (positivos o negativos) y relevancia de los atributos presentes en la relación aportan al individuo resultados por encima de sus expectativas éste estará satisfecho y por tanto el compromiso con su relación será mayor.

La inversión se refiere a todos aquellos recursos que el individuo aporta a lo largo de las distintas fases de su relación y que no puede recuperar si ésta termina. Es la irrecuperabilidad lo que distingue a la inversión de otro tipo de recompensas o costes. Dentro de la inversión se puede distinguir entre inversión intrínseca, aquellos recursos que el individuo debe aportar inevitablemente para que la relación sea posible (v.g tiempo, autorrevelaciones, implicación emocional, etc.), e inversión extrínseca, recursos que aun no siendo estrictamente necesarios para la formación y mantenimiento de la relación quedan ligados a la misma (v.g. la propiedad conjunta de una casa). La inversión actúa como disuasor cuando el individuo considera la posibilidad de finalizar la relación y durante el procesos de disolución al aumentar los costes de la ruptura. Sus efectos serán visibles sólo cuando el sujeto considere la posibilidad de abandonar la relación.

Por último, las relaciones alternativas recogen la comparación que el sujeto hace entre los resultados en su relación actual y los resultados en otras relaciones disponibles. Si el balance de dicha comparación es favorable para la relación actual el compromiso será mayor que si las relaciones alternativas ofrecen mejores resultados.

El objetivo de nuestra investigación era la contrastación del modelo en una muestra española compuesta por sujetos casados y sujetos divorciados. Los estudios anteriores incluían muestras norteamericanas de individuos implicados, en la mayoría de los casos, en relaciones íntimas no matrimoniales. La réplica de los estudios en esta muestra permite confirmar su validez en otros contextos culturales, así como analizar las posibles diferencias debidas a factores como la duración de la relación o el estatus de la misma (noviazgo versus matrimonio).

Nuestras hipótesis predecían la existencia de diferencias significativas en la satisfacción matrimonial, el nivel de inversión y las relaciones alternativas entre sujetos casados y sujetos divorciados. De acuerdo con el modelo propuesto esperábamos que en los sujetos casados la satisfacción y la inversión fueran mayores y las relaciones alternativas menores.

Además de la capacidad del modelo para diferenciar entre los sujetos en relaciones estables y los sujetos en relaciones inestables contrastamos las relaciones propuestas entre las variables del modelo.

Así pues, nuestras hipótesis predecían la existencia de una correlación positiva entre la satisfacción y el compromiso. Una correlación positiva de la inversión (intrínseca y extrínseca) con el compromiso y una correlación negativa entre las relaciones alternativas y el compromiso.

Respecto a las relaciones alternativas, además de medir la percepción que el sujeto tiene sobre la disponibilidad de las mismas, evaluamos el grado en que el individuo percibe que su relación le aporta resultados inferiores a los que obtendría en una nueva relación con independencia de que ésta le fuera accesible o no. Nuestra hipótesis predecía una disminución del compromiso cuando aumentaba la percepción de las relaciones alternativas como mejores que la actual.

Método

Sujetos

La muestra estaba compuesta por 90 personas casadas y 98 personas divorciadas. El 58,7% eran mujeres y el 41,3% hombres. El 1,6% de los sujetos no tenía estudios, un 36,4% estudios primarios, el 40,8% finalizó el bachillerato, el 10,9% eran diplomados universitarios y el 10,3% habían finalizado alguna licenciatura universitaria. El 15,1% decía pertenecer a la clase media baja, el 65,9% a la media-media, el 16,9% a la media-alta, el 0,5% a la alta (2.2 % no sabe/no contesta). La media de duración de su relación era de16,59 años (sd = 8.83) y la media de edad era de 46,33 años (sd = 10.33).

Instrumentos

Las variables evaluadas fueron

Satisfacción matrimonial: se elaboró una escala compuesta de cinco ítems con cinco intervalos de respuesta (1 nada satisfecho a 5 muy satisfecho). Cada ítem evaluaba uno de los siguientes aspectos de la satisfacción matrimonial: relaciones sexuales, comunicación, actividades conjuntas, distribución de las tareas y apoyo emocional (v.g. ¿en qué medida está usted satisfecho con las relaciones sexuales con su pareja?). En el caso de los divorciados la información para todas las variables era retrospectiva Para el análisis de datos se calculó la puntuación media de cada sujeto para los cinco ítems.

Inversión intrínseca: se evaluó con una escala de dos ítems con cinco intervalos de respuesta (1baja inversión/ 5 alta inversión). Los ítems se referían a la valoración que el sujeto hacía del tiempo, los recuerdos y la vida en común (¿en qué medida valora usted el tiempo invertido en su relación, los recuerdos, y todo lo que ustedes han vivido juntos? ), así como del grado en que había variado sus planes de futuro y objetivos personales en pro de la relación (¿En qué medida, a lo largo de su relación, ha cambiado sus planes de futuro y sus objetivos para que ésta se mantuviera?).

Inversión extrínseca: se pidió a los sujetos que indicaran en una escala del 1 al 5 en qué medida la ruptura de su relación les suponía la pérdida de las posesiones en común con su pareja (¿En qué medida cree usted que la separación y/o divorcio supondría la pérdida de bienes materiales: la vivienda, coche y otras propiedades en común con su pareja?).

Relaciones alternativas: se evaluó con un ítem con cinco alternativas de respuesta en el que los sujetos indicaban las posibilidades de establecer una nueva relación romántica (1 ninguna posibilidad/ 5 muchas posibilidades) (¿Si se separara de su pareja piensa que le costaría trabajo encontrar otra persona con quien iniciar una nueva relación amorosa?).

Percepción de las relaciones alternativas como mejores que la actual: se evaluó, por medio de una escala de tres ítems con cinco opciones de respuesta cada uno, si el sujeto percibía que el comienzo de una nueva relación supondría una mejora en los resultados obtenidos respecto a los de su relación actual (v.g. ¿Durante su matrimonio ha pensado que comenzar de nuevo con otra persona le daría lo que usted buscaba?). Para el análisis de datos se calculó la puntuación media del sujeto para los tres ítems.

Compromiso: se evaluó por medio de una escala de dos ítems con cinco alternativas de respuesta (1bajo compromiso/5 alto compromiso), en los que el sujeto indicaba su disposición a iniciar una ruptura (¿En qué medida cree es probable usted intente terminar su relación en los próximos años? ) y su nivel de compromiso con la relación (¿En qué medida está comprometido con su pareja? ).

Estabilidad matrimonial: se evaluó con cuatro ítems del mismo tipo que el de las demás escalas, en los que se pedía al sujeto indicara la probabilidad de que la ruptura tuviera lugar dentro de distintos plazos de tiempo (¿En qué medida cree es probable que su relación se termine en los próximos 3-5 años?), la probabilidad de que se divorciara, y qué nivel de estabilidad percibía en su relación matrimonial (¿En qué medida diría usted que su matrimonio es estable? ).

Los índices de fiabilidad (índice alpha de Cronbach) fueron superiores a .70, salvo para las escalas de compromiso y de inversión que fueron de .60 y .64 respectivamente.

Procedimiento

Para los sujetos divorciados la recogida de datos se hizo mediante el envío por correo del cuestionario y un sobre franqueado a los socios de las asociaciones mixtas de separados y divorciados de Madrid y Barcelona. En las instrucciones se les indicaba como debían devolver el cuestionario. Se enviaron un total de 977 cuestionarios.

Para los sujetos casados se recurrió a la ayuda de los alumnos de distintas Licenciaturas de la Universidad Complutense de Madrid, a los que se les pedía colaboraran en la investigación de manera voluntaria consiguiendo que una persona casada rellenara el cuestionario que posteriormente nos devolvería en un sobre cerrado. Los alumnos no recibieron ningún tipo de compensación económica, ni académica.

Resultados

Diferencias entre casados y divorciados en los predictores del modelo de inversión

Una vez realizadas las pruebas de t para diferencias de medias correspondientes a cada una de las variables del modelo, los resultados muestran una confirmación parcial de las hipótesis (ver tabla1).

Así pues, las diferencias fueron significativas y en el sentido esperado en el caso de la satisfacción matrimonial (3.8 casados y 2.6 divorciados, p = .01), y en el de la percepción de las relaciones alternativas como mejores que la relación actual (1.6 y 2.3, p = .01). Por el contrario no resultaron significativas las diferencias en inversión extrínseca. Respecto a la inversión intrínseca las diferencias fueron significativas pero en el sentido contrario al esperado (3.0 y 3.9, p=.01), de modo que los sujetos divorciados decían haber realizado una mayor inversión intrínseca en su relación.

Correlaciones entre los predictores y el compromiso con la relación

Para contrastar las hipótesis sobre las correlaciones entre las variables del modelo se calculó el coeficiente de correlación de Pearson entre cada una de éstas y el compromiso. Los resultados que muestra la tabla 2 reflejan de nuevo la confirmación de parte de las hipótesis.

Así pues, la correlación fue significativa y positiva en el caso de la satisfacción matrimonial (r =.56, p<.01) y significativa y negativa para la percepción de las relaciones alternativas como mejores que la actual (r = -.56, p<.01). Para el resto de las variables las correlaciones no fueron significativas.

En cuanto a la correlación entre el compromiso y la estabilidad de la relación también resultó significativa y en el sentido esperado (r = .76, p<.01).

Por último, y con el fin de comprobar la capacidad predictiva del modelo, se calculó la ecuación de regresión (método pasos sucesivos) para el compromiso (ver tabla 3). De las cinco variables propuestas (satisfacción matrimonial, percepción de alternativas, percepción de relaciones alternativas mejores, inversión intrínseca e inversión extrínseca) sólo fueron incluidas en la ecuación la satisfacción matrimonial y la percepción de las relaciones alternativas como mejores, con un porcentaje de varianza asociado del 42% (R2 ajustada=.42).

Discusión

Los resultados obtenidos confirman parcialmente el modelo propuesto. Parece que coincidiendo con investigaciones anteriores, la satisfacción de los sujetos con su relación matrimonial es una variable decisiva en las decisiones que estos toman respecto a su implicación o compromiso con la relación. Dicha afirmación, aunque compatible que no identificable con el sentido común dado el método empleado para su obtención, reafirma la importancia de la calidad de las relaciones matrimoniales para su estabilidad. Otros autores como Lund (1985) consideran que el compromiso y la estabilidad matrimonial es resultado de un «entrampamiento o endeudamiento» con la relación. Desde este punto de vista la ruptura no depende tanto de que el individuo «quiera» abandonar la relación (esté insatisfecho), como de que «pueda» abandonarla (su nivel de inversión no suponga unos costes y pérdidas, asociados a la ruptura, tan elevados que hagan prácticamente inviable una relación alternativa). Nuestros datos apuntan en la dirección contraria apareciendo como principal predictor la satisfacción, sin que la inversión afecte significativamente. Futuras investigaciones deberán analizar con mayor detalle esta polémica.

Igualmente, nuestros resultados confirman la relevancia del compromiso en la estabilidad de las relaciones matrimoniales. Sin embargo, no confirmaron la relevancia de la inversión. La explicación a este dato no esperado y, como dijimos anteriormente, contrario a los de investigaciones anteriores (Rusbult 1980a; 1983; Rusbult, Johnson y Morrow, 1986b; Lund, 1985) puede ser el tipo de técnica de medida empleado y las características específicas de las muestra. La utilización del autoinforme para la evaluación de la inversión puede haber introducido sesgos en la medida, especialmente en el caso de los divorciados. Como describen los distintos modelos sobre los procesos de disolución de las relaciones (Bohannan, 1968; Duck,1982; Kessler, 1985; Vaughan,1986) una de las fases finales del ajuste a la ruptura incluye la elaboración, por parte de los afectados, de una historia que permita explicar lo sucedido, al tiempo que mantener su autoconcepto y autoestima, evitando la culpabilización. De este modo los individuos divorciados pueden haber sobreestimado sus esfuerzos y aportaciones a la relación de manera que quede patente su intención de «salvar» la relación, siendo la ruptura responsabilidad bien de factores externos o bien del cónyuge. Dicha sobreestimación puede explicar que las diferencias entre casados y divorciados en las variables de inversión no fueran significativas o lo fueran en el sentido inverso al esperado. Respecto a la correlación entre las variables de inversión y el compromiso, cabe señalar que el valor medio de la satisfacción matrimonial en la muestra utilizada para este análisis (muestra de casados) fue elevada (3.77 sd= .84). Como se expuso en la introducción, el efecto de la inversión sólo se da cuando el sujeto considera la posibilidad de la ruptura, por lo que tal vez, de haber incluido en nuestra muestra sujetos cuya relación estuviera en las fases iniciales de ruptura, o al menos en períodos de crisis (por tanto con menor satisfacción) la correlación de la inversión con el compromiso hubiera resultado significativa.

Por último quisiéramos comentar los resultados respecto a las relaciones alternativas y especialmente la relevancia de la valoración de las relaciones alternativas como mejores que la actual con independencia de que ésta esté disponible. Nuestros datos apuntan una mayor relevancia de las expectativas del sujeto sobre nuevas relaciones frente a las posibilidades reales que el sujeto estima de establecer dichas relaciones. Parece, pues, que para que la estabilidad de la relación se vea afectada no es necesario que el individuo tenga o crea tener una nueva relación con la que suplir la actual, será suficiente que crea que iniciar una nueva relación mejorará sus resultados. La distinción entre estos dos aspectos pretende avanzar en la comprensión del papel que los factores cognitivos desempeñan en la estabilidad de las relaciones matrimoniales. Nos referimos con esto a que el tipo de expectativas que los sujetos tienen sobre qué debe aportarles su relación, qué deben sentir o cómo debe transcurrir a lo largo del tiempo son la base de la evaluación que el sujeto hace de su relación actual y de otras disponibles o no. Sin duda una comprensión precisa de los procesos de disolución de las relaciones matrimoniales debe incluir el estudio del contenido, origen y evolución de las expectativas de los individuos sobre sus relaciones íntimas. Diversos autores ( Crosby, 1973; Ellis y Grieger, 1981; Lawson; 1992; Kayser, 1993; Yela, 1995, 1997; Martínez-Iñigo, 1997) han señalado dichas expectativas como un factor importante en la inestabilidad de las relaciones matrimoniales. Algunas de ellas, como la esperanza de que los sentimientos pasionales que se dan en las primeras fases de las relaciones íntimas perduren a lo largo del tiempo, la identificación de las relaciones positivas como aquellas sin ningún conflicto y la búsqueda de una pareja ideal o media naranja son difíciles de satisfacer en relaciones a largo plazo como las matrimoniales. La mayoría de estas creencias son más fáciles de cumplir en las fases iniciales de una relación o en una nueva (dado el escaso conocimiento de los miembros de la pareja, el efecto de la novedad y el bajo nivel de interdependencia), y por tanto aumentan la probabilidad de que el sujeto considere las relaciones alternativas en general como más satisfactorias y de este modo disminuirá la estabilidad de la relación actual. No debe perderse de vista en el análisis de las expectativas y creencias sobre las relaciones íntimas que a pesar de su manifestación en individuos concretos son el resultado de complicados procesos económicos, sociales e históricos que diversos autores señalan como responsables de las actuales y elevadas tasas de divorcio en el mundo Occidental (De Rougemont, 1938; Burgess y Locke, 1945; Shorter, 1970; Goode; 1959). Datos recientes en nuestro país reflejan que este tipo de expectativas son ampliamente admitidas en la población española con escasas variaciones según el género, la edad, el nivel cultural, socioeconómico o el lugar de residencia (Barrón, Martínez-Iñigo, De Paul y Yela, en revisión). El estudio, en futuras investigaciones, de la conexión entre este tipo de creencias con la valoración que los individuos hacen de las relaciones alternativas y con la «desilusión» con su relación actual permitirá enriquecer y complementar los modelos del intercambio al incorporar en su explicación variables propias del contexto histórico y cultural en el que tiene lugar un tipo de intercambio social, aquel que se da en las relaciones matrimoniales.

Por último quisiéramos señalar algunas de las limitaciones de nuestro estudio, fundamentalmente las debidas al carácter retrospectivo de la información obtenida en la muestra de divorciados que, por las razones que comentamos anteriormente, puede disminuir la fiabilidad de la información. Además, en la muestra de casados el porcentaje de mujeres era superior al de hombres, y, en general, tampoco debe olvidarse que las muestras eran incidentales y no representativas. Además sería conveniente considerar las limitaciones y sesgos (v.g. desabilidad social) propios de las técnicas de autoinforme, tal vez con una especial incidencia en investigaciones sobre las relaciones íntimas donde la carga emocional del contenido de los ítems es alta. También sería recomendable, teniendo en cuenta las elevadas puntuaciones en satisfacción, utilizar medidas más específicas de la misma, que incluyan aspectos conductuales, cognitivos o emocionales concretos, en lugar de evaluaciones de tipo general en las que el efecto de aquiescencia y deseabilidad social pueden ser mayores. Respecto a las propiedades psicométricas de las escalas, señalar que la menor consistencia interna de la escala de compromiso puede deberse a un error conceptual en la definición de éste como unidimensional, en lugar de compuesto por distintos factores relacionados entre sí. Por último, el procedimiento de distribución de los cuestionarios, tanto para los casados como para los divorciados, no permite obtener información sobre las condiciones en que fueron cumplimentados (v.g. si la persona estaba sola o en compañía, si lo hizo con tiempo suficiente o apresuradamente, etc...) ni sobre los posibles sesgos derivados de las distintas situaciones de administración. Por todo esto los resultados deben tomarse con la mayor cuatela y contrastarse su validez con otros métodos, instrumentos, procedimientos y en otras muestras, eso sí, a ser posible no de estudiantes.

No obstante, consideramos que, a pesar de las limitaciones, nuestro estudio y otros que puedan surgir a partir de éste suponen una aportación relevante al estudio de relaciones matrimoniales y en concreto de su estabilidad. El estudio de las relaciones matrimoniales resulta de interés no sólo desde un punto de vista meramente teórico. Diferentes estudios han señalado la relación, dentro de nuestro contexto cultural, entre las relaciones matrimoniales y los niveles de salud mental y física (Bloom, Asher y White, 1978; Stack, 1990; Álvaro, Torregrosa y Garrido, 1992), así como efectos negativos en la calidad de vida de los hijos tras la ruptura matrimonial y en aquellos que viven en ambientes familiares donde las relaciones entre los progenitores son de baja calidad (Emery, 1988; Guttmann, 1993). Todo lo anterior junto con el continuo y acelerado incremento de las cifras de separación y divorcio en España, al igual que en la mayoría de países occidentales, hacen del estudio de las relaciones matrimoniales y su estabilidad una cuestión práctica con numerosas aplicaciones concretas, así como una buena base para la reconsideración de muchas de las normas, ideas, mitos, expectativas y creencias sobre este tipo de relaciones en nuestro contexto histórico y cultural actual.

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Aceptado el 17 de marzo de 1999

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