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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias).
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PSICOTHEMA
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  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 1995. Vol. Vol. 7 (nº 2). 361-376




LA ATRIBUCION CAUSAL COMO DETERMINANTE DE LAS EXPECTATIVAS

María Antonia Manassero Mas y Angel Vázquez Alonso

Universidad de las Islas Baleares

La teoría atribucional de Weiner fundamenta la motivación de logro en las consecuencias cognitivas y emocionales de la atribución causal realizada sobre los resultados previos obtenidos. Esta teoría relaciona las expectativas para el futuro con la estabilidad de las atribuciones realizadas, de modo que atribuciones más estables sostienen las expectativas de obtener el mismo resultado en el futuro, mientras que las atribuciones más inestables producen cambios de las expectativas sobre el resultado futuro (principio de expectativa). Este estudio verifica la validez de este principio en una situación de logro escolar real, no de laboratorio y con estudiantes españoles, lo cual es una aportación a la validez transcultural del principio. Se ratifica el cambio de expectativas como la variable más relevante para medir las expectativas, en tanto que se confirma la relevancia de la dimensión causal de Estabilidad, como variable independiente mejor que Lugar de causalidad o Controlabilidad. Sin embargo, cuando se considera un sistema causal pentadimensional, añadiendo Intencionalidad y Globalidad, ambas dimensiones nuevas aparecen también como variables independientes emergentes y en competencia con la Estabilidad, ya que también cumplen las predicciones del principio de expectativa.

Causal attributions as determinants of expectancies. Weiner's attributional theory bases the achievement motivation on the cognitive and emotional consequences of causal attribution made about the previous outcomes. The theory relates the future expectancies with the stability of the elicited attributions, in such a way that the stable attributions hold up the expectancies to obtain the same future outcome, while the unstable attributions produce changes in expectancies on the future outcome (expectancy principle). Ibis study verifies the validity of the principle in a real (non laboratory) setting of academic achievement, and with Spanish students, contributing to a cross-cultural validation of the principle. Results support the principle and show that the change of expectancy is the most relevant dependent variable and confirm the Stability dimension as the main independent variable, better than Locus or Controllability dimensions. However, if a five-dimension causal system (adding Intencionality and Globality) is considered, both new dimensions appears as good and competing independent variables, also predicting the changes in expectancy as ruled in the expectancy principle for Stability.

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El modelo motivacional de Weiner (1986) explica la conducta de logro mediante las atribuciones causales percibidas por las personas en resultados de logro anteriores y las consecuencias de esas atribuciones, relacionadas con las dimensiones de la atribución causal, tanto cognitivas (expectativas) como afectivas (emociones dependientes de la atribución).

Según este modelo una secuencia motivacional se inicia cuando una persona obtiene un resultado que puede ser positivo/éxito (cuando se alcanza un objetivo), o negativo/fracaso (cuando no se alcanza), y como consecuencia, experimenta sentimientos genéricos de felicidad (en el éxito) o frustración/tristeza (en el fracaso) - denominados emociones independientes de la atribución - e inicia un proceso de búsqueda causal para determinar la causa del resultado (proceso de atribución causal). En este proceso influyen un gran número de antecedentes, como por ejemplo, algunas informaciones concretas (la historia personal de logro, las normas sociales...), reglas de asignación causal, sesgos perceptivos específicos, comunicaciones de otros, etc.. que culminan con la atribución del resultado a una determinada causa singular (por ejemplo, atribuir un fracaso académico a falta de esfuerzo).

Aunque en el dominio concreto de las conductas de logro el número de causas no es infinito (por ejemplo, el esfuerzo, la capacidad, la tarea, etc.), en la literatura se ha informado de un gran número de ellas cuyo manejo individualizado es engorroso y poco significativo - véanse las revisiones de Forsyth (1986) y Weiner (1986) y algunos trabajos propios (Manassero y Vázquez, 1993ª, Vázquez y Manassero, 1993b). Pero todas ellas poseen ciertas propiedades comunes denominadas dimensiones causales, según que la causa sea interna o externa al observador (Lugar de causalidad), estable o inestable en el tiempo (Estabilidad) y controlable o incontrolable por alguien (Controlabilidad) que permite su clasificación y simplificación. Las dimensiones causales realizan una función taxonómica reduciendo la gran variedad de causas singulares a unas pocas propiedades, pero su función más importante en el modelo de Weiner resulta de su asociación con importantes consecuencias psicológicas de la atribución: según sus características dimensionales particulares están relacionadas con las expectativas y las emociones específicas dependientes de la atribución. Así, el Lugar de causalidad se relaciona con sentimientos del ego (autoestima y orgullo); la Estabilidad de la causa influye en el cambio o mantenimiento de las expectativas de logro futuro, desarrollando sentimientos de esperanza/desesperanza; la Controlabilidad de la causa genera emociones de relación social, dirigidas hacia sí mismo (culpabilidad, vergüenza) o hacia los demás (compasión, ira).

Las características de la atribución causal y las consecuencias psicológicas experimentadas (expectativas y emociones) influyen en el estado motivacional de la persona, y por tanto, determinan su conducta futura de logro. Por tanto, una vía de predicción de la conducta futura, en el modelo de Weiner, resalta el papel de las emociones, e indirectamente las causas antecedentes que las desencadenan; las reacciones emocionales no sólo reflejan el pensamiento causal, sino que también ofrecen las guías de la conducta futura. Un fracaso atribuído a una causa controlable elicita culpabilidad, que puede funcionar como un instigador hacia el logro. El papel de las emociones y sus antecedentes causales en la determinación de la conducta han sido sistematizados por Weiner y Graham (1989) que hacen especial referencia a las emociones denominadas sociales (ira; compasión, culpabilidad, gratitud), ligadas a la dimensión de controlabilidad de las causas que las han elicitado, y a las emociones relacionadas con la dimensión de Lugar de causalidad (orgullo y vergüenza). Las tendencias de acción asociadas con ellas son muy amplias y se resumen especialmente en conductas de aproximación o de retirada respecto al objeto de logro; así, irían seguidas de conductas de retirada, la ira (venganza o alejamiento de la persona que la ha provocado) y la vergüenza (rechazo de la tarea), y seguirían conductas de nueva aproximación en el caso de la gratitud (restitución), la culpabilidad (volver a intentarlo) y la compasión (ayuda a otros). Por ejemplo, un éxito atribuído a una causa interna elicita orgullo, la cual invita a una conducta que sea una nueva aproximación al logro para obtener un nuevo éxito; el fracaso atribuído internamente genera vergüenza y provoca el retraimiento o la retirada.

Otra vía de determinación de la conducta futura propone a las expectativas como intermediario entre la causalidad de la atribución realizada y la conducta futura. El constructo expectativas tiene una larga tradición entre los teóricos de la motivación de línea cognitiva como uno de los determinantes más importantes de la conducta, y que inicialmente fue denominada expectativas de logro de meta (Tolman, 1932).

El análisis de los antecedentes de la expectativa de meta en relación con variables causales ha tenido dos enfoques fundamentales: aquellos estudios que tratan de explicar el nivel absoluto de expectativa, o bien aquellos que se centran en explicar el cambio de expectativa. Los primeros se han centrado en determinantes de la expectativas relacionadas con los programas de refuerzo, como por ejemplo la primacía, frecuencia y recencia del refuerzo (Tolman, 1932), el porcentaje de refuerzo de una respuesta concreta y las creencias sobre el control personal de los refuerzos (Rotter, Chance y Phares, 1972), el número de personas contra las que se compite, la historia de refuerzos anterior o la simple información de otras personas (Atkinson, 1964). En opinión de Weiner (1986) estos estudios coinciden en resaltar la importancia de los refuerzos pasados, pero no existe consenso sobre las variables causales que determinan el nivel absoluto de expectativas. Por ello, se sugiere que la segunda alternativa puede ser más acertada para determinar la relación entre atribuciones y expectativas, comenzando por determinar cuando se producen cambios de expectativas.

Para la mayoría de ejemplos en tareas relacionados con destrezas, la investigación sobre el nivel de aspiración (Festinger, 1942) demuestra las denominadas variaciones «típicas» del nivel de aspiración: éste aumenta tras una consecución de meta (éxito) y disminuye si una aspiración no es satisfecha (fracaso). Por otro lado, la mayoría de los teóricos de la aspiración admiten que ésta viene determinada por las expectativas subjetivas de éxito, e incluso algunos identifican ambos conceptos, de modo que el anterior patrón «típico» puede formularse en términos de expectativas: el éxito viene seguido por aumento de las expectativas, mientras que el fracaso origina disminución de las expectativas.

Los estudios sobre los efectos de los resultados en tareas o juegos de azar sobre las probabilidades de éxito futuro documentan variaciones «atípicas» de las expectativas según la denominada «falacia del jugador»: después de ganar (éxito) se espera perder (fracaso), y después de perder (fracaso) se espera ganar (éxito).

Aunque los patrones anteriores son predominantes (cambios de expectativas típicos en el caso de tareas de destrezas y cambios de expectativas atípicos en el caso de tareas de azar), existen ejemplos de comportamiento contrario (patrón atípico en el caso de tareas de destrezas y patrón típico en el caso de azar). Los estudios sobre la resistencia a la extinción emprendidos por los teóricos del aprendizaje social (Rotter et al., 1972) dieron una interpretación de los patrones típicos y atípicos observados en unas y otras situaciones basada en las creencias sobre el lugar de control: si el lugar de control es interno (caso predominante en tareas de destreza) se producen variaciones típicas de las expectativas, mientras que si es externo (caso predominante en juegos de azar) las variaciones resultan conformes al patrón atípico, de modo que la teoría del lugar de control explica la mayor frecuencia del patrón típico en los casos de tareas de destrezas (control interno) y atípico en tareas de azar (control externo), pero también permiten explicar los casos menos frecuentes de patrones atípicos en tareas de destrezas, si los individuos perciben un control externo, (resultados percibidos como debidos al azar), o patrones típicos en tareas de azar, si se percibe un control interno (personas afortunadas o personas gafes).

La teoría del lugar de control tiene el acierto de relacionar las expectativas y sus cambios con la atribución causal de las personas, pero se equivoca en la elección del constructo explicativo: la capacidad y la suerte como causas determinantes de los resultados en tareas de destreza y de azar, respectivamente, difieren en que la primera es interna y la segunda externa, pero también difieren en que la primera es estable y la segunda inestable. La interpretación atribucional propuesta por Weiner (1986) es que la estabilidad de la causa, y no su lugar, es un constructo más apropiado para explicar los cambios en las expectativas.

Como en el caso del lugar de control, la explicación basada en la estabilidad permite también interpretar los mismos datos que el lugar de control. Los resultados en tareas de destrezas se suelen atribuir principalmente a factores estables como la capacidad y el esfuerzo, de modo que en el caso del éxito producen un mantenimiento/aumento de las expectativas, esperando un nuevo éxito con mayor certeza. Con menor frecuencia estos resultados se atribuyen a factores inestables (por ejemplo, bajo esfuerzo) que producen cambios atípicos en las expectativas o variaciones mínimas. Por otro lado, en el caso de tareas de azar los resultados se atribuyen principalmente a factores inestables (p.e. la suerte) de modo que las expectativas cambian: bien pueden disminuir después de un resultado de éxito o aumentar después de un resultado de fracaso; con menor frecuencia, los resultados pueden ser asignados a una causa estable (p.e. ser una persona de suerte) ocasionando el patrón atípico (aumento/disminución de expectativas tras un éxito/fracaso).

Desde el punto de vista lógico, la interpretación atribucional basada en la estabilidad en vez del lugar de control está de acuerdo con las relaciones más elementales entre una causa y su efecto: siempre que se mantiene la acción o presencia de una causa (estabilidad) se espera que se produzca el efecto, mientras que si la causa es cambiante se espera lo mismo para su efecto.

Desde el punto de vista empírico, el análisis de las relaciones entre atribuciones y expectativas, comparando las dos interpretaciones en competencia, se realizó en situaciones de laboratorio, utilizando metodologías correlacionales y experimentales durante la década de los 70s. Estos estudios tienen inconvenientes metodológicos importantes, como el denominado error atributivo fundamental, por el cual el caracter dimensional de las causas se asigna a priori por el investigador suplantando la percepción de las causas por el individuo: por otro lado, el estudio de estas relaciones en situaciones de laboratorio plantea siempre la cuestión de su validez para las situaciones reales.

La investigación relacionada con este tema en situaciones de campo reales, aún cuando a veces impliquen manipulaciones experimentales, es revisada por Weiner (1986) en áreas como crimen, depresión, reacciones a una violación, conductas de consumo, hiperactividad y tratamiento de drogas, en los cuales se demuestra la relación de la estabilidad con las expectativas, concluyendo que el vínculo entre estabilidad y expectativas es consistente en los resultados de numerosas investigaciones cuando se superan las dificultades metodológicas. Entre el valor absoluto de las expectativas y el cambio de las expectativas como posibles índice para representar las expectativas en esta relación, se inclina por la segunda, puesto que para predecir el valor absoluto de las expectativas se necesitarían muchas más variables, mientras que el cambio de expectativas puede establecerse si se conoce la estabilidad causal percibida sobre un resultado y si el resultado fue éxito o fracaso.

El modelo atribucional de Weiner relaciona las expectativas con la dimensión de estabilidad, a través del principio de expectativa y sus corolarios (Weiner, 1986. pp. 114, 115):

«Los cambios en la expectativa de éxito después de un resultado están influidos por la estabilidad percibida de la causa». Este principio se desarrolla en tres corolarios:

1. «Si el resultado se adscribe a una causa estable, ese resultado se anticipará en el futuro con mayor certeza (mayor expectativa).»

2. «Si el resultado es adscrito a una causa inestable, la certeza o la expectativa de ese resultado puede mantener que el futuro puede ser diferente del pasado.»

3. «Los resultados adscritos a causas estables se espera que se repetirán en el futuro con mayor grado de certeza que los resultados adscritos a causas inestables».

El principio de expectativa y sus corolarios no relacionan las puntuaciones de estabilidad directamente con el logro futuro, sino a través de las expectativas, y además, dependiendo del tipo de resultado obtenido, es decir, si la puntuación de estabilidad (estable) es alta es favorable al logro futuro, si previamente se ha obtenido éxito, pero desfavorable si previamente se obtuvo fracaso (aumenta la expectativa de fracaso); análogamente, la puntuación baja en estabilidad (inestable) es favorable al cambio de resultado, porque aumenta la expectativa de cambiar el resultado, éxito si previamente se obtuvo fracaso, pero desfavorable si previamente se obtuvo éxito (aumentan las probabilidades de obtener fracaso). Por ejemplo, las atribuciones del fracaso a falta de capacidad (estable) aumentan las expectativas de la repetición del fracaso en el futuro, mientras que las atribuciones a falta de esfuerzo (inestable) disminuyen las expectativas de fracaso, y por tanto favorecen el éxito. El cambio de las expectativas debidas la estabilidad/inestabilidad de la atribución también son la base de las denominadas terapias atribucionales o estudios de entrenamiento reatribucional, o bien reentrenamiento atribucional (Manassero y Vázquez. 1993a), que consisten en modificar la percepción de las causas del logro por el atribuidor hacia aquellas más propicias para aumentar las expectativas de éxito (por ejemplo, en el fracaso, dejar de atribuir a falta de capacidad, para atribuir a falta de esfuerzo).

La prescripción de la conducta futura, a través de las emociones, o por medio de la estabilidad de la atribución causal que realiza la teoría de «Weiner, se ha concretado por Weiner y sus colaboradores en tendencias de acción futuras y en aumento o disminución de expectativas del éxito o fracaso. Sin embargo, los estudios relacionando estas características (estabilidad con el logro futuro -mejora o disminución del logro-) han adolecido de dos defectos metodológicos importantes, como ya se ha dicho: la falta de un método directo para que el atribuidor asigne directamente la estabilidad de la causa y la realización en una situación real, fuera del laboratorio. Además, la realización con individuos de otra cultura puede añadir un factor más para la validez transcultural del principio de expectatativa.

El objetivo de este estudio es presentar un análisis empírico del principio de expectativa y sus corolarios, tomados como hipótesis a verificar en una situación real de logro académico y con alumnos españoles. Para evitar el error atributivo fundamental se ha empleado un instrumento que permite una tasación directa por los atribuidores de la dimensionalidad de las causas sobre cinco dimensiones causales (Lugar de causalidad, Estabilidad, Controlabilidad, Intencionalidad y Globalidad), dos más que el modelo atribucional de Weiner (tridimensional, con las tres primeras).

Método

Muestra

Han participado 573 estudiantes (43% hombres y 57% mujeres) de los dos primeros cursos de bachillerato (15 y 16 años), de dos diferentes institutos que corresponden a 16 grupos clase diferentes, con un trabajo de campo extendido a lo largo de un curso con varias tomas de datos y que por ello ha originado una cierta mortalidad experimental. De ellos, han obtenido un resultado anterior de éxito 338 (59%) y fracaso 235 (41%), y en el momento posterior, éxito 334 (58.3%), fracaso 229 (40.0) y sin calificar 10 (1.7%). Después de las calificaciones anteriores esperan obtener éxito 456 (79.6%), fracaso 32 (5.6%) y desaparecidos 85 (14.8%), y después de la segunda calificación las expectativas son 454 (79.2%) de éxito, 40 (7%) de fracaso y 79 (13.8%) desaparecidos.

Instrumento

El instrumento aplicado ha sido la escala de cinco dimensiones causales desarrollada y validada en un estudio anterior (Manassero y Vázquez, en prensa). El alumno valora 15 características particulares de la causa principal que influyó en obtener la calificación escolar sobre 15 ítems de diferencial semántico con escalas numéricas de 1 a 9 puntos, aleatoriamente balanceadas en sentido creciente y decreciente. Los 15 ítems operacionalizan cinco dimensiones causales (3 ítems por cada dimensión), de modo que la puntuación de cada dimensión se obtiene sumando las valoraciones asignadas por cada alumno en los tres ítems que la forman (rango de las puntuaciones dimensionales 3-27). La dimensión Lugar de Causalidad representa el grado en que se percibe una causa externa o interna respecto al atribuidor (refleja un aspecto de ti mismo/... de la situación; fuera de ti/dentro de ti; tiene que ver contigo/... con otros). La dimensión Estabilidad representa el grado que una causa es inestable o estable en el tiempo (permanente/temporal: variable/estable; cambiante/no cambiante). La dimensión de Controlabilidad representa el grado en que una causa se percibe incontrolable o controlable por alguna persona, sea el atribuidor u otra (no controlable por tí u otras personas/controlable...; modificable.../no modificable...; regulable.../no regulable...). La dimensión de Intencionalidad representa el grado en que la causa se percibe hecha sin o con intención expresa (hecha a propósito/no hecha...; provocada/no provocada; voluntaria/involuntaria). La dimensión de Globalidad representa el grado en que una causa se percibe como específica de una situación o global, es decir, presente en las más diversas situaciones (evitable/inevitable; influye en todos tus resultados/...sólo en este resultado; exclusiva de esta situación/general en todas las situaciones). En cada dimensión, para determinar las puntuaciones más altas (internas para Lugar de Causalidad, estables para Estabilidad, controlables para Controlabilidad, intencionales para Intencionalidad y globales para Globalidad) y más bajas (polaridades opuestas a la anteriores) se ha tomado como criterio aquellas puntuaciones individuales mayores/menores que la media en más de una desviación típica, respectivamente.

Procedimiento

Como indicadores del resultado académico se han tomado las calificaciones escolares en la asignatura de matemáticas para los alumnos de primer curso y la de física y química para los alumnos de segundo curso. Las calificaciones tienen las seis categorías siguientes (de mejor a peor): Sobresaliente (95), Notable (80), Bien (65), Suficiente (50), Insuficiente (30) y Muy deficiente (10), cada una de ellas operacionalizada numéricamente con las cifras entre paréntesis. De estas categorías, las cuatro primeras suponen la superación de la asignatura y, por tanto, se considera que representan una situación de éxito escolar, en tanto que las dos últimas son negativas, representando la situación de fracaso.

Se han tomado las calificaciones del primer trimestre (anterior) y las de final de curso en el tercer trimestre (posterior). Después de recibir las calificaciones, en ambos momentos, anterior y posterior, los alumnos completaron la Escala de Cinco Dimensiones Causales y respondieron a la pregunta «¿Qué calificación esperas obtener en esta misma asignatura en el futuro?», con alguna de las seis categorías citadas de calificación. La respuesta a esta pregunta operacionaliza la EXPECTATIVA de cada alumno, y con la cual se han construido dos variables de expectativas más: el cambio de expectativas (CAMBIO EXP.), definido como la diferencia entre la expectativa y la calificación real obtenida (positivo, si la expectativa es superior a la calificación y negativas en caso contrario), y la variable cambio absoluto de las expectativas (CAMBIO ABS.) que es la variable anterior tomando el valor absoluto de las diferencias (por tanto, todos los valores son positivos).

En este estudio se pretende poner a prueba los rasgos fundamentales del modelo atribucional y las expectativas de logro, que relacionan el cambio de las expectativas con la estabilidad de las atribuciones. En primer lugar, se trata de analizar cuales son las variables más significativas en las relaciones expectativas-atribución, para lo cual se analizan simultáneamente y en competencia, varias similares: así, para la atribución, además de la dimensión de estabilidad, se consideran otras cuatro dimensiones de la causalidad, y además del cambio de las expectativas se consideran también las expectativas y el cambio de expectativas en valor absoluto. En segundo lugar, se trata de verificar si las relaciones se ajustan a lo establecido cualitativamente por el principio de expectativa y sus corolarios. Los análisis se realizan para los dos momentos, anterior y posterior, de las medidas.

Resultados

En primer lugar, se ha realizado un análisis correlacional entre todas las variables consideradas (tabla 1), las variables de expectativas por un lado, y por otro las cinco dimensiones causales. En términos generales, las correlaciones observadas no permiten elucidar con claridad cual de las variables de expectativas o cual de las dimensiones causales resulta más relacionada con las expectativas. Sin embargo, sí permiten apuntar algunas tendencias: las dimensiones de Lugar de causalidad y, sobre todo, Controlabilidad, tienen correlaciones más bajas que las demás dimensiones con las variables de expectativas, especialmente, con las que representan un cambio. Respecto a las variables de expectativas, se observa como la variable expectativa en el momento anterior tiene algunas correlaciones negativas y otras positivas, y en el momento posterior todas positivas, comportamiento no aceptable por su falta de coherencia, por lo que consideraremos más adecuadas para la relación con las dimensiones, en principio, las variables de expectativas que suponen una medida del cambio de las mismas. Ambas variables de cambio muestran correlaciones negativas en la dimensión de Estabilidad que reflejan la variación cualitativa propuesta por los corolarios del principio de expectancia (mayor cambio de expectativa corresponde a puntuaciones menos estables, por tanto, más bajas, por lo que la correlación será negativa). Por tanto, desde el punto de vista de un modelo tridimensional para las dimensiones de la atribución causal como el propuesto por Weiner, las correlaciones encontradas muestran como tendencia que la dimensión de Estabilidad es la dimensión que ofrece correlaciones más elevadas con las variables de cambio de expectativas.

Sin embargo, en un modelo pentadimensional las dos dimensiones adicionales (Intencionalidad y Globalidad) muestran correlaciones similares, e incluso mayores que Estabilidad con las variables de cambio de Expectativas. Ciertamente, un coeficiente de correlación es un parámetro que sólo indica tendencias globales, de modo que cuando las diferencias entre las correlaciones de distintas variables no son grandes no resulta un criterio definitivo para decidir entre estas tres dimensiones. Por tanto, debe concluirse que en un modelo pentadimensional las dimensiones de Estabilidad, Intencionalidad y Globalidad muestran correlaciones similares con los cambios de expectativas.

La interpretación razonada de este resultado para la variable Globalidad es muy similar al razonamiento empleado con la dimensión de Estabilidad, ya que no en vano ambas dimensiones representan en cierto modo el Grado de la consistencia de la atribución causal, en el tiempo para Estabilidad (variabilidad temporal de las causas), y entre las diferentes situaciones para la Globalidad (variabilidad situacionel), como se ha resaltado en otro lugar (Manassero y Vázquez, 1993b). En consecuencia, si se percibe la causa como global (persistente en diferentes situaciones) se esperará el mismo resultado en el futuro con mayor certeza, y viceversa, si se percibe una causa como específica de una situación concreta (no global), el resultado futuro puede ser diferente del pasado.

Una manera más directa de verificar las previsiones del principio de expectativa y sus corolarios consiste en comparar las tres variables de expectativas entre el Grupo de puntuaciones más altas y más bajas en cada una de las cinco dimensiones causales. Para ello se ha realizado un análisis de la varianza de las tres variables de expectativas (variables dependientes) entre el grupo de puntuación superior (atribución interna, estable, controlable, intencional y global) y el de puntuación inferior (atribución externa, inestable, incontrolable, no intencional y específica) en cada una de las cinco dimensiones causales (tabla 2).

En todas las dimensiones, la variable expectativas muestra que el grupo superior de puntuaciones dimensionales formula expectativas absolutas más elevadas que el grupo inferior de puntuaciones dimensionales. Si se tiene en cuenta, además, que estos dos grupos ofrecen diferencias similares en las calificaciones obtenidas (Manassero y Vázquez, 1993a), en realidad, las expectativas siguen paralelamente las diferencias observadas en las calificaciones, pero al no mostrar diferencias entre las distintas dimensiones, no parecen aportar elementos de diferenciación entre unas dimensiones y otras. Por ello, centraremos la discusión de las diferencias observadas entre las dimensiones sobre las dos variables que miden el cambio en las expectativas.

Comparando las puntuaciones de los grupos superior e inferior de dimensiones de las variables cambio de expectativas y cambio absoluto se observa como la del grupo inferior son muy semejantes, en tanto que las del grupo superior difieren ostensiblemente en todas las dimensiones. Por la definición de ambas variables, esto quiere decir que en el grupo inferior apenas hay cambios negativos (expectativas menores que la calificación), por tanto, las expectativas son predominantemente positivas, mientras que en el grupo superior la puntuación del cambio de expectativas es próximo a cero, en tanto que el cambio absoluto tiene un valor positivo, lo cual quiere decir que el grupo superior tiene expectativas positivas y negativas, que en promedio se compensan, y no son muy importantes individualmente.

Por otro lado, se observa que la dimensión de Controlabilidad muestra diferencias no significativas para los cambios de expectativas, especialmente en las puntuaciones posteriores. Por tanto, la relevancia de esta dimensión para detectar cambios de expectativas no resulta significativa, por lo que será descartada en las discusiones siguientes.

Comparando las dos variables de cambios de expectativas para las cuatro dimensiones restantes se observa en todos los casos que la variable cambio de expectativas obtiene diferencias más significativas (F de Snedecor más alta) que la variable de cambio absoluto, por lo que aquella parece la más relevante de ambas.

Además, la dimensión de Lugar de Causalidad ofrece diferencias significativas mucho más bajas que la Estabilidad, por lo que en el sistema tridimensional de Weiner (Lugar, Estabilidad y Controlabilidad) los datos empíricos de la tabla 2 demuestran que la dimensión más relevante resulta ser la Estabilidad y la variable más relevante de las expectativas es la que mide el cambio de expectativas.

Asimismo, las predicciones cualitativas del principio de expectativa y sus corolarios están de acuerdo con los datos empíricos: el grupo de puntuación inferior en Estabilidad (inestables) muestra los cambios más elevados de expectativas (del orden de 16 puntos), mientras que el grupo de puntuación superior de Estabilidad (estables) los cambios son apenas perceptibles (1 ó 2 puntos). La diferencia entre ambos cambios, de un grupo y otro, es muy significativa (Anteriores, F = 36.7257; Posteriores, F = 65.3065). Por tanto, se puede concluir que el grupo de puntuaciones inestables favorece los cambios importantes de las expectativas, mientras que el grupo de puntuaciones más estables apenas cambia sus expectativas, y la diferencia entre ambos grupos es muy significativa.

Hasta aquí, los resultados anteriores, referidos a un contexto de logro real, confirman empíricamente, las previsiones del principio de expectativa y sus corolarios, dentro del modelo tridimensional de Weiner; incluso, también ratifican el buen tino de la crítica de Weiner a los postulados de los teóricos del aprendizaje social, que preconizaban la dimensión de Locus de control como determinante de las expectativas, ya que los datos empíricos de la tabla 2 muestran que, aunque también la dimensión de Lugar de Causalidad ofrece diferencias significativas entre las expectativas, son más pobres y de menor grado que las ofrecidas por la dimensión de Estabilidad, tal vez originadas en la concomitancia de ambas variables sobre las causas singulares, que es el argumento utilizado en la crítica de Weiner (1986, p. 84-85).

Sin embargo, cuando se considera un modelo con cinco dimensiones causales los datos de la tabla 2 hacen aparecer otras dos dimensiones claramente en competencia con la dimensión de Estabilidad, a saber Intencionalidad y Globalidad, ya que pronostican los mismos cambios cualitativos que el principio de expectativa y con valores importantes y muy significativos de las diferencias. Es claro que en el momento posterior Estabilidad y Globalidad tienen los valores mayores de la F de Snedecor, pero también la Intencionalidad es importante; en el momento anterior, la dimensión de Intencionalidad obtiene el mayor valor de la F, aunque los valores de las otras dos dimensiones, estabilidad y Globalidad, son también muy importantes. Por tanto, dentro de un modelo de cinco dimensiones causales las dimensiones Intencionalidad y Globalidad obtienen empíricamente los mismos cambios de expectativas postulados por el principio de expectativa y sus corolarios, para los grupos de sus puntuaciones extremas.

Aceptando definitivamente como variable de expectativa aquella que mide el cambio de expectativa respecto a la calificación obtenida, en términos de si cambia o no cambia, se puede realizar un nuevo análisis basado en las proporciones de cambio y de ausencia de cambio, tomando como referentes para medir el cambio, no las diferencias en las puntuaciones directas de las calificaciones como en el análisis anterior, sino la permanencia o variación de las expectativas respecto a la calificación, categorizados como éxito o fracaso, o como las seis categorías de las calificaciones escolares.

En el primer caso, tomando como expresión del resultado el carácter de éxito o fracaso, y por tanto, como variable de cambio de expectativas los que expresan esperanzas de cambiar (resultado de fracaso y expectativa de éxito y viceversa), o de no cambiar (si la expectativa es la misma que el resultado obtenido - ambos éxito o ambos fracaso -), se han calculado las proporciones de cambio y de ausencia de cambio de las expectativas para los grupos de puntuaciones extremas en cada una de las cinco dimensiones causales. Se esperaría encontrar que las proporciones de cambio (éxito a fracaso y fracaso a éxito) serían mayores en el grupo de puntuaciones inestables y, que las proporciones de repetición de resultado serían mayores en el grupo de puntuaciones estables. Los resultados empíricos son bastante uniformes y no permiten establecer diferencias entre las distintas dimensiones y subgrupos, seguramente por la predominante y extendida expectativa en todos los sujetos de aspirar al éxito en el futuro: por ejemplo, prácticamente el 100% de los alumnos que obtienen éxito, formulan una expectativa también de éxito, independientemente del grupo inferior o superior y de la dimensión. Desde el punto de vista metodológico, posiblemente, las categorías de éxito y fracaso resultan tan amplias que no permiten a las diferencias en atribución causal llegar a una diferenciación más pormenorizada y matizada del cambio de las expectativas de los alumnos en relación al resultado previo.

En el segundo caso, tomando como base para medir el cambio las seis categorías en que se expresan las calificaciones de los alumnos y también las expectativas formuladas por los mismos, se ha definido el cambio de expectativas cuando se espera obtener una calificación diferente al resultado previo, y la ausencia de cambio cuando se espera obtener la misma calificación. Como en el caso anterior, se ha calculado la proporción de alumnos en los grupos de cambio y de ausencia de cambio para los grupos superior e inferior de puntuaciones dimensionales en cada una de las cinco dimensiones, en el momento anterior y posterior (tabla 3). Si nos fijamos en la dimensión de Estabilidad, según el principio de expectativa y sus corolarios, se esperaría que el grupo de puntuación inestable tuviera la proporción más alta de cambio, y que el grupo de puntuación más estable tuviera la proporción más alta de no cambio. Los resultados (tabla 3) muestran que esto ocurre en el caso del grupo inestable (80% anteriores, 78% posteriores), pero no en el caso de los estables anteriores (45%), aunque sí para los posteriores (61%).

Por otro lado, sería plausible esperar que la dimensión de Estabilidad mostrase proporciones más ajustadas al principio de expectativa que Lugar y Controlabilidad. Esto no ocurre en el caso anterior, donde las tasas citadas (80% y 45%) son prácticamente idénticas en todas las dimensiones, aunque sí se muestra esta tendencia en el caso de las proporciones posteriores. En este último caso, la dimensión de Controlabilidad (61% y 31%) tiene proporciones muy diferentes y la de Lugar (73% y 56%) inferiores a las correspondientes de Estabilidad (78% inestables que cambian, y 61% estables que no cambian). Por tanto, se puede decir que en el caso de los resultados posteriores las tasas de los grupos de Estabilidad se ajustan a las predicciones del principio de expectativa, y son diferentes de las tasas obtenidas en las otras dos dimensiones (Control y Lugar).

Observando los resultados posteriores para las dos dimensiones de Intencionalidad y Globalidad se deduce que son prácticamente idénticos a los obtenidos por la dimensión de Estabilidad, e incluso, en el caso del grupo que no cambia en Globalidad con una proporción mejor (65%) que la obtenida por Estabilidad.

Por tanto, los resultados de examinar empíricamente el cambio de expectativas mediante las proporciones de cambio y mantenimiento de las calificaciones apoyan el principio de expectativa, aunque más débilmente, y apuntan también la equiparación de las dos nuevas dimensiones, Intencionalidad y Globalidad, con la dimensión de Estabilidad en cuanto a la determinación de las expectativas.

Discusión

En este estudio se ha verificado el principio de expectativa y sus corolarios, no en una situación de laboratorio controlada y manipulada, sino en un contexto real de logro escolar, como es habitual en cualquier escuela, tomando como indicadores del logro las propias calificaciones escolares de cada alumno, en dos ocasiones, al final del primer trimestre y al final del curso, en el tercer trimestre.

Se han contrastado tres variables independientes para evaluar las expectativas: las expectativas absolutas, expresadas por la calificación que cada alumno esperaba conseguir en el futuro, y dos variables de cambio de expectativas, una denominada cambio de expectativas que mide la diferencia entre la expectativa y el resultado obtenido, y otra denominada cambio absoluto, que mide las diferencias anteriores en valor absoluto. La diferencia entre estas dos últimas radica en que los valores de la primera son positivos y negativos, y en la segunda son siempre positivos de forma que sólo mide cambios sin atender al sentido del cambio. Las expectativas absolutas siguen una variación demasiado paralela a la calificación obtenida, aunque desplazadas al alza, por lo que no aportan demasiado respecto a aquellas: por el contrario, las variables de cambio de expectativas varían de forma muy específica según la dimensión causal que se considere, siendo la denominada cambio de expectativa la que presenta las variaciones más significativas en el sentido del principio de expectativa, por lo que se ha considerado la más representativa, aunque la otra, el cambio absoluto de expectativas tiene la misma variación, pero menos significativa entre los grupos superior e inferior en las dimensiones. La variable de cambio de expectativas resalta el importante valor positivo de las expectativas formuladas por el grupo inferior respecto a la diversidad del signo de las expectativas en el grupo superior.

En términos generales, los resultados empíricos obtenidos permiten afirmar que:

1° En un modelo tridimensional para la causalidad, como el postulado por Weiner, la dimensión de Estabilidad resulta más relevante en la determinación del cambio de las expectativas, que las otras dos (Lugar de Causalidad y Controlabilidad).

2° Tanto las correlaciones como los análisis de la varianza apoyan la mayor relevancia de la variable de cambio de las expectativas frente a la variable de expectativas absolutas en su relación con las dimensiones de la causalidad.

3° Se verifican las relaciones cualitativas entre Estabilidad y cambios de expectativas propuestas por el principio de expectativa y sus corolarios. Los cambios de expectativas dependen del grado de Estabilidad atribuido a la causalidad: atribuciones estables mantienen las expectativas, esto es, se percibe la mayor probabilidad de repetir el mismo resultado, mientras que atribuciones inestables cambian las expectativas, esto es, aumenta la probabilidad de obtener un resultado diferente del pasado.

4° Además de la dimensión de Estabilidad, si se considera un modelo pentadimensional para la causalidad, las dos nuevas dimensiones, Intencionalidad y Globalidad, resultan también relevantes para determinar los cambios de las expectativas, y estos cambios siguen las mismas leyes cualitativas reflejadas en los corolarios del principio de expectativa, para sus grupos de puntuaciones más bajas (no intencional, específico) y más altas (intencional, global).

La determinación de los cambios de expectativas a partir de estas dos nuevas dimensiones de la causalidad requiere una interpretación apropiada.

En el caso de la dimensión de Globalidad, en tanto en cuanto, esta dimensión resulta un aspecto de la consistencia causal, a través de las distintas situaciones, de la misma manera que la Estabilidad representa la consistencia causal a través del tiempo, se evidencia el paralelismo estructural entre ambas dimensiones. Por tanto, con base en este paralelismo, parece lógico que esta dimensión tenga también un papel relevante en la determinación de las expectativas, y la interpretación podría resultar paralela, también a la de aquella: las causas globales son generales, ejerciendo su acción en situaciones muy diversas, independientemente de las características de los diferentes con textos, de modo que su presencia debe determinar expectativas mantenidas: por el contrario; las causas específicas se caracterizan por manifestarse en situaciones concretas, siendo por tanto dependientes de contextos y rasgos muy específicos, y si no se da la situación específica no aparecerán, de modo que las causas percibidas como propias de una situación específica anticipan cambios en las expectativas, al considerar probable la desaparición de las situaciones específicas que las generan.

El caso de la dimensión de Intencionalidad es completamente diferente. Existen otras teorías, como la de la acción razonada de Fishbein y Ajzen (1975), donde las intenciones conductuales son determinantes de la conducta, pero el carácter de estas intenciones conductuales es diferente de la Intencionalidad percibida de las causas. La Intencionalidad de una causa hace referencia al grado de consciencia/voluntariedad o inconsciencia/involuntariedad percibida en las causas del logro. Parece lógico que una causa percibida como intencional tiene mucho aspectos comunes con una causa estable: si se ha realizado una causa con toda la intención la experiencia de su ejecución es una forma de garantía para el futuro del sujeto, que si en el futuro tiene esta misma intencionalidad, el resultado que puede esperar será el mismo, de modo que una intencionalidad percibida mantiene las expectativas del mismo resultado. Por el contrario, una causa percibida como no intencional, inconsciente o involuntaria tiene muchos aspectos comunes con una causa inestable: el sujeto no garantiza respecto a ella ninguna intencionalidad, ni tampoco, por tanto, su presencia en el futuro, ya que no se espera la recuperación de la intencionalidad ni la presencia de la misma causa, cuya acción se percibió como no intencional, por lo que se favorece un cambio de las expectativas cara al futuro.

Desde el punto de vista metodológico, se han analizado los resultados empíricos desde una metodología correlacional entre las variables, desde una metodología experimental (ANOVA) y desde un análisis de distribución de frecuencias. La metodología experimental de comparación entre los grupos superiores e inferiores de puntuaciones dimensionales es la que aporta los datos más definitivos, mientras que las otras dos metodologías sugieren las tendencias confirmadas en el ANOVA.

En resumen, los resultados de este estudio además de ofrecer una validación transcultural del principio de la expectativa y de sus corolarios, con alumnos españoles, fundamentalmente ratifica los mismos en lo que se refiere a la dimensión de Estabilidad, y añade las dimensiones de Intencionalidad y Globalidad como relevantes para la determinación de las expectativas, al menos en la misma medida que la dimensión de Estabilidad. Además, estos resultados confirman que la atribución causal tiene un papel preponderante en la determinación de las expectativas de las personas, postulado básico de la teoría de la atribución causal.

Referencias

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