La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 1999. Vol. Vol. 11 (nº 1). 27-36
M. E. Peña Fernández, J. M. Andreu Rodríguez y M. J. Muñoz Rivas
Universidad Complutense de Madrid
El objetivo del presente estudio fue determinar la influencia específica de la exposición a escenas agresivas de carácter justificado, injustificado o neutro en la conducta agresiva infantil. Concretamente, se centró en el análisis de los efectos diferenciales, derivados de la visión de escenas de agresión, en las relaciones interpersonales desarrolladas por los niños cuando participaban en un juego cooperativo. La muestra se compuso de un total de 60 niños de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. Los resultados señalaron una influencia altamente significativa de la visión de escenas de carácter violento en los diferentes tipos de agresión estimados (agresión física y/o verbal), durante la resolución del juego propuesto. Asimismo, se observaron correlaciones determinantes entre la propensión a la conducta antisocial y neuroticismo, así como entre la conducta agresiva y el tiempo de resolución de la tarea.
Effects of watching violent scenes on child aggressive behavior: The aim of the present My was to analyze the inmediate influence of justified, unjustified and neutral aggressive scenes on child aggressive behavior. The main focus was to point out the eventual different effects of watching various kinds of films on interpersonal relationships in children when participating in and solving a cooperative game. The sample was composed of 60 children of both sexos from 8 to twelve years old. The results showed a significant influence, of viewing violent scenes on different kinds of aggressive behavior during the solution of a cooperative game. It was also observed a positive correlation between the tendency to antisocial behavior and neuroticism and, between aggressive behavior and the time needed to solve the experimental task.
En 1975, la comunicación especial sobre el «Efecto de la Violencia Televisada en Niños y Jóvenes» (Effect of Television Violente on Children and Youth) de Rothenberg, publicada en el JAMA, alertó a la comunidad médica sobre los efectos perniciosos de la visión de la violencia televisiva en el normal desarrollo del niño al incrementar tanto los niveles de agresividad física como la conducta antisocial exhibidas. Esta comunicación, al igual que otras procedentes de organizaciones profesionales como la Academia Americana de Pediatría o la APA (American Psychological Association) que llegaban a similares conclusiones, estaba fundamentada en los resultados obtenidos por la Comisión Nacional sobre las «Causas y Prevención de la Violencia» (Baker y Ball, 1969) y en el Informe sobre «Televisión y Desarrollo: El Impacto de la Violencia Televisada» (Surgeon General's Scientific Advisory Committee on Televisión and Social Behavior, 1972). Con posterioridad, estos resultados fueron reforzados por el informe del Instituto Nacional de Salud Mental: «Televisión y Conducta: Diez años de progreso científico e implicaciones para los ochenta» (Pearl, Bouthilet y Lazar, 1982) en el que, de nuevo, se exponía un amplio consenso desde la literatura científica acerca de que la exposición a la violencia televisiva incrementaba directamente la agresividad física exhibida por niños y adolescentes (Brandon, 1996).
De esta forma, el estudio científico de los efectos perniciosos de la observación de la violencia en la televisión y de la conducta agresiva ha ido desarrollándose hasta quedar ésta conceptualizada como un importante factor de riesgo (Lefkowitz, Eron, Walder y Huesmann, 1977) entendiendo éste, como un conjunto de condiciones presentes en el individuo o en el ambiente que producen un aumento en la probabilidad de desarrollar un determinado problema como es, en este caso, la conducta violenta (Drewer, Hawkins, Catalano y Neckerman, 1995), llegando a conformar lo que viene a denominarse la Teoría del Efecto Causal entre la visión de la violencia televisiva y la conducta agresiva. Aunque no hay suficiente evidencia empírica que la apoye (Freedman, 1984; Lynn, Hampson y Agahi, 1989), la mayor parte de ésta parece estar a favor de la Teoría del Aprendizaje Social (Björkqvist, 1986) que postula que la observación de imágenes violentas provoca un incremento de la conducta agresiva debido a un proceso de aprendizaje por condicionamiento instrumental vicario (Bandura, 1973).
Los mecanismos psicológicos a través de los cuales la observación de violencia televisada puede llegar a facilitar la expresión de la conducta agresiva, implican el aprendizaje, por parte de los jóvenes, de que determinados tipos de agresión están más justificados o son aceptados bajo determinadas circunstancias, legitimando así la agresión a través de la violencia observada en los medios de comunicación (Watt y Krull, 1977). La exposición a la violencia incrementaría por tanto el nivel de tolerancia, enseñando a los niños observadores a elevar el nivel de la conducta agresiva «aceptable» (Drabman y Thomas, 1975; Drabman, Thomas y Jarvie, 1977; Molitor y Hirsch, 1994).
Entre la gran cantidad de factores que han sido utilizados en las diversas investigaciones para estudiar los efectos de la observación de la televisión violenta y de la agresión, caben destacar el carácter justificado o injustificado de ésta (Berkowitz y Powers, 1979), la identificación personal con la agresión y sus consecuencias (Rowe y Herstand, 1986), las actitudes y creencias normativas hacia la agresión interpersonal y la visión de violencia televisada Walker y - Morley, 1991; Huesmann, Moise, Podolski y Eron, 1996), la identificación personal con los personajes agresivos (Huesmann, Lagerspetz, y Eron, 1984), las atribuciones y la evaluación moral de los perpetradores de la violencia (Rule y Ferguson, 1986) y la saliencia de la agresión observada, especialmente relevante cuando definimos el límite entre la agresión aceptada y la agresión censurable (Mustonen y Pulkkinen, 1993). Asimismo, como ya señaló Gunter (1985), el contexto moral del comportamiento debe ser un factor más a considerar ya que es un importante mediador en la percepción de la violencia.
Teniendo presentes los aspectos comentados, el principal objetivo de la presente investigación fue comprobar la influencia de la percepción de imágenes violentas ficticias de carácter justificado e injustificado en la conducta agresiva verbal y física infantil. Para este fin y teniendo en cuenta los efectos diferenciales que pueden tener la observación de distintos tipos de escenas ficticias violentas, se seleccionaron tres montajes diferentes de films: a) el primero, que hacía referencia a la agresión de carácter justificado donde la conducta agresiva se producía dentro de un contexto lúdico y socialmente aceptable, donde el autor se veía reforzado por el hecho de realizarla al conseguir los efectos perseguidos (ej., defenderse con éxito de la intromisión de personas adultas ajenas en su hogar, de sus agresiones e intentos de robo y secuestro); b) en el segundo, la agresión se llevaba a cabo dentro de un contexto en el que la violencia no estaba justificada ya que no existían razones ni refuerzos aparentemente identificables para explicar la conducta violenta del protagonista (ej., destrucción deliberada de la propiedad privada de los otros, crueldad física con los animales y con otras personas, inicio de peleas, uso de armas y mentiras frecuentes); c) el tercero, un film neutro en el que no aparecían escenas de carácter agresivo sino imágenes representativas de contactos sociales amistosos y cooperativos entre niños (ej., participación en juegos y actividades de tiempo libre y ocio como pescar, ir a ferias, montar en bicicleta). Con el objetivo de controlar en la medida de lo posible las variables relativas al modelo, se utilizó el mismo protagonista en los tres formatos de presentación, seleccionando a un niño varón con una edad similar a la de los sujetos experimentales.
Se hipotetizó, en primer lugar, la existencia de diferencias significativas en la conducta agresiva verbal y física infantil en función tanto del tipo de escenas visionadas (imágenes violentas justificadas e injustificadas y neutras) como de la edad y el sexo de los sujetos; así como la existencia de efectos de interacción entre dichos factores, aislada y conjuntamente considerados. En segundo lugar, se pretendió comprobar la posible influencia de la propensión a la conducta antisocial tanto en la agresión verbal como en la física exhibida por los sujetos. Y, en tercer lugar, se planteó la existencia de una correlación positiva entre ésta y el rasgo neuroticismo así como entre ambos tipos de agresión y el tiempo de resolución de la tarea experimental.
Método
Sujetos
La muestra se compuso por 60 niños de ambos sexos (30 mujeres y 30 varones) con edades comprendidas entre los 8 y los 12 años. Todos ellos fueron seleccionados al azar, entre la población de este rango de edad, de un Colegio Público Nacional situado en la zona Este de Madrid (Barrio de Canillejas).
Instrumentos y materiales
Para el diseño de la tarea experimental y la evaluación de los factores clave de la investigación propuesta, se utilizaron los siguientes instrumentos y materiales:
Como material de exposición a los diferentes tipos de escenas propuestas, se elaboraron tres formatos de films de 15 minutos de duración cada uno de ellos, con los siguientes contenidos: escenas violentas ficticias justificadas, escenas violentas ficticias injustificadas y escenas ficticias neutras (ausentes de agresión), respectivamente. Su montaje definitivo se llevó a cabo con el material técnico necesario facilitado en la Sala de Edición de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense de Madrid. Para su reproducción en cada ensayo experimental, se utilizaron un video reproductor VHS y un televisor compatible disponibles en el Colegio.
Para la realización de la tarea experimental propuesta, se elaboró un juego cooperativo denominado: «Ejercicio del cuadrado» (Pfeiffer y Jones, 1970), compuesto por una serie de piezas de cartón que encajadas adecuadamente formaban el objetivo perseguido, la realización final de un cuadrado.
Técnicas de observación y registro (muestreo focal y registro continuo) para estudiar las reacciones conductuales derivadas de la visión de las escenas propuestas:
- En primer lugar, se utilizó una cámara de video VHS para la grabación de todas las sesiones experimentales, que facilitaba la posterior reproducción de cada una de ellas para lograr un análisis más pormenorizado y exacto de las conductas objeto de estudio.
- En segundo lugar, se elaboró una plantilla de registro en la que aparecían todas las unidades de observación seleccionadas por su relevancia o por su posible implicación en los resultados y que eran marcadas cada vez que se observaba la aparición de alguna de ellas, al visionar cada sesión experimental. Estas categorías fueron las siguientes: a) para la agresión verbal: «insultos», «amenazas», «exigencia verbal de la ficha o de la acción» y «negación verbal de la ficha o de la acción; y b) para la agresión física: «retiene físicamente la ficha», «quita la ficha a un compañero», «impide coger la ficha a otro compañero», «golpea algún objeto físico» y «golpea y empuja a otros compañeros». En conjunto, la plantilla ofrecía la posibilidad de registrar tanto la frecuencia de aparición de cada acto agresivo verbal o físico producidos durante la resolución de la tarea experimental como el tiempo de resolución de la misma para cada grupo de sujetos.
Se utilizó el «Cuestionario de Personalidad de Eysenck» para jóvenes y adultos (Eysenk y Eysenck, 1975) para la estimar si la propensión a la conducta antisocial, la extraversión y/o el neuroticismo, podían configurarse como posibles mediadores en la relación entre la observación de la violencia televisada y la conducta agresiva consecuente.
Diseño y procedimiento experimental
Se utilizó un diseño factorial 3 x 2 x 2, tres factores (tipo de escenas violentas, edad y sexo) que conformaron doce grupos independientes formados por sujetos asignados aleatoriamente a los respectivos grupos experimentales.
El procedimiento experimental llevado a cabo comenzó con la selección al azar de los 60 jóvenes participantes y, una vez escogidos, se les solicitó que rellenasen el Cuestionario de Personalidad propuesto. Una vez realizado este primer paso general para todos los sujetos, se les asignó aleatoriamente a cada uno de los grupos experimentales y en este orden fueron pasando a la sesión experimental.
Cada sesión experimental para cada grupo incluía la observación durante 15 minutos de uno de los montajes o films correspondientes al diseño experimental, y la realización, acto seguido, del juego cooperativo (ejercicio del cuadrado) que requería la colaboración de todos los componentes del grupo para su resolución. El experimentador y las instrucciones ofrecidas a los sujetos se mantuvieron constantes para todos los grupos y fueron las siguientes:
«A continuación, os vais a sentar en estas sillas tal, como están colocadas alrededor de la mesa. Vais a tener que resolver un juego que es parecido a un puzzle. Cada uno de vosotros cinco tendréis un sobre donde hay unas cuantas piezas de cartón. Con estas piezas tenéis que hacer un cuadrado igual a éste que está encima de la mesa. El cuadrado que hagáis tiene que ser de igual tamaño y forma que el de la mesa y recordar, esto es muy importante, que el juego estará resuelto si cada uno de vosotros ha formado un cuadrado, es decir, el juego finalizará cuando haya cinco cuadrados encima de la mesa, uno por cada uno de vosotros. Podéis intercambiar todas las piezas que queráis entre vosotros para completar los cinco cuadrados y no os preocupéis por la cámara de video, ya que sólo grabará la mesa y las fichas. Ya podéis abrir los sobres». Adelante. Tras la resolución del juego, se les mandaba a sus respectivas clases dándoles las gracias por su importante colaboración.
Después de la grabación de la tarea experimental, realizada en el mismo intervalo horario y aula para todos los grupos experimentales, se visualizaron todas las reproducciones de las sesiones realizadas computando en la plantilla de registro todos los actos agresivos verbales y físicos emitidos, así como el tiempo de resolución del juego. Todos los datos obtenidos fueron analizados a través del paquete estadístico B.M.D.P. (BioMedical Computer Programs).
Resultados
A continuación, se exponen los resultados del análisis de varianza multivariante realizado con el objetivo de determinar la posible influencia de los factores definidos sobre el comportamiento agresivo de los sujetos estudiados. Se llevó a cabo según el diseño factorial propuesto (3 x 2 x 2), tomando como variables dependientes la frecuencia de aparición de la conducta agresiva verbal y física emitida por los sujetos durante la resolución del juego cooperativo (la Tabla 1 presenta las medias y desviaciones típicas de cada grupo experimental).
En primer lugar, el análisis multivariante que hace referencia a la agresión verbal y física analizadas conjuntamente (Tabla 2), muestra diferencias significativas sólo en los factores Edad [T(2,47)= 6.90, p<.05] y Film [U(4,94)= 0.70, p<.01] así como en la interacción Sexo x Film [U(4,94)= 0.68, p<.0l]; no existiendo, sin embargo, diferencias significativas entre los grupos para el factor sexo, ni para las interacciones «edad x sexo», «edad x film» y «edad x sexo x film», considerando conjuntamente la agresión verbal y física.
En segundo lugar, centrándonos en el análisis univariante de la agresión verbal, los resultados (Tabla 2) mostraron que el efecto general de la observación de escenas violentas fue altamente significativo para este factor (172,48= 6.95, p<.01), siendo las escenas violentas de carácter justificado las que produjeron un mayor aumento en la emisión de conductas agresivas verbales por parte de los sujetos que aquellas escenas en las que no aparecían señales de violencia (neutras) o en las que ésta era de carácter injustificado (10.6 vs. 5.6, t= 2.82, p<.01 / 10.6 vs. 6.7, t= 2.16, p<.05).
En cuanto al resto de las variables tomadas en consideración, pudo observarse que si bien la edad y el sexo de los sujetos, considerados de forma aislada, no tuvieron efecto alguno en la conducta de agresión verbal, sí fueron altamente significativas tanto la interacción Sexo x Film (F2,48= 10.30, p<.001) como la interacción de segundo orden Edad x Sexo x Film (F2,48 = 3.38, p<.05). Al atender al análisis de los resultados obtenidos en cuanto a la interacción entre el sexo de los sujetos y el carácter de las escenas presentadas (Gráfico 1), se observaron diferencias significativas en cuanto a la responsabilidad de los jóvenes según fueran de uno u otro sexo. Así, se encontró una tendencia opuesta en cuanto a las respuestas emitidas ya que las mujeres manifestaron mayor agresividad verbal después de visionar escenas violentas de carácter justificado y menor después de las escenas neutras, mientras que los varones emitieron mayor número de conductas verbales agresivas tras observar las escenas neutras y menor tasa en el caso de las escenas de violencia injustificada.
Al analizar por rangos de edad, se observó que estas diferencias se veían confirmadas para la edad de 8-9 años, donde se obtuvo mayor agresión verbal femenina en el caso de la emisión de escenas de violencia justificada mientras que los varones mostraron mayor tasa de este tipo de conductas sólo en el caso de las escenas neutras (Gráfico 2). Como puede observarse (Gráfico 3), es sólo en el caso de un rango de edad de entre los 11 y los 12 años, en el que se unifica la dirección de las respuestas de agresión verbal manifestadas tanto por hombres como por mujeres siendo mayor en el caso de las escenas justificadas y, menor, en las de carácter injustificado.
En tercer lugar, respecto al análisis univariante de la conducta agresiva física (Tabla 2), los factores Edad (F1,48 = 6.41, p<.05) y Film (F2,48 = 7.76, p<.01) sí tuvieron una influencia altamente significativa, sin que se obtuviera ningún efecto de interacción especialmente relevante para esta variable. Como ocurrió en el caso de la agresión verbal, en general, las escenas de violencia justificada produjeron mayor agresión física en los sujetos que las injustificadas o las neutras (12.3 vs. 6.65, t= 3.02, p<.01 / 12.3 vs. 6.4, t= 3, p<.01). En cuanto a las diferencias según los rangos de edad, fueron los niños de 8-9 años los que mostraron mayor emisión de conductas de agresión física, superando incluso a los de 11-12 años de edad (10.2 vs. 6.7, t= 2.18, p= .03).
Finalmente, los resultados obtenidos por el MANOVA indicaron que la propensión a la conducta antisocial, tomada ésta como covariable, no influía en la conducta agresiva verbal y física mostrada por los sujetos (F1,47 = 1.42, p=.23 / F1,47= 1.26, p=.26), sin que, consecuentemente, la influencia del film observado, la edad o el sexo de los sujetos se viese alterada por el posible efecto contaminador de este factor sobre la reacción al visionado del film.
Por el contrario, sí parece que el tiempo de resolución de la tarea experimental (en este caso, resolución de un juego cooperativo), esté asociado significativamente con ambos tipos de conductas exhibidas por los sujetos modificando la latencia del mismo (r= .35, p<.01 / r= .49, p<.001). En último lugar, señalar que la propensión a la conducta antisocial correlacionó significativamente y de forma positiva con el neuroticismo (r= .63, p<.001); no mostrando asociación alguna con el factor extraversión (r= -.009, p=.948).
Discusión
Los resultados obtenidos indicaron que la observación de la violencia televisada tuvo un efecto significativo en la conducta agresiva verbal y física manifestada por los sujetos, lo que confirmaría tanto la hipótesis de partida del presente estudio como las conclusiones obtenidas por otros estudios recientes realizados en este ámbito (Pearl et al., 1982; Björkqvist, 1986; Brandon, 1996). En el mismo sentido señalado por Berkowitz y Powers (1979), en relación al peso del tipo de contenido de las escenas violentas observadas, los resultados indicaron que aquellas de carácter justificado aumentaban significativamente tanto la agresión verbal como la física de los observadores. Así pues, parece que la observación de la violencia televisada, caracterizada por producirse en un contexto de justificación y seguida de consecuencias placenteras o reforzantes para el autor, podría llegar a facilitar la expresión de la conducta agresiva verbal y física en los que la observan. De esta forma, los niños podrían aprender que determinados tipos de conducta estarían justificados o serían aceptables en determinadas circunstancias, legitimándose así la manifestación posterior de conductas agresivas (Drabman y Thomas, 1975; Drabman et al., 1977; Watt y Krull, 1977; Molitor y Hirsch, 1994; Andreu, Madroño, Zamora y Ramírez, 1996; Huesmann et al., 1996). Sin embargo, sería necesario matizar la posible influencia que pudiera tener la mayor o menor duración del film, así como la perdurabilidad de los efectos observados de tales escenas en el comportamiento de los observadores a lo largo del tiempo.
Con respecto a la posible influencia de los factores edad y sexo, se obtuvieron importantes diferencias según se tratase bien de la conducta agresiva verbal o bien de la conducta agresiva física mostrada por los sujetos. En este sentido, la edad tuvo una influencia relevante en el caso del segundo tipo de agresión estudiado (agresión física) mientras que el factor sexo, aisladamente considerado, no mostró efecto alguno respecto a ambos tipos de agresión aunque sí lo presentó en su interacción con la edad y el tipo de film observado en el caso de la agresión verbal.
Otros aspectos interesantes a resaltar serían, cómo el tipo de conductas agresivas exhibidas por los sujetos interfieren en la resolución de la tarea experimental modificando así la latencia del mismo y a pesar de que no existen diferencias significativas en cuanto a la propensión a la conducta antisocial y los tipos de conductas agresivas mostradas por los sujetos, sí aparece una correlación positiva entre neuroticismo y conducta antisocial.
Desde nuestro punto de vista, los resultados confirman nuevamente la necesidad de atender a las implicaciones de éste y otros estudios en este área de investigación, al señalar la importancia de valorar el contenido permitido de las emisiones televisivas y publicitarias para adecuarlo a la población que los recibe, modificando así el impacto negativo que produce en los grupos infantiles en los que la presencia cada vez mayor de la conducta agresiva como modo de interacción ha llegado a ser realmente preocupante.
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Aceptado el 15 de junio de 1998