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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.

PSICOTHEMA
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Psicothema, 1999. Vol. Vol. 11 (nº 2). 450-451




CIENCIA Y POLÍTICA DE LA INTELIGENCIA EN LA SOCIEDAD MODERNA

Antonio Andrés Pueyo y Roberto Colom Marañón

Madrid, Editorial Biblioteca Nueva, 1998

REVISION DE LIBROS / BOOK REVIEW

Pocos temas de la psicología son tan populares y provocan tanta controversia como el de la Inteligencia y su inseparable investigación sobre las diferencias individuales en ella. Este debate abarca prácticamente todos los ámbitos del tema, llegando a plagar hasta su parte más abstrusa de tintes ideológicos. No es para menos. En una sociedad tan competitiva como la nuestra, una de las características más deseables del «triunfador» o la triunfadora es su inteligencia. Hipócritamente (sin intención, claro está), llegamos a decir que ser calificados de «felices» es preferible a serlo de «inteligentes». Sin embargo, nos provoca menos rechazo visceral ser tildados de «poco felices» que de «poco inteligentes».

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Pocos temas de la psicología son tan populares y provocan tanta controversia como el de la Inteligencia y su inseparable investigación sobre las diferencias individuales en ella. Este debate abarca prácticamente todos los ámbitos del tema, llegando a plagar hasta su parte más abstrusa de tintes ideológicos. No es para menos. En una sociedad tan competitiva como la nuestra, una de las características más deseables del «triunfador» o la triunfadora es su inteligencia. Hipócritamente (sin intención, claro está), llegamos a decir que ser calificados de «felices» es preferible a serlo de «inteligentes». Sin embargo, nos provoca menos rechazo visceral ser tildados de «poco felices» que de «poco inteligentes».

Al margen de sus resonancias emocionales y políticas, la Inteligencia, como concepto científico, es uno de los más sólidos (por no decir el que más) de la Psicología Científica. El reciente informe de la APA (American Psychological Association), excelentemente traducido en este libro, así lo confirma. Fruto del esfuerzo constante de casi un siglo de investigación, su delimitación matemática ha alcanzado un gran nivel de precisión, la estructura de sus aptitudes cognitivas es cada vez más conocida, los procesos cognitivos ligados a la misma cada vez más delimitados y las evidencias sobre su naturaleza y sus bases genéticas y ambientales, son cada vez mayores. Su valor no es solo teórico. En la práctica ha demostrado ampliamente su utilidad a lo largo del siglo. Su capacidad para predecir (por encima de cualquier otra medida) el rendimiento tanto escolar como laboral, la eficacia del aprendizaje en cualesquiera que sean los ámbitos del mismo, etc., lo convierte en una herramienta imprescindible en labores tanto diagnósticas como preventivas. Su valor es tal que, de todos lo programas de acción comunitaria, los de mejora de la inteligencia son los que atraen la mayor inversión económica.

Pero, decir que la inteligencia (y sobre todo el de Factor g o Inteligencia General) es uno de los conceptos más sólidos de la psicología, no equivale a decir que esté, o debiera estar, exento de críticas; que alcance un nivel de solidez comparable a los desarrollados por otras ciencias (como la Física), o que debiera ser asumido como criterio de «verdad» para su utilización social. Por otra parte, la inteligencia, como concepto científico, no es nada fácil de «aprehender». El bagaje de conocimientos estadístico-matemáticos que requiere su comprensión limitan su traducción a un lenguaje cotidiano. Es más, cuando así se hace, dicha traducción empobrece, dificulta, e incluso trastorna su comprensión. Sin embargo, es esta traducción la que llega al publico en general e incluso a los científicos de la psicología y ciencias afines al conocimiento del hombre, en particular. Cuando esto sucede, y se acompaña de una escasez de conocimiento adecuado, lo que son hipótesis de trabajo corren el riesgo de convertirse en dogmas de fe y las creencias ideológicas que nos son más caras tienden a ser utilizadas como criterios de verdad para imponerse a los crudos datos, en lugar de convertirse en hipótesis susceptibles de contrastación. «Inteligencia» es una palabra no social ni emocionalmente inocente. Muchas veces he pensado que dicho vocablo debiera ser desterrado de la psicología y utilizar otros términos más neutros en su lugar [No soy el único que piensa así. Ya en sus inicios Charles Spearman abogó por que el concepto de Factor g no se tradujera por «Inteligencia General» ya que, ni «General» ni mucho menos «Inteligencia», podían captar adecuadamente lo que era un concepto estadístico-matemático (Spearman, 1927). Recientemente Arthur Jensen (1998) se ha expresado en los mismos términos].

Así las cosas, el terreno para la polémica sobre los resultados de las investigaciones está abonado. En un mundo en el que las vueltas de tuerca pretenden traducir deseos en realidades, donde el Imperio de lo «Políticamente Correcto» intenta imponerse como criterio de verdad científica, y donde defensas y ataques se exacerban; la polémica tiende a volverse incendiaria. Es justo en este agitado escenario en el que entra en lid este excelente libro que tan valientemente coordinan dos destacados profesores: Antoni Andrés Pueyo (de la Universidad Central de Barcelona) y Roberto Colom Marañón (de la Universidad Autónoma de Madrid).

Porque éste, además de un buen libro, es un libro necesario que utiliza el debate suscitado por la publicación de La curva de la campana (Herrnstein y Murray, 1994) como acicate para una reflexión sobre el conocimiento científico de la inteligencia y sus repercusiones sociales. La estructura del libro, desde la ponderada Presentación de los coordinadores, así lo refleja.

La primera parte nos sitúa no sólo ante lo que sabemos, sino ante lo que «deberíamos saber» sobre el estado actual del conocimiento acerca de la Inteligencia humana. En ella cabe destacar los capítulos II y III. Ambos alcanzan, por méritos propios, el criterio de excelencia. El capítulo I ayuda a situar al lector ante los acuerdos existentes en el campo. El capítulo II consiste en un informe realizado por encargo de una de las asociaciones más prestigiosas en el mundo de la psicología, la Asociación Americana de Psicología. No tiene desperdicio. Después de leerlo uno tiene la sensación de que su texto debiera ser de obligada lectura para cualquier psicólogo, ya sea en ejercicio o en formación. Resulta esencial para abordar cualquier polémica sobre la inteligencia desde una base sólida. Este valor se acrecienta cuando se sabe que el coordinador de dicho esfuerzo es Ulric Neisser, un prestigioso psicólogo cognitivo cuyo trabajo se encuentra alejado de la perspectiva psicométrica. El equipo elegido para su redacción también merece una mención especial. En el se entremezclan tanto especialistas psicométricos como críticos de la misma, como por ejemplo, el profesor Stephen J. Ceci. A mi entender, su objetividad apenas tiene parangón en la psicología. El capítulo III es la traducción de un artículo clásico sobre genética del comportamiento, publicado en Science, quizás la revista de mayor impacto en el mundo científico. Su aportación al conocimiento de la influencia de la herencia, el ambiente, y la interacción de ambas fuentes de variabilidad a la comprensión de las diferencias en inteligencia, temperamento, personalidad, y otros ámbitos del comportamiento, ayuda al lector a adquirir un conocimiento sólido ante la polémica Herencia/Ambiente, esencial para la comprensión del debate sobre la inteligencia humana. Mis felicitaciones a los coordinadores por la sabia elección de estos dos trabajos.

La parte etiquetada bajo la rúbrica de «Interludio» recoge la conferencia de Edward O. Wilson sobre las relaciones entre Ciencia e Ideología pronunciada en la reunión anual de la Asociación Nacional de Académicos celebrada en Cambridge, en 1994. En ella se recoge la perplejidad de un teórico e investigador, no psicólogo, ante la repercusión pública de sus teorías. Su valor consiste en preparar al lector ante lo que está por venir en el libro.

La segunda parte, La Política de la Inteligencia, nos coloca en el meollo del debate. Yo no recomendaría asistir al mismo sin haber leído cuidadosamente la primera parte del libro. Su conocimiento resulta esencial para extraer conclusiones personales. En cuanto a esta segunda parte, mi impresión es que se centra excesivamente en el debate sobre la Curva de la Campana y en particular sobre las diferencias entre razas y sus potenciales repercusiones. Esto es una postura personal mía (no carente de crítica, por supuesto), en la que he defendido en otros lugares (Juan-Espinosa, 1997) que el debate sobre las diferencias de razas no tiene sentido en sí, sino que debiera subsumirse en el más amplio de las diferencias transculturales. Sin embargo, esto no resta valor alguno a la polémica. Lo tiene y mucho. Clara muestra de ello son las acaloradas reacciones que suscita el tema. Al margen de mi postura personal sobre La Curva de la Campana, que ya he manifestado en dos ocasiones (Fernández-Ballesteros, Juan-Espinosa, y Diez-Nicolás, 1996; Juan-Espinosa, 1995), esta segunda parte es, a mi entender, la recopilación más equilibrada sobre el tema que yo haya leído. Tres capítulos merecen una especial mención, el V, el X, y el XI (lo que no significa, ni mucho menos, que los restantes supongan un mero relleno). El capítulo V, de uno de los autores del mencionado libro, abre la polémica resumiendo las críticas realizadas a su libro y dando cumplida respuesta a las mismas. Este inicia un inteligente ciclo recopilatorio, por parte de los coordinadores, de argumentos y contra-argumentos que, aparentemente, se cierra con los capítulos VIII y IX. El capítulo X es un acierto de elección por parte de Andrés Pueyo y Colom. Pese a que Leon Kamin se expresa en él con su siempre encendido verbo, supone una combinación de postura ideológica y argumentación metodológica realmente sabia en su crítica. Finalmente, el capítulo XI es, simplemente, excelente. Para mi gusto, este capítulo, por méritos propios, debiera encabezar un apartado aislado del libro. Va más allá de una mera crítica. El autor, Earl B. Hunt, profesor de la Universidad de Washington en Seattle, gran metodólogo y teórico de la Inteligencia, muestra en él una de las críticas más profundas y elegantes a La Curva de la Campana. En su momento, su respuesta no se limitó a críticas puntuales y argumentos ad hominem (de tan frecuente uso), sino que tomó la forma de un libro alternativo, Will we be smart enough?: Cognitive changes in the coming workforce (1995), que mereció el premio de la Academia de las Ciencias en 1996. Su capítulo en este libro es, en parte, un inteligente resumen de su libro, lo que ayuda a complementar su crítica al trabajo de Herrnstein y Murray con una postura teórica alternativa sólidamente fundada. Recomiendo ardientemente tanto la lectura de este capítulo como el de su libro arriba mencionado.

En resumen, Ciencia y política de la inteligencia en la sociedad moderna resulta un libro imprescindible para un acercamiento fundado a la polémica científica y social, no solo sobre la inteligencia humana, sino sobre cualquier otra disciplina o campo de conocimiento.

Fernández-Ballesteros, R., Juan-Espinosa, M., y Díaz Nicolás, J. (1996): «The Bell Curve» Descriptive data, Ideology Interpretations and Political Conclusions. International Association of Aplied Psychology. Newsletter, 8 (2), 16-21.

Jensen, A. R. (1998). The g Factor: The Science of Mental Ability. London: Praeger.

Juan-Espinosa, M. (1997). Geografía de la Inteligencia Humana. Madrid: Pirámide.

Juan-Espinosa, M. (1995): Conclusiones peligrosas. Artículo de opinión aparecido en el diario El Mundo el 26 de Febrero de 1995.

Hunt, E. B. (1995): Will we be smart enough?: Cognitive changes in the coming workforce. New York: Rusell Sage Fundation.

Herrnstein, R., y Murray, C. (1994): The Bell Curve: Intelligence and Class Structure in American Life. New York: Free Press.

Spearman, C. (1927): The abilities of man: Their nature and measurement. New York: MacMillan.

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