La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
Se admiten trabajos tanto de investigación básica como aplicada, pertenecientes a cualquier ámbito de la Psicología, que previamente a su publicación son evaluados anónimamente por revisores externos.
Psicothema, 2003. Vol. Vol. 15 (nº 3). 395-400
Esperanza Navarro-Pertusa, Esther Barberá Heredia* y Abilio Reig Ferrer
Universidad de Alicante y * Universidad de Valencia
El artículo presenta un estudio sobre las diferencias de género en los motivos para mantener relaciones sexuales. A través de un relato ficticio se analiza la intención de conducta, así como los motivos atribuidos al personaje, masculino o femenino, para implicarse o no en una relación sexual. Se ha utilizado un diseño experimental entre sujetos y la muestra está compuesta por 505 adolescentes de ambos sexos. Los resultados son interpretados desde el paradigma del papel del género en la prevención de los riesgos de la sexualidad.
Gender differences in sexual motivation. This article presents a study about gender differences related to motives to maintain sexual intercourse. Using a fictious story, sexual behaviour intentions and attributed motives of the character (boy or girl) to either mantain or not a sexual intercourse are analized. A between subjects experimental design has been used with a total amount of 505 teen-agers, both genders. Results have been interpreted in the context of gender paradigm in sexual risk prevention.
La investigación acerca de los motivos y circunstancias en que hombres y mujeres estarían dispuestos a implicarse en una relación sexual señala una de las diferencias de género más recurrentes dentro del comportamiento sexual. Como se ha podido constatar (p. ej., Barberá y Navarro, 2000; Carroll, Volk y Hyde, 1985; FIPSE, 2002; Lagrange y Lhomond, 1997), los chicos extreman los aspectos físicos del encuentro sexual, tales como el placer, la excitación o el atractivo físico de la pareja potencial, así como la limitación de recursos (p. ej., no dejar pasar una oportunidad), como motivos por los que se implicarían en un encuentro sexual. Por el contrario, las chicas extreman la importancia de las condiciones afectivas y relacionales en las que se va a dar el encuentro sexual como motivo principal para implicarse en una relación sexual, en consonancia con otros ámbitos relacionales (Singh-Manoux, 2000). Esta diferencia de género en el patrón motivacional organiza gran parte de las asimetrías observadas en el comportamiento sexual de hombres y mujeres (García, Gómez y Cantó, 2001; Oliver y Hyde, 1993). Así, los hombres mantienen actitudes más tolerantes hacia el comportamiento sexual con independencia del contexto amoroso en el que éste surja y, en consecuencia, refieren un mayor número de parejas sexuales que las mujeres a lo largo de la vida (Baumeister, 2001).
El interés por la prevención del SIDA y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), así como del embarazo no deseado entre adolescentes, ha incrementado notablemente la investigación psicosocial acerca del comportamiento sexual en estos grupos de edades (p. ej., Cáceres y Escudero, 1994; Serrano, Godás, Rodríguez y Mirón, 1996). Cuestiones como la percepción de riesgo, la información o las actitudes hacia la sexualidad y hacia las estrategias de prevención, han recibido una especial atención tanto teórica como empírica en las últimas décadas (Di Clemente, 1992; López y cols., 1993). Recientemente, la investigación de género incorpora al análisis de la conducta sexual preventiva elementos propios, como son las relaciones de poder entre los géneros y el estudio de estereotipos y representaciones sociales (p. ej., Breakwell y Millward, 1997), el análisis de las normas y creencias en torno al comportamiento sexual de cada género (p. ej., Kalof, 1995; Wight, 1992) o la cuestión de la identidad (p. ej., Vance, 1989), por citar algunos ejemplos. La iniciación sexual se ha beneficiado especialmente de esta perspectiva (p. ej., Holland, Ramazanoglu, Sharpe y Thompson, 1998). La hipótesis general que subyace en esta línea de investigación es que algunas normas de género podrían estar dificultando la adopción de las estrategias de prevención de los riesgos de la sexualidad. Un ejemplo de ello sería la ambivalencia del papel de la sexualidad femenina en las relaciones interpersonales y el éxito social: por un lado se premia y alienta el atractivo sexual, por otro, se inhibe la actividad sexual. Se espera que sean las chicas quienes decidan hasta dónde se puede llegar sexualmente dentro de una pareja, al tiempo que el desarrollo de la sexualidad femenina mantiene unas normas que las conduce a un estado de dependencia erótica de sus compañeros varones (ausencia de práctica de masturbación anterior a la experiencia coital; selección de parejas más mayores; interdependencia entre aspectos sexuales y amorosos; creencia en un alto drive sexual masculino esencial). Esta paradoja permitiría comprender mejor por qué muchas chicas bien informadas sobre los riesgos de la sexualidad no llevan a la práctica aquello que saben para prevenirse a sí mismas de un potencial riesgo para su salud a partir de su comportamiento sexual. Una confirmación empírica de estos supuestos la encontramos en una investigación en la que se observó una relación positiva entre asertividad sexual y uso del preservativo en las chicas (Breakwell y Millward, 1997).
El estudio que se presenta abunda en el análisis del papel del género en el comportamiento sexual y su relación con la adopción de las estrategias de prevención de los riesgos de la sexualidad, concretamente en población adolescente. A este fin, el objetivo central de este estudio es profundizar en los motivos por los que chicos y chicas estarían dispuestos a implicarse en un encuentro sexual de riesgo y los procesos psicosociales que pueden estar soportando las diferentes motivaciones. A través del uso de un relato sin final que plantea un escenario de relación sexual casual, buscamos conocer qué comportamiento se espera de cada personaje, cuáles son las razones que estarían motivando su conducta, el riesgo atribuido y la identificación del sujeto con la situación planteada. Se ha utilizado un diseño entre sujetos, en el que se ha manipulado la variable género del protagonista (Sprecher, 1989), a fin de poder realizar comparaciones entre los grupos de chicos y chicas eliminando el sesgo de la deseabilidad social de la norma de igualdad entre los géneros.
Método
Muestra
En este estudio han participado 505 adolescentes de ambos sexos y edades comprendidas entre los 15 y los 20 años, con una media de edad de 16,3 (d.t.= 1,27). El 59,2% son chicas y el 40,8% chicos. La muestra fue seleccionada en cinco de los trece centros de enseñanza secundaria de la ciudad de Elche (Alicante). Todas las personas participantes respondieron al cuestionario en horario lectivo y de forma anónima.
Procedimiento
Este estudio forma parte de un proyecto de investigación más extenso sobre sexualidad en la adolescencia realizado durante el primer trimestre del año 1999 (Navarro-Pertusa, 2002). A cada uno de los participantes se les presentaba un relato ficticio acerca de un personaje de 18 años, que o bien es un chico (Manolito), o bien una chica (Estrellita), con ninguna experiencia sexual, poco atractivo(a) físicamente y que sale normalmente con un grupo de amigos(as), con el que se siente altamente identificado(a). Este personaje se ve implicado(a) una noche de fiesta en una relación de ligue, con una persona algo mayor, del sexo contrario y que es presentada como muy atractiva físicamente. Durante este encuentro, y en un momento de cierta actividad sexual, en un coche, el ligue le propone mantener una relación sexual coital de riesgo (sin preservativo). El relato finaliza sin aclarar qué decide el personaje. Tras la lectura, se le presentaba a los sujetos una batería de preguntas.
Diseño y variables analizadas
En la mitad de los casos el protagonista del relato era un chico (Manolito) y en la otra mitad una chica (Estrellita). Entre las chicas, 149 leyeron el relato femenino y 149 leyeron el masculino. Entre los chicos 97 leyeron el relato femenino y 107 el masculino. Se procuró equiparar ambas formas lo máximo posible, si bien, dadas las diferencias morfológicas entre sexos, no fue posible ofrecer dos relatos en que los riesgos derivados del comportamiento sexual fueran idénticos para ambos personajes. En el diseño de investigación se ha tenido en cuenta, además, el sexo de quien responde y el pronóstico que emiten justo después de haber leído el relato, indicando si creen que el personaje consumará la relación coital o no.
Como variables a analizar se registran:
El pronóstico emitido por los participantes, tras haber leído el relato registrándose una escala de respuesta Sí o No.
Medida de motivos para mantener una relación de sexo casual. Se presentaron tres ítems en forma de dilema, con dos opciones de respuesta cada uno. Cada ítem iba encabezado con el siguiente enunciado: «Suponiendo que "sí lo haga", ¿a qué podría deberse? (Indica una de estas dos razones)». Alternativas de respuesta: Para el ítem 1: Por no quedar mal con él/ella o por los amigos. Para el ítem 2: Porque está muy excitado y no puede evitarlo o porque ha bebido mucho alcohol y no controla. Para el ítem 3: Por placer o por ser como los demás. Se pedía a los sujetos que respondieran con independencia del pronóstico que los propios encuestados hubieran expresado.
Como se puede observar, cada ítem incide en un aspecto motivacional diferente, en los tres casos uno menos relacionado con aspectos eróticos y el otro más vinculado a los aspectos eróticos de un encuentro sexual.
Medida de motivos para no mantener una relación de sexo casual. Los sujetos debían responder a la pregunta: Suponiendo que no lo haga, ¿a qué podría deberse? Se presentaron seis posibles respuestas de las que sólo debían seleccionar una. Por un lado, tres de estas razones obedecían a las posibles consecuencias indeseables para la salud de un encuentro sexual desprotegido: Temor al Sida; Enfermedad de transmisión sexual y Temor al embarazo. Las tres opciones restantes hacían referencia a aspectos de la calidad afectiva de la relación y la experiencia emocional: No se da amor ni confianza; No desear perder la virginidad con alguien desconocido y Por miedo a arrepentirse al día siguiente.
Medida de percepción de riesgo. Dos preguntas se orientaron a medir la percepción de riesgo de ETS y de contraer el Sida. En una de ellas se decía: Por mantener una relación de este tipo ¿qué probabilidad te parece que hay de contraer una enfermedad de transmisión sexual? En otra se preguntaba por la percepción que el sujeto tiene acerca del posible temor a contraer Sida por parte de la gente joven. En ambos casos se ofreció una escala de respuesta con cinco alternativas: mucho, bastante, regular, poco, ninguno.
Medida de la identificación con la historia. La identificación se ha medido a través de tres ítems: ¿Crees que una historia como ésta es algo que te puede pasar?, ¿Crees que historias como ésta ocurren hoy día a la gente joven? Y, ¿Te gustaría que te pasara a ti? Para los tres ítems, escala de respuesta Sí, No.
Medida de la intención de comportamiento. Se preguntó a los sujetos qué hubieran hecho ellos en caso de estar en la situación del personaje, debiendo escoger una opción entre las cinco indicadas: a)Salir del coche en el momento que te propone relaciones completas; b) Salir a buscar preservativos, volver al coche y llegar al final; c) Tratar de convencerla/le para dejarlo en ese momento y quedar al día siguiente; d) Lo mismo que supongo que ha hecho Manolito/ Estrellita); y e) Hacer sexo sin penetración (petting).
Procesamiento y análisis de datos
Los datos fueron procesados a través del paquete estadístico SPSS 6.0. Las pruebas estadísticas más utilizadas en el tratamiento de datos han sido el análisis de varianza y las pruebas de Chi2.
Resultados
Lo hace, no lo hace
El 42,5% de los participantes (n= 209) señala que el personaje sí lo hace, y el 57,5% (n= 283) que no lo hace. Se observa un efecto del género del personaje (F[1,488]= 41,246; p<0,001) (véase Tabla 1): mientras que un 28,3% de la muestra indica que Estrellita sí lo hace, sube a un 56,0% en el caso de Manolito. Se da un consenso casi perfecto entre los pronósticos que hacen chicos y chicas para cada personaje (F= 0,096).
Motivos para mantener una relación de sexo casual desprotegida
En cuanto al dilema complacer a la pareja o complacer al grupo, los resultados muestran una diferencia entre chicas y chicos (F[1,448]= 14,287; p<0,001): el 64,5% de las chicas indica la presión del grupo como razón, frente al 54,1% de los chicos. No obstante, este efecto principal aparece en interacción con el género del personaje (Manolito o Estrellita) (F[1,448]= 13,007; p<0,001). Mientras que para Estrellita chicas y chicos estiman por igual la presión de su grupo, para Manolito las chicas señalan en mayor medida la presión de su grupo de amigos mientras que los chicos piensan que lo más importante es quedar bien con ella (véase Tabla 2).
El segundo dilema refiere como posibles motivos la excitación sexual o el alcohol. En los resultados se observa una diferencia con respecto al personaje (F[1,454]= 16,081; p<0,001): el comportamiento sexual del personaje masculino es explicado por el impulso de la excitación con mayor frecuencia que el del personaje femenino. A su vez, las chicas dan menos explicaciones en términos de excitación que los chicos (F[1,454]= 6,459; p<0,02). Los dos efectos se acumulan en la interacción entre esas dos variables (F[1,454]= 5,094; p<0,03), de modo que el personaje femenino es explicado del mismo modo por chicas que por chicos, más bien en términos de alcohol. Sin embargo, al personaje masculino las chicas le atribuyen menos la excitación que los chicos (véase Tabla 2). La interacción entre lo que el sujeto supone que hará el personaje y el género del personaje (F[1,454]= 5,355; p<0,03) confirma de otro modo esa interacción vista. Quienes suponen que Estrellita sí lo hace, le atribuyen aún más el factor alcohol comparado con quienes suponen que no lo hará. En el caso de Manolito, quienes suponen que lo hace, le atribuyen aún más el factor excitación sexual que los que suponen que no lo hacen. De nuevo chicos y chicas coinciden al indicar que la motivación del personaje femenino responde en menor grado que la masculina a una activación sexual que podríamos llamar intrínseca.
En el último dilema los participantes debían escoger entre el placer sexual o ser como los demás. Los resultados señalan en primer lugar una diferencia en el sexo del personaje (F[1,454]= 6,919; p<0,009): el comportamiento sexual del personaje masculino es más explicado por placer que el del femenino. También se observa que los chicos indican más al placer como motivación que las chicas (F[1,454]= 32,595; p<0,0001) (véase Tabla 2). La interacción entre el género del sujeto y si han estimado que el personaje lo hace o no lo hace (F[1,454]= 5,369; p<0,03), indica que los chicos que piensan que el personaje sí lo hace invocan más el placer como motivo.
En conjunto, estos resultados revelan que el comportamiento sexual del chico es atribuido a los motivos llamados intrínsecos: su impulso sexual, excitación o cortejo va a guiar la conducta. Sin embargo, el origen del comportamiento sexual de la chica se ubica en otro lugar, en el consumo de alcohol, en el estatus. Por otro lado, es destacable la importancia que las chicas le otorgan a la presión de los amigos como explicación del comportamiento sexual de los varones.
Motivos para no mantener una relación sexual desprotegida
Los resultados obtenidos muestran que la razón más mencionada para no implicarse en un encuentro sexual de estas características es el temor a un posible embarazo, con un 29% de las respuestas, seguido del miedo a una ETS con un 19,3% y el temor al Sida, con un 17,7%. Las tres opciones restantes presentaron similares porcentajes de respuesta: la falta de amor, un 8,4%, el miedo a arrepentirse, un 6,6%, y por último, no querer perder la virginidad con alguien desconocido, un 5,8% del total de las respuestas (véase Tabla 3).
Las opciones temor a un posible embarazo y temor a una posible ETS no revelan diferencias significativas entre géneros. Sin embargo, son los chicos quienes más indican por temor al Sida (Chi2/1= 9,10; p<0,003). Por otro lado, los resultados indican que son las chicas quienes señalan fundamentalmente la ausencia de vinculación amorosa (Chi2/1= 8,97; p<0,003) y el posible arrepentimiento (Chi2/1= 4,00; p<0,05).
En resumen, se puede afirmar que para este grupo de adolescentes los aspectos de prevención sobresalen frente a los aspectos relacionales y afectivos, que el temor al embarazo es la principal preocupación de chicos y chicas y que el Sida está más presente en las razones de los chicos para decir que no a un encuentro sexual que en las de las chicas. Por otro lado encontramos que alrededor del 20% de las personas que responden, más chicas que chicos, extreman la importancia de los aspectos relacionales del encuentro sexual que se plantea.
No obstante, y como era de esperar, el género del personaje matiza ligeramente estos resultados: Estrellita temería el embarazo (Chi2/1= 26,87; p<0,0001), Manolito una ETS (p<0,09) y el Sida (Chi2/1= 15,08; p<0,0001). Ninguna otra diferencia es significativa.
Examinadas las interacciones entre las variables género del sujeto y del personaje para cada una de las motivaciones, la única que aparece significativa es en la opción por temor al Sida (p<0,02). Esta interacción se explica porque los varones señalan esta opción fundamentalmente en el caso del personaje masculino y menos en el caso del personaje femenino. Por último, no se observa que las razones vinculadas a los aspectos relacionales del encuentro sean más atribuidas a un personaje que a otro.
Resumiendo, para el personaje masculino son más señaladas las opciones de Sida y ETS. La opción Sida es, además, más señalada por los chicos que por las chicas de esta muestra. En el caso del personaje femenino, la razón más indicada es el temor a un embarazo. Por último, los motivos relacionales son más aducidos por las chicas que por los chicos, con independencia del género del personaje.
Percepción de riesgo y temor al Sida
En cuanto a la percepción de riesgo asociada al relato, la media global (m= 1,60; 1= alta probabilidad de contraer una ETS; 5= ninguna) indica que los sujetos perciben un alto riesgo en este encuentro de sexocasual.Las chicas ven un mayor riesgo que los chicos (p<0,001), con independencia del personaje (véase Tabla 4). Pero el resultado que ofrece mayor interés es la interacción significativa que resulta entre el género del encuestado y si ha pronosticado que mantendrá la relación coital o no. Esta interacción (p<0,017) indica que mientras que las chicas ven aproximadamente el mismo –alto– riesgo con independencia de que hayan pronosticado que mantendrá la relación coital o no, sin embargo, entre los chicos, es sobre todo quienes han señalado que el personaje mantiene la relación coital quienes ven menos probabilidad de que a partir del encuentro sexual se pueda contraer una ETS. Se puede concluir, por tanto, que entre las chicas la percepción de riesgo es más ajustada a la realidad que entre los chicos de esta muestra.
En cuanto al temor al Sida que perciben entre la gente joven, los encuestados responden que creen que la gente joven tiene bastante temor (m= 1,34; donde 1 es mucho y 5 nada). Cabe destacar que esta media es significativamente diferente de la percepción de riesgo asociada al relato, en el que se estima un menor riesgo (m= 1,61; t/485= 8,38; p<0,001). En la Tabla 4 se pueden observar los resultados para cada una de las condiciones. Observamos, además, una interacción (p<0,051) entre el género del personaje y si se ha pronosticado que consumará o no la relación coital: el grupo que ha señalado que Estrellita sí lo hace, dice que la gente joven tiene menos miedo, que cuando Estrellita no lo hace. Por el contrario, a Manolito se le pronostica que lo hará incluso más cuanto más miedo tiene la gente joven a contraer el Sida.
En resumen, a Estrellita se ve más congruencia entre lo que se pronostica que va a hacer y el miedo a contraer el Sida que se aprecia dentro del grupo de gente joven: cuando se estima que la gente joven tiene mucho miedo a contraer el Sida entonces se pronostica que no lo hará, como si la predicción sobre ella se derivara en congruencia con su grupo. Por el contrario, Manolito lo hace pese al miedo que se estima que tienen los jóvenes en general, es decir, como una decisión individual o a contrapunto del grupo.
Identificación con el relato
Las respuestas de los sujetos indican una alta identificación con la historia que se les presenta. El 65,8% de los encuestados señalaron que esta historia les puede ocurrir, el 34,2% restante creen, por el contrario, que una historia como la planteada no les puede ocurrir. Un 79,7% de la muestra señala que no les gustaría que les ocurriera algo parecido, mientras que al 20,3% restante sí les gustaría. Por último, un 92,3% cree que este tipo de historias ocurre a la gente joven hoy día y el 7,7% restante no ve real la historia.
Cabe destacar que consideran que es más probable que una historia similar le ocurra a la gente joven en general de que les ocurra a ellos personalmente (t/481= 11,46; p<0,001). Se observa una tendencia (p<0,067) según la cual las chicas ven más probable que historias parecidas le ocurran a la gente joven en la actualidad. Pero el resultado no es el mismo para cada personaje: los sujetos que leen la historia de Estrellita creen que ocurre más a menudo entre gente joven que quienes leen la de Manolito (p<0,017).
En cuanto a si consideran que les puede ocurrir algo parecido se observa una diferencia significativa en la variable género del sujeto (p<0,032). Son los chicos quienes afirman que algo parecido les puede ocurrir en mayor medida que las chicas.
Respecto del ítem te gustaría que algo similar te pasara a ti, los resultados obtenidos revelan una diferencia altamente significativa según el género del encuestado (p<0,001). En este caso, a los chicos les gustaría más que a las chicas que les ocurriera algo parecido. En la misma dirección apunta el resultado de la variable género del personaje. Cuando se trata de Manolito, las puntuaciones medias son más próximas al me gustaría que cuando se trata del personaje femenino (p<0,033). De nuevo encontramos que son los chicos quienes ven más deseable aquello que acontece en la historia, y de nuevo el personaje masculino refleja una historia que es vista como más deseable que el personaje femenino. Estos resultados se matizan por la interacción entre el género del sujeto tanto con el género del personaje como con el final del relato: las preferencias de las chicas no están en relación ni con el género del personaje del relato leído, ni con el pronóstico sobre la consumación de la relación coital que ellas han emitido. El grupo de chicos que leyó la historia de Manolito afirma que le gustaría que algo similar les ocurriera (p<0,026). Y el grupo de chicos que dice que el personaje sí lo hace es quien afirma que les gustaría que algo así ocurriera (p<0,001).
La intención de comportamiento
Las respuestas sobre la intención de comportamiento del sujeto entrevistado indican que el 40,5% de las chicas y el 8,7% de los chicos señala Salir del coche y abandonar completamente el encuentro sexual. Esta opción sólo da lugar a dos efectos principales: es mayoritariamente indicada por las chicas, con una altísima diferencia con relación a los chicos (p<0,0001) y es más señalada en el relato de Estrellita que en el de Manolito (p<0,006).
Buscar preservativos, volver al coche y seguir la relación. El 8,6% de las chicas y el 53,3% de los chicos señala esta opción (p<0,001). Quienes han pronosticado que se consumaría la relación coital también señalan más esta opción que los que no han emitido tal pronóstico. Se observa la interacción entre el género del encuestado y el final de la historia (p<0,02), que viene a indicar que la diferencia entre un pronóstico y otro está más acentuada en los chicos que en las chicas.
Intentar convencerle para dejarlo en ese momento y quedar al día siguiente. El 25,4% de las chicas y el 18,5% de los chicos señala esta respuesta (p<0,054). Por otro lado, ofrece una interacción muy significativa (p<0,001) entre el género del sujeto y el final del relato que han decidido: cuando se ha indicado que el personaje sí lo hace, las chicas señalan más esta opción, sin embargo, entre los chicos son aquellos que han decidido que el personaje no lo hace quienes seleccionan esta opción mayormente.
Hacer sexo sin penetración (petting). El 21,3% de las chicas y el 13,3% de los chicos señala esta respuesta. Esta opción sólo da lugar a una diferencia global entre las chicas, que se inclinan más por ella que los chicos (p<0,016).
Hacer lo mismo que supongo que ha hecho el personaje. Esta opción tan sólo ha sido indicada por el 4,9% de la muestra, un 4,1% de las chicas y un 6,2% de los chicos. Se observa que la interacción entre el género y el final del relato seleccionado resulta altamente significativa (p<0,001) (véase Tabla 5).
Discusión y conclusiones
De los resultados vistos merecen ser destacadas al menos tres cuestiones. En primer lugar, tan sólo la mitad de los sujetos ha pronosticado que el personaje sí se implicaría en una relación sexual desprotegida, aun evaluando el encuentro como deseable y probable. Este dato contrasta con resultados previos obtenidos en estudios realizados en décadas anteriores (p. ej., Clark y Hatfield, 1989) en los que se observaba una mayor homogeneidad de respuestas entre varones y entre mujeres. Este resultado puede indicar que el mensaje de la prevención ha calado, transformando especialmente la intención de comportamiento entre los varones. Por otro lado, encontramos que prácticamente la mitad de las chicas indican que sí se implicarían en un encuentro sexual casual, cuando se contemplan posibles escenarios sexuales que no incluyan la relación coital, lo que interpretamos como un indicador de los cambios experimentados en los roles femeninos en los últimos años (Giddens, 1995). No obstante, la lógica de la diferencia de género se mantiene en los mismos términos a lo observado en estudios previos (p. ej., Carroll y cols., 1985). Por otra parte, es destacable el alto consenso observado entre los géneros acerca del comportamiento de cada personaje. Una cuestión que permite comprender este resultado es la preocupación que observamos en relación con la posibilidad de un embarazo como consecuencia de un encuentro sexual desprotegido. En efecto, si bien se trató de diseñar dos historias lo más similares posibles, la capacidad gestante de la mujer siempre le conduce a un potencial riesgo para su salud mayor que al varón. Ello nos llevaría a concluir que si las chicas se sienten menos interesadas por el sexo es porque éste plantea un riesgo para su salud fácilmente identificable como es el embarazo, y sin duda esta conclusión sería parcialmente correcta. Sin embargo, no observamos consenso entre géneros en cuanto a los motivos atribuidos a cada personaje para explicar su comportamiento sexual. Así, para los chicos las razones que explican su conducta van a ser fundamentalmente de carácter intrínseco, especialmente cuando explican el comportamiento de un personaje masculino, mientras que las chicas las razones más aducidas son de carácter extrínseco. La motivación intrínseca a la que aluden los varones nos revela la creencia en un mayor drive masculino: el placer, no poder parar, la excitación, complacer a la pareja… son todos ellos lugares comunes en la construcción del ideal sexual masculino. Pero la observación de las chicas acerca del efecto de los amigos sobre el comportamiento sexual del varón revela su percepción acerca de la influencia del grupo de iguales en la sexualidad masculina, elemento clave en el desarrollo de la sexualidad masculina adolescente, como ha sido destacado en numerosos estudios (p. ej., Holland y cols., 1998), e influencia que puede ser obviada por los propios chicos.
¿Qué consecuencias puede tener estas diferencias de género en la prevención de los riesgos de la sexualidad? A partir de los resultados vistos podemos concluir que existe un efecto de género en la intención de comportamiento sexual de riesgo. En primer lugar, queremos destacar la existencia de un porcentaje, un 20%, mayoritariamente formado por chicas que indican como razones para decir que no al encuentro sexual la calidad de la relación. La idea de que el amor protege, como ha sido sugerido por numerosos investigadores (p. ej., Wight, 1992), puede estar organizando parte del comportamiento preventivo de las chicas adolescentes (Holland y cols., 1998), siendo menor la prevención cuanto mayor es la implicación amorosa. Por otro lado, nuestros datos señalan que para los varones una historia similar les gustaría más que les ocurriera, pero consideran poco probable que así sea, lo que sugiere que no dejar pasar una oportunidad de experimentar la sexualidad puede actuar como un elemento importante de motivación sexual masculina, tal y como es observado por la investigación más reciente (p. ej., Lagrange y Lhomond, 1997). Esta motivación, unida a la presión del grupo de iguales, amparada en la creencia en un mayor impulso sexual masculino, puede conducir a los chicos a una menor protección frente a los riesgos de la sexualidad. Nuestros resultados revelan, en consonancia, que los varones perciben menor riesgo que las chicas, a pesar de invocar más el riesgo del Sida, mostrando un sesgo de invulnerabilidad, como si protegieran su propia conducta o su propio guión de conducta sexual.
Con todas las limitaciones derivadas de la selección de la muestra y la elección del escenario sexual –en el que las diferencias de género son más extremas (Oliver y Hyde, 1993)– estos resultados animan a seguir investigando el papel del género en el comportamiento sexual y su impacto en la adopción de las estrategias de prevención de los riesgos de la sexualidad. En definitiva, la mayor parte de la actividad sexual, de riesgo y de no riesgo, ocurre entre dos personas de diferente sexo.
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