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La revista Psicothema fue fundada en Asturias en 1989 y está editada conjuntamente por la Facultad y el Departamento de Psicología de la Universidad de Oviedo y el Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias. Publica cuatro números al año.
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PSICOTHEMA
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Psicothema, 2003. Vol. Vol. 15 (nº 1). 101-108




TEST DE SESGO ENDOGRUPAL INTERÉTNICO: ESTUDIOS DE FIABILIDAD Y DE EVIDENCIAS DE VALIDEZ

Antonio J. Rojas Tejada, M. Carmen García Fernández y Marisol Navas Luque

Universidad de Almería

Este trabajo se enmarca en el estudio del sesgo endogrupal como variable predictora de las actitudes de aculturación de población autóctona e inmigrante. El objetivo de la investigación es presentar un test elaborado para la medida del sesgo endogrupal en diferentes grupos étnicos (autóctonos españoles e inmigrantes magrebíes y subsaharianos). Además, se realiza un estudio de las propiedades métricas del test, donde se muestran los resultados del estudio de la fiabilidad de las puntuaciones y del estudio de las evidencias de validez de las medidas (basadas en la relación del sesgo endogrupal con otras variables descritas en la literatura psicosocial). Los resultados permiten concluir que el test desarrollado posee unas propiedades psicométricas adecuadas para su uso multiétnico, en el sentido de que puede ser utilizado para medir sesgo tanto en personas del grupo mayoritario (autóctonos respecto a exogrupos de magrebíes y subsaharianos) como en personas del grupo minoritario (magrebíes y subsaharianos respecto al exogrupo de autóctonos).

Interethnic ingroup bias test: reliability and validity evidences studies. The work is framed in the study of in-group bias as predictor variable of acculturation attitudes of native and immigrant populations. The aim of this research is to show a test for the measure of in-group and out-group bias in different ethnic groups (native Spanish people and North-Africans and Black-African people). Moreover, a study of psychometric properties of the test where are shown the results of reliability scores and validation evidences of measures (based on the relationship of in-group bias with another variables described in the psychosocial literature) it is reported. These results allow to conclude that developed test possesses psychometric properties adapted for multiethnic using. This test could be used to measure in-group bias in majority groups (native people respect to North-African and Black-African out-groups) and in minority groups (North-African and Black-African people respect to native out-group).

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El sesgo endogrupal, también denominado favoritismo endogrupal, puede definirse como la tendencia, por parte de los miembros de un grupo, a favorecer, beneficiar o valorar más positivamente a ese grupo (endogrupo) con respecto a otro grupo al que no pertenecen (exogrupo), en comportamiento, actitudes, preferencias o percepciones (Turner, Brown y Tajfel, 1979). Este concepto surge de los primeros estudios psicosociales experimentales sobre relaciones intergrupales y conflicto (p.e., Sherif y Sherif, 1953), en los que el sesgo se consideraba un producto del conflicto entre grupos, provocado a su vez por intereses grupales o metas incompatibles; esto es, una distorsión cognitiva causada por la antipatía intergrupal mutua o por el rechazo del exogrupo.

Sin embargo, estudios posteriores demostraron que el sesgo endogrupal podía darse en situaciones intergrupales «mínimas», sin interacción cara a cara entre los miembros de los grupos, en ausencia de intereses grupales en conflicto o de actitudes intergrupales negativas (p.e., Tajfel, Flament, Billing y Bundy, 1971). Asimismo, el sesgo endogrupal no parece implicar necesariamente el desprecio o la discriminación del exogrupo, sino simplemente el favorecer al propio grupo en la distribución de recompensas, en la asignación de rasgos o en la valoración de su desempeño (Brewer, 1999).

La explicación más aceptada del sesgo o favoritismo endogrupal hasta el momento es la proporcionada por la Teoría de la Identidad Social (TIS; Tajfel, 1972; Tajfel y Turner, 1979; 1986; Turner, 1975;). Según esta teoría, las personas están motivadas para conseguir o mantener un auto-concepto o auto-imagen positivo. Dado que una parte del concepto del yo de una persona está definido en términos de pertenencias o afiliaciones grupales, las personas estarán también motivadas para evaluar positivamente a los grupos a los que pertenecen. ¿Cómo se llega a una evaluación positiva del propio grupo? La TIS considera que las evaluaciones del propio grupo son de naturaleza relativa y comparativa, es decir se evalúa el prestigio o el valor del propio grupo comparándolo con otros grupos relevantes en dimensiones valoradas. Así, aquellas comparaciones positivamente discrepantes entre endogrupo y exogrupo (en las que el propio grupo sale «ganando»), proporcionan identidad grupal o social positiva que, a su vez, incrementa la auto-estima o auto-imagen. Por tanto, las personas estarán motivadas para establecer diferencias positivas a favor del endogrupo en sus comparaciones con exogrupos relevantes con el fin de lograr identidad social positiva y un mejor auto-concepto. Es decir, en palabras de Tajfel (1978, p.83), intentarán establecer una «distintividad endogrupal positiva».

Desde este planteamiento, la aparición del sesgo endogrupal no tiene porqué estar precedida por la competición instrumental o el conflicto realista entre los grupos, como señalaba Sherif y Sherif (1953); es suficiente con la competición social (Turner, 1975): el intento por parte de dos grupos de diferenciarse positivamente entre sí en una dimensión de comparación valorada.

De hecho, para que se produzca sesgo endogrupal en comportamiento, evaluaciones y percepciones, como consecuencia de la búsqueda de distintividad grupal positiva, deben darse cuatro condiciones necesarias (p.e. Turner, Brown y Tajfel, 1979): (1) las personas deben identificarse con su grupo y utilizarlo para definir su auto-concepto; (2) la dimensión implicada en la comparación intergrupal debe ser importante, relevante o saliente en una situación determinada; (3) el exogrupo con el que se establece la comparación debe ser percibido como un grupo de comparación relevante; y, (4) las posiciones reales del endogrupo y del exogrupo en la dimensión de comparación deben estar sujetas a cierta ambigüedad.

Por tanto, la TIS demuestra –y explica a través de la búsqueda de identidad social– que la mera categorización de las personas como miembros de un grupo y la existencia de un exogrupo relevante de comparación es condición suficiente para que surja una preferencia (o evaluación positiva) por los miembros del endogrupo (Tajfel y Turner, 1979; 1986). Desde los primeros experimentos enmarcados en lo que se conoce como el «paradigma del grupo mínimo» (p.e. Tajfel et al., 1971), este resultado ha sido confirmado reiteradamente con distintos participantes, en distintos países y con distintos instrumentos de medida –p.e., matrices de distribución de premios o dinero, listas de adjetivos, evaluaciones del desempeño grupal, etc. (p.e. Brewer, 1979; Vivian y Berkowitz, 1993).

Gran parte de los desarrollos posteriores de la TIS consistieron en la extensión de la teoría al análisis de las sociedades estratificadas, es decir, al estudio de una amplia gama de fenómenos en contextos naturales en los que existen grupos étnicos, religiosos, nacionales o culturales a los que se pertenece por nacimiento y caracterizados estructuralmente con un determinado status, poder y/o tamaño (p.e., Abrams y Hogg, 1999 y Ellemers, Spears y Doosje, 1999, para una revisión de esos desarrollos). Al hacerlo, la TIS tuvo en cuenta también los efectos de una serie de variables que pueden actuar como factores moduladores del sesgo endogrupal (p.e., las diferencias de status y poder, la legitimidad y estabilidad de estas diferencias, el carácter mayoritario o minoritario del endogrupo y del exogrupo, la permeabilidad de las fronteras grupales, etc.; p.e. Brown y Smith, 1992 para una revisión).

El status grupal ha sido una de las variables más estudiadas en relación con el sesgo endogrupal y la discriminación exogrupal. Esta variable, que ha sido manipulada experimentalmente en numerosos estudios (p.e., Sachev y Bourhis, 1987, 1991), podría traducirse en un contexto real como falta de poder, y subordinación social, bien sea por cuestiones étnicas, religiosas, o por inferioridad numérica del grupo. ¿Qué ocurre en este tipo de grupos cuando se comparan con grupos de altos status? Según la TIS, si las personas no logran encontrar atributos en los que su grupo «salga ganando» con respecto al exogrupo, la identidad social resultante de la comparación es inadecuada o insatisfactoria, porque las comparaciones entre el endogrupo y el exogrupo resultan negativas. Las consecuencias de una identidad social inadecuada son variadas. Por una parte, es posible que los miembros del grupo subordinado tiendan a menospreciar al endogrupo y a manifestar actitudes positivas hacia el exogrupo dominante (Tajfel y Turner, 1986), es decir, muestren altercentrismo o sesgo exogrupal (Montero, 1996), tal y como está documentado en numerosas investigaciones con grupos étnicos minoritarios (p.e. Giles y Powesland, 1976, para una revisión de la evidencia sobre esta cuestión). Por otra, según la TIS, las personas pueden adoptar otras estrategias que varían desde el abandono del endogrupo hacia otro de mayor status –movilidad individual–, hasta la competición social ya comentada, pasando por la creatividad social –reinterpretar las características del propio grupo valoradas negativamente para que adquieran una distintividad positiva, crear nuevas características en las que se «salga ganando», o cambiar el exogrupo de comparación– (Tajfel y Turner, 1979).

Extendiendo los planteamientos de la TIS, se han estudiado otras variables en relación con el sesgo endogrupal en grupos de alto y bajo status. Entre ellas, la identificación con el endogrupo. Así, por ejemplo, Ellemers, Knippenberg, de Vries y Wilke (1988), estudiaron los efectos de la percepción de permeabilidad o impermeabilidad de los límites grupales sobre la identificación con el endogrupo, y de ésta, a su vez, sobre el sesgo endogrupal. Los resultados de este estudio indican que las personas se identifican más con su grupo cuando éste tiene un status alto. Por su parte, Sachdev y Bourhis (1987) encontraron que los miembros de grupos de bajo status eran quienes menos se identificaban con su grupo, y también los que mostraban sesgo exogrupal en la valoración de una labor creativa. No obstante, estos autores también encontraron sesgo endogrupal en otra tarea de percepción intergrupal independientemente del status grupal asignado.

En relación con la identificación endogrupal en grupos de bajo status o subordinados, pueden citarse también los trabajos de Verkuyten (2000) en los Países Bajos, mostrando que los miembros de grupos étnicos minoritarios evalúan su pertenencia grupal más positivamente que los miembros de la mayoría, si bien esta circunstancia no se ve acompañada por una diferenciación intergrupal más fuerte. Asimismo, la identidad étnica (p.e. Páez y González, 2000), en este caso, es más saliente e importante para las minorías étnicas que para los miembros de grupos mayoritarios. Esto da lugar, como señalan Mullen, Brown y Smith (1992), a la existencia de sesgo endogrupal, aunque débil, también en los grupos minoritarios.

Más recientemente, Piontkowski y Florack (1995) y Piontkowski, Florack, Hoelker y Obdrzálek (2000) han estudiado el sesgo endogrupal en grupos mayoritarios y minoritarios en distintos países europeos, y han hecho intentos por obtener medidas del mismo en el contexto del estudio de las actitudes o estrategias de aculturación, entendidas éstas tal y como lo hacen Berry et al. (p.e. Berry, 1990; Berry, Kim, Power, Young y Bujaki, 1989; Sabatier y Berry, 1996). Piontkowski y sus colaboradores hipotetizan que un sesgo endogrupal alto por parte del grupo dominante o mayoritario impediría la aparición de una actitud o estrategia de «integración», pero permitiría la de «asimilación».

La medida del sesgo endogrupal empleada por estos autores estaba formada varios ítems sobre diferentes aspectos importantes para los grupos étnicos, tales como cultura, mentalidad, apariencia, religión y vida familiar, con escalas valorativas de cinco puntos (desde negativo hasta positivo) referentes tanto al endogrupo como al exogrupo. Para obtener la medida del sesgo endogrupal restaban en cada aspecto, a la puntuación obtenida en la valoración del exogrupo, la obtenida en la valoración del endogrupo. Esta forma de medir el sesgo endogrupal representa un salto cualitativo con respecto a los estudios de laboratorio basados en la TIS, puesto que mientras en aquellos se contemplaba simplemente la pertenencia al grupo, en este caso se mide la percepción endogrupal y exogrupal sobre la base de elementos clave para la identificación con la cultura del endogrupo –tal como lo hicieron en su estudio Sachdev y Bourhis (1987).

Una de las principales aportaciones de Piontkowski y sus colaboradores, al margen de la forma de abordar la medida del sesgo, consiste en considerar este sesgo como variable predictora de las actitudes de aculturación, aunque sólo del grupo dominante. Los resultados de sus estudios muestran que las personas del grupo mayoritario con bajas puntuaciones en sesgo endogrupal optan por la estrategia o actitud de «integración», y aquéllas personas que tenían altas puntuaciones, por alguna de las otras actitudes de aculturación formuladas por Berry et al. (p.e. Berry, 1990; Sabatier y Berry, 1996): «exclusión o marginación», «asimilación» o «segregación». Además, tienen en cuenta variables como el grado de enriquecimiento grupal percibido, posiblemente relacionado con el sesgo endogrupal, si bien en su estudio se emplea únicamente como predictor de las actitudes de aculturación. Esta variable se define como el beneficio percibido menos la amenaza percibida, en relación a la influencia de la cultura del exogrupo sobre la del endogrupo.

Dado que las actitudes de aculturación están siendo objeto de estudio por el grupo de investigación de los autores, el sesgo endogrupal, como variable predictora y/o relacionada con dichas actitudes, ha sido una de las variables que más atención ha requerido, y por ello se ha trabajado en el desarrollo de una nueva escala adaptada al contexto de inmigración español, partiendo de los trabajos iniciales de Piontkowski y Florack (1995) y Piontkowski y cols. (2000).

El principal objetivo de este trabajo es presentar el resultado de la elaboración de un test para la medida del Sesgo Endogrupal Interétnico (SEI). Junto a ello, se investigarán las propiedades métricas resultantes de su aplicación. Concretamente, nos interesa conocer los resultados del estudio de la fiabilidad de las puntuaciones para varias subpoblaciones, tanto del grupo mayoritario (autóctonos españoles) como de los minoritarios (inmigrantes magrebíes y subsaharianos), así como los resultados de validación de las medidas, centrados en las evidencias basadas en la relación con distintas variables. Entre estas variables se encuentran algunas de las contempladas en la literatura como relacionadas con el sesgo endogrupal, y que ya han sido citadas: las actitudes de aculturación, la identificación con el endogrupo y el enriquecimiento cultural percibido.

Por todo ello, en el presente trabajo se comprobará hasta qué punto la medida del sesgo, a partir del test de SEI, es capaz de discriminar, tanto en los grupos mayoritarios como en los grupos minoritarios, entre las distintas opciones que se presentan como actitudes o estrategias de aculturación –«asimilación», «integración», «separación» y «marginación», porque ello constituye una de las mayores fuentes de evidencias de validez. Aunque para el grupo mayoritario nuestras predicciones se basan en los resultados obtenidos por Piontkowski y su grupo de trabajo en distintos países europeos, en el sentido de que un sesgo endogrupal bajo estaría relacionado con la actitud de «integración», para los grupos minoritarios (inmigrantes magrebíes y subsaharianos), podríamos hipotetizar que un alto grado de sesgo endogrupal se relacionará con una actitud de «separación» o de «integración», nunca de «asimilación» ni de «marginación», puesto que para las personas con un sesgo endogrupal alto, la conservación de su herencia cultural será prioritaria.

En el caso de la identificación con el endogrupo, si bien los resultados de estudios precedentes son variados, podríamos hipotetizar que las personas que más se identifiquen con su propio grupo obtendrán puntuaciones de sesgo endogrupal más altas, independientemente de si son del grupo mayoritario o del minoritario. Para el enriquecimiento cultural percibido, basándonos en el planteamiento de Piontkowski y Florack (1995) y Piontkowski et al. (2000), esperamos encontrar una relación negativa entre el sesgo endogrupal y la percepción de enriquecimiento cultural, tanto para el grupo mayoritario como para los dos minoritarios, puesto que es de esperar que la valoración más positiva del endogrupo que del exogrupo no se corresponda con la percepción de que éste enriquece la cultura del propio grupo.

Método

Participantes

Para la realización de la investigación se ha contado con cuatro muestras de personas. Una de ellas, seleccionada de forma incidental, estaba formada por 351 personas de un grupo minoritario, concretamente personas Inmigrantes Magrebíes (a partir de ahora grupo IM). Otra de las muestras considerada como grupo minoritario lo componían 340 personas Inmigrantes Subsaharianos (a partir de ahora grupo IS), seleccionadas también de forma incidental. Ambas muestras tenían como exogrupo de referencia a las personas autóctonas españolas.

Las otras dos muestras estaban constituidas por 214 y 204 personas consideradas del grupo mayoritario, Autóctonos Españoles, que respondieron al test teniendo como exogrupo de referencia, la primera de ellas al grupo de Magrebíes (a partir de ahora grupo AM), y, la segunda al grupo de Subsaharianos (a partir de ahora grupo AS). Estas dos últimas muestras fueron seleccionadas aleatoriamente, mediante muestreo polietápico estratificado por sexo, edad y distrito censal, y en una última etapa por rutas aleatorias, entre los habitantes mayores de 18 años de la población de Almería capital.

La composición de las muestras, respecto a la edad y el sexo, era la siguiente: 31.2 años (d.t.= 6.28) y un 83.2% de hombres y un 16.8% de mujeres para el grupo IM; 30.8 años (d.t.= 5.11) y un 88.2% de hombres y un 11.8% de mujeres para el grupo IS; 41.64 años (d.t.= 16.11) y un 51.3% de hombres y un 48.7% de mujeres para el grupo AM; y, 42.82 años (d.t.= 16.75) y un 49.0% de hombres y un 51.0% de mujeres para el grupo AS. El grupo IM estaba compuesto fundamentalmente por personas nacidas en Marruecos (94.6%). El grupo IS estaba formado por personas procedentes de Senegal (46.2%), Mali (8.5%), Nigeria (7.9%), y otros países subsaharianos: Mauritania, Guinea, Ghana, etc.

Instrumentos

La concepción del sesgo endogrupal estuvo guiada por los planteamientos previos, ya mencionados, de Sachdev y Bourhis (1987), Piontkowski y Florack (1995) y Piontkowski et al. (2000). Según dichos planteamientos, para medir el sesgo se considera al grupo cultural (en este caso coincidente con el grupo étnico y nacional) como principal grupo de pertenencia, y se trata de recoger la percepción intergrupal de los miembros del grupo en distintos ámbitos o elementos de la cultura del mismo.

Inicialmente se aplicó, en un estudio piloto, la misma escala empleada por Piontkowski et al. (2000) en su estudio, pero los resultados no fueron concluyentes, por lo que se optó por construir una nueva escala, más acorde con el contexto de nuestra investigación. Para la elaboración del test se partió de algunos de los ítems del factor diferencias culturales de la adaptación española (Rueda, Navas y Gómez, 1995; Rueda y Navas, 1996) de la Escala de Prejuicio Manifiesto y Sutil de Pettigrew y Meertens (1995; Meertens y Pettigrew, 1997). En concreto, formas de hablar y comunicarse con la gente, creencias y prácticas religiosas, y educación de los hijos. Por nuestra parte, y tras consulta de expertos, sustituimos valores y prácticas sexuales por creencias sobre las relaciones hombres-mujeres, y añadimos formas de ser y de ver la vida, hábitos y costumbres alimenticias y hábitos de higiene y limpieza.

El test SEI finalmente desarrollado constaba de siete ítems en dos subescalas. En la primera de ellas, los siete ítems (1 a 7) hacen referencia al exogrupo, y en la segunda los mismos siete ítems (8 a 14) hacen referencia al endogrupo. Cada enunciado de los ítems debía ser valorado por las personas en una escala de cinco puntos, desde muy malo (1) hasta muy bueno (5). La diferencia entre la puntuación de una persona en la subescala del endogrupo y la puntuación en la subescala del exogrupo proporciona la medida del sesgo endogrupal de la persona. En la tabla I aparece una versión tipo.

Además, se preguntó por diferentes variables que en la literatura están relacionadas con el sesgo endogrupal, todas ellas relevantes para el estudio de evidencias de validez de las medidas del sesgo endogrupal basada en la relación con otras variables.

Para la medida de las actitudes de aculturación general, se utilizaron dos preguntas basadas en el Modelo de Aculturación de Berry (1990) y adaptadas por Piontkowski y Florack (1995). Concretamente, se pedía a los participantes que indicaran el grado en el que «el grupo étnico en cuestión debería vivir en este país de acuerdo con sus costumbres» y el grado en el que «debería participar plenamente en la vida de esta sociedad»(ambas tenían como respuestas una escala de frecuencia de cinco puntos: desde muy en desacuerdo a muy de acuerdo). Mediante la combinación de las respuestas a ambas preguntas se puede situar a cada persona en una actitud de aculturación distinta –asimilación, integración, separación o segregación y marginación o exclusión. Para la identificación con el endogrupo se utilizaron como indicadores tanto el grado en que la persona «se sentía perteneciente a él», como el grado en que «se sentía orgulloso de ser miembro de dicho endogrupo» (ambas tenían como respuestas una escala de frecuencia de cinco puntos: nada, poco, algo, bastante y mucho). También se incluyó una pregunta como indicador del enriquecimiento cultural percibido, donde se pedía una valoración (con una escala de cinco puntos: desde muy buena a muy mala) sobre la «influencia de la cultura del exogrupo sobre la cultura del endogrupo».

Procedimiento

El test SEI se incluyó en un cuestionario más amplio donde se preguntaba por distintas variables relacionadas con las actitudes de aculturación y demás variables citadas. Este cuestionario se administró de forma individualizada por personal formado al efecto. Para los grupos AM y AS se realizó la aplicación en el propio domicilio de la persona seleccionada. Para los grupos IM y IS se efectuó, bien en el domicilio particular de la persona, bien en asociaciones sindicales o de inmigrantes, o en alguna ONG. Para todos los grupos se utilizó el test SEI en idioma español.

Resultados

Medidas de Sesgo Endogrupal: Estadísticos Descriptivos

Como ya hemos comentado, la medida de la variable sesgo endogrupal se obtenía mediante la diferencia entre la puntuación de una persona en la subescala endogrupo y la puntuación en la subescala exogrupo. Las puntuaciones de sesgo oscilaban entre un valor mínimo de –28 (indicador de sesgo exogrupal) y un valor máximo de 28 (indicador de sesgo endogrupal).

Los estadísticos descriptivos (medias y desviaciones típicas) de las distintas medidas para cada grupo se pueden observar en la tabla II.

Las medias para todos los grupos indican valores superiores a 0, lo que indica que todos los grupos manifiestan sesgo endogrupal, aunque varía bastante dependiendo del status del grupo (mayoritario o minoritario). El valor medio de sesgo endogrupal es mayor en el caso de la muestra de personas autóctonas, siendo 10.61 (d.t.= 6.48) cuando el exogrupo considerado es el de magrebíes (grupo AM) y 8.56 (d.t.= 5.79) cuando el exogrupo considerado es el de subsaharianos (grupo AS). Para las muestras de inmigrantes, este sesgo endogrupal es menor en el caso del grupo IM, con media de 1.36 (d.t.= 5.78). El grupo IS muestra un valor medio de 5.49 (d.t.= 6.66).

Análisis de Items y Fiabilidad

Los resultados de los índices de discriminación de los ítems y los coeficientes alfa de las subescalas (sesgo endo y exogrupal) para todos los grupos, se muestran en la misma tabla II.

Los valores de los índices de discriminación oscilan, para todos los grupos, entre 0.21 y 0.75, a excepción del ítem 6 para el grupo IM.

Las estimaciones de la fiabilidad de las puntuaciones del test de SEI para cada subgrupo, entendida ésta como la fiabilidad de una batería o test compuesto de dos subescalas, oscila entre los valores de 0,739 para el grupo IM y de 0,828 para el grupo AS.

Las estimaciones de los coeficientes de fiabilidad que proporcionan las puntuaciones de las subescalas en los distintos grupos, basados en la consistencia interna de los ítems (coeficiente alfa de Cronbach), es más que aceptable, con una media de los distintos grupos para la subescala exogrupal de 0.78, y para la endogrupal de 0.73.

Estudios de Validación de Constructo

Las fuentes para conseguir evidencias sobre la validación de constructo del test se han centrado en su conceptualización o red teórica, de donde han partido las diferentes relaciones que mantiene la variable objeto del estudio con medidas de otras variables relevantes relatadas en la literatura. Concretamente, la preferencia por ciertas actitudes o estrategias de aculturación, la identificación con el endogrupo y el enriquecimiento cultural percibido.

En primer lugar, partiremos de la hipótesis establecida por Piontkowski y su grupo de trabajo, donde se pronostica que las personas del grupo mayoritario con bajas puntuaciones en sesgo endogrupal optarían por la estrategia de «integración», y que las personas con altas puntuaciones preferirían alguna de las otras actitudes de aculturación enunciadas por Berry et al. (p.e. Berry, 1990; Sabatier y Berry, 1996): «exclusión o marginación», «asimilación» o «segregación». Respecto a los grupos minoritarios, nuestras propias predicciones apuntan hacia una preferencia por la «integración» o la «separación» en el caso de obtener altas puntuaciones en sesgo (ya que estas dos estrategias consideran importante mantener la cultura del país de origen), y una preferencia por la «asimilación», o incluso por la «marginación», si no hay sesgo, o si éste existe en dirección al exogrupo.

Los resultados del contraste de diferencias de medias respecto a la medida en sesgo endogrupal de los diferentes grupos en función de su preferencia por actitudes de aculturación se muestran en la tabla III.

Como se observa, los resultados avalan la hipótesis de Piontkowski et al., ya que existen diferencias estadísticamente significativas entre las medias de las medidas en sesgo endogrupal en los grupos mayoritarios (AM con t98= 3.71 y p<0.001 y AS con t78= 3.28 y p= 0.002) cuando comparamos los que optan por la actitud de integración (Integr.) y los que optan por cualquiera de las otras actitudes de aculturación (Otra), siendo menores las puntuaciones en sesgo para las personas que eligen la «integración».

Además, de acuerdo con nuestras predicciones, estas diferencias son estadísticamente significativas para el grupo minoritario IS (t252= -2.91 y p=0.004), cuando comparamos las medias de las puntuaciones de sesgo de las personas que optan por la actitud de «integración» o de «separación» (Int/Sep.) frente a las que optan por cualquiera de las otras dos actitudes de aculturación (Otra), siendo mayores las puntuaciones en sesgo para las personas que eligen la «integración» o la «separación». Estas diferencias no se dan en el grupo minoritario IM (t157= -1.10 y p= 0.272), cuestión que no avalaría la hipótesis teórica, pero hay que tener en cuenta que los valores de sesgo en este grupo son realmente bajos (recordemos que la media del grupo es de 1.36).

La segunda de las variables que se relaciona teóricamente con sesgo endogrupal es la identificación con el endogrupo (Ellemers et al., 1988; Verkuyten, 2000). En este sentido, cabe pensar que aquellas personas con una mayor identificación con su propio grupo de pertenencia obtendrán mayores puntuaciones en la medida del sesgo endogrupal. En la tabla III se muestran las correlaciones entre las puntuaciones de sesgo endogrupal y las puntuaciones obtenidas en las dos preguntas utilizadas como indicadores de identificación grupal (tanto por el grado en que la persona se sentía perteneciente a él –P1–, como por el grado en que se sentía orgulloso de ser miembro de dicho endogrupo –P2–).

Las correlaciones indican, para todos los grupos estudiados, una relación positiva, que oscila, para P1, entre 0.188 para el grupo IM y 0.449 para el grupo IS, y, para P2, entre 0.282 para el grupo AS y 0.429 para el grupo AM; siendo todas estadísticamente significativas (p<0.01).

Una tercera variable relacionada teóricamente con el sesgo endogrupal es el enriquecimiento cultural percibido (Piontkowski y Florack, 1995; Piontkowski et al., 2000). En este sentido, cabe decir que, teóricamente, las personas con una mayor percepción de enriquecimiento cultural aportado por el exogrupo obtendrán puntuaciones menores en sesgo endogrupal. Y lo contrario ocurrirá con las personas que perciban poco enriquecimiento cultural originado por el exogrupo. Esta relación se plasmaría en una correlación negativa esperada entre el sesgo y el indicador utilizado para manifestar el enriquecimiento cultural percibido. El resultado del cálculo de esta correlación para todos los grupos estudiados se muestra en la misma tabla III.

Los resultados de las correlaciones para todos los grupos apuntan hacia la dirección que se establece teóricamente. Todas son negativas, oscilan entre –0.231 para el grupo IM y –0.468 para el grupo AM, y todas son estadísticamente significativas (p<0.01).

Discusión

En este trabajo se ha presentado un test desarrollado para la medida del Sesgo Endogrupal Interétnico (SEI), y se han mostrado los resultados del estudio de sus propiedades métricas. Este test ha sido elaborado teniendo en cuenta la importancia del sesgo endogrupal como variable relacionada con las actitudes de aculturación de inmigrantes y autóctonos. De ahí la necesidad de elaborar un instrumento con las garantías métricas necesarias para su uso en este contexto.

Las medidas que proporciona dicho test han resultado sensibles a los grupos a los que se ha aplicado, dependiendo de si éstos eran considerados como mayoritarios o minoritarios. Así, hemos obtenido una medida del sesgo más alta cuando se aplica al grupo mayoritario (tanto AM como AS) que cuando se aplica a grupos minoritarios (tanto IM como IS), si bien para los grupos minoritarios existe también sesgo endogrupal, tal y como cabe esperar teóricamente (p.e. Mullen et al., 1992; Verkuyten, 2000), aunque existen diferencias entre el grupo de subsaharianos y el de magrebíes (este último presenta un menor sesgo endogrupal).

Respecto a la fiabilidad, tanto la estimación para el test SEI (atendiendo a la consideración de test compuesto por dos subescalas), como la estimación de la fiabilidad de las subescalas que componen dicho test (efectuada mediante el coeficiente alfa de Cronbach), han mostrado un funcionamiento adecuado en función de los valores obtenidos, ya que superan el nivel óptimo señalado para el desarrollo de este tipo de instrumentos de medida.

El uso de las puntuaciones del test como variable de agrupamiento ha permitido distinguir entre personas del grupo mayoritario que preferían la actitud de «integración» a cualquiera de las otras actitudes de aculturación propuestas por Berry y sus colaboradores (p.e. Berry, 1990; Berry et al., 1989; Sabatier y Berry, 1996), tal y como se pronosticaba teóricamente (Piontkowski y Florack, 1995; Piontkowski et al., 2000). Esto muestra evidencias de validez para dicho uso. También los resultados han mostrado evidencias que avalan las predicciones teóricas establecidas para el grupo minoritario de subsaharianos, en el que las puntuaciones más altas del test se relacionan con personas que prefieren la actitud de «integración» o «separación» frente a la «marginación» o «asimilación». Estas predicciones no se cumplen para el grupo de magrebíes, quizás por sus menores puntuaciones de sesgo endogrupal.

Además, se han arrojado otras evidencias sobre la validez de la utilización del test de SEI para medir sesgo endogrupal, ya que al realizar estudios correlacionales con otras variables relacionadas con este constructo, tales como la identificación con el endogrupo y el enriquecimiento cultural percibido, se han observado resultados coherentes con lo teóricamente esperable desde los trabajos psicosociales previos.

Por tanto, a la luz de los resultados sobre las medidas que proporciona el test, la estimación de los coeficientes de fiabilidad obtenidos para las distintas muestras y los resultados procedentes de las evidencias de validez, podemos avalar que el ‘Test de Sesgo Endogrupal Interétnico’ posee unas propiedades psicométricas adecuadas para su uso multiétnico, en el sentido de que puede ser utilizado teniendo como grupo de interés al mayoritario (medir sesgo endogrupal del grupo mayoritario –autóctonos– tomando como exogrupo a magrebíes y subsaharianos) y al minoritario (medir sesgo endogrupal de grupos minoritarios –magrebíes y subsaharianos– tomando como exogrupo a autóctonos españoles).

Así pues, nuestros resultados avalan el uso de este tipo de medidas, en las que se incluyen diferentes elementos culturales de los grupos étnicos y nacionales existentes en las sociedades estratificadas, como forma de comprobar el grado de sesgo endogrupal en grupos de alto y bajo status, permitiendo a sus miembros definir su pertenencia al grupo, y sus diferencias con el resto, mediante la valoración de distintos elementos culturales consustanciales a los grupos étnicos y/o nacionales.

Agradecimiento

Este trabajo ha sido realizado gracias a un proyecto financiado por el CICYT (Subdirección General de Proyectos de Investigación Científica y Técnica), dentro del Programa Nacional de Estudios Sociales y Económicos (SEC99-0425).

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