La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 1991. Vol. Vol. 3 (nº 2). 502-505
Federico MUNNE
Barcelona: PPU. 495 páginas, 3.180 pts.
Como sabemos, una de las consecuencias de la tan repetidamente citada "crisis" de la Psicología Social ha sido justamente la de "descubrir" que los psicólogos sociales se habían ocupado y preocupado muy poco de la historia de su disciplina, como pusieron de relieve, entre otros, Jones y Kronus (1979), Morawski (1979) o Samelson (1974). Por otra parte, a veces se ha dicho (por ejemplo Hagstrom, 1965) que la preocupación de una disciplina científica por su propia historia es un síntoma de madurez. Pues bien, si todo ello es así, entonces la "crisis" de nuestra disciplina ha servido para dar mayor madurez a la Psicología Social, ya que a partir de ella, y como una de sus consecuencias, los psicólogos sociales comenzaron a preocuparse de su historia (Buss, Baumgardner, Bramel, Hendrick, Jones, Morawski, Samelson, etc.), aunque ello no era algo absolutamente nuevo, ya que existían importantes, aunque escasos, antecedentes (Karpf, 1932; G. Allport, 1968).
En esta línea "historicista" se coloca el libro de F. Munné que estamos comentando: al exponer cuidadosa y exhaustivamente el elenco de las teorías psicosociales existentes, traza una muy completa historia de la disciplina, desde luego mucho más completa, a mi modo de ver, que la que suele verse en los textos análogos al uso (Deutsch y Krauss, 1970, o Shaw y Costanzo, 1982, por ejemplo). Y ello es así porque, como el propio Munné afirma en el Prefacio, este libro, en contra de lo que es usual, "no se refiere sólo a las teorías en la Psicología Social, sino que también se refiere a los marcos teóricos de la misma". Pero el libro va más allá de las preocupaciones meramente históricas, ya que, en términos del autor, "la preocupación de fondo de estas páginas es el hecho del pluralismo teórico, tan escasamente afrontado en nuestro campo, como problema epistemológico".
Otra característica de este libro, que es de agradecer, es su apertura al mejor y más útil y fructífero de los eclecticismos. Acostumbrados a menudo a libros "de escuela", el de Munné se nos presenta como una puerta abierta al aire fresco de la libertad científica y del pluralismo tanto metodológico como, sobre todo, teórico. Y todo ello desde una perspectiva crítica, crítica llevada a varios niveles: a nivel científico, a nivel epistemológico e incluso a nivel ideológico, pues como Munné señala, "la crítica externa cumple, pues, un cometido insustituible. Gracias a ella lo ideológico puede entrar en el Santuario del objeto,y pone de manifiesto el objetivo que le confiere un sentido pleno. Es, en definitiva, más importante que la crítica interna. Sin la crítica externa, el campo científico queda en manos del monismo. Y el imperialismo sería indesbancable" (p. 51).
No se trata, pues, de un libro ideológicamente aséptico. Ni lo es ni lo podría ser. Pero es que tampoco pretende serlo. En este sentido, no estaría de más recordar la afirmación que hace casi 20 años hacía Serge Moscovici: "Cuando la Psicología Social empiece a ser peligrosa, comenzará a ser una ciencia".
En línea con lo anterior, decía Gross en 1974, en el libro editado por Armistead, que "la función ideológica esencial de la Psicología Social positivista consiste en despolitizar la ciencia social y presentar una imagen de ella como de un dominio neutral y objetivo...". De ahí que se suela amputar gravemente a la Psicología Social y, sobre todo, la Psicología Social Marxista. Pues bien, el libro de Federico Munné supera estas dificultades, dedicando, por ejemplo, casi ochenta páginas (un 20% del libro), a la Psicología Social Marxista.
Es más, este libro contradice también, en mi opinión, la imagen que, según Erika Apfelbaum, posee el sujeto de la Psicología Social, que se parece, según ella, más a la imagen del sujeto que tiene Skinner que a la que tiene Tolman. El sujeto de la Psicología Social de Frederic Munné va incluso mucho más allá de la imagen que del sujeto tiene el propio Tolman, incluyendo también las imágenes de Jung, Adler, Marx, Sartre o Heller, imágenes, por otra parte, casi totalmente ausentes de los manuales de Psicología Social, particularmente de los norteamericanos.
En suma, y como señala José R. Torregrosa en el Prólogo al libro que estamos comentando, éste se inscribe en la vertiente reflexiva de la labor científica, vertiente reflexiva que en absoluto tiene menos valor y dignidad que la empírica. Es más, estoy totalmente de acuerdo con Torregrosa cuando dice, en el citado Prefacio: (p. 14): "...el libro va suscitando la necesidad de pasar de la teoría a la teorización, de la codificación de conceptos al uso de los conceptos, de la organización del inventario al ejercicio de conceptos al uso de los conceptos de la organización del inventario al ejercicio de intelección. Desempeñar tal cometido es el sentido de todo libro de: teorías, como lo es, en último instancia, el de todo trabajo científico. Pero en un contexto de desequilibrado esfuerzo hacia la observación, en que el término investigación parece denotar sólo la investigación empírica, y en que todo esfuerzo de reflexión teórica es recibido con autosuficiente desconfianza y displicente sorna, subrayar la primacía del momento teórico puede servir de saludable antídoto. El riesgo de la especulación incontrolada no es mayor que el del empirismo trivial. Equidistante de una y otro deben orientarse los esfuerzos hacia una teorización fundada".
Una última característica que, a mi modo de ver, posee este libro, y que quisiera subrayar, es su clara incrustación en la Psicología Social Europea, que, como sabemos, es más social y más crítica que la americana. En efecto, el libro de Munné es europeo no sólo por el origen de su autor, sino también por el enfoque social y crítico que utiliza y también porque incluye las corrientes y los autores europeos al mismo nivel que los americanos (Moscovici, Escuela de Ginebra, los psicoanálisis Adler o Jung, la Escuela de Bristol, el Grupo de Berlín, la Escuela de Frankfurt, el marxismo francés, la Psicología Social Soviética, etc, etc..).
Por otra parte, y entrando ya en la estructura del libro, Frederic Munné lo divide en seis capítulos, de los que el primero ("Sobre el pluralismo teórico y el imperialismo en las ciencias sociales") es el principal y el eje de toda la obra. Más aún, a mi juicio todo el libro debe ser interpretado según los supuestos de este primer capítulo, hasta el punto de que creo que al lector le sería muy conveniente volver a leer este capítulo otra vez al terminar el libro. Defiende Munné en este primer capítulo, en línea con su anterior obra "La construcción de la Psicología Social como ciencia teórica", un pluralismo epistemológico muy señalado. Y es que, de forma parecida a los planteamientos expuestos hace poco por Amalio Blanco en su "Cinco tradiciones en Psicología Social', subraya Munné (pp. 51-52) que el comportamiento interpersonal "presenta un contenido multiforme que requiere pertrechar múltiples enfoques para ser aprendido en su totalidad". Esos "múltiples enfoques" los expone Munné en los siguientes capítulos: Cap. 2: El psicoanálisis Social; Cap. 3: El conductismo social; Cap. 4: El sociocognitivismo; Cap. 5: El interaccionismo simbólico y tendencias afines; Cap. 6: La psicología social marxista.
De todos estos cinco capítulos, pienso que el último es el fundamental y posee un interés especial, aunque sólo fuese por la sencilla razón de que no suele ser frecuente verlo en los textos al uso. Por el contrario, ha sido la marxista una corriente psicosocial casi totalmente desterrada de los textos y manuales de Psicología Social, particularmente de los norteamericanos. Baste con recordar el éxito que en la segunda mitad de los años 30 tuvo en los Estados Unidos el libro de J.F. Brown, "Psychology and the social order" (1936) y el silencio tan absoluto en que entró en las décadas siguientes, dado que pretendía de alguna manera unir las teorías de Lewin, Freud y Marx. Es más, la primera edición del prestigioso "Handbook of Social Psychology", de Lindzey y Afonson (1968-1969) sí le cita, pero ocultando su vertiente marxista.
Pues bien, Munné no solamente incluye las teorías psicosociales marxistas, sino que, como ya hemos dicho, le dedica casi el 20% del libro, donde analiza, por una parte resumiendo y por otra ampliando su anterior libro "Psicologías Sociales marginales", la Psicología Social soviética y su área de influencia, la psicología social del marxismo francés, el freudomarxismo y la psicología social marxista fenomenológica.
Lo fundamental de este sexto capítulo, lo repetimos, estriba principalmente en el hecho de que no suele ser fácil encontrarlo en los textos de psicología social. Antes por unas razones y ahora, tras la caída de los regímenes socialistas en el Este, por otras. Sin ser marxistas, pienso que se puede admitir, a poco que se recapacite, que no tiene Marx hoy día menos razón -ni más- de la que tenía antes de caer el Muro de Berlín. En consecuencia, los supuestos psicosociales de Marx poseen hoy día tanta validez -o tan poca- como hace unos años. Ni más, ni menos. Pero, se pregunta el propio Munné: ¿es que hay una Psicología Social en Marx? Y él mismo responde (p. 340): "No la hay como una teoría explícitamente formulada, pero sí se encuentran en su obra conceptos psicosociales, como los de alienación y conciencia de clase, una concepción psicosocial de la naturaleza del individuo (la famosa tesis VI sobre Feuerbach), y numerosas descripciones y análisis de determinados comportamientos psicosociales concretos". Y por supuesto, me parece difícil de mantener las posturas que, como la que defendía la Revista de Psicología Social en su hasta ahora último Editorial (1990, Nº 2-3), creen ver en la caída de los régimenes del Este una victoria del psicologismo en Ciencias Sociales. Eso sería como confundir la velocidad con el tocino, por decirlo vulgarmente.
Creo, no obstante lo dicho, que este libro de Munné, como todos los libros, podría haber sido mejorado en algunos aspectos. Por no extenderme más, sólo mencionaré tres:
a) Con el primero, bastante inevitable, me refiero a que algunas corrientes o autores no han sido suficientemente tratados, como es el caso, por no poner sino un par de ejemplos, de "La personalidad autoritaria", o la obra de Lacan. Y digo que este inconveniente no es fácilmente evitable porque para analizar exhaustivamente todo el material que incluye el autor, se hubiesen necesitado cinco o seis volúmenes como este.
b) En segundo lugar, me hubiera gustado, aunque soy consciente de las dificultades de diverso orden que tal tarea le plantearía al autor, haber visto un mayor desarrollo de la Psicología Social española, tanto de la que actualmente se hace en nuestro país, como de la que anteriormente a la institucionalización de la Psicología en España. Por no poner sino un solo ejemplo, a Ortega y Gasset sólo le cita Munné una vez, y absolutamente de pasada.
c) Finalmente, y esto sí hubiera sido fácil de hacer, la inclusión del año de nacimiento de los autores le hubiera facilitado al lector el seguimiento de una cierta sucesión cronológica de autores y escuelas, así como relacionar unos y otras.
En conclusión, se trata de un libro que, en mi opinión, hacía falta, al menos en el mundo de habla hispana, y que añade nuevas y muy positivas características a los ya existentes en el ámbito anglosajón (Deutsch y Krauss, Shaw y Costanzo, etc.).
Para terminar, quisiera señalar que el libro que estamos comentando refleja en gran medida la definición que José Ramón Torregrosa daba en 1985 de Psicología Social: "... entiendo la Psicología Social como un esfuerzo intelectual sistemático por comprender la experiencia y la conducta humana en virtud de los nexos reales, imaginarios y simbólicos que vinculan a los hombres en su vivir cotidiano; un esfuerzo congruente, perseverante y sistemático para entender mejor la condición humana, en virtud de que esa condición humana es constitutivamente social y simbólica". A mi modo de ver, el libro de Munné constituye un desarrollo extenso de tal definición, por lo que no podía dejar en el tintero ninguna de las grandes corrientes teóricas que a lo largo de todo este siglo han enriquecido nuestra disciplina.
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