Psicothema, 1999. Vol. Vol. 11 (nº 1). 237-238

J. Rodríguez Marín y R. Zurriaga Llorens

REVISION DE LIBROS / BOOK REVIEW

Esta monografía está inserta en una interesante colección dedicada a la salud en la que se abordan temas tales como la nutrición, el SIDA, la promoción de la salud, etcétera. En concreto, el libro del que nos ocupamos se desarrolla a lo largo de quince capítulos divididos en cinco partes (perfectamente organizadas para aclarar el objeto problema que se plantea), a saber; descripción del contexto hospitalario; relación enfermedad-estrés; el impacto psicológico de la hospitalización; especificación del hospital como un estresor y finalmente la presentación de un modelo que pretende sintetizar y aclarar el entramado enfermedad, hospitalización y estrés.

Esta monografía está inserta en una interesante colección dedicada a la salud en la que se abordan temas tales como la nutrición, el SIDA, la promoción de la salud, etcétera. En concreto, el libro del que nos ocupamos se desarrolla a lo largo de quince capítulos divididos en cinco partes (perfectamente organizadas para aclarar el objeto problema que se plantea), a saber; descripción del contexto hospitalario; relación enfermedad-estrés; el impacto psicológico de la hospitalización; especificación del hospital como un estresor y finalmente la presentación de un modelo que pretende sintetizar y aclarar el entramado enfermedad, hospitalización y estrés.

El objeto de este libro es la presentación de un análisis psico-sociológico de aquello que ocurre cuando una persona es hospitalizada y, a partir de ahí, el análisis de los efectos que tiene dicha hospitalización sobre el paciente, su calidad de vida y la calidad del cuidado que recibe. La conclusión fundamental es que la hospitalización es un acontecimiento potencialmente muy estresante para las personas, describiendo los autores, atinadamente, qué es lo que hace estresante dicha situación.

Este trabajo constituye, por lo tanto, un interesante punto de partida para el establecimiento de pautas generales de intervención que sirviesen, al menos teóricamente, para modificar algunos aspectos de las instituciones hospitalarias que las hacen más estresantes. El problema es que, tal y como se reconoce en el texto, aunque los efectos de la hospitalización se observen en la escala psicológica en forma de estrés, los cambios que habrían que introducirse para amortiguarlos de una manera generalizada implicarían modificaciones en la propia estructura sanitaria, lo cual, obviamente, desborda la propia capacidad de acción (aunque no de conceptualización) del psicólogo. En este sentido, serían ilustrativas las condiciones psicológicas (recogidas ya hace algún tiempo en las publicaciones clásicas de los años sesenta, setenta y ochenta y que en el texto se redescubren) como la impotencia, la falta de significatividad y de normatividad, el aislamiento y la auto-enajenación que en muchos casos sufre la persona hospitalizada y que aparecen como consecuencia de su institucionalización hospitalaria. Como ocurre en muchos casos, el problema se constata en la escala psicológica, pero su causa desborda con mucho dicha escala, lo cual posiblemente lo que quiere decir es, no tanto la aceptación resignada de una situación que se escapa al psicólogo, cuanto la necesidad de profundizar en el análisis de las instituciones y en la política sanitaria (que Matarazzo consideraba como uno de los objetivos de la Psicología de la Salud) para contribuir a la búsqueda de soluciones.