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Psicothema was founded in Asturias (northern Spain) in 1989, and is published jointly by the Psychology Faculty of the University of Oviedo and the Psychological Association of the Principality of Asturias (Colegio Oficial de Psicología del Principado de Asturias).
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PSICOTHEMA
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  • Digital Edition:: 1886-144X
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Psicothema, 2002. Vol. Vol. 14 (nº 2). 507-509




EUGENICS: A REASSESSMENT

Richard Lynn

London: Praeger, 2001

REVISION DE LIBROS / BOOK REVIEW

Richard Lynn es Profesor Emérito por la Universidad del Ulster (Irlanda del Norte). En «Eugenics: A reassessment», se discute uno de los tópicos más vilipendiados de la historia de la Psicología: la eugenesia. El mero hecho de usar este término es suficiente para ser «agredido» desde diversos flancos. Solamente por ello es francamente difícil entender la existencia de este ensayo...

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¿Qué es la eugenesia? He aquí algunas proposiciones básicas de esa disciplina:

• Existen cualidades humanas valiosas. Salud, inteligencia y moralidad constituyen ejemplos notables.

• Esas cualidades son la base de un país –su calidad de vida y su poder económico, científico y militar.

• Esas cualidades están influidas por los genes y por el medio ambiente.

• En la segunda parte del siglo XX, esas cualidades se han degradado a través de un proceso denominado disgenesis. La eugenesia puede corregir esa tendencia.

• Se puede mejorar la calidad genética de una población a través de las denominadas «eugenesia clásica» y «nueva eugenesia». La eugenesia clásica consiste en aplicar a los humanos los conocimientos atesorados durante siglos a las plantas y los animales.

• La nueva eugenesia se basa en los desarrollos recientes de la biotecnología –inseminación artificial, diagnóstico prenatal de enfermedades y trastornos, fertilización in vitro, clonación e ingeniería genética.

• La eugenesia intenta mejorar las cualidades de los individuos y, por tanto, de los países.

• Las discusiones y reservas presentes en las sociedades occidentales sobre el uso de la biotecnología son poco realistas, ya que los individuos y algunas sociedades no-occidentales emplearán los nuevos avances científicos.

Desde la primer página, Lynn se muestra sorprendido de que la eugenesia se haya desacreditado como disciplina científica, siendo, sostiene él, esencialmente correcta. En las 320 páginas restantes de su ensayo, presenta las evidencias que lo demuestran y aplica la doctrina eugenésica con sobriedad, seriedad y contundencia.

En la primera parte se describe la historia de la eugenesia. Se presenta los métodos de eugenesia positiva y negativa, es decir, la potenciación o no-potenciación de la fertilidad de los individuos más o menos sanos, inteligentes y morales. Se señala como anécdota el caso de la decadencia del Imperio español como un ejemplo claro de disgenesia, ya que los ciudadanos más inteligentes y morales se daban al celibato por motivos religiosos, con lo que su patrimonio genético se perdía. Hasta mediado el siglo XX, la eugenesia era aceptada por la sociedad occidental. Algunos intelectuales que apoyaban la eugenesia son Julian Huxley (director de la UNESCO), Francis Crick (co-descubridor de la estructura del ADN), Bertrand Russell, George Bernad Shaw, Winston Churchill o H.G. Wells. Lynn discute aquí la vinculación entre la Alemania nazi y la eugenesia, sosteniendo que la campaña nazi contra los judíos no se basó en la eugenesia, sino en la lucha por la supremacía mundial, en la que los judíos eran vistos como los principales competidores. En varios países se practicaron esterilizaciones con motivación eugenésica. Así, por ejemplo, en Suecia se esterilizaron 60.000 personas, es decir, el doble que las practicadas en la Alemania nazi. En Inglaterra no hubo esterilizaciones, pero las personas con retraso mental se segregaron en instituciones según sexo para evitar que tuvieran descendencia. En la década de los 60, la eugenesia comenzó su declive. El motivo fue la predominancia de los derechos del individuo frente a los derechos de la sociedad. No obstante, este declive no se ha experimentado en algunos países asiáticos, puesto que en ellos la sociedad está por encima del individuo.

En la segunda parte se presentan los objetivos de la eugenesia. La preocupación de Lynn es «promover la mejora genética de la humanidad y el desarrollo de la cultura y la civilización que resultará de esa mejora» (p. 57). No de ciertas poblaciones humanas, sino de la humanidad. La primera vía para mejorar la calidad genética de la humanidad es eliminar las enfermedades y los trastornos con causas genéticas. La segunda es mejorar la inteligencia a través de la promoción de la descendencia de los ciudadanos más inteligentes y las prácticas para disuadir a los ciudadanos menos inteligentes de que tengan descendencia. La tercera vía es propiciar rasgos de personalidad como la cordialidad y la responsabilidad. Capítulo aparte merece la personalidad psicopática. La eugenesia debería reducir su presencia en una sociedad que pretende ser saludable.

En la tercera parte se discute la aplicación de la eugenesia clásica. Se trataría de eliminar los genes que reducen la salud, la inteligencia y la moralidad (eugenesia negativa) y de potenciar los genes que aumentan la salud, la inteligencia y la moralidad de los individuos (eugenesia positiva). Para demostrar que esto es posible, Lynn revisa las evidencias sobre la heredabilidad de la inteligencia, la personalidad o la psicopatía. La investigación ha demostrando que los genes están implicados. Siendo así, es posible tomar medidas para eliminar los genes que atentan contra esas cualidades humanas. Algunas de estas medidas son la reducción del número de embarazos no-deseados, el aborto libre, la esterilización voluntaria o consensuada, el uso de incentivos para evitar la descendencia socialmente no deseada o la obligación de obtener una licencia de paternidad antes de tener descendencia.

En la cuarta parte se describe la nueva eugenesia. De entrada se presentan los desarrollos recientes de la biotecnología, tales como la inseminación artificial, la donación de óvulos, el diagnóstico prenatal de trastornos genéticos, la selección de embriones, la ingeniería genética y la clonación. La discusión del autor resulta provocadora, tanto por las evidencias empíricas que expone, como por las opiniones que destaca. Se menciona un estudio realizado por Wertz (1998) en 36 países en el que se encuestó a casi tres mil médicos que realizaban diagnósticos prenatales. Gran parte de los encuestados respondieron positivamente a la siguiente afirmación: «un objetivo básico del consejo genético es reducir el número de genes malignos en la población». ¿Es éste un objetivo básico de la eugenesia? Lynn responde afirmativamente, señalando que aunque en la sociedad occidental se rechaza la eugenesia, se practica asiduamente. Cuando discute la inseminación artificial, Lynn comenta: «es curioso que la Iglesia Católica condene la inseminación artificial ya que Jesucristo y su madre, María, son precursores en el uso de esta tecnología» (p. 259). No entiende el autor por qué algunos países occidentales (entre ellos España) han prohibido la selección de embriones o la clonación de humanos. Los ciudadanos tienen derecho a usar una tecnología que no causaría daño a terceros y que les haría muy felices.

En los tres últimos capítulos del ensayo, Lynn comenta el posible uso de la eugenesia en las sociedades democráticas y autoritarias, así como la configuración mundial que resultará del uso de medidas eugenésicas por parte de determinados países. Su predicción es que las sociedades occidentales seguirán siendo hostiles con la eugenesia, pero eso no ocurrirá con algunos de sus ciudadanos. Sin embargo, algunas sociedades autoritarias, especialmente las del este asiático, usarán rutinariamente la eugenesia. Ya que las premisas en las que se basa esta disciplina son esencialmente correctas, el este asiático y especialmente China está destinada a convertirse en la nueva potencia mundial. Estados Unidos perderá rápidamente protagonismo, ya que está actualmente experimentando una fuerte tendencia disgenésica. Europa se mantendrá durante un tiempo a la altura de las nuevas circunstancias, porque, entre otras cosas, es más conservadora que Estados Unidos en política de inmigración de personal no cualificado. Ésta es la predicción concreta que Lynn presenta.

Aunque no cabe esperar políticas eugenésicas en las sociedades democráticas occidentales, existe en los individuos un potente deseo de que sus niños sean saludables e inteligentes. La tecnología que permite satisfacer este deseo estará a punto en poco tiempo. Y nada puede impedir que los individuos hagan uso de ella, especialmente si existen lugares en el mundo que la ofertan. La situación será similar a la que se producía hace años cuando las españolas tenían que viajar a Londres para abortar. En su país estaba prohibido, pero eso no impedía que viajasen para cumplir sus deseos personales de terminar su embarazo no deseado.

Lynn también predice que el uso rutinario de la selección de embriones en determinados países asiáticos tendrá el efecto de incrementar 15 puntos de CI el nivel de la población en una sola generación. La nueva generación será considerablemente más inteligente que las correspondientes generaciones de otros países. El impacto de este incremento se puede ejemplificar a través del rápido desarrollo experimentado por Japón, Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur en la última parte del siglo XX. Estas poblaciones presentan actualmente un CI promedio 5 puntos por encima del promedio de los europeos o los norteamericanos. Esta ventaja intelectual puede ser responsable de su desarrollo acelerado. ¿Qué cabe esperar de una ventaja intelectual tres veces superior?

El uso rutinario de la eugenesia, especialmente la selección de embriones, la clonación y la ingeniería genética, por parte de países como China, llevará a que se conviertan en la nueva potencia mundial. Esto puede ser deseable o no, pero es inevitable, según la visión de Lynn: «este escenario para el siglo XXI, en el que China asume la dominación del mundo y establece un estado mundial basado en la eugenesia, puede considerarse poco atractivo. Pero esa no es la cuestión. Debe contemplarse como el resultado inevitable de la predicción hecha por Galton a comienzos del siglo XX según la cual la nación que primero se someta a una disciplina eugenésica será la que heredará la tierra» (p. 320).

La breve revisión de contenidos del denso ensayo que se está reseñando aquí es suficiente para tomar conciencia del alto contenido polémico que alberga. El probable lector tiene dos posibilidades: negar de entrada o escuchar lo que el autor tiene que decir. «Negar de entrada» le parece al encargado de esta revisión una alternativa oscurantista, mientras que «escuchar» le parece una alternativa ilustrada. Si se opta por escuchar, es difícil concluir que la eugenesia se basa en conocimientos falsos o pseudocientíficos, aunque algunas de sus evidencias son criticables sobre los datos disponibles. Un ejemplo especialmente revelador es el del efecto corrector que la eugenesia tendría sobre una supuesta tendencia disgenésica. Resulta que las ganancias generacionales de inteligencia observadas en las sociedades occidentales durante el siglo XX –el denominado Efecto Flynn– contradicen la tesis de que el nivel intelectual de la población se está deteriorando. Si el pool genético de las sociedades democráticas occidentales estuviese empeorando, ¿cómo es posible que esté aumentando el nivel medio de inteligencia de esas sociedades? Colom, Andrés-Pueyo y Juan-Espinosa (1998) o Colom y García-López (en prensa) han mostrado ese incremento generacional de inteligencia en España. Además, Colom, Juan-Espinosa y García (2001) han demostrado que el incremento valorado a través de los tests conlleva un aumento real de inteligencia. Siendo esto así, la necesidad de la eugenesia para paliar el efecto de la disgenesia es claramente dudosa.

Con todo, suponiendo que se reconozca que la eugenesia puede cumplir en parte lo que dice que puede hacer, el lector ilustrado puede apoyar o no su aplicación. Y esta aplicación tiene una vertiente doble que Lynn señala nítidamente y que no basta con negar: el ciudadano puede practicar la eugenesia por su cuenta y la eugenesia se puede practicar a nivel social. La eugenesia ya se practica de hecho a título individual en la sociedad occidental en la que vivimos. Así, por ejemplo, la decisión de una pareja de abortar cuando se detecta un trastorno genético en el feto tras un diagnóstico prenatal es eugenesia, aunque se le llame de otro modo más correcto políticamente. Sin embargo, socialmente la eugenesia ni se practica ni, como comenta Lynn, cabe esperar que se practique en el inminente futuro en nuestra sociedad.

El caso cambia cuando nos referimos a otras sociedades no-occidentales, como China. Allí se usa la eugenesia como un programa social y se usarán los nuevos desarrollos en biotecnología. Es posible que esto divida al mundo, como Lynn predice. Tal división produciría un primer mundo de ciudadanos extremadamente inteligentes y saludables y un segundo mundo semejante al que hemos conocido hasta ahora. ¿Es esto posible? En principio parece posible. ¿Generará eso alguna reacción en las sociedades democráticas occidentales? También parece posible. ¿Irá esa reacción en la dirección de instaurar políticas masivas basadas en la doctrina eugenésica para mantenerse a la altura de las circunstancias?

Si se le pregunta al autor de esta reseña, cosa poco probable, respondería que espera que no sea así. Mi opinión es similar a la de Ian Malcolm, el matemático que visitó el Parque Jurásico ideado por Michael Crichton: «si tengo un sistema metereológico en el que empiezo con una cierta temperatura, y una cierta velocidad del viento y una cierta humedad, y después lo repito caso con las mismas temperatura, viento y humedad, el segundo sistema no se comportará casi igual; se desviará y rápidamente se volverá muy diferente del primero; tormentas de truenos en vez de sol. El proyecto de Parque Jurásico es un sistema aparentemente simple, animales dentro de un jardín zoológico, que, al final, exhibirán un comportamiento impredecible. La historia de la evolución es que la vida escapa a todas las barreras. La vida evade los encierros. La vida se expande a nuevos territorios. No se puede ver la secuencia del ADN y predecir la conducta».

REFERENCIAS

Colom, R.; Andrés Pueyo, A. y Juan-Espinosa, M. (1998). Generational IQ gains: Spanish data. Personality and Individual Differences, 25, 5, 927-935.

Colom, R.; Juan-Espinosa, M. y García, L.F. (2001). The secular increase in test scores is a ‘Jensen effect’. Personality and Individual Differences, 30, 553-559.

Colom, R. y García-López, O. (in press). Secular increase in fluid intelligence: evidence from the Culture-Fair Intelligence Test. Journal of Biosocial Science.

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