La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 1999. Vol. Vol. 11 (nº 2). 449-450
María Dolores Avia y Carmelo Vázquez
Madrid, Alianza Editorial, 1998
REVISION DE LIBROS / BOOK REVIEW
Afirmaba Ivan Illich, en su conocido ensayo sobre las Profesiones Inhabilitantes, que una característica esencial de las mismas era el desarrollo y frecuente utilización de una jerga profesional inaccesible al no profesional. Particularmente, destacaba Illich, que tanto abogados como médicos eran especialmente proclives a caer en esta dinámica del lenguaje. Una de las razones para ello es la necesidad de hacerse imprescindibles para el común de los mortales (y de este modo mantener el estatus profesional). A ello habría que sumarle, además, la posibilidad de encubrir, bajo una densa retórica, la carencia de un contenido relevante que fuese algo más allá del sentido común. No se quiere decir, sin embargo, que esa jerga profesional sea innecesaria en todos los casos o que siempre se use para enmascarar una práctica que no va más allá de lo obvio. Es criticable cuando sólo sirve para incapacitar al público en general en la realización de tareas que no requerirían, de hecho, un conocimiento especial. Baste recordar aquí el Médico a Palos de Molière cuando le preguntaban al protagonista ¿por qué produce sueño el opio?, a lo que el falso médico respondía: «porque tiene propiedades dormitivas».
Viene esto al caso del ensayo que nos ocupa, el optimismo inteligente, porque, sus autores, rompiendo en cierta medida las ataduras académicas, han sido capaces, sin trivializar el asunto, de hacer un extenso recorrido por todos los ámbitos de la emoción humana y, particularmente, aquella que despierta (y siempre ha despertado a lo largo de la historia de la humanidad) el mayor interés, la felicidad. Su naturaleza, sus bases biológicas y sociológicas, sus límites y sus mecanismos de aprendizaje son los grandes tópicos que se abordan entorno al tema del optimismo. A su vez, dentro de cada uno de ellos son tantos los temas que se discuten que sería imposible citarlos para ajustarse a un comentario más académico.
Afirmaba Ivan Illich, en su conocido ensayo sobre las Profesiones Inhabilitantes, que una característica esencial de las mismas era el desarrollo y frecuente utilización de una jerga profesional inaccesible al no profesional. Particularmente, destacaba Illich, que tanto abogados como médicos eran especialmente proclives a caer en esta dinámica del lenguaje. Una de las razones para ello es la necesidad de hacerse imprescindibles para el común de los mortales (y de este modo mantener el estatus profesional). A ello habría que sumarle, además, la posibilidad de encubrir, bajo una densa retórica, la carencia de un contenido relevante que fuese algo más allá del sentido común. No se quiere decir, sin embargo, que esa jerga profesional sea innecesaria en todos los casos o que siempre se use para enmascarar una práctica que no va más allá de lo obvio. Es criticable cuando sólo sirve para incapacitar al público en general en la realización de tareas que no requerirían, de hecho, un conocimiento especial. Baste recordar aquí el Médico a Palos de Molière cuando le preguntaban al protagonista ¿por qué produce sueño el opio?, a lo que el falso médico respondía: «porque tiene propiedades dormitivas».
Viene esto al caso del ensayo que nos ocupa, el optimismo inteligente, porque, sus autores, rompiendo en cierta medida las ataduras académicas, han sido capaces, sin trivializar el asunto, de hacer un extenso recorrido por todos los ámbitos de la emoción humana y, particularmente, aquella que despierta (y siempre ha despertado a lo largo de la historia de la humanidad) el mayor interés, la felicidad. Su naturaleza, sus bases biológicas y sociológicas, sus límites y sus mecanismos de aprendizaje son los grandes tópicos que se abordan entorno al tema del optimismo. A su vez, dentro de cada uno de ellos son tantos los temas que se discuten que sería imposible citarlos para ajustarse a un comentario más académico.
También merece un reconocimiento la apuesta por la temática ya que, desde siempre, han sido generalmente las emociones negativas, la ansiedad, el estrés o el desanimo las que más han preocupado a los investigadores y a la psicología formal. Frente a ello, parece surgir (y en esta tendencia se sitúa este libro) un interés creciente por los aspectos emocionales positivos. En esta línea, no podemos olvidar el reciente éxito de ventas del trabajo de D. Goldman sobre la Inteligencia Emocional. Aunque se debe advertir al lector que se aproxime (inteligentemente) al libro de Avia y Vázquez que su contenido, si bien con intersecciones temáticas puntuales, es muy distinto. Por otra parte, también habría que destacar que esta preocupación por lo positivo ha superar esa tendencia negativista que Umberto Ecco describió muy adecuadamente en Apocalípticos o Integrados y, en virtud de la cual, parecería que una visión racional del mundo y de la realidad sólo puede conducir a un sentimiento trágico de la vida, tal y como emanan algunas corrientes psicológicas aún vigentes. Puede conllevarlo, pero no necesariamente tal y como se demuestra en el Optimismo Inteligente.
Nos encontramos, pues, ante un libro que se adscribe por la preocupación creciente por lo positivo; que, a pesar de mantener todo el rigor científico en el estudio de la temática que aborda (tal y como lo demuestra la actualizada revisión de las investigaciones en las que se apoya) es capaz de hablar con claridad al lector y desprenderse de los corsés académicos para enfocar el tema desde todas sus perspectivas.
Para rematar este breve comentario, quisiéramos destacar que, aún cuando el matiz de inteligente añade posiblemente una nueva dimensión al optimismo, el optimismo, como cualquier otra emoción no necesita ser inteligente para ser una filosofía de vida idónea, asunto éste sobre el que, el lector inteligente, podrá reflexionar.